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Reseña de libro

La contrarrevolución de Gerald Horne contra 1776

Casi 250 años después de la Revolución Americana, el acontecimiento sigue ejerciendo una poderosa influencia en el presente. Los ideales de la revolución —igualdad humana y el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad— tienen un profundo encanto para los estadounidenses y, lo que es más, han inspirado a los idealistas políticos y revolucionarios de todo el mundo.

En 2014, el profesor Gerald Horne de la Universidad de Houston publicó un libro con esta asombrosa tesis: que la Revolución Americana se realizó para preservar la esclavitud. No fue una revolución genuina, argumentaba Horne, sino más bien una contrarrevolución librada para defender la esclavitud contra la verdadera fuerza revolucionaria, el Imperio Británico abolicionista —de donde viene el nombre del libro, La Contrarrevolución de 1776. La victoria americana no fue un acontecimiento histórico mundial ni progresista. Fue una catástrofe. Horne sugiere una analogía: la Revolución Americana creó "el primer Estado con apartheid".

La tesis de Horne, si fuera cierta, sería una reescritura fundamental de la historia estadounidense y mundial. Si los Estados Unidos surgieron de una lucha no por la libertad política, sino más bien por preservar el desgraciado sistema de la propiedad en el hombre, entonces 1776 no fue más que un preludio a la fundación de los Estados Confederados de América en 1861. La apreciación de mucho tiempo del impacto directo de la Revolución Americana en la Revolución Francesa de 1789, y todas las revoluciones que seguirían —una posición apoyada por Marx y Engels— también sería falsa. Es más, si el Imperio Británico fuera la fuerza revolucionaria en la competición con los colonos norteamericanos, la comprensión bien establecida de su centralidad en la reacción imperialista a lo largo del siglo XIX —en Irlanda, la India, Egipto, China y Sudáfrica, por nombrar unos pocos lugares— también se vería cuestionada.

Mapa del siglo XIX del Imperio Británico

El libro de Horne es influyente entre los que insisten en que la historia estadounidense solo se puede concebir como una lucha entre razas. Aunque el Proyecto 1619 del New York Times al principio no dio ninguna fuente, la principal autora Nikole Hannah-Jones dijo después que Horne fue una de las fuentes para su afirmación central de que "una de las razones primarias por las que los colonos decidieron declarar su independencia de Gran Bretaña fue porque querían proteger la institución de la esclavitud". La Contrarrevolución de 1776 ha sido elogiado por estridentes defensores del Proyecto 1619, tales como el profesor David Waldstreicher de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y Nicholas Guyatt de la Universidad de Cambridge. El propio New York Times le ha dado a Horne una plataforma destacada, al invitarlo a sentarse en un panel para una discusión pública del Proyecto 1619 en marzo de 2020, dirigido por el historiador Karin Wulf de la Universidad William y Mary.

El problema es este: la erudición de Horne no resiste el menor análisis. El trabajo de Horne es peor que inadecuado: es, en gran medida, una obra de ficción. Su interpretación de material fuente es muy inadecuada para ser imaginaria: interrumpe los citados para invertir su significado, atribuye incorrectamente las fuentes, y hasta hechos elementales están mal representados —o sencillamente están equivocados.

Historiadores honestos, que tratan con una gran cantidad de fuentes, cometen algún que otro error. Lo que hace tan irritantes las tergiversaciones de Horne no es solo la magnitud y la cantidad, sino que son centrales para su proyecto de reescribir la historia estadounidense. Para apreciar lo fundamental de la revisión de la historia estadounidense de la tesis de Horne —si fuera cierta— primero habría que repasar brevemente las facetas básicas de la comprensión de la Revolución americana que un siglo de erudición ha establecido.

