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Sindicato “independiente” patrocinado por EE.UU. y Alemania en planta de Volkswagen en Puebla impone acuerdo propatronal

Volkswagen y el Sindicato Independiente de Trabajadores Volkswagen (SITIAVW) pudieron evitar una huelga e imponer un contrato favorable a la empresa obligando a los casi 7.000 trabajadores de la planta de Puebla, en el centro de México, a votar tres veces sin hacerle cambios significativos.

Después de que fuera rechazado el 9 y el 31 de agosto, la disputa contractual se convirtió en una importante crisis política para el partido Morena del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que supuestamente es protrabajador pero se dedicó abiertamente a proteger las ganancias de la empresa contra las demandas de los trabajadores.

Trabajadores de Volkswagen durante la votación del contrato el lunes, 12 de septiembre, Puebla, México (Foto: @LuisaAlcalde)

El lunes, casi el 63 por ciento de los trabajadores votaron “Sí” en la tercera ronda. El contrato de dos años incluye un aumento salarial del 9 por ciento y un 2 por ciento más en prestaciones para el primer año, que se renegociarán al cabo de un año. Mientras que la inflación oficial alcanzó el 8,7 por ciento en agosto, el coste de los productos básicos aumentó un 14,6 por ciento.

Antes del último aumento, el salario promedio mensual en la planta era de 16.481 pesos (820 dólares), pero hay 22 niveles a partir de 35 pesos por hora (1,74 dólares) para técnicos. Aunque se trata de una de las plantas automotrices mejor pagadas del país, los niveles más bajos no pueden ni siquiera pagar la canasta básica.

Está claro que los trabajadores no cambiaron de opinión por la única condición nueva de la tercera votación: la aplicación retroactiva de los aumentos salariales nominales a partir del 20 de julio. Por el contrario, se dieron cuenta de que el sindicato no podía ser presionado para luchar y que estaba confabulando con la gerencia y el Gobierno en su contra.

El gobernador de Puebla, Luis Miguel Barbosa, estrecho aliado del presidente Andrés Manuel López Obrador, intervino descaradamente, afirmando: “Voy a meterme como gobernador del estado [y] de manera personal con la clara intención de que no se afecte una fuente de producción importante... para que no estalle la huelga”.

El conflicto era evidentemente entre los trabajadores, por un lado, y la empresa, el sindicato y las autoridades estatales y federales, por otro.

Mientras que las dos primeras votaciones fueron claras decisiones democráticas de los trabajadores de ir a la huelga y luchar por mejoras reales, el SITIAVW expresó repetidamente su “decepción” por el rechazo de su contrato “histórico” y aceptó prorrogar su vencimiento, que legalmente constituye un emplazamiento a huelga.

Tales prórrogas fueron abiertamente alentadas por las autoridades laborales de AMLO. La secretaria del Trabajo, Luisa Alcalde, celebró la votación del lunes por “evitar el conflicto de una huelga” y como ejemplo del “Nuevo Modelo Laboral.”

A partir del 3 de septiembre, justo después del segundo voto en contra, el sindicato permitió a VW ordenar horas extras obligatorias para acumular inventario y socavar una posible huelga. En ese momento, había quedado claro que no eran negociaciones y que el sindicato solo estaba siguiendo las órdenes de la empresa.

Antes de la tercera votación, los trabajadores acudieron a las redes sociales para expresar su enfado. En un comentario en la página de Facebook del SITIAVW, con 36 “me gusta”, un trabajador llamado Víctor escribió: “Y por qué solo así lo informan [en redes sociales]. Mejor hagan asamblea e informen personalmente. Ni el comité [sindical] ni empresa han hecho ni una negociación, sigue el convenio exactamente igual. No han hecho ni un esfuerzo...”.

Otro trabajador, Jhon, añadió: “Si fue emplazada la empresa a huelga y no hay acuerdo en lo que los trabajadores están pidiendo hay que aplicar lo que marca la ley y los estatutos”. Guillermo escribió: “Que se realice una asamblea general conjunta con todas las divisiones. Ahí se puede replantear la estrategia y regresar a negociar con el permiso de la base trabajadora”.

Alberto escribió a favor de votar “No” ya que “siempre nos agarran por hambre para aceptar lo que ellos quieren. Nos tratan de engañar con su miserable retroactivo que solo con el impuesto del premio anual ya lo perdimos”.

No hay ningún comentario que defienda el contrato en sí y los únicos llamados a votar “Sí” argumentan que los trabajadores no obtendrán ningún ingreso durante la huelga.

En otras palabras, la mayoría de los votos por el “No” y el “Sí” del lunes representaron votos de no confianza en el sindicato.

Los trabajadores reciben salarios deplorables y el estado de Puebla tiene una tasa oficial de pobreza del 62,4 por ciento, la tercera más alta del país.

