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La ONU respalda la propaganda de Estados Unidos sobre los abusos de China contra los uigures

Estados Unidos y los medios de comunicación occidentales han aprovechado un informe de la ONU publicado la semana pasada sobre los derechos humanos en la región china de Xinjiang para denunciar de nuevo a Pekín por el trato que da a los uigures y otros grupos musulmanes. Las acusaciones de los abusos de China contra los uigures son un elemento destacado de la propaganda que difunde constantemente Estados Unidos y sus aliados, mientras aumentan sus provocaciones y preparativos de guerra contra China.

Un manifestante sostiene una pancarta contra China durante una protesta en Estambul, el jueves 25 de marzo, contra la visita del ministro de Economía chino Wang Yi a Turquía. (AP Photo/Emrah Gurel) [AP Photo]

El informe elaborado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH) es un documento poco convincente que se basa en la misma escasez de pruebas que la propaganda occidental: documentos del gobierno chino, públicos y filtrados, imágenes por satélite de supuestos centros de detención en Xinjiang, informes y estudios sesgados de académicos y periodistas contrarios a China y relatos de 'testigos presenciales' de personas, no identificadas en el caso de este informe, a menudo relacionados con organizaciones uigures en el exilio financiados por la CIA.

La jefa de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, cuyo mandato finalizó la semana pasada, llevó a cabo una misión de seis días en China que incluyó una visita a Xinjiang, donde planteó su preocupación por el amplio uso de medidas antiterroristas contra la población musulmana de la región.

A pesar de la falta de pruebas, el informe concluye que en Xinjiang son evidentes 'patrones intercalados de restricciones graves e indebidas a una amplia gama de derechos humanos'. Afirmaba que se había producido 'la privación arbitraria de libertad a gran escala de miembros de la comunidad uigur y de otras comunidades predominantemente musulmanas' y denuncias creíbles de 'tortura o malos tratos' y de 'incidentes individuales de violencia sexual y de género'. Alegaba una discriminación más amplia contra los uigures y otros grupos musulmanes, incluyendo 'la aplicación coercitiva y discriminatoria de políticas de planificación familiar y control de la natalidad' e 'indicios' de trabajos forzados.

Lo que llama la atención del informe de la ONU es la falta de pruebas sustanciales y lo que omite, más que lo que concluye con cautela. No pone ninguna cifra del número de uigures supuestamente retenidos en prisiones, centros de formación profesional y centros de detención, mientras que los políticos y los medios de comunicación occidentales suelen declarar como hechos sus afirmaciones infundadas de que hay un millón o incluso dos millones de personas encarceladas.

Además, el informe reconocía que 'la información disponible en este momento no permite a la OACDH sacar conclusiones firmes sobre el alcance exacto de estos abusos'. No obstante, concluía que 'el carácter altamente securitizado y discriminatorio' de los centros de detención, 'proporciona un terreno fértil para que estas violaciones se produzcan a gran escala.' En realidad, esta afirmación se basa en los relatos sesgados de exiliados individuales.

La ausencia más significativa es la falta de cualquier afirmación sobre el 'genocidio' de la población uigur de China, que es fundamental para la propaganda de Washington mientras se prepara para la guerra contra China. Esta flagrante mentira, que se basa en una burda distorsión de las políticas chinas de 'un solo niño', es reciclada como un hecho por las organizaciones de exiliados uigures y ha sido adoptado por la administración de Biden como un elemento clave de su lista de acusaciones contra China.

No contentos con que el informe declare que las acciones de China 'pueden constituir... crímenes contra la humanidad', el hecho de que el informe de la ONU no incluya ninguna referencia al 'genocidio' —para el que no existe ninguna base de pruebas— ha sido criticado por varios defensores y organizaciones uigures. Rahima Mahmut, directora en el Reino Unido del Congreso Mundial Uigur, financiado por la CIA, declaró que le decepcionaba que la ONU no hubiera 'llamado a esto lo que es: genocidio'.

Sin embargo, estos mismos defensores reconocen la importancia del informe de la ONU para añadir peso al fárrago de mentiras y distorsiones en el que se basan sus organizaciones. La acaudalada portavoz uigur estadounidense, Rushan Abbas, muy bien relacionada con Washington, declaró al New York Times: 'Es imperativo que las naciones tomen este informe y den pasos concretos para detener estos crímenes contra la humanidad y hacer que China responda por ellos'.

Como era de esperar, China ha denunciado el informe de la ONU. Liu Yuyin, portavoz de la misión china ante la ONU en Ginebra, tachó de 'farsa' la 'supuesta 'evaluación' sobre Xinjiang', declarando que era 'un documento completamente politizado que hace caso omiso de los hechos, y que revela explícitamente el intento de algunos países occidentales y fuerzas antichinas de utilizar los derechos humanos como herramienta política'.

Un anexo al informe de la misión china en Ginebra afirmaba que se basaba en 'desinformación y mentiras fabricadas por las fuerzas antichinas y por presunción de culpabilidad'. Continuaba declarando que 'todos los grupos étnicos de Xinjiang' llevaban una 'vida feliz' gracias a las medidas del gobierno para 'luchar contra el terrorismo y el extremismo'.

Las negaciones rotundas de cualquier abuso de los derechos democráticos no son más creíbles que las acusaciones generalizadas e infundadas hechas por Estados Unidos y sus aliados contra China. El régimen chino recurre en gran parte a medidas represivas para acabar con cualquier signo de oposición, sobre todo de la clase obrera.

En Xinjiang, el Partido Comunista Chino se ha enfrentado a la creciente ola de oposición que han generado sus políticas. Sus medidas se justifican como respuesta a los actos terroristas llevados a cabo por militantes separatistas uigures que tienen sus raíces en la 'yihad' financiada y armada por la CIA en Afganistán contra la Unión Soviética en la década de 1980. Pekín, que apoyó la 'guerra secreta' de Washington, experimentó su propio 'retroceso' en forma de aumento del extremismo uigur en Xinjiang, y está llevando a cabo su propia represión del 'terrorismo' y el 'extremismo'.

Sin embargo, Estados Unidos ha aprovechado cínicamente los supuestos abusos de los uigures para sus propios fines depredadores. No es un defensor de los 'derechos humanos' en Xinjiang, ni tampoco en el Tíbet o en Hong Kong, ni mucho menos de la clase obrera china. Una vez más, Washington y sus aliados enarbolan la falsa bandera de los derechos humanos como justificación de los preparativos para la guerra, mientras ignoran el flagrante abuso de los derechos democráticos de sus socios y aliados estratégicos, como de la monarquía saudí.

El mero hecho de que la OACDH haya optado por centrarse en los presuntos abusos de los derechos humanos en China, mientras hace la vista gorda ante los crímenes de Estados Unidos, dice mucho sobre el papel de las Naciones Unidas como herramienta del imperialismo. No se ha llevado a cabo ninguna investigación de la ONU sobre la invasión y la ocupación criminal de Afganistán o Irak por parte de Estados Unidos, a pesar de la gran cantidad de pruebas de crímenes de guerra, torturas, asesinatos arbitrarios y destrucción injustificada.

La ONU es una 'cueva de ladrones', para usar la frase de Lenin con respecto a su predecesora, la Sociedad de Naciones, una cámara de compensación para las intrigas, provocaciones y conflictos de las principales potencias imperialistas donde pueden regatear el botín.

(Publicado originalmente en inglés el 5 de septiebre de 2022)

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