Contexto

El entendimiento de la Revolución americana respaldado por la intelectualidad es que surgió de un conflicto entre Gran Bretaña y sus colonias norteamericanas por temas de soberanía, representación, tributación y autogobierno. La Guerra de los Siete Años (1756-1763), un costoso conflicto que enfrentó a Gran Bretaña y a Prusia contra Francia, Austria, España y Rusia en lides que iban de la Europa continental a la India y al continente americano, dejó a Gran Bretaña muy endeudada. Para abordar sus necesidades financieras, a partir de 1763, el gobierno británico intentó endurecer el cumplimiento de las regulaciones comerciales en el Imperio y, en una medida sin precedentes, impuso una tributación directa a las colonias americanas. Estas colonias estaban acostumbradas a un alto grado de autogobierno, con sus propias legislaturas y tribunales, aunque la mayoría (pero no todas) de las colonias tenían un gobernador nombrado por la corona. La relación formal entre el gobierno británico y las colonias nunca había sido claramente delineada, y el conflicto por los impuestos desató un intenso debate y una reevaluación del orden constitucional. ¿El Parlamento británico tenía el derecho absoluto a legislar sobre todos los asuntos en todas partes del Imperio? ¿El Parlamento podía imponer impuestos directamente a los colonos, a pesar de la falta de representación de estos últimos en el Parlamento? ¿O estaba la autoridad del Parlamento limitada a las Islas Británicas (y quizás la regulación del comercio dentro del Imperio), y el único lazo que vinculaba a las colonias con Gran Bretaña era la lealtad común al monarca? ¿Las asambleas coloniales estaban en pie de igualdad con el Parlamento, o estaban subordinadas a él?

"Un emblema de los Efectos del STAMP", del Pennsylvania Journal, octubre de 1765

La primera fase del conflicto empezó con la aprobación por parte del Parlamento de la Ley del Sello de 1765, que gravaba los materiales impresos, que desató una ola de desobediencia en las colonias. Pronto quedó claro que la Ley del Sello no se podría aplicar, y el Parlamento la revocó en 1766. Sin embargo, el Parlamento no estaba dispuesto a conceder el principio, e inmediatamente aprobó la Ley Declaratoria, proclamando su derecho a legislar sobre todos los asuntos en las colonias. El Parlamento hizo un nuevo intento por imponer impuestos a las colonias en 1767, en lo que pasó a ser conocido como las Leyes Townshend. Estas leyes llevaron a una nueva ola de conflicto y debate político. En 1768, el gobierno británico envió fuerzas militares a ocupar la ciudad de Boston, el semillero de la resistencia colonial. El gobierno británico cedió de nuevo en 1770, y revocó la mayoría de los nuevos impuestos. Sin embargo, un intento en 1773 por hacer cumplir la tributación que quedaba sobre el té desató otra oleada de resistencia colonial, de la manera más célebre en el Motín del Té de Boston. En una escalada dramática, el gobierno británico en 1774 aprobó una serie de medidas punitivas, llamadas las "Leyes Intolerables" por los americanos, que incluían la imposición efectiva de un gobierno militar en Massachusetts y el completo cierre del puerto de Boston. Estas medidas fueron vistas en las Trece Colonias como un intento por parte del gobierno británico de zanjar por la fuerza la cuestión de la autoridad del Parlamento.

Patriotas echando brea y plumas al comisionado de Aduanas, John Malcolm, el 5 de enero de 1774 bajo el Árbol de la Libertad, en Boston, Massachusetts

A esa altura se había formado una clara visión americana del Imperio, en la cual las asambleas coloniales eran iguales al Parlamento, y en la que solo la lealtad al monarca vinculaba a las colonias con Gran Bretaña. Esta visión era fundamentalmente irreconciliable con el punto de vista del gobierno británico, de que el Parlamento tenía autoridad para legislar sobre todos los asuntos en todas partes del Imperio. Para 1774, el gobierno británico, bajo el primer ministro conservador Lord North, había decidido que había que zanjar el asunto por la fuerza, haciendo casi inevitable el conflicto armado. Al otro lado del Atlántico, las colonias habían empezado a coordinar sus acciones, estableciendo una asamblea intercolonial, el Congreso Continental, desafiando de manera todavía más directa la autoridad del Parlamento. Se había creado una situación de poder dual. Al final estalló la lucha por las afueras de la Boston ocupada, el 19 de abril de 1775, que puso en marcha el conflicto militar que terminaría con el reconocimiento de Gran Bretaña de la independencia estadounidense en 1783.

La tesis de Horne

Ha habido agudos desacuerdos en la historiografía por la interpretación de los acontecimientos americanos. El punto de vista marxista —que data del propio Marx— siempre ha sostenido que la Revolución americana fue una revolución burguesa-democrática arraigada en el desarrollo de la clase media en conflicto con el ancien régime de propiedad feudal y relaciones políticas, nutrido con la ideología de la Ilustración. Entre los historiadores estadounidenses ha habido un intenso debate acerca de la importancia y alcance del conflicto social entre los colonos, y por el peso relativo a colocar sobre los desarrollos ideológicos versus los económicos. Con todo, ha habido un acuerdo universal en que la Revolución americana adquirió fuerza alrededor de una serie de conflictos por los impuestos, la soberanía y la representación política.

