Ernesto Tolentino, un trabajador de 39 años en México, contactó al Boletín de los Trabajadores Automotores del World Socialist Web Site para denunciar la pesadilla y despido injusto que sufrió a manos de General Motors en su complejo de ensamble en Silao, Guanajuato.
Como una contribución a la campaña global del WSWS y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) contra los despidos en el sector automotriz, Tolentino dijo: “Sé muy bien que al exponer mi caso estoy expuesto a muchas cosas malas, pero creo que ya es hora de que todo mundo sepa cómo es esa empresa y cómo nos tratan. Lo hago para hacer un gran cambio”.
En el último mes, los titulares han aplaudido que “GM está teniendo un gran éxito” (Business Insider) y está “en camino de obtener ganancias récord” (CNN), y celebraron cómo el rendimiento de sus acciones “supera a sus pares en 2024” (CNBC).
Los inversores de la automotriz han sido premiados con $16 mil millones en recompras de acciones y aproximadamente $500 millones en dividendos anuales, en medio del mayor aumento del precio de las acciones desde el rescate financiero por la pandemia en 2020. Esta obscena acumulación de riqueza extraída de los trabajadores se basa en recortes de costos y un enorme costo humano.
La semana pasada, GM anunció que iba a despedir a 1.000 trabajadores, principalmente en Estados Unidos, tras la eliminación de 1.500 puestos en su división de software en agosto. Mientras que los partidos controlados por las corporaciones y el aparato sindical de Estados Unidos atribuyen los despidos a los trabajadores extranjeros, particularmente en México, las empresas superexplotan y descartan a los trabajadores en México tan despiadadamente como en Estados Unidos y Europa.
Después de una lesión en la planta que lo dejó con dolor crónico y la necesidad de un bastón, Tolentino fue despedido y recibió una indemnización paupérrima de 120.000 pesos (US$5.917) por 15 años de trabajo y ninguna compensación por sacrificar su bienestar físico.
“Estos 15 años se fueron a la basura”, dijo. “para la empresa nosotros los trabajadores somos nada más un número, no valoran el esfuerzo y la dedicación”.
El 3 de septiembre de 2023, luego de un paro técnico de tres meses, su jefe de equipo, Luis Gerardo Pérez, anunció que los miembros tendrían que trabajar cuatro horas en cada estación durante el turno de 12 horas, en lugar de las dos horas a las que estaban acostumbrados. Esto, según Pérez, les ayudaría a recuperar el ritmo.
“Yo estaba trabajando con normalidad hasta que en la última operación, la más difícil, me empezó a doler mi espalda y mi pie izquierdo”, dijo Tolentino. Relató:
Hasta que llegó la hora del snak, me tuve que empastillar con ketorolaco y naproxeno. Seguí trabajando pero el dolor siguió y tuve que aguantarme hasta la salida. No trabajaba bien, paraba línea y mi jefe de equipo se enojo conmigo. Yo le comenté que me estaba doliendo mi espalda y mi pie izquierdo y solo me dijo que ahorita me sacaba una cita al servicio médico, lo cual nunca llegó.
Muy apenas pude subirme al camión y sentarme, pero el dolor empeoró. Después de llegar a mi parada, apenas pude bajarme y me fui caminando paso a paso hacia mi casa. Le comenté a mi mamá como me sentía y me fui al seguro a Urgencias.
Explica que le diagnosticaron lumbalgia o dolor en la parte baja de la espalda, le enyesaron el pie y le dieron una licencia médica de dos semanas. Dos semanas después, su dolor solo había empeorado. Después de seguir la misma rutina con los médicos, le dieron una extensión de tres semanas, después de lo cual un traumatólogo en noviembre de 2023 le dio píldoras más fuertes, le dijo que perdiera peso y que volviera a trabajar hasta que pudiera comenzar la terapia de rehabilitación.
Pasó medio mes trabajando con dolor hasta su primera cita de rehabilitación. Dos meses y medio de rehabilitación y descanso no resolvieron su dolor, y fue rebotado entre tres traumatólogos diferentes, y el último concluyó a partir de una resonancia magnética que tenía una hernia en un disco.
El 14 de mayo, sin embargo, los médicos se negaron a extender su incapacidad y se vio obligado a regresar a trabajar con un bastón. “Me metieron a la línea con todo y bastón, ahorita estoy con bastón. Se me queda viendo el líder del área y me dijo, ‘No, pues no te podemos tener aquí, vamos a ver dónde te ponemos’”. Después de 20 minutos fue enviado al médico de planta, quien lo envió a la oficina del sindicato. Allí, lo enviaron al seguro sin ninguna asistencia, teniendo que caminar largas distancias y luego conseguir un Uber.
El seguro se negó a extender su incapacidad. Por lo tanto, se vio obligado a presentarse al trabajo todos los días laborables y luego usar su propio dinero para viajar a la clínica para evitar ser despedido, perdiendo unos 500 pesos por día (US$25).
