Español
Perspectiva

La estrategia de la lucha de clases internacional y la batalla política contra la reacción capitalista en 2019

Cuando estaba siendo completada esta declaración, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional recibió noticias del fallecimiento prematuro por cáncer, el 31 de diciembre de 2018 y a la edad de 57 años, de su camarada Halil Celik, fundador y líder del grupo simpatizante en Turquía, el Sosyalist Eşitlik. Esta declaración está dedicada a la memoria de este intransigente revolucionario y luchador por el trotskismo.

1. A principios del año pasado, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) declaró: “Este año nuevo de 2018 —el bicentenario del nacimiento de Marx— estará caracterizado, ante todo, por una intensificación inmensa de las tensiones sociales y una escalada del conflicto de clases por todo el mundo”.

2. Los eventos han substanciado esta predicción. Tras décadas de supresión, particularmente después del rompimiento de los regímenes estalinistas de Europa del Este en 1989, la masacre de trabajadores y estudiantes en la plaza de Tiananmén a manos del régimen chino y, ante todo, la disolución de la Unión Soviética por parte de la burocracia del Kremlin en diciembre de 1991, la lucha de clases ha reemergido por todo el mundo. El mundo entero, incluido Estados Unidos, fue testigo de una ola de huelgas y manifestaciones —en su mayoría en oposición y fuera del control de los procapitalistas partidos oficiales y sindicatos—. El año finalizó con las protestas masivas de los “chalecos amarillos” que han sacudido el régimen de Emmanuel Macron, el “presidente de los ricos” en Francia, y un levantamiento en Túnez. El gran tema de la política mundial es la lucha de la clase obrera internacional por la igualdad social. Tan pronto como 1995, el CICI integró esta concepción en la fundación misma de sus secciones nacionales como Partidos Socialistas por la Igualdad.

3. En 1938, en el documento fundador de la Cuarta Internacional, León Trotsky, definió la época que arrancó con el catastrófico estallido de la Primera Guerra Mundial, como “La agonía mortal del capitalismo”. Describiendo el estado del mundo, escribió:

Las fuerzas productivas de la humanidad se estancan. Las nuevas invenciones y las mejoras ya no pueden aumentar el nivel de riqueza material. Bajo las condiciones de la crisis social de todo el sistema capitalista, las crisis coyunturales imponen a las masas privaciones y sufrimientos cada vez mayores. A su vez, el aumento del desempleo profundiza la crisis financiera del Estado y socava los inestables sistemas monetarios. Los regímenes democráticos, así como los fascistas, se tambalean de una bancarrota a la próxima [La agonía mortal del capitalismo y las tareas de la Cuarta Internacional, 1938].

4. Todos los inmensos problemas que enfrentaba la clase obrera internacional cuando Trotsky escribió esas palabras —la inestabilidad económica global, la subyugación de países enteros por parte de las potencias imperialistas, el colapso de la democracia parlamentaria, el surgimiento maligno de movimientos de tipo fascista, los feroces conflictos interestatales y el inminente peligro de una guerra mundial— están presentes hoy día. Como en la década de 1930, la élite capitalista de todos los países robusteciendo empedernidamente su aparato militar y policial-estatal, mientras fomenta el ultranacionalismo y la xenofobia antiinmigrante para desviar las tensiones sociales y proteger su dominio. Hasta ahora, los movimientos fascistizantes carecen de una base auténtica de masas y dependen del patrocinio de secciones de los partidos capitalistas existentes y su promoción en los medios de comunicación masivos. No obstante, el peligro es claro.

5. Pero, ha entrado otra fuerza social en la palestra política. Después de verse reprimida y descartada por mucho tiempo, la clase obrera está comenzando a reafirmar sus intereses propios e independientes. El estallido de luchas sociales de masas en Francia, Estados Unidos e internacionalmente pregona el comienzo de un nuevo periodo revolucionario. La desorientación y la confusión que siguieron las derrotas de las principales luchas de los años ochenta y la disolución de la Unión Soviética han dado paso finalmente a un resurgimiento de la militancia y las ganas de luchar de vuelta.

6. Todas las panaceas antimarxistas de los representantes intelectuales y políticos de la clase media-alta, así como de la élite burguesa en sí, se han visto desacreditadas tanto teóricamente como en la práctica social de las masas. No solo ha sido lanzada al basurero de las profecías radicalmente fraudulentas la proclama de Francis Fukuyama de que la disolución de la Unión Soviética significaba el “Fin de la historia” y el triunfo del mercado capitalista. La afirmación del historiador estalinista británico Eric Hobsbawm de que 1991 marcó el fin del “siglo veinte corto” y de toda posibilidad de una revolución socialista de la clase trabajadora también demostró ser miope.

