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Perspectiva

Trump continúa sus llamados ultraderechistas, mientras aparecen nuevos detalles sobre complot en Michigan

En los días desde que las autoridades y fiscales federales anunciaron el arresto de 13 personas que complotaron para secuestrar a la gobernadora demócrata de Michigan, Gretchen Whitmer, y asesinarla, el presidente Donald Trump y su círculo cercano han intensificado sus llamados a la derecha fascista.

Si bien el complot se centró en Michigan, ha aparecido nueva información dejando en claro que los confabuladores se involucraron en una conspiración nacional más amplia y continua. La denuncia penal presentada le jueves explicó que los conspiradores de Michigan estaban llevando a cabo un plan para “emprender acciones violentas contra varios Gobiernos estatales”.

Los conspiradores claramente sentían que estaban actuando con el apoyo de la Casa Blanca. Incluso después de que su complot se hiciera público, Trump denunció a Whitmer por “quejarse” y “llorar” sobre la amenaza de secuestrarla y asesinarla. El sábado, Trump imitó a Mussolini dando un discurso desde el balcón de la Casa Blanca, en el que despotricó frente a una pequeña audiencia contra el inminente peligro de que el país sea tomado por “socialistas” y “comunistas”.

En esta fotografía del 15 de abril de 2020, varios manifestantes cargan rifles frente al capitolio estatal de Michigan en Lansing (AP Photo/Paul Sancya)

En una clara señal a sus simpatizantes ultraderechistas, la campaña de Trump este fin de semana anunció que el hijo del presidente, Eric Trump, dará un mitin en una tienda de armas en New Hudson, Michigan, a pocos kilómetros de los distritos Milford y Waterford, donde dos de los 13 conspiradores fascistas fueron arrestados. La campaña también anunció que el vicepresidente Pence atenderá un mitin el miércoles en Grand Rapids, Michigan, otro centro de la actividad miliciana.

Fue en Grand Rapids donde dos de los conspiradores de Michigan, Michael y William Null, aparecieron en una protesta contra los cierres este verano y donde fueron fotografiados junto al alguacil del condado Barry, Dar Leaf, un líder de la Asociación Constitucional de Alguaciles y Oficiales de la Paz (CSPOA, sigla en inglés), una red fascista de policías fundada por un prominente partidario de Trump y exalguacil de Maricopa, Arizona, Joe Arpaio. Leaf fue nombrado el “Alguacil del Año” por la CSPOA en 2016.

Laef declaró el jueves que los conspiradores quizás solo estaban planeando un arresto “ciudadano” de Whitmer, dejando en claro que considera que las acciones de los conspiradores estaban justificadas. Leaf se había rehusado previamente a hacer valer las restricciones sobre los negocios exigidas por regulaciones estatales.

Mike Shirkey, el líder de la mayoría republicana en el Senado estatal de Michigan, presuntamente caminó al lobby del edificio legislativo estatal en abril para saludar a los fascistas —incluyendo al menos a uno de los hombres arrestados la semana pasada—, quienes habían entrado en el edificio con rifles de asalto para amenazar a los legisladores.

Varios reportes aislados de la prensa más temprano este año también plantearon muchas interrogantes sobre el papel de los oficiales de la campaña de Trump y sus grandes donantes en apoyar las protestas contra los cierres que sirvieron como el medio para que los conspiradores de la milicia planearan su golpe de Estado.

Tres grupos que ofrecieron financiamiento para las protestas contra los cierres, la Coalición Conservadora de Michigan, el Fondo por la Libertad de Michigan, y el Proyecto de Convención de Estados, todos tienen lazos estrechos con los patrocinadores de Trump, incluyendo la fundadora de la Coalición Conservadora, Meshawn Maddock, una asesora de la campaña de Trump y lideresa del grupo “Mujeres por Trump”.

Greg McNeilly, asesor desde hace mucho de la familia milmillonaria DeVos, es líder del Fondo por la Libertad de Michigan. Betsy DeVos es la secretaria de educación de Trump. Su hermano, Erik Prince, ex director ejecutivo de la firma mercenaria Blackwater (ahora llamada Xe) y colaborador cercano del exasesor de Trump, Steven Bannon, y los hijos de Trump, Eric y Don Jr. El Proyecto de Convención de Estados es financiado por la familia milmillonaria Mercer. Tiene lazos estrechos con el alto funcionario migratorio de Trump, Ken Cuccinelli, y el secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, Ben Carson. Además, es liderado por Eric O’Keefe, un asesor cercano de la familia Koch.