Esto es incompatible con la tesis de Horne de que la revolución se libró para proteger la esclavitud. El punto de vista de los eruditos es producto de generaciones de estudio. Se apoya en montañas de pruebas documentales. Cartas, diarios, panfletos, debates parlamentarios contemporáneos, etc., testifican la centralidad de la tributación, la representación y la soberanía del Parlamento en el conflicto. Dado esto, Horne tiene el listón muy alto para revertir tal comprensión bien establecida. Así que, ¿cómo es que Horne apoya sus tesis?

El argumento de Horne depende de un solo caso legal que ocurrió en Inglaterra en 1772, en el que un juez falló que un propietario de esclavos, Charles Stewart, no podía obligar a un esclavo que había comprado en las colonias, James Somerset, a abordar un barco hacia una vida de esclavitud continua en Jamaica. Somerset v. Stewart ayudó en el camino hacia el fin de la esclavitud en Inglaterra propiamente dicha, pero no en las colonias británicas, donde la esclavitud continuó durante más de 50 años. Horne argumenta que el gobierno británico de principios de la década de 1770 tenía fuertes tendencias abolicionistas, que el temor al abolicionismo británico era una de las fuerzas principales que llevaron a los americanos a la rebelión. Así es como Horne llega a su tesis asombrosa de que la revolución americana fue, en realidad, una contrarrevolución librada en defensa de la esclavitud.

Hay objeciones inmediatas y evidentes a la tesis de Horne.

Primero, está equivocada cronológicamente. Como hemos visto, la "crisis americana" ya estaba en marcha para 1772, cuando se decidió Somerset v. Stewart. Segundo, no se apoya en los archivos. Ninguno de los principales textos de la Revolución (tales como el célebre panfleto de Thomas Paine, Sentido Común, la Declaración de Independencia, o la Declaración de las causas y necesidad de tomar las armas) hace mención alguna de Somerset v. Stewart, ni de hecho del abolicionismo británico siquiera.

Thomas Paine

La Revolución americana fue argumentada abiertamente. Si la defensa de la esclavitud estuviera entre sus principales causas, esto se vería reflejado en los innumerables panfletos y diarios que todavía existen de la época de la revolución. Pero no es así. Además, las cartas y diarios privados de muchas de las figuras más importantes de la revolución todavía existen en archivos, donde han sido leídos cuidadosamente por parte de historiadores a lo largo de generaciones. Estas cartas y diarios casi ni mencionan el fallo de Somerset.

Lo cual no es de sorprender, porque no existía ningún movimiento abolicionista en Gran Bretaña ni en ninguna otra parte antes de la Revolución americana, que primero dio el impulso al sentimiento antiesclavista tanto en Gran Bretaña como en los recién formados Estados Unidos. Varios Estados (incluyendo a Massachusetts, donde era más fuerte la resistencia a Gran Bretaña) abolieron la esclavitud durante e inmediatamente después de la revolución, y para 1804, todos los Estados al norte de Maryland habían aprobado leyes que ponían a la esclavitud en camino a extinguirse. La tendencia hacia una posición antiesclavista en los Estados del norte, tanto entre blancos como entre negros, continuó y se fortaleció en olas, y culminó en la elección del presidente Abraham Lincoln en 1860, la Guerra Civil norteamericana y la abolición de la esclavitud en 1865. En Gran Bretaña, un movimiento abolicionista ganó fuerza después de la Revolución americana también. Pero el Imperio Británico, lejos de haber estado por el abolicionismo, como insiste Horne, continuó con la esclavitud en sus posesiones en las Indias Occidentales hasta 1833, y se alineó tácitamente con la Confederación en la Guerra Civil americana.

Contra la fuerza de estas objeciones, ¿cómo es que Horne sustenta su tesis? Horne tiene que establecer de alguna manera que los revolucionarios americanos estaban profundamente alarmados por el abolicionismo británico y que fueron impulsados a la rebelión por la decisión de Somerset. La búsqueda de este objetivo falso lleva a Horne a sus muchos "errores".