7. Más allá, el rechazo desmoralizado del papel revolucionario de la clase obrera por parte de los teóricos pequeñoburgueses de la Escuela de Frankfurt; la negación posmodernista y cínica de eventos históricos verificables y la incredulidad irracionalista hacia la “gran narrativa” marxista sobre la centralidad histórica de la lucha revolucionaria de la clase obrera contra el capitalismo; y las pontificaciones banales y científicamente inservibles sobre la “primacía” del género, la raza y la identidad sexual, quedan todos expuestos como justificaciones ideológicas del gobierno burgués.

8. El análisis y la perspectiva del CICI ha sido confirmados. El mundo contemporáneo todavía tiene por delante el desafío histórico esencial del “siglo veinte inacabado”: la conquista del poder político por parte de la clase obrera y la transición a una sociedad socialista.

El colapso global del gobierno capitalista

9. El año 2019 inicia ante la explosiva interacción de crisis geopolíticas, económicas y sociales. No queda nada del atolondrado optimismo que prevalecía en círculos gobernantes después del colapso de la Unión Soviética. De hecho, el humor en la clase capitalista internacional es de gran ansiedad. La turbulencia extrema de las bolsas de valores internacionales a fines de 2018 es vista como una señal de que se agotó el efecto de las medidas desesperadas para revivir los mercados después del derrumbe de 2008. El pesimismo que prevalece se resume en el titular de la edición de fin de año del Neue Zürcher Zeitung, la voz de los banqueros suizos y el más astuto de todos los periódicos burgueses. Proclamó: “Las condiciones primero deben empeorar”. El mensaje de la primera plana es claro: la clase gobernante internacional responderá al recrudecimiento de la crisis económica con medidas draconianas dirigidas contra la clase trabajadora”.

10. La crisis que enfrenta el capitalismo internacional es de carácter histórico y sistémico. En medio de todo el triunfalismo tras la disolución de la Unión Soviética y la avalancha de propaganda de las élites gobernantes para justificar sus intereses, se ha olvidado en gran medida que el capitalismo mundial en 1989-1991 estaba realmente sumido en una inestabilidad económica, social y política extrema. A mediados de los años ochenta, cuando tanto Reagan en Estados Unidos como Gorbachov en la Unión Soviética lidiaban con una escalada de crisis de sus respectivos regímenes, era legítimo preguntar (como lo hizo el CICI) cuál sistema colapsaría antes. La erosión de la posición global dominante del imperialismo estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial ya se encontraba sumamente avanzada. Además, los extraordinarios avances tecnológicos asociados con la computarización impulsaban los procesos de la globalización económica, que estaban gradualmente socavando la fundación entera del sistema imperialista dominado por EUA, enraizado en la unidad política del Estado nación.

11. A pesar de las ventajas políticas que obtuvo el imperialismo estadounidense tanto por su “victoria” de la Guerra Fría como por la traición de la clase obrera por parte de sus viejas direcciones, la crisis subyacente del capitalismo mundial persistió. Como solo el CICI lo reconoció en el momento, la restauración del capitalismo a manos de las burocracias estalinistas en China, Europa del Este y la URSS —que habían seguido todas las políticas perdidamente anacrónicas, autárquicas y antimarxistas— fue la manifestación más aguda del colapso de los programas nacionales de regulación económica y social del periodo que siguió la Segunda Guerra Mundial.

12. El principal medio por el cual la élite gobernante estadounidense ha mantenido su dominio global durante las últimas tres décadas ha sido el empleo descomedido de su poderío militar. Esto ha resultado en fracasos que tan solo han empeorado la crisis del sistema global. La “Guerra contra el terrorismo” utilizada para justificar las invasiones ilegales de Afganistán e Irak, y un ataque frontal contra los derechos democráticos, no solo ha expuesto los límites del poderío militar de EUA. Estas interminables operaciones neocoloniales también han dado origen a un malestar masivo dentro del país y a profundas divisiones entre las principales potencias imperialistas y dentro de la propia élite gobernante estadounidense.

13. Las alianzas internacionales entre las mayores potencias capitalistas que formaron los cimientos de la geopolítica mundial después de la Segunda Guerra Mundial se están disolviendo. Los viejos aliados se están convirtiendo en enemigos y expandiendo sus fuerzas militares. Más de una década tras el colapso financiero de 2008, la economía global está siendo acechada por tensiones nacionales cada vez más profundas y guerras comerciales. A pesar de la recuperación del mercado bursátil durante la última década — que ahora está revertiendo—, las políticas de las élites gobernantes para enfrentar la crisis no han resuelto ninguna de las contradicciones subyacentes. Los métodos empleados por la oligarquía financiera para contener la crisis y enriquecerse solo han pospuesto el día de saldar cuentas.

