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El marxismo, el arte y el debate soviético sobre la "cultura proletaria"

Primera Parte

Este artículo que sigue es la versión escrita de una charla titulada "El marxismo, el arte y el debate soviético sobre la ‘cultura proletaria'". La presentó David Walsh, editor de las artes del World Socialist Web Site (WSWS), durante la escuela de verano auspiciada por el Partido Socialista por la Igualdad y el WSWS del 14 al 20 de agosto, 2005, en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. La versión original en inglés apareció en cuatro partes del 30 de septiembre, 2005, al 4 de octubre del mismo. 

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Varios comentarios acerca de nuestra filosofía sobre el arte

El tema de esta charla es nuestra labor en la esfera del arte y la cultura. Nuestro objetivo es iluminar esa labor. Por lo menos me gustaría comenzar considerando el debate sobre los problemas culturales que ocurrieron en la Unión Soviética durante la década de los 1920, en particular acerca del movimiento pro "cultura proletaria".

Las cuestiones sobre la cultura son centrales a nuestra labor. Hemos notado anteriormente que la lucha literaria de Trotsky contra el burocratismo en la URSS comenzó con los ensayos que escribió entre 1922 y 1923, los cuales llegaron a formar parte de su obra, Literatura y revolución.

La idea que la contribución de Trotsky sobre el arte y la cultura fue una excursión insensata que distrajo de la lucha idológica y política, es profundamente errónea. Cuando la revolución alemana fracasa, Trotsky reconoce que había ocurrido una enorme transformación en la situación mundial. Según su análisis, la solución correcta, por lo menos de corto alcance, era la política social que se llevaba a cabo dentro de la Unión Soviética, pero a lo largo sólo la revolución internacional podia ponerle fin al aislamiento y dificultades de la URSS.

La política de la Oposición de Izquierda nunca aceptó el derrotismo. Aún con el aislamiento temporal de la Unión Soviética, todo dependía de que se le diera a la vida l cultural y económica un enfoque correcto. El ruso, juntomcon su reflejo sobre los sectores menos educados y más inexpertos que el Partido Bolchevique atraía, creaban inmensas presiones sobre el régimen obrero.

En Julio, 1923, varios meses antes de que estallara abiertamente la batalla contra la casta burocrática naciente, Trotsky publicó un fascinante artículo, "No solo de política vive el hombre", cuyo título indicaba que los problemas culturales eran urgentes. Amonestó a aquellos que continuaban usando el lenguaje y la retórica de los días pre revolucionarios; lenguaje que ya no tenía ningún atractivo para inspirar a nadie. Arguyó que "tras la toma del poder y su consolidación...nuestros principales objetivos se han orientado hacia la edificación económico-cultural". Conitúa: "Debemos aprender a trabajar correctamente, de manera exacta, rigurosa, exacta, económica. Necesitamos la cultura en el trabajo, cultura en la vida, cultura en la vida cotidiana". [1]

Lenín, Trotsky y Aleksandr Voronsky y otros infatigablemente promovieron el bienestar cultural de la población en todos los aspectos más elementales (el alfabetismo, las relaciones de familia, el alcoholismo, un modo más "fino" de expresión, la puntualidad, etc.), así como también en su modo más complejo: la creación artística. Abogaron por el estudio y la asimilación de las obras de arte clásicas, y también alentaron—Trotsky y sobretodo Voronsky—a la creación de una literatura imaginativa, excepcional y duradera.

La trayectoria de sus esfuerzos se encontró con un obstáculo: argumentos "izquierdistas" vulgares, superficiales y totalmente erróneos que buscaban reducir al arte a la expresión urgente (según ellos) de la política y las necesidades prácticas de la clase obrera soviética y del régimen bolchevique en nombre de la llamada "cultura proletaria". Eventualmente, este enfoque se tornó aún más angosto cuando se transformó en el "Realismo Socialista", creación artística que la casta burocrática nacionalista amoldó brutalmente para defender sus intereses y objetivos, formando lo que Trotsky eventualmente llamaría una "especial de campo de concentración de letras". [2]

Y la verdad es que durante las próximas décadas, el estalinismo hizo grandes esfuerzos para sepultar no sólo los primeros éxitos que la revolución logró en el campo del arte y la cultura, sino a los seres humanos responsables por esos éxitos. Al mismo tiempo estimulaba todo lo reaccionario de la sociedad rusa: el patrimonio del "reino de la oscuridad" que los grandes publicitarios democráticos del Siglo XIX tanto habían criticado y expuesto.

