Español
Perspectiva

La redada en Mar-a-Lago y el continuo plan golpista de Trump

Más de 48 horas desde que el FBI ejecutara una orden de cateo en la propiedad Mar-a-Lago del expresidente Donald Trump, el presidente Joe Biden y el fiscal general Merrick Garland se han rehusado a dar ninguna explicación seria de la redada.

Durante los últimos cinco años, el Partido Demócrata ha hecho todo lo posible para evitar tomar acciones firmes contra Trump por temor a alertar a la población del peligro, pero ahora tomaron un paso extraordinario y sin precedente: docenas de agentes del FBI allanaron la residencia del expresidente para confiscar documentos y otra evidencia.

Tal paso significa que una sección importante del aparato estatal reconoce que el peligro de un golpe de Estado sigue siendo igual o mayor que el 6 de enero de 2021. Aun así, el Partido Demócrata se muestra incapaz de declararlo abiertamente por temor a alertar a la población y desencadenar protestas populares contra la amenaza fascista. Por esta razón, el Gobierno de Biden y su Departamento de Justicia se han rehusado a declarar la verdadera razón de la redada, en vez de avanzar la afirmación en la prensa de que meramente buscaba algunos documentos de la Casa Blanca que Trump no debía quedarse.

Esta explicación no es nada creíble. En los últimos dos meses, una serie de audiencias del Comité del 6 de enero en la Cámara de Representantes han reunido evidencia irrefutable de que Trump está en el centro de una conspiración continua para derrocar el Gobierno de EE.UU. e instalar una dictadura fascista. Es sumamente probablemente que en las últimas semanas los investigadores descubrieron información que indica que la conspiración de Trump está mucho más avanzada de los que se reconoce públicamente. Es por ello que el FBI entró en acción.

En vez de explicarle al público estos hechos obvios, Biden se rehúso a responder preguntas sobre la redada y sus voceros han afirmado que la decisión se tomó sin consultar a la dirección política de la Casa Blanca. El miércoles, Biden se fue de la Casa Blanca a vacaciones. La complaciente prensa corporativa apenas se encoge de hombres ante las acciones de Biden y está llena de reportes de que el mandatario tuvo una “buena semana” al promulgar un par de leyes internas insignificantes.

Trump y el Partido Republicano ocuparon este vacío político yéndose a la ofensiva. Trump y sus partidarios han presentado el llamamiento como una acción del “corrupto Estado profundo” y un ataque a la Constitución. Ninguna figura de la élite política ha respondido señalando que Trump fue quien intentó derrocar la Constitución e instaurar una dictadura presidencial hace menos de dos años.

Todos los líderes republicanos, incluyendo varios posibles candidatos presidenciales en 2024 como el exsecretario de Estado, Mike Pompeo, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, han hecho declaraciones desde el lunes que defienden a Trump y atacan al FBI, afianzando efectivamente su posible nominación en el partido. Incluso los republicanos que los demócratas han intentado presentar como “héroes”, principalmente el vicepresidente Mike Pence, han respondido denunciando al FBI y defendiendo a Trump.

Los partidarios explícitamente fascistas de Trump dejan claro que están “esperando listos” para responder a cualquier llamado a manifestaciones violentas u otros actos extraparlamentarios. En su programa “War Room” (Cuarto de guerra) el miércoles, el fascista Stephen Bannon llamó a los elementos leales a Trump dentro del FBI a actuar y prometer “el procesamiento y encarcelamiento” de aquellos que ordenaron la redada.

Instigando a las milicias partidarias de Trump a usar violencia, Bannon dijo, “vamos a devolverles el golpe y vamos a golpearlos muy fuerte”.

La agitación fascistizante de parte de Trump y sus aliados ha aumentado las amenazas de muerte contra Garland, el director del FBI, Cristopher Wray y el juez Bruce Reinhart quien firmó la orden de cateo que permitió al FBI allanar la residencia de Trump. Reinhart tuvo que borrar la información pública de los sitios web gubernamentales debido a la avalancha de amenazas de muerte contra él y su familia de parte de simpatizantes fascistizantes de Trump.