14. En el centro del colapso global se encuentra Estados Unidos, que está en medio de su mayor crisis política desde el final de la Guerra Civil en 1865. Trump no es ningún demonio que se salió del infierno, sino una manifestación políticamente maligna de la putrefacción de la democracia estadounidense. Como ha insistido repetidamente el Partido Socialista por la Igualdad (EUA), el conflicto entre Trump y sus oponentes políticos realmente consiste en una disputa entre facciones de la élite gobernante en torno a diferencia sobre cómo asegurar la hegemonía global estadounidense. No hay ningún bando democrático ni progresista en este conflicto. Los paroxismos iracundos de demócratas y republicanos sobre la propuesta (aún no implementada) de Trump de retirar tropas de Siria y Afganistán expone el carácter del conflicto en Washington.

15. El Partido Demócrata representa una alianza de intereses financieros y grandes empresariales, las agencias militares y de inteligencia, y secciones dominantes de los círculos de decisión de la política exterior, que están convencidos de que el inevitable conflicto con China debe prepararse quitando primero a Rusia como un obstáculo para el control estadounidense sobre Europa, Eurasia y Oriente Próximo. Durante los últimos dos años, la oposición demócrata a Trump ha estado enfocada en una campaña histérica y neomccarthista de acusaciones de “injerencia” rusa en la política estadounidense para “sembrar discordia”. El propósito no ha sido solo exigir acciones más agresivas contra el Gobierno de Putin en Rusia, sino también establecer el marco para criminalizar la oposición dentro de Estados Unidos. Los métodos de los críticos burgueses de Trump, quienes se oponen aterrados a cualquier cosa que pueda movilizar una oposición de masas al Gobierno de Trump, corresponden a las intrigas de un golpe palaciego.

16. Por su parte, el Gobierno de Trump está persiguiendo su propia estrategia imperialista de “EUA ante todo”, la cual gira en torno a provocar un enfrentamiento con China. El New York Times explicó, citando al antiguo estratega en jefe de la actual Casa Blanca, Steve Bannon, Trump “quiere poner fin a estas campañas militares [en Siria y Afganistán] para concentrarse en la contienda económica y geopolítica con China, a la cual percibe como la mayor amenaza extranjera para Estados Unidos. ‘Esto no se trata sobre un retorno al aislacionismo’, dijo el Sr. Bannon. ‘Es un alejamiento de la mentalidad expedicionaria humanitaria de los internacionalistas’”.

17. Todas las principales facciones políticas de la clase gobernante estadounidense están comprometidas con una política de dominio mundial, utilizando su poderío militar para contrarrestar el prolongado declive del capitalismo estadounidense. El cuarto de siglo de conflictos e intervenciones regionales interminables, centradas en Oriente Próximo y Asia Central, está siendo reemplazado por rivalidades entre “grandes potencias”, no solo entre EUA y China y Rusia, sino también entre EUA y Europa. En este proceso, todas las justificaciones previas para las guerras —incluyendo los derechos humanos y la “guerra contra el terrorismo”— se están abandonando en favor de la reafirmación desnuda de sus ambiciones imperialistas.

18. Las potencias imperialistas buscan de vez en cuando presentarse como bastiones de estabilidad global contra el unilateralismo y las acciones desestabilizadoras del imperialismo estadounidense. Sin embargo, no son menos despiadadas ni están menos dispuestas a emplear todos los medios, incluso la guerra, para perseguir sus predatorias ambiciones económicas y geopolíticas. La burguesía alemana se está remilitarizando. La canciller Angela Merkel declaró en su discurso de fin de año que Alemania volvería a asumir un papel más activo (es decir, militarmente agresivo) en pro de sus intereses globales. En Francia, los esfuerzos de Macron para rehabilitar la figura del mariscal Pétain, quien encabezó el régimen fascista de Vichy que se alió con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, están inseparablemente vinculados con su promoción del imperialismo francés y el autoritarismo interno.

19. En Alemania, los neonazis del partido Alternative für Deutschland (AfD, Alternativa para Alemania) se han convertido en una fuerza política significativa, con un apoyo en los niveles más altos del Estado y la academia. El último año ha sido testigo de manifestaciones fascistas en Chemnitz, Alemania, y Varsovia, Polonia. En Italia, el partido neofascistizante Lega forma parte de la coalición oficialista. En Brasil, el presidente de tinte fascista, Jair Bolsonaro, encabeza el Gobierno más derechista desde la dictadura militar. El Gobierno ultraderechista de Benjamin Netanyahu en Israel está estableciendo las relaciones más estrechas con regímenes y partidos de extrema derecha de todo el mundo. Tales alianzas reflejan el creciente poder de las fuerzas fascistas dentro de Israel. En un artículo de opinión publicado el 31 de diciembre en el diario israelí Ha aretz, el columnista Michael Sfard advirtió:

Debemos encarar la realidad. Estamos presenciando el brote de un Ku Klux Klan judío. Al igual que su contraparte estadounidense, la versión judía solo toma de las fuentes contaminadas del fanatismo y separatismo religiosos, reemplazando solo la iconografía cristiana con su equivalente judía. Como lo hace el racismo blanco, el racismo judío también se basa en la estigmatización y la violencia contra su equivalente de los negros: los palestinos.