Mientras tanto, el Grupo Volkswagen vio un aumento de 451 por ciento en sus ganancias en 2021, alcanzando los 21.000 millones de dólares. Si esto se hubiera distribuido por igual entre todos los empleados de VW a nivel mundial, habría cuadruplicado los salarios en Puebla.

Este último contrato entreguista sigue a años de estancamiento de los salarios reales y, lo que es más importante, el papel del SITIAVW en arrear a los trabajadores de vuelta a las plantas inseguras durante la mayor parte de la pandemia de COVID-19, solo insistiendo en que cualquier reapertura fuera aprobada por el Gobierno.

La primera muerte por COVID-19 de un trabajador de Volkswagen en la planta, Ángel Ignacio M., de 39 años, demostró la total indiferencia del sindicato por las vidas de los trabajadores, ni hablar de sus condiciones. El sindicato se sumó a los esfuerzos de la empresa para encubrir el caso. Insistió en un comunicado del 4 de abril en que se le había “diagnosticado NEUMONÍA”, sin siquiera sugerir, como la mayoría de los medios de comunicación corporativos, que sus síntomas eran compatibles con el COVID-19. Había dado positivo el 1 de abril, pero el sindicato se mantuvo en silencio y siguió el juego a las afirmaciones de la empresa de que ningún otro empleado estaba infectado.

La lucha en Puebla solo puede entenderse en el contexto de la actual ola mundial de rechazos de contratos respaldados por los sindicatos. Impulsada principalmente por la inflación y la pandemia continua, esta rebelón se extiende a todos los continentes y tiene el potencial de movilizar a miles de millones, planteando la cuestión de cuál clase controla los recursos de la sociedad: la clase obrera para atender las necesidades sociales o la clase capitalista para maximizar sus ganancias y librar guerras.

La clase gobernante a nivel internacional se está apoyando en la burocracia sindical para impedir un movimiento huelguístico internacional de masas. En México, el imperialismo estadounidense y alemán ha estado patrocinando y entrenando a los llamados sindicatos “independientes” que, si bien no están tan desacreditados, están igual de subordinados a las corporaciones y al Gobierno como la Confederación de Trabajadores de México (CTM), cuyos sindicatos están plagados de gánsteres.

Aunque sus orígenes se remontan a los comienzos de la fábrica en Puebla en la década de 1960, el SITIAVW acabó abandonando la CTM y se convirtió posteriormente en una fuerza líder de la supuestamente independiente Unión Nacional de Trabajadores (UNT). La UNT estaba siendo entrenada y cultivada abiertamente por el Solidarity Center y la Fundación Friedrich Ebert (FES), financiados respectivamente por los Gobiernos estadounidense y alemán y vinculados a sus respectivas burocracias sindicales.

Mientras la AFL-CIO transfería su apoyo de la desacreditada CTM a los llamados sindicatos “independientes” que podían ser más útiles para sofocar la lucha de clases, uno de los primeros programas de su Solidarity Center fue la formación de funcionarios sindicales en las maquilas de Puebla.

En los años 80, el SITIAVW ya se había unido al Consejo Mundial de Volkswagen, un organismo dominado por el sindicato alemán IGMetall, que predica el “sindicalismo positivo” basado en “mantener y crear nuevos puestos de trabajo” y que dice oponerse tanto al “sindicalismo oficial” como al “sindicalismo radical”. El SITIAVW se uniría luego a la Federación Internacional de Trabajadores Metalúrgicos (luego IndustriAll), incluso antes de que la CTM la abandonara.

Como demostró la pandemia y el último conflicto contractual, el SITIAVW, respaldado por el imperialismo, funciona como una extensión del Gobierno de Morena.

Al mismo tiempo, Morena y sus aliados en la AFL-CIO también están cultivando potenciales reemplazos para el SITIAVW. La abogada laboral Susana Prieto, asesora de los sindicatos respaldados por la AFL-CIO y legisladora de Morena, dijo que estaba manteniendo conversaciones con una Unión de Trabajadores Sindicalizados (PTA) en la planta de Puebla que se opone al SITIAVW. Los invitó a unirse a su sindicato SNITIS o a construir “un nuevo sindicato si el que tienen no los representa”, como informó Milenio .

Cualquier organización que eche raíces en partidos burgueses como Morena o en organismos imperialistas como la AFL-CIO e IndustriAll y sus socios en México, será invariablemente entrenada y pagada para defender los intereses capitalistas de las corporaciones y aislará cualquier lucha de los trabajadores en otras industrias y países.

Para construir una alternativa verdaderamente independiente, es imperativo que los trabajadores lean y apoyen el llamado a los trabajadores mexicanos hecho por Will Lehman, un trabajador de Mack Trucks, cuya campaña para presidente del sindicato United Auto Workers (UAW) busca abolir la burocracia en Estados Unidos e internacionalmente construyendo la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de septiembre de 2022.)

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