Leyendo de cerca la Introducción de Horne

Horne empieza su introducción al libro describiendo las celebraciones de los africanos en Londres al oír el fallo del juez, Lord Mansfield, en el caso de Somerset v. Stewart, que logró la libertad de Somerset. Horne luego contrasta esta celebración con la reacción en Virginia:

Otros no estaban tan exultantes, particularmente en Virginia, donde la antigua "propiedad" en cuestión en este caso había estado residiendo. "¿Es competencia del Parlamento hacer tal Ley? ¿Puede cualquier ley humana derogar la divina? La[s] ley[es] de la Naturaleza son las Leyes de Dios", escribió un escritor que preguntaba quejumbroso. (p. 1)

Horne da como fuente de esta cita el ejemplar del 20 de agosto de 1772 de Virginia Gazette. En la versión de Horne, el escritor de Virginia Gazette está enfadado porque el juez revirtió las "Leyes de Dios", de las cuales la esclavitud supuestamente forma parte. El texto completo de la carta que Horne cita está convenientemente disponible online, y da un panorama muy diferente. Aquí está el pasaje completo del cual Horne cita:

Se ha dicho que Lord Mansfield ha aconsejado una Ley que respete la Propiedad sobre los Negros en Inglaterra. [1] ¿Es competencia del Parlamento hacer tal Ley? ¿Puede cualquier ley humana derogar la divina? Las leyes de la Naturaleza son las Leyes de Dios. Según esas Leyes un Negro no puede ser menos libre que un Hombre de cualquier otra Tez. Si los Negros han de ser Esclavos a causa de su Color, el siguiente Paso será esclavizar a todos los Mulatos del Reino, luego a todos los Portugueses, después a los Franceses, luego a los Ingleses de tez marrón, y así sucesivamente hasta que solo quede un Hombre libre, ¡que será el Hombre de Tez más pálida de los tres Reinos!

Edición del 20 de agosto de 1772 del Virginia Gazette

Lejos de ser una defensa de la esclavitud, esta carta es un ataque a pleno pulmón a lo absurdo de esclavizar personas por el color de su piel. Horne ha leído muy mal la fuente original, y al citar de ella selectivamente, ha logrado invertir su significado. Contrariamente a su interpretación, la carta muestra a un diario de Virginia que expresa su aborrecimiento a la idea de la servidumbre humana.

Luego, para mostrar que la oposición a la decisión del Somerset supuestamente se extendía más allá de Virginia, Horne cita una carta del New-York Journal del 27 de agosto de 1772. Escribe Hornes:

Indicando que esta no era una respuesta modular, un corresponsal en Manhattan casi al mismo tiempo aseguraba que su dictamen ostensiblemente antiesclavista "ocasionará un fermento más grande en América (particularmente en las islas) que la propia Ley del Sello", una referencia a otro edicto de Londres que estaba provocando por entonces controversia en las colonias. (p. 1)

Esta vez, el truncamiento que hace Horne del original no altera el significado de manera significativa. Sin embargo, la tesis de Horne viene determinada por la declaración del corresponsal de que la oposición a la decisión de Somerset estará especialmente concentrada en las Indias Occidentales —un bastión de fidelidad imperial— en vez de en las colonias continentales. La carta original continúa quejándose de que el dictamen dejará a los propietarios de esclavos de las Indias Occidentales vulnerables a desafíos legales sobre su propiedad humana. [2]

Completando su compendio de respuestas en las colonias al fallo de Somerset, Horne escribe:

El radical de Carolina del Sur, William Drayton —cuya colonia apenas contenía una indisciplinada mayoría africana— estaba furibundo por esta decisión de Londres, afirmando que "completaría la ruina de muchas provincias americanas". (p. 1)

Aquí, Horne lo entiende completamente mal. William Henry Drayton no escribió esas palabras. Drayton era un habitante de Carolina del Sur que al principio simpatizó por Gran Bretaña y se opuso a los boicots coloniales a los bienes británicos. Sin embargo, en 1774, después de la promulgación de las Leyes Intolerables, Drayton rompió públicamente con su posición anterior, publicando Una carta de un Hombre libre, [3] en la que negaba la autoridad del Parlamento sobre las colonias.