20. El crecimiento de los movimientos ultraderechistas y fascistizantes, incluyendo el resurgimiento del antisemitismo, presentan un enorme peligro para la clase trabajadora. Ante el recrudecimiento de la crisis capitalista, los niveles de desigualdad social sin precedentes y los preparativos para una guerra mundial, las élites gobernantes están arrastrando de vuelta toda la mugre política responsable de los peores crímenes del siglo veinte. El hecho de que el fascismo esté creciendo rápido dentro de Israel, el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con el mayor porcentaje de habitantes pobres, es una prueba demostrativa de que esta enfermedad política se desarrolla en los climas de extrema desigualdad y, especialmente, ante la ausencia de un movimiento político que luche por una alternativa socialista al capitalismo.

21. A diferencia de los años treinta, el fascismo todavía no es un movimiento de masas. Pero ignorar el creciente peligro sería políticamente irresponsable. Con el apoyo de secciones de la clase gobernante y el Estado, los movimientos derechistas han podido explotar demagógicamente la frustración y el enojo sentidos por amplias capas de la población. En esta situación, la lucha contra el resurgimiento de movimientos ultraderechistas y fascistizantes es una tarea política urgente.

La lucha contra el fascismo y las lecciones de la historia

22. Toda experiencia histórica, particularmente los eventos de los años treinta, demuestran que la lucha contra el fascismo solo se puede desarrollar con base en la movilización independiente de la clase obrera contra el capitalismo. La llegada al poder de los nazis bajo Hitler en 1933 fue posible solo gracias a las traiciones de los dos partidos de masas de la clase obrera alemana, el Partido Socialdemócrata (SPD, siglas en alemán) y el Partido Comunista (KPD).

23. La victoria de Hitler produjo conmoción dentro de la clase obrera europea y un crecimiento enorme de la militancia anticapitalista y antifascista. Sin embargo, los avances iniciales de la clase obrera en Francia y España terminaron en desmoralización y derrota. El instrumento político de estas derrotas fue el “Frente Popular”, es decir, una alianza de los partidos estalinistas y socialdemócratas y los sindicatos con los capitalistas. Las bases explícitas de esta alianza consistían en la defensa de los intereses capitalistas en oposición a las aspiraciones revolucionarias de la clase obrera, con la falsa pretensión de defender la democracia contra el fascismo.

24. Hoy día, está reviviendo una nueva versión de la política frentepopulista bajo la bandera del “populismo de izquierda”. Una de las teóricas líderes de este “populismo de izquierda” es Chantal Mouffe —mentora de Syriza en Francia, Podemos en España y Jean-Luc Mélenchon en Francia—. “Lo que se necesita urgentemente es una estrategia populista de izquierda que busque la construcción de un ‘pueblo’, combinando la variedad de resistencias democráticas contra la posdemocracia a fin de establecer una formación hegemónica más democrática’, escribió Mouffe en Por un populismo de izquierda. “Lo que sostengo es que no es necesario un rompimiento ‘revolucionario’ con el régimen liberal democrático”.

25. En 1936, Trotsky explicó el significado de la subordinación de la clase obrera a la clase capitalista y su maquinaria estatal:

La alianza política de los líderes de la clase obrera con la burguesía pretende disfrazarse como una defensa de la “república”. Las experiencias españolas demuestran qué es realmente esta disque defensa. La palabra “republicano”, como la palabra “demócrata”, es deliberadamente una charlatanería que sirve para encubrir las contradicciones de clase. La burguesía solo es republicana hasta que la república defienda la propiedad privada. [Lección de España, 1936].

26. El populismo de izquierda no es meramente una repetición del frentepopulismo de los años treinta. Pese a sus semejanzas, particularmente su servilismo a los capitalistas, no tiene ninguna conexión histórica, ni menos política, con la clase trabajadora. Se opone específicamente, en las palabras de Mouffe, a aquellos “que siguen reduciendo la política a la contradicción del capital/trabajo y atribuyen un privilegio ontológico a la clase trabajadora, la cual es presentada como el vehículo de la revolución socialista”. Es decir, repudia las fundaciones enteras de la política marxista.