Finalmente, demostraron ser aplastantes los obstáculos que se oponían al primer gran esfruerzo para organizar la vida social sobre una base opuesta a la explotación del hombre por el hombre. Los resultados fueron terribles. En nuestra época en que confrontamos tareas difíciles, bajo condiciones diferentes, es de vida o muerte estudiar lecciones de estas dramáticas experiencias.

Sin embargo, primero me gustaría darles un indicio de nuestro enfoque general, que de todo modo le debe mucho a Trotsky y a Voronsky.

A nuestro parecer, cualquier modo artístico significante que nos ayude a comprender al mundo contribuye a la expansión de nuestras sensibilidades hacia la condición humana y de nuestra propia concienciación psicológica y, en última instancia, social. Estos esfuerzos deben estimular la franqueza entre los seres humanos y hacia uno mismo, a abrir nuestras mentes, y aunque la frase parece un poco grandilocuente, a adquirir un alma más profunda. Una obra seria, ésta inevitablemente enriquece nuestra persona y enfoca nuestra atención sobre las cuestiones más esenciales y complejas de la existencia.

La relación entre la verdad artística y los procesos socio históricos es enormemente complicada; cada conjunto de condiciones históricas debe ser analizado de manera concreta. Sin embargo, sería difícil concebir una ruptura decisiva con la continuidad social de la época moderna, en la que las masas conscientemente rechazan el orden establecido, que no fuera precedida (y parcialmente preparada) por un período de intensas inquietudes y transformaciones artísticas e intelectuales. La actual degradación general de la vida social es evidencia de la ausencia de semejantes estímulos.

El arte serio labora para transformar la vida. Sin embargo, los que son impacientes, pragmáticos y juveniles nunca quedarán satisfechos con la índole contradictoria—y a veces subterránea—de la evolución artística; es decir, con el hecho que las obras más profundas tienden a no ofrecer conclusiones políticas específicas y que el artista con frecuencia tiene un concepto limitado de las consecuencias finales de sus esfuerzos. En un artículo titulado "La vida de Korolenko", Rosa Luxembugo comenta que "La fórmula social que el artista verdadero recomienda es de imnportancia secundaria. Lo decisivo es la fuente de su arte y el espíritu que la alienta". [3]

No obstante, entre los primeros "descubrimientos" que el artista serio y su expectador o lector hacen acerca del mundo es que éste mundo necesita ser transformado. El arte, a través de sus expresiones particulares—y una comprensión de esos modos no está de más—ayuda a alinear al pensamiento y a los sentimientos al verdadero estado de la práctica humana; ciertas formas ofrecen cierta comprensión de la naturaleza de las relaciones sociales, del humor y de los sentimientos de varios grupos sociales, de la variedad y complejidad del organismo social mismo, así como también de las características de la psicología humana que más perplejan y perduran.

Las condiciones históricas actuales dictan que, para transformar la vida, lo primero que hay que hacer es acabar con la manera en que el sistema existente mantiene las mentes y los corazones de la humanidad prisioneros. A fin de cuentas, quien reaccione profunda y consistentemente al humanismo del arte no puede permanecer indiferente a un sistema arraigado en la explotación y que depara consecuencias funestas para grandes capas de la población mundial. Además, al presentarle a la gente el carácter transitorio e infinitamente variado de las relaciones humanas, el arte barre con todo reclamo a la permanencia y a la legitimidad, para no decir la autoridad divina.

