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Perspectiva

Los enfermeros de la ciudad de Nueva York y la lucha contra la pandemia

Más de 7.000 enfermeros iniciaron una huelga el lunes por la mañana en los dos mayores hospitales privados de la ciudad de Nueva York, Mt. Sinai en Manhattan y Montefiore Medical Center en el Bronx.

La huelga de los enfermeros neoyorquinos es la primera huelga importante de 2023, un año que será testigo de muchas batallas explosivas entre clases. Los salarios son un tema importante para los enfermeros, quienes tienen dificultades para aguantar los aumentos en el coste de vida en una de las ciudades más caras del mundo. Pero la problemática principal detrás de la huelga es la falta crónica de personal y el estado catastrófico del sistema de salud en EE.UU. cuando comienza el cuarto año de la pandemia global.

Los enfermeros hacen huelga en las afueras del hospital Mount Sinai, 10 de enero de 2023, ciudad de Nueva York [AP Photo/Andres Kudacki]

En los piquetes de huelga, los enfermeros han descrito condiciones que tornan imposible cuidar a los pacientes de manera adecuada y segura. Cada enfermero tiene a 20 o más pacientes por turno y estas brutales condiciones de trabajo están haciendo que los enfermeros nuevos y aquellos más experimentados abandonen la profesión.

Si bien existía una escasez de enfermeros antes de la pandemia, la pandemia de COVID-19 puso de relieve las mortales consecuencias de las décadas de ataques a la salud pública. La clase gobernante estadounidense, como sus contrapartes en todo el mundo, antepuso las ganancias a las vidas humanas. En vez de implementar las medidas básicas de salud pública para contener el virus, permitió su propagación irrestricta, lo que ha abrumado los hospitales y todo el sistema sanitario en su conjunto.

Los enfermeros y otros trabajadores sanitarios tuvieron que soportar la mayor carga de la crisis cuando la ciudad de Nueva York se convirtió en el epicentro de la pandemia global en marzo de 2020. Millones quedaron impactados ante las imágenes de los enfermeros en Mt. Sinai cubriéndose con bolsas de basura por la falta de equipos apropiados para protegerse ante el mortal virus.

El 23 de marzo de 2020, Kious Kelly, un gerente adjunto de enfermería de 48 años que atendía a los pacientes de COVID en el hospital cercano Mount Sinai West, falleció y se considera el primer enfermero de la ciudad en morir por la pandemia. Solo en el primer año de la pandemia se estima que 3.607 trabajadores de la salud murieron en EE.UU. por esta enfermedad mortífera.

A lo largo de la pandemia, los enfermeros en Estados Unidos y de todo el mundo han sido sometidos al trauma diario de lidiar con condiciones agotadoras e inseguras, incluyendo el peligro de contraer la enfermedad, quedar permanentemente discapacitado por COVID persistente e infectar a seres queridos. El agotamiento, el estrés y los problemas de salud mental, incluyendo el riesgo continuo del síndrome de estrés postraumático, hicieron que 230.000 doctores, enfermeros, asistentes y otros profesionales clínicos renunciaran en 2020-21, según un análisis de datos de Definitive Healthcare.

La negativa de Trump y luego Biden a tomar cualquier medida para cerrar los negocios no esenciales y las escuelas hasta eliminar la propagación del COVID-19 causó al menos 1,1 millones de muertes en EE.UU., incluyendo a más de 44.127 neoyorquinos.

Biden aprovechó la aparición de la variante ómicron en noviembre de 2021 como un pretexto para poner fin a la mascarilla, las pruebas, el rastreo de contactos, el aislamiento de los pacientes infectados y los informes sistemáticos de los casos y las muertes. Ignorando la ciencia, Biden proclamó que “la pandemia se acabó” y que la vida podía volver a la normalidad. Como lo han advertido los virólogos, la propagación irrestricta del virus ha resultado en la aparición de nuevas variantes que socavan la efectividad de las vacunas y la inmunidad por contagios previos.

En la ciudad de Nueva York, el alcalde demócrata Eric Adams ha abandonado todas las medidas de mitigación y, tras dos años de celebraciones reducidas supervisó un acto de Año Nuevo en Times Square sin las mínimas medidas de distanciamiento social.

La variante XBB.1.5, que los científicos creen que evolucionó por primera vez en Nueva York, se está volviendo dominante rápidamente en todo Estados Unidos. Por semanas, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) ocultaron la aparición de la nueva variante, que es más inmunoevasiva. Aunque la “tripledemia” de COVID, la gripe y el VSR está haciendo estragos en todo el país, Nueva York vuelve a ser un epicentro.