Horne parece estar confundiendo el panfleto de Drayton con una respuesta publicada por un Lealista anónimo, bajo el pseudónimo de "Colono de atrás". El "Colono de atrás" disputa la afirmación de Drayton de que las libertades inglesas deberían extenderse totalmente a las colonias, escribiendo que si los derechos fueran universales, el fallo de Somerset se aplicaría en las colonias:

Si se adoptaran los Principios del Hombre libre, y si todo genuino Derecho a la Libertad que se establece en Inglaterra se pudiera lograr en América, completaría la Ruina de muchas Provincias americanas, así como de las Islas de las Indias-Occidentales. Una manumisión general de Negros es una Doctrina mal calculada para el Meridiano tanto de América como de las Islas; y sin embargo es uno de esos Derechos originales, de cuyo Ejercicio gozan inmediatamente todas las Formas humanas, al poner el Pie en aquel Territorio dichoso donde se prohíbe asentar la Esclavitud. [4]

Dejando de lado que ningún hablante en la historia del idioma inglés ha escrito alguna vez la palabra "perch" [asentar] durante un estado de "furia", parece que no es el revolucionario William Drayton el que estaba "furibundo" por el fallo de Somerset, sino más bien un Lealista (aunque el uso del adjetivo "furibundo" por parte de Horne es desmesurado, ya que ni siquiera el Lealista muestra atisbos de ira por el dictamen de Somerset ). La fuente del propio Horne socava seriamente su tesis de que la oposición a Gran Bretaña fue motivada por la decisión sobre Somerset. De hecho, si acaso, muestra que por lo menos un Lealista de Carolina del Sur fue determinado a apoyar a Gran Bretaña por miedo a las doctrinas peligrosas de libertad universal a las que adherían los revolucionarios.

Pero más que solo socavar su tesis, estos ejemplos ponen en duda la erudición de Horne. En apenas dos párrafos de la introducción de Horne, él ya ha truncado una carta antiesclavista de la Virginia Gazette para hacer que parezca que en realidad estuviera argumentando a favor de la esclavitud, y atribuyó mal un supuesto ataque al fallo de Somerset a un revolucionario, cuando la declaración la hizo en realidad un Lealista. Aunque uno fuera a conceder la interpretación más caritativa —que estas representaciones equivocadas no son deliberadas— este nivel de chapuza con las fuentes hace sospechosa toda declaración en el libro. Los lectores no deberían confiar en ninguna afirmación que hace Horne sin haberla confirmado personalmente rastreando la fuente original.

A esta altura, se justificaría que cerráramos el libro, pero algunos lectores se podrían preguntar: ¿Horne sigue tergiversando y atribuyendo mal las citas?

El caso de Henry Laurens de Carolina del Sur

Como era de esperar, tergiversaciones de fuentes y acontecimientos abundan en el libro de Horne. Una lista exhaustiva sería casi tan larga como el propio libro, así que esta reseña se limitará a unos pocos ejemplos.

Horne a menudo combina declaraciones y hechos inconexos, implicando una conexión donde no la hay, o sugiriendo que una declaración determinada significa algo diferente de lo que el hablante pretendía. En un fragmento que es típico de su método, Horne discute sobre Henry Laurens, un destacado revolucionario de Carolina del Sur. En este fragmento, Horne combina una serie de hechos desconectados:

Al destacado propietario de esclavos —y rebelde antilondinense— Henry Laurens de Carolina del Sur se le dijo que apenas antes de la confrontación de abril de 1775 en Lexington entre los republicanos y la Corona, esta última planeó instigar a los esclavizados a rebelarse para mitigar la iniciativa de los colonos. Para 1774, se decía que ya estaba convencido de que si Londres se salía con la suya, "nada más que Esclavos & sus Oficiales y sus Amos de Tareas habrán de residir en América". Puede que haya oído del súbdito británico de origen africano David Margrett, que estaba en Carolina del Sur en 1775 predicando la abolición. (p. 19)

Henry Laurens

Esta yuxtaposición hace que parezca que Henry Laurens hubiera estado advirtiendo de que los británicos darían poder a los esclavos en América, reemplazando a los colonos blancos. Sin embargo, como lo deja claro el libro que Horne cita para este pasaje, la declaración de Laurens de 1774 de que "nada más que Esclavos & sus Oficiales y sus Amos de Tareas habrán de residir en América" fue hecha como respuesta a las Leyes Intolerables. [5] Lo que Laurens quiso decir con esta declaración era que la política británica haría de los americanos esclavos del Parlamento. Este tipo de retórica era común en la política británica de finales del siglo XVIII, donde "esclavitud" podía referirse a cualquier forma de dependencia total e impotencia. La declaración de Laurens no tenía nada que ver con el fallo de Somerset, rebeliones de esclavos ni abolicionismo —expresaba su preocupación de que los colonos americanos estarían sometidos al régimen arbitrario del Parlamento. Y sin embargo Horne intenta convertir esta declaración de protesta contra las Leyes Intolerables en otra cosa —una declaración de que Gran Bretaña estaba favoreciendo a los esclavos.