27. En oposición al marxismo y al socialismo, la política de Mouffe y la pseudoizquierda defiende la formación de un movimiento amorfo, programáticamente indefinido, supraclasista y nacionalista. Como Mouffe indica explícitamente, el movimiento populista de izquierda no se identifica como socialista ni llama a la lucha contra el Estado capitalista. Ve posible encontrar puntos de acuerdo y colaboración con la extrema derecha, como Syriza lo ha hecho en Grecia, y Podemos en España. En oposición a la lucha por ganar a la clase trabajadora a un programa socialista, el populismo de izquierda de la pseudoizquierda recomienda utilizar mitos y otras formas de política irracionalista.

28. El populismo de izquierda es una expresión de la política pseudoizquierdista, que se remonta teóricamente al rechazo desmoralizado del papel revolucionario de la clase obrera por parte de los teóricos de la Escuela de Frankfurt, y la negación posmodernista de la verdad objetiva y de la “gran narrativa” marxista y trotskista sobre la lucha de clases revolucionaria. La política pseudoizquierdista, la cual se basa en la elevación de la raza, el género, la identidad sexual y el “pueblo”, es la política de una capa privilegiada de la clase media, dentro del 10 por ciento más pudiente de la población. Esto lo encubre con fraseología izquierdista y consignas como “el Partido del 99 por ciento”.

29. En relación con el ascenso meteórico del mercado bursátil y la asombrosa concentración de riqueza en manos del 10 por ciento más rico, los intereses de esta capa y su modo de vida se han divorciado completamente de las preocupaciones de la gran masa trabajadora de la población. Secciones sustanciales de la academia, en una manera que recuerda el periodo que precedió la Primera Guerra Mundial, se han desplazado bruscamente a la derecha, atrincherándose detrás del imperialismo y la censura. Esto se ha visto reflejado de manera específica en el apoyo de las organizaciones pseudoizquierdistas al militarismo imperialista (i.e. las intervenciones en Siria y Libia, el apoyo a las intervenciones en nombre de los “derechos humanos”, la histeria antirrusa, etc.).

30. La política de las identidades raciales, sexuales y de género promovida por las organizaciones de la pseudoizquierda está vinculada a los conflictos dentro del 10 por ciento más rico en torno a la distribución de la riqueza y el acceso a puestos en las gerencias empresariales, las universidades, los sindicatos y el aparato estatal. La transformación de la política de identidades en un arma, encontrando una expresión particularmente perversa en el reaccionario y antidemocrático movimiento #MeToo (#Amítambién) y, por ejemplo, en apoyo a la persecución de Julian Assage, no solo es un medio para asegurar su riqueza y estatus social. Es un componente específico de la política burguesa-imperialista, reflejando el alineamiento de un estrato sustancial muy afluente de la clase media (del percentil 90 al 99) con la élite gobernante. Por supuesto, siempre se pueden encontrar excepciones a esta regla. En los periodos en que se intensifican los conflictos sociales, siempre habrá individuos que se separarán de su entorno de clase y le darán su apoyo, con un compromiso y coraje personales y considerables, a la causa revolucionaria socialista. Sin embargo, la estrategia política no puede basarse en las actividades de individuos excepcionales, es decir “los traidores de su clase”. Sin embargo, cuando la pseudoizquierda llama a formar un “Partido del 99 por ciento”, sugiriendo que existe una identidad de intereses de clase y económicos entre los habitantes de la escala de ingresos entre el 90 y 99 por ciento más ricos con el 90 por ciento inferior, está perpetrando un fraude político. Un “Partido del 99 por ciento” no puede ser otra cosa que una organización política en la que los intereses del grueso de la población, la clase obrera, se ven subordinados por los intereses económicos y sociales de la élite capitalista.

31. Mientras que las secciones más afluentes de la clase media giran a la derecha, los estratos más bajos están girando a la izquierda. El movimiento de los chalecos amarillos en Francia atrajo a fuerzas no solo de la clase obrera, sino también a pequeños empresarios y agricultores. Como se podía predecir, la burocracia sindical y los representantes de la adinerada pseudoizquierda en Francia (como Alain Krivine del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) y Jean-Luc Mélenchon de Francia Insumisa) aprovecharon la presencia de sectores de la clase media en las protestas de los chalecos amarillos para denigrarlas como “fascistas”. Pero el hecho de que secciones de la clase media se hayan movilizado con la clase obrera y estén protestando sobre cuestiones de igualdad social es un acontecimiento positivo y con un significado inmenso. Indica que, en esta etapa del desarrollo del movimiento social, elementos importantes de la clase media se están preparando para alinearse con la clase obrera en su lucha contra el capitalismo.