En junio había gastado todos sus ahorros y utilidades viajando de ida y vuelta al trabajo y al hospital, por lo que finalmente se tuvo que quedar en casa. La empresa dejó de pagarle y lo llamó a la planta para decirle que estaba siendo despedido después de 15 años en la planta por no presentar la incapacidad del seguro o una justificación médica.
Cuando se le preguntó sobre el papel de los sindicatos en la planta, Tolentino dijo que se había unido al sindicato “independiente” SINTTIA que fue elegido en la planta para reemplazar al odiado sindicato de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) a principios de 2022. Pero se fue “porque no me quisieron ayudar en mi problema”. Optó por unirse a Coalición, un sindicato minoritario afiliado a la CTM cuando se ofrecieron a ayudarlo, pero esto consistió en aconsejarle que se presentara en la planta y luego fuera al seguro cada día. Cuando se quedó sin dinero y fue despedido, en el sindicato le dijeron: “Pues ese es tu problema, tu tenías que haber ido y venido como tu pudieras. Yo te di la solución y tu no hiciste caso”.
Tolentino subrayó: “La verdad esos sindicatos son charristas y nada más están a favor de la empresa y no del trabajador… Lo que es GM y las empresas de aquí están coludidos con los sindicatos y con el seguro social por debajo del agua”.
Al comienzo de la pandemia de COVID-19, añadió, “me enfermé del COVID. Me internaron en el seguro, duré incapacitado cinco meses, un mes internado y la verdad en las áreas de trabajo, siempre se coopera para ayudar al trabajador o el sindicato también coopera, esta vez no hubo cooperación ni del sindicato ni del área”.
Basándose en su experiencia, Tolentino concluyó: “Aparte que las horas de trabajo son muy largas. Son 12 horas, 4x3. Y traen a los trabajadores muy presionados. Al grado que se lesionan por las presiones constantes. Cuando llevas muchos años en un área y te quieres cambiar, no te lo permiten con el pretexto de que no hay lugar”.
Tolentino dice que la indemnización por despido, que no se le dio hasta el 4 de noviembre, apenas será suficiente para cubrir las deudas que acumuló por gastos legales, de viaje y otros. Actualmente está preparando una batalla legal con el seguro estatal para obtener una pensión y podría necesitar cirugía. Finalizó: “Estoy desesperado. No sé si voy a volver a trabajar o no… Ya no tengo dinero ni para sobrevivir, por eso acepté los 120.000 [pesos]”.
Varios trabajadores activos y antiguos de GM Silao confirmaron al Boletín de los Trabajadores Automotores que tales casos son comunes. Una líder del ahora extinto grupo de base Generando Movimiento, que respaldó la huelga nacional de GM en los Estados Unidos en 2019 al negarse a trabajar horas extras, señaló que los despidos injustificados de trabajadores lesionados fueron un tema clave detrás de sus esfuerzos por expulsar a la CTM, pero luego el grupo fue marginado por el SINTTIA con fondos y entrenamiento del Centro de Solidaridad de la AFL-CIO.
Explicó: “Tengo bastantes ejemplos que vi dentro de GM Silao la gente es despedida sin ningún escrúpulo después de regresar de incapacidades de trabajo que les dejaran secuelas de por vida son obligadas a renunciar con amenazas. De verdad, es una barbarie lo que se hace con los trabajadores”.
Dos de las trabajadoras que lideraron Generando Movimiento, explicó, Pilar de la Luz Torres Rosales y María Guadalupe Ibarra Ramírez fueron victimizadas en casos similares. “El SINTTIA solo las utilizó, a final de cuentas se lavó las manos”, dijo. “Nunca las apoyo como a todos los despedidos”.
Un trabajo seguro, un salario digno, un seguro médico de calidad y pensiones son todos derechos básicos que no pueden garantizarse bajo el sistema capitalista de ganancias. Como escribió la AIO-CB en una declaración reciente:
La AIO-CB rechaza el “derecho” de los capitalistas a controlar la producción para maximizar las ganancias a expensas de los trabajadores. En cambio, luchamos por hacer realidad los derechos sociales de la clase trabajadora a través del control obrero sobre la producción, a través de la transformación de las corporaciones gigantes en servicios públicos…
Durante décadas, las grandes corporaciones han utilizado la producción global como una cuña para enfrentar a los trabajadores en una carrera global hacia peores condiciones. Pero si adoptan una estrategia internacional que rechaza las divisiones nacionales promovidas por las burocracias sindicales y los Gobiernos nacionales, los trabajadores pueden tomar la ofensiva y utilizar la producción globalizada para construir un movimiento de clase mucho más poderoso y unido de lo que era posible en el pasado.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de noviembre de 2024)
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