También están apareciendo más detalles sobre los vínculos de los conspiradores arrestados con otros grupos milicianos de todo el país. Un miliciano, Barry Croft, fue un miembro prominente de los fascistas Three Percenters y el Movimiento Patriota. La National Public Radio se refirió a él como “una figura visible” que “llamó atención como un desconocido que intentó racionalizar la dirección nacional de Three Percent e intentó obtener “un papel prominente en el movimiento”, con base en entrevista con líderes anónimos de la milicia.

Dos de los conspiradores, Daniel Harris y Joseph Morrison, estaban en el Cuerpo de Marines—Harris de 2014 a 2019 y Morrison en las reservas de 2015 hasta el jueves pasado, el día de su comparecencia en la corte. Harris fue desplegado al campamento Lejeune en Carolina del Norte, un conocido epicentro de actividad de células fascistas.

Cuantos más detalles aparecen sobre la seriedad de la conspiración, tanto más notables se vuelven los esfuerzos de la prensa y el Partido Demócrata para restarle importancia al complot.

En une vento público el sábado en Pennsylvania, el candidato presidencial demócrata Joe Biden se refirió vagamente a la posibilidad de “artimañas” en las elecciones del 3 de noviembre. Indicando cuán sensibles están los círculos gobernantes sobre no llamar atención alguna a la conspiración de Trump, Biden se vio obligado a retractar sus comentarios horas antes, diciendo que solo quería subrayar que él respetaría el resultado si perdía. Biden les dijo a los votantes que “no les presten atención” a las amenazas de Trump de “influenciar y atemorizar a la gente para que no vote”.

En una entrevista ayer con la gobernadora Whitmer, Margaret Brennan de CBS sugirió que Whitmer era culpable de provocar el complot fascista: “Gobernadora, estos son sus ciudadanos. ¿Cómo unifica las cosas en su estado? Sé que estamos hablando del presidente y la retórica, pero ¿qué hace usted para lidiar con esto?”. Whitmer respondió que quería trabajar con todos los michiguenses, incluso los que se oponen a ella.

El silencio relativo de la prensa y el Partido Demócrata contrasta fuertemente con los alaridos de indignación de la cúpula demócrata por la alegación infundada de que Rusia se robó las elecciones de 2016 a favor de Trump por medio de unos cuantos miles de dólares en anuncios de Facebook. Al buscar avanzar los intereses del aparato militar y de inteligencia, los demócratas son implacables. Pero cuando se trata de defender los derechos democráticos más básicos, los demócratas temen hacer cualquier cosa que desate una amplia oposición social.

A tan solo tres semanas de las elecciones, Trump insiste con sus propias conspiraciones de permanecer en el poder sin importar el resultado de la votación. Cuenta con el apoyo de Wall Street, que apoya su política de “inmunidad colectiva”, junto a las fuerzas fascistizantes de la policía, las agencias migratorias y el aparato de militar e inteligencia. Más allá, Trump calcula que el Partido Demócrata está tan aterrado de la oposición en la clase obrera que aceptará un golpe de Estado por pate de Trump en vez de arriesgar un estallido social.

Pero incluso si los demócratas, con el apoyo de las agencias militares y de inteligencia, previenen que Trump se aferre al poder tras la elección, esto no alterará la trayectoria fundamental de la política estadounidense.

Independientemente del resultado de la crisis electoral de noviembre, las tendencias reveladas en semanas recientes tan solo se intensificarán. Si Trump fuera derrotado, sus simpatizantes creerán que su candidato fue “apuñalado por la espalda”, justificando un giro continuo hacia la derecha. Las milicias armadas serán normalizadas como un nuevo elemento del escenario político estadounidense.

La clase obrera no puede esperar pasivamente a que se desenvuelvan los acontecimientos. Necesita intervenir en la crisis con su propio programa. La lucha contra el Gobierno de Trump y el recurso de la clase gobernante a la dictadura y a conspiraciones fascistizantes necesitan ser contrarrestados por medio de un movimiento independiente de la clase obrera por el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 12 de octubre de 2020)

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