El arte y la ciencia no son contrincantes. Reconocen el mismo universo. En el sentido más general, tendemos a creer que una comprensión racional de la vida social y de la historia es indispensable para todo esfuerzo creativo serio. Al organizar los sonidos en cierto orden, dibujar los planos para construir un nuevo edificio, o añadir colores a lienzo en blanco, hay que adoptar cierto punto de vista hacia el mundo externo, hacia la historia, hacia otros individuos. A las cosas hay que aceptarlas o no. Hay que mostrar sentido de urgencia o no. Se puede ser crítico o caústico. Uno puede estar satisfecho con uno mismo o uno puede desmoralizase. En ese sentido abrumador, para poder contribuir o simplemente para matar el tiempo, todos los artistas necesitan convertirse en especialistas en las maneras con que la gente organiza su vida.

Producir una obra de teatro, escribir a o filmar una película sin poseer cierto conocimiento avanzado de las relaciones sociales significantes entre los seres humanos y de la historia de esas relaciones, nos parece un esfuerzo descabellado y fútil.

¿Es el arte, sin embargo, meramente el hermano menor de la ciencia y de la filosofía, una actividad de reputación dudosa, cuya imagen es la contraparte "negativa" de la imagen "positiva" de esos campos? ¿Es el reino del arte aquellos lugares difíciles de encontrar que se esconden entre los dientes de la humanidad que la ciencia y la filosofía simplemente no pueden alcanzar? Si ese fuera el caso, entonces el arte, se convertiría en un lujo. Tendríamos que preguntarnos: ¿Para qué se necesita el arte? Para tomar prestado un pensamiento de Trotsky en otro contexto, si el arte no tiene función independiente, si es indéntico a los procesos sociológicos u a otros, entonces es no es necesario o es inútil; su práctica sería activamente perjudicial porque sería una complicación superflua. "¡Y vaya qué complicación!" [4]

El racionalismo y la lógica, la ciencia y la historia, no son ni el principio ni el fin del arte. La función objetiva e indispensable del arte es presentar la vida humana mientras se adhiere de manera íntima a la experiencia psicológica y social (inclusive la experiencia con sonidos, colores y el movimiento del cuerpo humano), a los contornos interiores y exteriores de esa experiencia, y los transforma en imágenes que captan las realidades esenciales de una manera concreta que estimula los sentidos.

La ciencia resuelve en catagorías abstractas el material que el mundo nos da. En la ciencia, la lógica domina; en el arte, domina la estética. El arte se vale de lo concreto y de lo que estimula los sentidos para crear sus propias imágenes y abstracciones. En la vida cotidiana, sin embargo, nuestros sentimientos están vinculados a personas y a eventos particulares. En las imágenes artísticas, nuestros sentimientos y pensamientos se refinan y se desarrollan, pero atascarse en esta o aquella impresión o momento efímero. El arte tiene sus propias capacidades peculiares para generalizar.

Nosotros los marxistas enfatizamos la necesidad de conocer el arte de manera objetiva. Esa es una de nuestras responsabilidades. Si nosotros no lo hiciéramos, ¿entonces quién? Insistimos que el arte hoy día necesita el elemento de la valoración científica como nunca antes en la época moderna. La holgazanería intelectual, la auto complacencia, y los alardes histriónicos emocionales de mal gusto dominan los tiempos. No obstante, estamos perfectamente bien conscientes que el arte sincero y espontáneo solo brota del contacto más íntimo con el subconciente y con la búsqueda intencional de lo que normalmente yace oculto.

Existe un mundo que hay que comprender. que no está al alcance directo de la ciencia, para no decir del "sentido común". La humanidad tiene una vasta experiencia socio-psicológica. Todas las experiencias con el amor, el miedo, la muerte, la interacción continua de los seres humanos con la naturaleza, las relaciones complejas casi infinitas entre los seres umanos, la formación de la "vida interna", el "alma", y todo bajo condiciones históricas cambiantes. El arte serio cristaliza esta enorme experiencia.