Horne también sugiere que la declaración de Laurens puede que hubiera estado determinada por su miedo a un predicador abolicionista. Si Henry Laurens le hubiera tenido miedo al abolicionismo, como sostiene Horne, no hubiera tenido que mirar al otro lado del Atlántico, a Gran Bretaña. Su propio hijo, John Laurens, quien sirviera en el personal de George Washington en el Ejército Continental y quien al final cayera en combate en 1782, fue un crítico sin complejos de la esclavitud. John Laurens hizo campaña por la creación de un regimiento negro en Carolina del Sur, en el que los esclavos servirían a cambio de su libertad. Al explicarle su plan a su padre, John escribió:

Espero que mi plan para servir a mi país y la raza Negra oprimida no te parezca la Quimera de una mente juvenil engañada por una falsa apariencia de belleza moral, sino un sacrificio encomiable del Interés privado a la Justicia y el bien Público. ... [6]

John al final se ganó el apoyo de su padre para el plan, e incluso persuadió al Congreso para que autorizara la creación de un regimiento de 3.000 negros, pero el plan nunca superó la oposición en Carolina del Sur, y el regimiento no se creó. [7] Aun así, Horne no menciona nada de esto —parte de un patrón de omitir puntos de vista antiesclavistas de destacados revolucionarios americanos que él repite a lo largo de todo el libro. En cambio, nos agasaja con una declaración malinterpretada de Henry Laurens sobre la esclavitud metafórica, y no se nos habla de los puntos de vista realmente antiesclavistas de su hijo (por no hablar de las dudas personales del propio Henry sobre la institución).

Cuando Horne está más cerca de mencionar el plan de Laurens de poner en pie un regimiento negro es cuando hace referencia a una carta en la que Washington desestima la idea de reclutar esclavos para el Ejército Continental (p. 237). Horne dice que esta carta era de Washington a John Laurens, fechada el 30 de marzo de 1779. [8] Sin embargo, esa carta no existe. La carta a la que parece que Horne hace referencia fue, en realidad, escrita el 20 de marzo de 1779, e iba dirigida no a John, sino a su padre, Henry Laurens. [9]

Tales errores abundan en el libro de Horne. La única mención de John Laurens en el texto del libro (no en las notas a pie de página) es cuando Horne le atribuye la siguiente declaración a John: "Nunca pongas tu vida en su poder [el de los esclavos] ni por un momento" (p. 196). Al abrir la fuente a la que Horne hace referencia para esta cita, uno encuentra que estas son de hecho las palabras de Henry Laurens, no las de su hijo John. [10] Esta tergiversación no favorece el argumento de Horne, así que hay que asumir que esto se debe a su descuido habitual con las fuentes y los hechos. Pero hay más que simple descuido en el uso selectivo que Horne hace de su fuente. Aunque escoge la declaración de Henry Laurens sobre no confiar en los esclavos, no informa al lector de que según la misma fuente, "la actitud de [Henry] Laurens durante toda su vida hacia la esclavitud fue, en el mejor de los casos, ambivalente. En privado, detestaba la institución". [11] En cambio, Henry Laurens es presentado como un hombre motivado para rebelarse contra el Imperio Británico por temor al abolicionismo.