En una democracia funcional, Trump y su cábala de cómplices hubieran sido arrestados hace 19 meses por planificar y llevar a cabo un intento multidimensional de tumbar el Gobierno que culminó en un ataque violento contra el Capitolio. La intentona golpista resultó en cientos de heridos, varias muertes y casi en la captura y posible asesinato del vicepresidente Mike Pence a manos de los partidarios armados de Trump.

El ataque al Capitolio no fracasó por alguna advertencia o acción del Partido Demócrata, que hizo todo lo posible antes, durante y después de la irrupción para minimizar el alcance del plan golpista. En los meses posteriores al ataque, los demócratas restaron importancia sistemáticamente a las amenazas de Trump de que no entregaría el poder pacíficamente después de la elección.

Incluso después de que fracasara el ataque planificado contra un Capitolio poco defendido, el Partido Demócrata promovió la mentira de las agencias de inteligencia de que la razón por la que el Congreso estuvo asediado durante horas por las milicias derechistas fue la “falta de inteligencia”. Durante el truncado juicio de destitución el año pasado, los demócratas presentaron el ataque como un “disturbio” que se produjo por la incitación de Trump el 6 de enero, y no por sus acciones y las de sus cómplices del Partido Republicano en las semanas posteriores a las elecciones, que crearon las circunstancias para que el golpe casi tuviera éxito.

En ese mismo juicio político, los demócratas se negaron a llamar a testigos, ni siquiera a los republicanos que se ofrecieron a testificar, ocultando aún más la gravedad del golpe a la población.

Esto continuó durante las audiencias del 6 de enero. El comité dirigido por los demócratas permitió que la ultraderechista Liz Cheney, del estado de Wyoming, presentara una narrativa falsa de que el golpe de Trump solo contaba con un apoyo marginal dentro del Partido Republicano y del Gobierno en general.

Este mito minimiza el peligro autoritario que no solo perdura, sino que se agrava. Además, busca absolver a la mayoría de oficiales republicanos, elementos del aparato policial, militar y de inteligencia y de la Corte Suprema que apoyaron los esfuerzos de Trump para mantenerse en el poder el 6 de enero de 2021 y que siguen respaldándolo hasta el día de hoy.

En lugar de explicar a la clase trabajadora que Trump sigue construyendo un movimiento fascista dentro del Partido Republicano con el objetivo explícito de abolir los derechos democráticos y crear un Estado policial, Biden busca forjar una unidad con sus aliados republicanos, como Cheney, para impulsar sus planes de guerra contra Rusia y China en el extranjero y perpetuar la especulación financiera en casa.

La respuesta de los demócratas está impulsada por su miedo a que exponer las implicaciones de la investigación en curso del Departamento de Justicia sobre la continua conspiración golpista de Trump incite una rebelión masiva desde abajo no solo contra los republicanos sino contra todo el Estado capitalista.

Por eso los demócratas buscan presentar la redada del FBI en la residencia de Trump como una cuestión de papeles, porque exponer la verdadera razón demostraría que la amenaza a la democracia no se superó con la elección de Biden y los demócratas en 2020.

En lugar de “proporcionar espacio” para implementar reformas y ser la Administración “más progresista” desde el Nuevo Trato, los derechos democráticos, incluido el derecho al aborto, han sido eviscerados bajo Biden y los demócratas, mientras que Trump ha consolidado su posición como rey de los republicanos.

Los demócratas son incapaces de defender los derechos democráticos de la población porque sus intereses de clase fundamentales, al igual que los de los republicanos, están arraigados por encima de todo en la preservación del sistema de lucro.

Para contrarrestar el impulso de los republicanos hacia la dictadura y la cobardía, la dejadez y la complicidad de los demócratas en este complot en curso contra la población, la clase obrera debe movilizarse independientemente de ambos partidos políticos sobre la base de un programa y una perspectiva socialistas contra el origen de las guerras y la dictadura: el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de agosto de 2022)

Loading