Hace varios meses, un lector del World Socialist Web Site escribió [para informarme que la novela había muerto]. Después de todo, si el tema de Anna Karenina, de Tolstoy, podía resumirse en una oración, ¿para qué desperdiciar el tiempo leyendo un libro de 800 páginas? Esta actitud logra malentender todo. Obras de arte crean espacios donde verdades sobre la existencia humana no simplemente se afirman espontáneamente como conceptos racionales, sino que se establecen mediante las más intensas labores y experiencias; así se comprueban dramática, emocional e intelectualmente. De alguna manera u otra, el lector, espectador u oyente sufre el mismo dolor o placer que el artista siente.

En los niveles más altos del arte, tratar de separar los pensamientos de los sentimientos es un esfuerzo totalmente en vano. A esas Alturas artísticas, los pensamientos y los sentimientos pasan de un polo eléctrico a otro de manera tan rápida y significativa que se logra alcanzar un elevado estado. Se piensa emocionalmente y se sienten ideas insuperables. Como lo pusiera Voronsky, la persona se siente como si se estuviera "rozándose contra las profundidades y las fuentes de su propio ser. Se da cuenta de la armonía del cosmos, y las impresiones que se obtienen son magníficas y triunfantes". [5]

Nuestro movimiento ha insistido siempre que la época actual sufre de una crisis de perspectiva y de producción artítica, no solamente en el arte del cine, sino, de manera más generalizada, de una crisis espiritual vinculada a los traumas y las decepciones del Siglo XX y, por lo general, al punto muerto social al que hemos llegado.

Vigorosamente rechazamos las conclusiones de aquellos que esencialmente se rinden en la política y en el arte ante las dificultades del momento. El colapso de la Unión Soviética, el abandono del reformismo por los partidos socialdemócratas y la decadencia de las organizaciones obreras tradicionales han empujado a una cantidad incontable de individuos al desespero y a la desmoralización.

Perry Anderson, por muchos años editor del New Left Review [Repaso de la Nueva Izquierda], periódico relacionado con varias tendencias pablistas, declaró hace varios años: Sean cuales sean las restricciones a su práctica, el neo liberalismo, como conjunto de principios, gobierna unido por todo el mundo. Es la ideología de mayor éxito en la historia del mundo". [6]

El postmodernismo se ha adaptado más o menos feliz y juguetonamente a este presunto triunfo. Una figura tan deplorable como Jean Baudrillard, ex marxista, claro [En Francia, las solicitudes de empleo para el gobierno, las universades y el sector privado deberían contener una casilla donde una de las opciones típicas bajo "experiencia previa" debería ser "ex-marxista"], proclama la "muerte de la realidad". Como indica Doug Mann en "Jean Baudrillard: Introducción Muy Corta", Baudrillard "arguye que en una cultura postmodernista dominada por la televisión, las películas, los medios de prensa y el internet, la idea total de una copia verdadera o falsa de algo ha sido destruida: todo lo que nos queda ahora son simulaciones de la realidad, las cuales no son ni más ni menos reales que la realidad que simulan".

Baudrillard "describe un postmodernismo predicado sobre la muerte—el fin de la historia, de lo social, de todo significado, de la política, etc.—sin ofrecer ninguna solución o estrategia para resistir". Ha sucedido un cambio perverso y paradójico "que indica el fin de la posibilidad de cambiar". [7]

Baudrillard hace notar que su decisión de visitar a Estados Unidos surgió de su deseo de "encontrar la forma en que la futura catástrofe ha acabado". [8]

Críticos izquierdistas del postmodernismo, tales como el académico Fredric Jameson, funcionan esencialmente dentro de la misma órbita intelectual. Tal vez deploren o lamenten los temas que Baudrillard y otros aplauden o acerca de los cuales se burlan, pero a fin de cuentas se resignan a la inevitabilidad del dominio capitalista a nivel mundial.