32. Consecuentemente, la tarea urgente de la clase obrera es demostrar su capacidad para proveer una dirección para esta batalla. En una sociedad compleja y socialmente heterogénea, en la que la población trabajadora está compuesta por estratos diversos que integran un amplio rango de grupos de ingresos, la necesidad de unir esta vasta fuerza social es una tarea política inmensa. Esta tarea solo puede lograrse en la medida en que la clase obrera esté armada con un programa anticapitalista claro e inflexible. Con base en esto, no solo podría ganar a su lado a los estratos más afluentes entre los profesionales que componen un segmento importante de la población de la clase trabajadora en todas las sociedades capitalistas avanzadas, sino que también a las capas de la clase media oprimidas por el capitalismo oligárquico. El análisis de Trotsky sobre la psicología social de la clase media, escrito hace 80 años cuando este estrato constituía un elemento social más distintivamente “no de clase trabajadora” que hoy, aún retiene una relevancia inmensa:

Los acontecimientos políticos en el siguiente periodo avanzarán a un ritmo febril. La pequeña burguesía rechazará la demagogia del fascismo solo si adhiere su fe a la realidad de otro camino. Ese otro camino es el camino de la revolución proletaria…

Para atraer a la pequeña burguesía a su lado, el proletariado debe ganarse su confianza. Y para eso necesita tener confianza en su propia fuerza.

Necesita un programa de acción claro y debe estar listo para luchar por el poder por todos los medios posibles [¿A dónde va Francia?, 1934]

El CICI y la estrategia de la revolución socialista mundial

33. Las alternativas que enfrenta la clase obrera no son “la reforma o la revolución”, sino “la revolución o la contrarrevolución”. La forma en que se resuelva la agonía mortal del capitalismo —sea a través de los métodos capitalistas de la dictadura, el fascismo, la guerra imperialista y el deslizamiento hacia la barbarie o por medio de la conquista revolucionaria del poder por parte de la clase obrera internacional y la transición hacia una sociedad socialista— será determinada por el resultado de la lucha de clases a nivel global. La perspectiva histórica elaborada por primera vez en El manifiesto comunista de Marx y Engels ha asumido una vigencia aguda. La escalada del conflicto entre la élite capitalista y la clase obrera acabará “en la reconstitución revolucionaria de la sociedad en su conjunto o en la ruina común de las clases en lucha”.

34. Los últimos 40 años se han caracterizado por el ataque constante contra los derechos sociales y democráticos de la clase trabajadora. Este asalto ha sido apoyado e instigado por las mismas organizaciones —especialmente los sindicatos— que alguna vez contaban con el respaldo de los trabajadores.

35. No obstante, esta contrarrevolución social que se ha prolongado varias décadas se está encontrando ahora con una oposición de masas. Las luchas del último año reflejaron objetivamente un cambio significativo en la orientación social y política de la clase obrera. A pesar de seguir estando en sus etapas iniciales, los ánimos militantes, conducentes a una lucha intransigente, se están propagando rápido. Por supuesto, quedan muchos problemas ideológicos y políticos que necesitan ser superados para que este estado de ánimo asuma la forma de una lucha a por todas contra el capitalismo y por el socialismo. Pero secciones amplias de la clase trabajadora están llegando a entender que una lucha directa es inevitable. Más allá, el hecho de que las luchas en 2018 ocurrieran fuera del control de los sindicatos oficiales respaldados por el Estado demuestra una pérdida crítica de la confianza entre los trabajadores en estas reaccionarias organizaciones. Como lo anticipó el CICI, la lucha por la igualdad social y el socialismo mundial tomará la forma inicial de una rebelión global contra estos aparatos desacreditados y procapitalistas.

36. Es imposible predecir la crónica exacta de eventos ya que están influenciados por un conjunto vasto e interactivo de factores nacionales y, ante todo, globales. Sin embargo, lo que sí se puede predecir con certeza es que el repunte en las luchas militantes de la clase trabajadora continuará en 2019. Pero la transformación de esta intensificación de la militancia social en un movimiento consciente de la clase obrera internacional por el socialismo depende de la construcción de partidos marxistas-trotskistas en la clase trabajadora —es decir, secciones nacionales del Comité Internacional de la Cuarta Internacional—.

37. En 2018, el CICI celebró el 80 aniversario de la fundación de la Cuarta Internacional que León Trotsky encabezó para continuar la lucha por el marxismo contra la traición estalinista de la Revolución Rusa y del internacionalismo socialista. En conferencias y reuniones celebradas en Sri Lanka, por todo Estados Unidos, Europa, Australia y Nueva Zelanda, se respondió a la siguiente pregunta: ¿a qué se debe la persistencia histórica de la Cuarta Internacional? Ante todo, se debe a la correspondencia entre la perspectiva internacionalista de la Cuarta Internacional con el carácter objetivo de la época.

