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Las elecciones españolas y la lucha contra el gobierno autoritario

Las elecciones generales en España el domingo expresan claramente los problemas políticos esenciales a los que se enfrentan los trabajadores en toda Europa e internacionalmente.

La campaña electoral fue un espectáculo degradante, dominado por la promoción de las fuerzas fascistizantes por parte de la aristocracia financiera. A lo largo de la campaña, el Gobierno pro-austeridad del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) organizó juicios fraudulentos contra los presos políticos nacionalistas catalanes que convocaron protestas pacíficas en medio de la brutal represión policial contra el referéndum de la independencia catalana de 2017. El otro tema importante de la campaña fue el surgimiento de Vox, un partido de extrema derecha que rinde tributos al dictador fascista español, Francisco Franco, como un posible partido de Gobierno.

El líder de Vox, Santiago Abascal, elogió el registro del ejército de Franco, el cual lanzó un golpe de Estado en 1936 que condujo a una guerra civil de tres años que terminó con la victoria de Franco y el asesinato en masa de 200.000 opositores políticos y trabajadores de izquierdas. Abascal hizo un llamado a prohibir el marxismo y el separatismo, diciendo que solo Vox podría detener un "frente popular" del PSOE, Podemos y los nacionalistas catalanes. El líder del Partido Popular (PP) de derechas, Pablo Casado, respondió afirmando que quería unir a toda la política española a la derecha del PSOE, es decir, incluyendo a Vox.

Hoy es imposible predecir el resultado de las elecciones. Dos quintas partes de los votantes están indecisos según las encuestas. Con Podemos y el PSOE con 14 y 29 por ciento, y el PP, Ciudadanos y Vox con 20, 15 y 11 por ciento, respectivamente, podría resultar un Parlamento sin una mayoría. Dos elecciones indecisas como estas se llevaron a cabo en 2015 y 2016. Son posibles varias coaliciones de Gobierno (PSOE-Podemos-nacionalistas catalanes, PSOE-Ciudadanos, PP-Ciudadanos-Vox). Sin embargo, todos ellos continuarían el rápido giro a la derecha del actual Gobierno del PSOE.

Millones de trabajadores en España e internacionalmente se sienten asqueados por esta elección. Con el 14 por ciento de los trabajadores y el 34 por ciento de los jóvenes aún sin empleo después de una década de austeridad draconiana de la Unión Europea (UE) desde el colapso de 2008, las encuestas encontraron que el 61 por ciento de los españoles cree que el problema electoral clave es el desempleo. En medio de la creciente ira social, citaron la corrupción y los partidos políticos de España como los siguientes problemas más serios. Sólo el 10 por ciento vio el problema catalán como un problema grave.

La histeria oficial anticatalana y el surgimiento de Vox, que postuló a seis generales retirados en las elecciones, no refleja un apoyo masivo al neofascismo. Más bien, en España y en toda Europa, refleja la promoción de la extrema derecha por parte de los medios de comunicación, la élite política y el aparato represivo del Estado. Mientras los profesores extremistas de derechas en Alemania rehabilitan a Hitler para justificar la remilitarización de la política exterior de Berlín, y el presidente francés Emmanuel Macron aclama al dictador fascista Philippe Pétain y reprime las protestas de los "chalecos amarillos", toda la burguesía europea apunta a resguardar su poder ante el incremento en la oposición social recurriendo a formas fascistizantes y autoritarias de gobierno.

El giro debe ser hacia la clase obrera internacional. Después de décadas de austeridad y guerras imperialistas desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991, la ira por la desigualdad social está alcanzando niveles en los que la lucha de clases no puede ser suprimida.

Según se expanden las huelgas militantes desde las escuelas de los Estados Unidos hasta el sector público y las plantaciones del subcontinente indio, la clase obrera europea está entrando en acción. La erupción simultánea de huelgas de maestros polacos, las protestas francesas de los "chalecos amarillos", las huelgas masivas en Portugal y las protestas contra el régimen militar de Argelia apuntan al potencial objetivo de la unificación revolucionaria de las luchas de la clase obrera en toda Europa.

Dentro de España, capas cada vez más grandes de la clase obrera están entrando en lucha. Según la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, las horas de trabajo perdidas debido a huelgas en España se situó en 13.369.478 en el primer trimestre del año, un 163 por ciento más que en 2018. El número de trabajadores involucrados (728.186) aumentó en un 54 por ciento.

El problema clave que enfrentan los trabajadores es que esta lucha solo puede continuarse por medio de la construcción de una nueva dirección revolucionaria en la clase obrera española e internacional. Requiere una ruptura política inflexible con los partidos pequeñoburgueses, los cuales se basan en las teorías posmodernistas del "populismo de izquierdas" de Chantal Mouffe, como el Gobierno pro-austeridad de Syriza en Grecia y Podemos en España.