Jameson cita varios síntomas de lo que llama "la lógica cultural del capitalismo tardío"; por ejemplo, la comercialización total de la cultura, caracterizada por su transformación en una cultura de masas degradante, cuyo arte carece de profundidad, sufre del "ocaso de los afectos", con un contenido es inerte y sin vida, en que los pastiches impersonales reinan y el estilo personal desaparece, etc. Superficialmente, muchos de estos temas son válidos, pero ¿cuál es la perspectiva de Jameson?

Un comentarista ha notado que, según Jameson., "el capitalismo multi nacional crea una red de telecomunicaciones, telemercados y servicios móviles tan compleja que el sujeto queda hipnotizado dentro de la red que tiende la imagen". [9]

Esta perspectiva es bastante pesimista. En cuanto a las organizaciones de izquierda, "hay mucho que es deplorable y reprensible en una cultura de adicta a la imagen, la cual, al transformar el pasado en espejismos visuales, estereotipos y textos, efectivamente destruye todo sentido práctico del futuro y del proyecto colectivo y, por consiguiente, cede todo pensamiento acerca de los cambios que sucedan en el futuro a las fantasías de las catástrofes accidentales y a los cataclismos inexplicables, y pasa de visiones del ‘terrorismo' a nivel social a las del cáncer a nivel personal". [10]

Como salida, Jameson le ofrece a los que no tienen "conciencia política" un lugar para sus deseos, confuses pero quizás utópicos. Aboga por un "texto conspiratorio", el cual, no importa cuales otros mensajes insinúe o emita, también puede interpretarse como esfuerzo colectivo e insconsciente para tratar de averiguar dónde estamos y a qué panoramas y fuerzas nos enfrentamos hacia finales del Siglo XX; ¿de quién son las abominaciones que ahora se intensifican debido a su impersonalidad burocrática y al hecho que han sido encubiertas? [11]

Un comentarista indica que ese texto conspiratorio avanzaría intentando representar una sociedad que no se puede representar". 12] Jameson arguye que "en representaciones como éstas, el efecto funcional es la confusión más bien que la articulación. Es el punto donde nos damos por vencidos y ya no podemos recordar de que lado los personajes están y como se ha revelado la manera en que están relacionados a los otros, y en que presuntamente comprendemos la verdad más profunda acerca del sistema mundial". [13]

"La confusion más bien que la articulación" en verdad se trata de una extraordinaria desorientación. En la política, claro, Jameson, se apoya en la alianza de varios movimientos de protesta pequeño-burgueses; es decir, los "nuevos movimientos sociales". Especula que hasta puede ser posible "esquivar" o "evadir" a la cultura dominante postmoderna. Nosotros no tenemos nada tan astuto en mente. Lo que proponemos es un desafío directo al orden existente en la política y en el arte, una verdadera rendición del mundo por medio de cualquier modo formal que el artista disponga. Esto significa, en primer lugar, vencer la crisis actual que existe en la perspectiva artística.

A continuar

Notas:
[1] Problemas de la vida cotidiana http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1920s/literatura/9f.htm#bnspvh
[2] La revolución traicionada [3]
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/rt/07.htm#seg%203
[3] www.marxists.org/archive/luxemburg/1918/06/korolenko/htm (Nuestra traducción del inglés)
[4] Cuadernos de Trotsky: 1993-1935, (Nueva York, 1986), pág. 104.
[5] "El arte de ver al mundo" en El arte como conocimiento de la vida: escritos selectos: 1911-1936 (Oak Park, Michigan, 1998), pág, 367.
[6] New Left Review, enero-febrero, 2000.
[7] Neville Wakefield, El postmodernismo: El crepúsculo de la realidad (Durham, North Carolina, 1992), pág. 46.
[8] www.uta.edu/english/apt/collab/texts/america/html
[9] www.mun.ca/phil/codgito/vo14/v4doc2.html
[10] El postdernismo , o la lógica cultural del capitalismo tardío (Durham, North
Carolina, 1992), pág. 46.
[11] La estética geopolítica (Bloomington e Indianapolis, Indiana, 1995), pág. 3
[12] www.mun.ca/phil/codgito/vol4/v4doc2.html
[13] La estética geopolítica, pág. 16