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Los medios de comunicación glorifican a la primera ministra de Nueva Zelanda al ignorar los consejos científicos de continuar con el aislamiento contra la pandemia

El siguiente discurso fue pronunciado por Tom Peters en la conmemoración en línea del Día Internacional de los Trabajadores de 2020, realizada por el World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional el 2 de mayo. Peters es un miembro principal del Grupo Socialista por la Igualdad en Nueva Zelanda.

Los medios de comunicación corporativos están glorificando a Nueva Zelandia como ejemplo de una respuesta supuestamente humana a la pandemia, en contraste con la administración de Trump y los gobiernos de Gran Bretaña, Brasil y otros lugares.

La primera ministra Jacinda Ardern fue recientemente aclamada por la revista The Atlantic como “el líder más eficaz del planeta”. El Financial Times publicó una columna con el titular: “Levántate, Santa Jacinda, una líder para nuestros tiempos difíciles”. Según el New York Times, Australia y Nueva Zelanda están “restaurando la confianza en la democracia” con su estrategia para combatir el virus.

Numerosos artículos afirman que Ardern es naturalmente más “empática” por ser mujer, y que el mundo puede salvarse si sólo se eligen más líderes femeninos.

El discurso de Tom Peters comienza a las 22:29 en el video.

Nadie debe ser engañado por esta campaña de propaganda. Nueva Zelanda tiene 1.479 casos confirmados y probables de COVID-19 y 19 fallecimientos. Si bien esto es menos que en muchos otros países, el virus no ha sido eliminado y cada día se reportan nuevos casos.

El martes pasado, el gobierno relajó sus medidas de confinamiento, permitiendo que las escuelas y muchos negocios reabrieran, más de una semana antes de lo que los científicos habían aconsejado. La medida fue objetada en una petición por casi 45.000 profesores, padres y trabajadores de la guardería.

Ardern dijo que extender el encierro podría ayudar a eliminar el virus, pero tales consideraciones tenían que ser “negociadas contra el enorme impacto económico”, es decir, el impacto en las ganancias corporativas. La decisión será utilizada como ejemplo en otros países, cuyos líderes están clamando por el regreso al trabajo, cualquiera que sea el costo para la salud y la vida de las personas.

El sistema de salud pública de Nueva Zelandia ha carecido de financiación durante decenios y no está en absoluto preparado para una pandemia. En 2018, tras una huelga nacional de enfermeras y trabajadores sanitarios, Ardern insistió en que no había dinero para solucionar la crisis en los hospitales. La burocracia sindical impulsó un acuerdo traicionero que mantuvo los inseguros niveles de personal.

Las enfermedades prevenibles se encuentran generalizadas, en particular entre la clase obrera, los maoríes y las comunidades de las islas del Pacífico. El año pasado, el gobierno no logró detener un devastador brote de sarampión, que se extendió a Samoa, un país empobrecido del Pacífico y una antigua colonia de Nueva Zelanda, donde mató a 83 personas.

Aunque se negó a financiar adecuadamente el sistema de salud, el gobierno ha respondido a la pandemia repartiendo más de US$12 mil millones en subsidios para empresas, rescates y recortes de impuestos. El Banco de Reserva ha prometido miles de millones más de flexibilización cuantitativa para apuntalar el sistema financiero.

El ministro de Finanzas Grant Robertson dice que la deuda que está acumulando el Estado será pagada por “generaciones” de neozelandeses. Por supuesto, no se refiere a los superricos, cuyas fortunas seguirán creciendo.

El gobierno y las grandes empresas han iniciado un asalto generalizado a los puestos de trabajo y los salarios para aumentar la explotación de la clase obrera. Los economistas predicen que el desempleo superará el 10 por ciento, y quizás llegue al 30 por ciento, un nivel no visto desde la Gran Depresión.

Decenas de miles de personas han sido despedidas desde el comienzo del año. La industria del turismo, que emplea a uno de cada ocho trabajadores, se ha derrumbado. Las grandes empresas han recortado los salarios en un 20 por ciento o más y las universidades amenazan con hacer lo mismo.

En un país de cinco millones de personas, más de 600.000 viven en la pobreza y el número está aumentando rápidamente. Una organización caritativa estima que el número de personas que no pueden permitirse alimentos suficientes se ha duplicado desde principios de año, pasando del 10 al 20 por ciento de la población. Los fondos de alimentos están reportando un aumento masivo del 400 por ciento en la demanda.

El gobierno de Ardern, una coalición entre el Partido Laborista, los Verdes y el antiinmigrante Nueva Zelanda Primero, no tiene otra solución que el desempleo masivo, la pobreza, el nacionalismo y el militarismo, incluyendo una alianza más fuerte con el imperialismo estadounidense.

Un año después de que un terrorista fascista matara a 51 personas en dos mezquitas de Christchurch, los ministros del gobierno siguen utilizando a los extranjeros como chivos expiatorios de los problemas sociales, fomentando el crecimiento de la extrema derecha.

Sin embargo, al igual que en los años 30, el desastre social está destruyendo las ilusiones en el capitalismo y empujando a millones de personas a la izquierda. La tarea crítica es construir el liderazgo socialista necesario para las luchas revolucionarias que se avecinan.

En Nueva Zelanda, esto requiere una ruptura política completa con el Partido Laborista, los Verdes, así como con los sindicatos y los grupos de clase media y pseudoizquierda que apoyan al gobierno y se unen a la glorificación de Jacinda Ardern.

La Organización Socialista Internacional (ISO, sigla inglesa), por ejemplo, dice que Ardern es una “excelente figura política” y que los elogios que ha recibido son “bien merecidos”. El liberal Daily Blog, que es apoyado por Unite y otros sindicatos, ha propuesto duplicar el salario del Primer Ministro. El blog también exige recortes en la inmigración, un incremento de las fuerzas armadas y regurgita la propaganda estadounidense que culpa a China de la pandemia.

El Grupo Socialista de Igualdad, partidario del ICFI en Nueva Zelanda, es la única tendencia que se opone al gobierno de Ardern desde el punto de vista del socialismo. Rechazamos todas las formas de nacionalismo y políticas de identidad, que buscan dividir a la clase trabajadora según la raza o el género.

La única solución a la crisis actual es la lucha por unificar a los trabajadores de Nueva Zelandia—incluidos los maoríes, los europeos, los inmigrantes del Pacífico y los asiáticos—con los trabajadores de todo el mundo, para abolir el sistema capitalista. Les pedimos que se unan a nosotros en esta lucha histórica.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 4 de Mayo de 2020 )

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