La situación actual, y toda la experiencia de los últimos tres años, ha demostrado la indiferencia de la élite empresarial y financiera por la salud y la vida de la población. En lugar de invertir dinero en la salud, la élite política ha aplicado una política de muertes masivas. Se permitió que los “héroes de la salud” se enfrentaran solos a esta catástrofe, mientras que la clase dirigente se ha interesado más en cumplir el trabajo de agentes funerarios.

La política general de la clase dominante se suma al ánimo de lucro que caracteriza el sistema sanitario. Montefiore y Mt. Sinai son corporaciones privadas, a pesar de su estatus fiscal de “sin ánimo de lucro”. Tienen decenas de millones de dólares en inversiones privadas y pagan a sus ejecutivos sueldos exorbitantes. El CEO de Sinai, Kenneth Davis, ganó 5,6 millones de dólares en 2019, y el CEO de Montefiore, Philip Ozuah, ganó 7,4 millones de dólares en 2020, según las últimas declaraciones de impuestos disponibles.

Los hospitales, que supuestamente aumentaron sus activos en mil millones de dólares en 2021, también redujeron drásticamente el “gasto de atención caritativa” hasta la mitad para los residentes pobres y de bajos ingresos, al tiempo que aumentaron las inversiones en vecindarios mucho más ricos. La incesante presión ejercida sobre los enfermeros para que realicen un trabajo superior a su capacidad física y mental no hace sino reforzar las ganancias de los hospitales, junto con las gigantescas empresas aseguradoras, farmacéuticas, de equipos médicos y de otro tipo que se benefician del sistema de medicina con ánimo de lucro.

El impacto de la pandemia ha producido un clima de enfado y oposición en toda la clase trabajadora, y no solo entre los enfermeros. El año pasado, casi un tercio de las huelgas más importantes de Estados Unidos involucraron a los enfermeros y otros trabajadores sanitarios, incluidas las huelgas de los enfermeros de Minnesota y California. Este año, decenas de miles más se enfrentan a la expiración de sus contratos. También hubo manifestaciones masivas contra la victimización de la enfermera RaDonda Vaughtdel Vanderbilt Medical Center por un error médico que fue el resultado inevitable de la falta de personal y la sobrecarga laboral.

Esto forma parte de un movimiento mundial. Ha habido una serie de huelgas de enfermeros y otros trabajadores sanitarios en Alemania, Francia, Reino Unido, Nueva Zelanda, Sri Lanka, Argentina y otros países de todo el mundo. A pesar de las afirmaciones de la clase dirigente de que la pandemia ha terminado, 2022 fue el peor año de la pandemia en muchos países, incluidos Canadá y Australia. El año concluyó con el fin de la política de “cero COVID” en China, un cambio exigido por el capital financiero internacional que ha resultado en una ola masiva de contagios y muertes.

La lucha de los enfermeros neoyorquinos plantea cuestiones organizativas y políticas fundamentales. En primer lugar, no se puede confiar en el sindicato New York State Nurses Association ni en el National Nurses United, que han aislado deliberadamente a los 7.000 enfermeros en huelga firmando acuerdos propatronales que afectan a los 10.000 enfermeros restantes de los hospitales privados de la ciudad. Los acuerdos incluyen aumentos por debajo de la inflación y no hacen nada por solucionar seriamente la falta de personal. Además, el aparato sindical no ha hecho nada para oponerse a la respuesta de la clase dominante a la pandemia. Por el contrario, ha colaborado en todas partes en la política de infecciones masivas.

En la ciudad de Nueva York, los enfermeros necesitan formar un comité de huelga de base, como parte de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base, para luchar por sus reivindicaciones, romper el aislamiento de la huelga y movilizar a los sectores más amplios de la clase obrera de la ciudad y de fuera de ella para ganar su huelga.

Esto debe conectarse con una lucha política de toda la clase obrera contra el capitalismo y la política de la clase dominante de “COVID para siempre”. Los enfermeros entraron en su profesión por el deseo de salvar vidas. Pero la experiencia de los últimos tres años ha demostrado que salvar vidas, en el hospital y fuera de él, exige oponerse a la clase dominante y al sistema capitalista.

El fin de la política pandémica de muertes y discapacitación a niveles masivos solo puede lograrse mediante una lucha política de toda la clase obrera por la transformación socialista de la sociedad, incluido el sistema de salud.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de enero de 2023)

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