38. Todas las organizaciones y partidos nacionalistas que ejercieron alguna influencia política después de la Segunda Guerra Mundial —del estalinismo y su variante maoísta, al reformismo socialdemócrata y sindical, y movimientos pequeñoburgueses como el castrismo— han colapsado o sido transformados en los instrumentos principales de gobierno capitalista. En el caso del régimen chino, pese al inmenso desarrollo económico del país durante las últimas cuatro décadas, no ha podido resolver los problemas históricos que afligen a los países con un desarrollo capitalista tardío. La clase trabajadora china y sus masas rurales todavía se enfrentan a la realidad de un cerco militar del imperialismo y el peligro de un ataque devastador por parte de EUA y sus aliados. El aparato del Partido Comunista, cuya política es maoísta, es un bastión crucial del capitalismo mundial y es incapaz de realizar ninguna apelación creíble a la clase obrera internacional para oponerse a la agenda de guerra de las potencias imperialistas.

39. Durante el último año, la clase obrera China ha realizado huelgas para protestar contra las consecuencias de la restauración capitalista. Estas luchas se han ganado el apoyo de varias secciones del estudiantado. No cabe duda de que la expansión de las luchas sociales en China—y, si vamos al caso, en todos los países de Asia, Oriente Próximo, África y Latinoamérica, los cuales han visto un crecimiento masivo del tamaño de la clase obrera en las últimas cuatro décadas— conllevará un auge en el interés en y apoyo al trotskismo. Las condiciones del mundo contemporáneo, así como las experiencias históricas del último siglo, confirman los puntos esenciales de la teoría de la revolución permanente elaborada por León Trotsky:

La realización de la revolución socialista dentro de los límites nacionales es inimaginable. Una de las razones básicas de la crisis en la sociedad burguesa es que las fuerzas productivas que ha creado ya no pueden reconciliarse dentro de los límites del Estado nación. A esto le siguen las guerras imperialistas y la utopía burguesa de los Estados Unidos de Europa. La revolución socialista comienza en la palestra nacional, se desarrolla en la internacional y llega a su término y remate en la mundial. Por lo tanto, la revolución socialista se convierte en permanente en un sentido nuevo y más amplio de la palabra: en el sentido que sólo se consuma con la victoria definitiva de la nueva sociedad en todo el planeta [¿Qué es la revolución permanente?, 1931].

40. Fue precisamente para defender esta perspectiva que el Comité Internacional fue establecido en 1953, después de “La carta abierta” enviada por el líder del Socialist Workers Party (SWP; Partido Socialista de los Trabajadores) americano, James P. Cannon, en oposición a la tendencia revisionista pablista que buscaba destruir el movimiento trotskista y liquidar la Cuarta Internacional, disolviéndola en el estalinismo y el nacionalismo burgués. La defensa de la herencia política de Trotsky se ha disputado sobre un escenario enorme, involucrando la defensa de la teoría de la dialéctica materialista y el materialismo histórico en contra del pragmatismo y sus ramas idealistas subjetivas e irracionalistas (i.e. la escuela de Frankfurt y el posmodernismo), y la oposición intransigente al estalinismo, el revisionismo pablista (y su variante morenista) y todas las formas de nacionalismo burgués. El hito crítico en la historia del CICI fue su lucha entre 1982 y 1986 contra el oportunismo nacional del Workers Revolutionary Party (WRP, Partido Revolucionario de los Trabajadores) británico —lucha que aseguró la unificación de las secciones del CI con base en el trotskismo—.

41. La lucha del CICI no solo se libró en los ámbitos de la teoría y el programa. La investigación llevada a cabo entre 1975 y 1983 bajo el nombre de Seguridad y la Cuarta Internacional sobre el emplazamiento de agentes por parte del imperialismo y la burocracia estalinista de la Unión Soviética, demostró en la práctica la intransigencia revolucionaria del Comité Internacional. Esta investigación fue realizada en cara a una oposición enconada de las organizaciones pablistas, las cuales defendieron abiertamente a los agentes, incluso aquellos que desempeñaron papeles críticos en preparar el asesinato de Trotsky, como Mark Zborowski, Sylvia Caldwell y Joseph Hansen. Hasta el día de hoy, los pablistas y sus aliados pseudoizquierdistas continúan defendiendo a estos agentes y denunciando los hallazgos de Seguridad y la Cuarta Internacional en los términos más acalorados posibles. Sin embargo, son incapaces de refutar un solo hecho establecido durante la investigación. Durante los último cinco años, han aparecido documentos que substancian aún más los descubrimientos de Seguridad y la Cuarta Internacional. El Comité Internacional ha incorporado esta nueva información a sus hallazgos anteriores. Bajo condiciones de cada vez más ataques del Estado contra la clase obrera y sus derechos democráticos, los hallazgos de Seguridad y la Cuarta Internacional vuelven a reivindicar su importancia política histórica y contemporánea.