Estas elecciones destacaron la quiebra de Podemos. Fundado en 2014 como una alianza de profesores estalinistas, oficiales del ejército y miembros del partido Anticapitalistas vinculados al pablista Nuevo Partido Anticapitalista de Francia, Podemos prometió un cambio radical. Sin embargo, a partir de las elecciones de 2015, impulsó alianzas con el PSOE, el partido de Gobierno preferido de la burguesía española en la era postfranquista. Podemos insistió en que esta estrategia nacionalista procapitalista bloquearía el surgimiento de un partido de extrema derecha: en palabras de Íñigo Errejón, su "discurso popular y patriótico" significaba que Podemos ocupaba el mismo "espacio" político que la extrema derecha.

El PSOE se alineó detrás de la represión anticatalana organizada por el Gobierno del PP del presidente Mariano Rajoy. Después de tomar el poder el año pasado con el apoyo de Podemos, el PSOE continuó su marcha hacia la derecha. Mientras votaba a favor de las medidas de austeridad y gastaba miles de millones de euros en el ejército, realizó juicios fraudulentos contra los nacionalistas catalanes y apoyó el papel de los funcionarios de Vox como fiscales en estos juicios. En las elecciones de 2019, el presidente Pedro Sánchez del PSOE elogió nuevamente el "sentido del deber al Estado de Rajoy", afirmando que "Cataluña nos unió", es decir, en torno al ataque a los votantes catalanes.

El capital financiero reconoce al PSOE como propio. La revista británica, pro libre mercado y pro-UE, Economist instó a los votantes españoles a "dar a los socialistas una mayoría gobernante", pronosticando que el PSOE haría recortes en el "sistema escolar de España, sus pensiones, su estructura política complicada y el mercado laboral, basándose en el útil trabajo del señor Rajoy".

La historia muestra que la única forma de derrotar el giro de la burguesía europea hacia la política fascistizante es movilizar a la clase obrera en una lucha por tomar el poder y expropiar a la clase capitalista. Esto requiere construir una vanguardia trotskista en la clase obrera, para superar el papel contrarrevolucionario de partidos como Podemos, el PSOE y sus aliados, incluidas las burocracias sindicales, y ofrecer a los trabajadores una dirección revolucionaria.

A medida que la Guerra Civil se convierte en el punto de referencia básico de la política española, las palabras de León Trotsky escritas en respuesta al golpe de Estado franquista de 1936 adquieren una intensa relevancia contemporánea. Hizo hincapié en el abismo insalvable que separa la perspectiva marxista de la revolución socialista mundial en la cual se basó la revolución de octubre de 1917 en Rusia de la perspectiva del Frente Popular de los socialdemócratas, los estalinistas y los anarquistas.

El fracaso del Gobierno frentepopulista en prever y detener el golpe de Franco, escribió Trotsky, "no era en absoluto una cuestión de la perspicacia de este o aquel ministro o líder, sino de la dirección general de la política". Al volverse administradores del Estado capitalista, el Frente Popular protegió a los oficiales fascistas hasta que estuvieron listos para lanzar el golpe. Escribió, "El Gobierno del Frente Popular, es decir, el Gobierno de la coalición de los trabajadores con la burguesía es en su esencia un Gobierno de capitulación a la burocracia y a los oficiales militares. Esa es la gran lección de los eventos en España, que ahora se paga con miles de vidas humanas".

Si bien los socialdemócratas y los estalinistas perdieron su base de apoyo en la clase trabajadora que tenían en la época de Trotsky, este análisis aún ilumina el papel de Podemos, que está en plena retirada. A pesar de haber ganado más de 5 millones de votos en 2016, no organizó protestas masivas contra la represión catalana o los juicios amañados. Habiendo emitido un manifiesto electoral que aclama la Constitución de 1978 que fue apoyada por los fascistas franquistas, el PSOE y los estalinistas, no sirve como una fuerza de cambio sino como una fuerza que defiende el orden social existente. Ahora se enfrenta a la posibilidad de perder hasta la mitad de sus escaños en estas elecciones.

El tema decisivo es construir la vanguardia revolucionaria trotskista de la clase obrera. En el corazón de la campaña del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) en las elecciones europeas de 2019 se encuentra la lucha por construir secciones del CICI en España y en toda Europa como la dirección política de la clase trabajadora. De esta manera, los trabajadores podrán contraponerse al impulso de la UE hacia una dictadura fascistizante-autoritaria, a través de una lucha revolucionaria de la clase obrera por los Estados Unidos Socialistas de Europa.

(Publicado originalmente en inglés el 27 de abril de 2019)

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