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John Bolton y el juicio político sobre “seguridad nacional”

La elevación de John Bolton, el principal arquitecto de la guerra en Irak, como el protagonista principal del juicio político de los demócratas deja en claro nuevamente que el conflicto dentro del Estado gira en torno a divisiones sobre política exterior entre dos facciones derechistas de la clase gobernante estadounidense.

El domingo, el New York Times reportó que el próximo libro de Bolton alega que Trump exigió que Ucrania investigara al exvicepresidente Joe Biden y su hijo Hunter como condición para recibir ayuda militar. Desde entonces, los gestores del juicio político de la Cámara de Representantes se han concentrado en presionar al Senado para que acepte recibir nuevos testigos, comenzando por Bolton.

John Bolton es un criminal de guerra. Fue un arquitecto líder de la guerra en Irak que avanzó descaradamente las mentiras sobre “destrucción masiva” en Irak para comenzar una guerra que mató a más de un millón de personas. Ha participado en y promovido públicamente incontables guerras con consecuencias humanas desastrosas.

Como asesor de seguridad nacional de Trump, Bolton declaró que EE. UU. estaba considerando el “modelo libio” para Corea del Norte, aludiendo a la ejecución del presidente libio Muamar Gadafi a manos de fuerzas islamistas respaldadas por EE. UU.

El hecho de que Bolton esté siendo elevado como la figura central en la oposición de los demócratas a Trump deja en claro que su oposición al mandatario no se basa en sus crímenes reales —sus abusos a los derechos humanos en la frontera, su reclamo de facultades dictatoriales y sus llamados a fuerzas fascistizantes— sino a las denuncias de que él no es lo suficientemente agresivo en enfrentarse a Rusia.

El miércoles, el diputado Eliot Engel, presidente de la comisión de asuntos exteriores de la Cámara de Representantes, reveló que Bolton lo había llamado el 23 de septiembre de 2019 urgiéndole que su comité le echara un vistazo al despido de Marie Yovanovitch, la embajadora estadounidense a Ucrania, y le sugirió que había sido inapropiado.

La fecha es clave: Bolton llamó al influyente demócrata menos de dos semanas después de su amarga expulsión de la Casa Blanca y el mismo día en que siete diputados demócratas con antecedentes militares y de inteligencia publicaron un llamado en el Washington Post a que se investigara la retención de ayuda militar a Ucrania por parte de Trump. El día siguiente, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anunció el inicio de la investigación del juicio político.

Además, se ha sugerido en la prensa, aún sin presentar evidencia, que Bolton comenzó sus operaciones contra Trump incluso antes de dejar la Casa Blanca, en respuesta a los desacuerdos sobre Irán, Ucrania y las otras áreas donde abogó por una política más belicosa que el presidente.

Engel era un punto lógico de contacto para Bolton dentro del Partido Demócrata. Tiene un historial de política exterior largo y totalmente derechista, particularmente en Oriente Próximo. El legislador neoyorquino es uno de los simpatizantes más fervientes de la opresión israelí de os palestinos. Votó a favor de autorizar la guerra en Irak, se opuso al acuerdo nuclear con Irán negociado bajo el Gobierno de Obama y, cuando Trump amenazó el verano pasado que lanzaría misiles contra Irán, Engel dijo que no era necesario ningún voto en el Congreso para autorizar tal acción porque “no necesitamos amarrar las manos del presidente”.

Durante la sesión del juicio el miércoles, compuesta por ocho horas de preguntas presentadas de manera alternante por los republicanos y demócratas, las primeras tres preguntas de los demócratas plantearon la cuestión de Bolton y la demanda de más testimonios de testigos directos sobre la decisión de la asistencia a Ucrania.

Los demócratas retomaron el tema varias veces, mientras que los senadores republicanos y los abogados de Trump libraron una batalla defensiva, esperando prevenir la defección de cuatro republicanos en el voto del viernes.

Trump denunció a Bolton en una serie de tuits, afirmando: “[S]i lo hubiera escuchado a él, ya estaríamos en la Sexta Guerra Mundial”. Este fue un intento cínico de utilizar el registro belicista de Bolton para presentarse falsamente como un opositor a la guerra, a pesar del apoyo de Trump al militarismo y a una política exterior de matonismo violento.

En realidad, todas las facciones de la élite gobernante estadounidense apoyan derrochar billones de dólares en el ejército en preparación para la guerra mundial. Sus diferencias son tácticas: a cuál país atacar primer, cuándo y bajo cuál pretexto. Los demócratas apuntan a Siria y Rusia mientras que Trump se ha enfocado más en Irán y China.

Pero la principal respuesta de Trump al juicio político y el alineamiento público de Bolton con los demócratas ha sido la superposición de la autoridad ejecutiva sobre la del Congreso, en combinación con una retórica más violenta e inflamatoria, particularmente en sus mítines de campaña, buscando agitar y crear una atmósfera de violencia e intimidación dirigida contra sus oponentes políticos.

La Casa Blanca le envió una carta al abogado de Bolton amenazando con bloquear la publicación de su libro, afirmando que contenía mucha información clasificada que debía borrarse. El propósito transparente era utilizar inquietudes falsas de “seguridad nacional” para silenciar a Bolton el tiempo suficiente como para poner fin al juicio del Senado y permitir que Trump declare su reivindicación.

La sustancia del caso presentado por los abogados de Trump el lunes y el martes fue declarar que el presidente está exento de cualquier límite de autoridad por parte del Congreso. Como ajuste ante el relato de Bolton, los abogados argumentan que incluso si Trump hubiera retenido ayuda para forzar a Ucrania a hacer un favor político, esta no es una ofensa suficiente para un juicio político.

El argumento más flagrantemente autoritario provino del profesor de Harvard, Alan Dershowitz, quien afirmó que “el abuso de poder” y la “obstrucción al Congreso” no son ofensas suficientes para un juicio político. Según esta lógica, los artículos del juicio político que forzaron a Richard Nixon a renunciar a la Presidencia durante el escándalo de Watergate —de abuso de poder, desacato al Congreso y obstrucción a la justicia— eran ilegítimos e inconstitucionales.

En el plenario del Senado, los abogados de Trump y los legisladores republicanos avanzan la teoría de que el presidente es un tirano electo que no está sujeto a ninguna prohibición. Mientras tanto, Trump viaja de un evento de campaña a otro realizando incitaciones racistas demagógicas y fascistizantes contra los “socialistas” y “comunistas”.

En Wildwood, al sur de Nueva Jersey, Trump atacó el martes por la noche a los inmigrantes, aclamó el uso de violencia en su contra por parte de los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y envileció a los demócratas, llamándolos socialistas y traidores. Continuará esta campaña con mítines en Des Moines justo antes del caucus en Iowa, y luego se dirigirá a Manchester, New Hampshire, antes de la elección primaria en ese estado, buscando abiertamente intimidar a los votantes, a pesar de que el efecto probablemente será el contrario.

Existe una enorme y creciente hostilidad al Gobierno de Trump y, más ampliamente, al programa de contrarrevolución social, los ataques a los derechos democráticos y las guerras que toda la élite gobernante y ambos partidos políticos están persiguiendo.

Lo central que enfrenta el pueblo trabajador y los jóvenes es reconocer que ninguna facción de la riña política interna en curso representa algo progresista ni democrático. Ambas facciones defienden a la aristocracia financiera capitalista y el imperialismo estadounidense.

La clase obrera debe librarse de la camisa de fuerza política del sistema bipartidista controlado por las corporaciones y construir un movimiento político de masas independiente por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de enero de 2020)

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