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Perspectiva

Los trabajadores automotores necesitan una estrategia socialista e internacionalista para combatir a GM y las empresas automotrices

La huelga de los 48.000 trabajadores de General Motors, ahora en su segunda semana, ha expuesto cuáles son las verdaderas relaciones de clases en Estados Unidos y el resto del mundo. Después de una década de aumentos en sus ganancias, los ejecutivos de GM están decididos a imponer nuevas y mayores concesiones a los trabajadores para conceder el deseo de Wall Street de alzas interminables en el rendimiento de sus inversiones.

El consenso en la prensa corporativa y la élite política fue expresado el martes por el “Zar de los Automóviles” bajo el presidente Obama en una columna de opinión intitulada, “Los trabajadores automotores tienen un difícil camino por delante”.

Rattner comienza reconociendo que los trabajadores han puesto fin a las décadas de “paz laboral” en la industria, “buscando compensación por los años de dolor, particularmente desde la recesión de 2008 y el subsecuente rescate bajo el Gobierno de Obama”.

“Después de liderar la comisión automotriz del presiente Barack Obama”, escribe Rattner, “Me siendo profundamente solidario con la difícil situación de los obreros en la industria automotriz. Pero, lastimosamente, cuando se trata del sector manufacturero, en el cual Estados Unidos se enfrenta a una competición global, restaurar los generosos salarios y beneficios que antes acompañaban estos empleos se vuelve imposible sin poner en riesgo los empleos en sí”.

Uno podría comenzar a dudar la “profunda solidaridad” de Rattner con los trabajadores automotores, dado que proviene del banquero e inversor que presidió la reestructuración de GM y Chrysler en 2009 bajo Obama. Con la colaboración del sindicato UAW, la comisión de la Casa Blanca destruyó al menos 36.000 empleos, recortó los salarios de los nuevos ingresos a la mitad, abolió la jornada de ocho horas y acabó con los beneficios médicos pagados por la empresa.

A pesar de esto, Rattner insiste en que los trabajadores automotores no tienen otra opción más que ceder más concesiones. Eso es porque el exbanquero de Morgan Stanley y Lehman Brothers defiende las relaciones de propiedad capitalistas y la lógica del mercado. Si ese es el punto de partida, entonces es cierto: los trabajadores tendrán que competir unos contra otros y trabajar como perros o se quedarán sin empleo.

El capitalismo se basa en la explotación y la competición entre los propietarios capitalistas para bajar sus costos laborales y maximizar las ganancias que extraen de la clase obrera. Las empresas que no produzcan las ganancias adecuadas para sus accionistas se verán castigadas y los inversores reducirán el valor de sus acciones.

En un intento de cubrir esta realidad, Rattner escribe: “Apoyo totalmente que los trabajadores ganen más, pero es importante entender que, al menos en la industria automotriz, esto no se trata de inversores rapaces que lucran a expensas de los trabajadores. Desde su oferta inicial en noviembre de 2010, los precios de las acciones de GM solo han aumentado 13 por ciento comparado con 154 por ciento en el mercado general”.

En realidad, ante los latigazos del “inversor activista” Harry Wilson, uno de los colegas de fondos de inversión de Rattner en la comisión automotriz del Gobierno de Obama, la junta ejecutiva de GM autorizó al menos $14 mil millones en recompras de acciones desde marzo de 2015 para aumentar los precios de las acciones de la empresa para sus accionistas más ricos.

Es precisamente para aumentar los pagos a los inversores que GM anunció en noviembre el cierre de cinco plantas en Norteamérica y la destrucción de 14.000 empleos de obreros manufactureros y oficinistas. Es por esta misma razón que la gerencia se rehúsa a ceder en exigir la creación de una fuerza laboral de bajos salarios y temporal como modelo para la industria automotriz global. GM quiere destruir la cobertura médica que los trabajadores automotores conquistaron y que Forbes denunció recientemente como “el último vestigio del cuasisocialismo que dominó la industria automotriz estadounidense por 100 años”.

Wall Street ha dejado en claro qué quiere en relación con la huelga. La calificadora crediticia Moody’s advirtió más temprano este mes que, si GM no finalizaba la huelga rápido e imponía concesiones importantes, bajaría la calificación de crédito de GM.

La conclusión a la que deben llegar los trabajadores no es que deben aceptar mayores recortes, sino que no pueden aceptar el capitalismo. La lógica de la lucha de clases, en la que los trabajadores en EUA y el mundo están luchando cada vez más contra la desigualdad social y contra un regreso de las condiciones de esclavitud industrial, está llevando inexorablemente en la dirección de una lucha consciente por el socialismo.

El hecho de que la expansión de la lucha de clases internacionalmente asumirá una orientación política socialista es el mayor temor de la clase gobernante. Este temor al socialismo fue expresado en las diatribas de Trump ante las Naciones Unidas el martes. “Uno de los desafíos más serios a los que se ha enfrentado nuestro país es el espectro del socialismo”, señaló Trump. “Hoy, le repito al mundo un mensaje que pronuncié en casa: Estados Unidos nunca será un país socialista”.

Si la clase capitalista insiste en que no puede costear las garantías más básicas de los derechos sociales de los trabajadores —empleos seguros con buenos salarios, seguro médico, pensiones y condiciones laborales dignas—, entonces la clase obrera tendrá que tomar el poder político en sus propias manos y reorganizar la vida económica con base en el principio de la igualdad, la democracia auténtica y el control colectivo de la riqueza producida por la labor de miles de millones de trabajadores en todo el mundo.

La lucha por el socialismo es inseparable de la lucha por unir a los trabajadores internacionalmente con base en sus intereses comunes de clase.

GM, Ford y otras corporaciones transnacionales tienen una estrategia global. Los trabajadores necesitan una estrategia global para combatirlas. Hoy día, la organización de una huelga efectiva, ni hablar del desarrollo de un movimiento poderoso contra el capitalismo mundial, no es posible sin coordinar las luchas de la clase obrera internacional.

Las aspiraciones de los trabajadores de organizarse internacionalmente fueron expresadas por el apoyo a la huelga de GM y las acciones heroicas de los trabajadores de GM en Silao, México, quienes se han puesto en pie de lucha contra los despidos injustificados y las amenazas y han desafiado los esfuerzos de la gerencia de aumentar la producción durante la huelga en EUA. La unificación de los trabajadores automotores en una lucha común significa rechazar el chauvinismo antimexicano y antichino que promueven el sindicato UAW, el Partido Demócrata y el Partido Republicano.

La organización de una contraofensiva de la clase obrera requiere la construcción de comités de huelga de las propias bases, que sean independientes del nacionalista y procapitalista UAW, para coordinar una lucha común de los trabajadores automotores en todo el mundo y garantizar sus derechos sociales.

Esto debe estar conectado a un movimiento político de toda la clase obrera en oposición al sistema global de explotación, el capitalismo, con base en una lucha por un sistema global de planificación racional para atender las necesidades sociales y no el lucro privado, es decir, el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 25 de septiembre de 2019)

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