42. Los acontecimientos están confirmando el significado histórico y político de la lucha librada por el CICI en defensa del trotskismo. Teóricamente y en práctica, el CICI ha establecido que es el único partido político revolucionario de la clase obrera internacional y el único representante del marxismo auténtico. No existe ninguna otra tendencia política en el mundo fuera del CICI que podría afirmar plausiblemente que representa la continuidad del partido internacional fundado por Trotsky en 1938.

43. El CICI ha librado una campaña continua contra todos los intentos para falsificar la historia de la Revolución Rusa y por defender el legado intelectual y político de León Trotsky contra numerosas calumnias y ataques. En 2017, para marcar el centenario de la Revolución Rusa, el CICI llevó a cabo un estudio profundo de sus inmensas lecciones estratégicas. Estas lecciones están siendo aplicadas en la situación política actual.

44. El CICI está conduciendo la lucha por la independencia política de la clase obrera, estableciendo que la lógica de las luchas obreras es la rebelión contra los aparatos burocráticos procapitalistas y la necesidad de formar nuevas organizaciones controladas democráticamente por las bases obreras en las fábricas y las plantas, que asuman la responsabilidad de defender los intereses de los trabajadores independientemente de los sindicatos corporativistas. En las últimas semanas de 2018, los trabajadores automotores en Estados Unidos y los trabajadores de las plantaciones de té en Sri Lanka, bajo la influencia del CICI, tomaron pasos pioneros en formar comités de base para planificar acciones en defensa de sus trabajos, salarios y condiciones laborales. Este trabajo continuará y se expandirá en el 2019. Las luchas independientes e inflexibles de la clase obrera se ganarán la confianza y el apoyo de los sectores arruinados de las clases medias, que de otro modo podrían caer en las garras demagógicas de la extrema derecha. A medida que el impacto de las crisis económicas y políticas empuje a secciones cada vez mayores de la clase obrera a entrar en lucha, la tarea de los Partidos Socialistas por la Igualdad en Estados Unidos, Sri Lanka y todos los países en los que se encuentran activos será proveer la organización y dirección política al movimiento de masas. El impulso objetivo hacia una huelga política general, que incorpore a todas las secciones de la clase obrera en una lucha por el poder, debe ser identificada conscientemente y explicada por el Comité Internacional y sus secciones.

45. El 9 de diciembre, en su conferencia con trabajadores en Detroit, los representantes del Partido Socialista por la Igualdad recibieron dos preguntas críticas: 1) ¿Servirá el World Socialist Web Site como un instrumento para facilitar el contacto entre todas las secciones de trabajadores que están asumiendo luchas?; y 2) ¿Asistirá el WSWS a los trabajadores en la coordinación internacional de sus luchas? La respuesta dada a ambas preguntas fue inequívocamente “Sí”. El World Socialist Web Site, la publicación internacional del CICI, dará al movimiento cada vez más insurgente y militante de la clase obrera internacional una educación histórica, un análisis político, una voz y un foro de discusión. El WSWS continuará estando al frente de la lucha contra la censura del internet y la defensa del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, y todos los otros periodistas, denunciantes, artistas y críticos de principios contra la burguesía que sufran persecuciones.

46. La tarea más crucial del 2019 es trabajar sistemáticamente por una expansión significativa del Comité Internacional. El trabajo teórico y político del Comité Internacional está entrecruzándose cada vez más directamente con el movimiento objetivo de la clase obrera. Su actividad crítica-práctica revolucionaria se está convirtiendo en un factor crucial en el desarrollo y el resultado de la lucha de clases revolucionaria. El análisis enraizado en la teoría y la historia del CICI está adquiriendo un inmenso significado político y práctico. El Comité Internacional de la Cuarta Internacional debe estar a la altura del desafío de la nueva situación. En su análisis de los acontecimientos globales y por medio del trabajo político de sus partidarios activos en los Partidos Socialistas por la Igualdad y sus movimientos juveniles, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS), el CICI debe impartir a las luchas de la clase obrera internacional la consciencia necesaria de sus objetivos y asistir en el desarrollo de las iniciativas prácticas requeridas para avanzar la lucha por el socialismo.

47. A medida que la clase obrera rompe con los obsoletos y reaccionarios sindicatos y otras organizaciones nacionalistas, junto a sus cómplices pseudoizquierdistas, existe el potencial para desarrollar rápido la consciencia y práctica marxista revolucionaria internacionalista. El CICI comienza el 2019 con el máximo optimismo, arraigada en una confianza científica en el legado y el programa del trotskismo —el marxismo del siglo veintiuno— y en las capacidades revolucionarias de la clase obrera internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 3 de enero de 2019)

Loading