Benjamin Franklin y Granville Sharp

También Benjamin Franklin es víctima de la tergiversación en el libro de Horne. En un pasaje que empieza de manera poco convincente afirmando una "relación especial" entre Londres —que por entonces regía sobre un vasto imperio que dependía muchísimo de la esclavitud africana— y los africanos, Horne dice que cita a Benjamin Franklin:

Es más, los colonos pensaban que la relación especial de Londres con los africanos había ido demasiado lejos, hasta el punto de que pensaban que tenían motivos para temer que el brazo del sable de la Corona bajaría para estrellarse en sus cabezas. "Cada esclavo podría ser considerado un enemigo doméstico", según Benjamin Franklin hablando casi dos décadas antes de 1776. (p. 19)

Estas palabras son de una alocución por parte de la asamblea de Pennsylvania al gobernador, en la que se oponía al reclutamiento de criados ligados por contrato. [12] Fue pronunciada por un comité legislativo, del que era miembro Franklin, en 1756, antes de que surgiera cualquier conflicto con Gran Bretaña. Lejos de representar un temor a que Gran Bretaña liberara a los esclavos o entrara en una alianza con ellos, el discurso de hecho expresaba el temor a que la política británica alentara el crecimiento de la esclavitud en Pennsylvania, una institución que la asamblea de Pennsylvania veía como una fuente potencial de problemas. La asamblea consideraba que los esclavos eran desleales en general, y como consecuencia, no quería seguir trayendo esclavos a la colonia. No hay ningún indicio de que la asamblea temiera que los británicos se aliaran con los africanos contra los colonos. Más bien al contrario, el discurso argumenta que si Pennsylvania importaba más esclavos (en oposición a criados blancos vinculados por contrato), "Pennsylvania pronto [será] incapaz de permitirse más Hombres para el Servicio del Rey, que las Colonias Esclavistas ahora".

"Únete o muere", creado por Benjamin Franklin en 1754 como comentario sobre la desunión de las colonias británicas

Horne no menciona que el propio Franklin era, para los tiempos de la revolución, un crítico acérrimo de la esclavitud, y que estaba en contacto con Granville Sharp, el abolicionista que hizo campaña por la libertad de Somerset. De hecho, Horne solo hace unas pocas referencias a Franklin en el libro, lo cual es sorprendente, ya que Franklin es quizás el único de los fundadores destacados que está documentado que hizo alguna declaración sobre el fallo de Somerset. Todo lo que Horne dice sobre la reacción de Franklin al dictamen de Somerset es lo siguiente:

Los amos de esclavos llevaban mucho tiempo sintiéndose incómodos en Londres, objetando la desaprobación allí de sus brutales azotes a sus africanos y su percibido quedarse atrás en la recuperación de fugitivos. Mientras se prolongaba el caso de Somerset, se iba generando más antipatía hacia la esclavitud en las islas Británicas, indignando más a los colonos que habían normalizado esta forma de propiedad como cualquier otra, como un corcel o un loro. Cuando el abolicionista Granville Sharp despotricó contra los colonos acerca de esto, Benjamin Franklin replicó vehementemente. (p. 209)

Benjamin Franklin

A un lector se le perdonaría que por el libro de Horne terminara creyendo que Franklin se opuso a los esfuerzos de Sharp por abolir la esclavitud, o incluso que Franklin estaba acostumbrado a azotar esclavos y que por lo tanto se sintió incómodo en el Londres supuestamente abolicionista. De manera asombrosa, Horne deja fuera la verdadera reacción de Franklin al caso Somerset. A pocos días de que se zanjara el caso, Franklin publicó de forma anónima un ardiente ataque a la esclavitud en el London Chronicle. [13] Franklin abría su artículo deseando que se aboliera la esclavitud en las colonias:

Se dice que algunas personas humanas generosas suscribieron al esfuerzo de obtener libertad por ley para Somerset el Negro. Es de desear que la misma humanidad se extienda entre muchos; si no para procurar la libertad para aquellos que quedan en nuestras Colonias, por lo menos para obtener una ley para abolir el comercio africano de Esclavos, y declarar libres a los hijos de los Esclavos actuales al llegar a la mayoría de edad.

Franklin luego criticó la hipocresía de liberar a un solo esclavo en Inglaterra, mientras se seguía explotando a los esclavos en las colonias. Refiriéndose a la miserias en las plantaciones de azúcar en las colonias, franklin escribió:

¿Endulzarnos el té, etc., con azúcar, puede ser una circunstancia de tal absoluta necesidad? ¿Puede el mezquino placer que de allí surge hacia el gusto compensar tanta miseria producida entre nuestros semejantes, y una carnicería tan constante de la especie humana por este tráfico odioso y apestoso de cuerpos y almas de hombres? ¡ Farisaica Gran Bretaña, enorgullecerte de liberar a un solo Esclavo que llegue a tus costas, mientras los Mercaderes de todos tus puertos son desalentados por tus leyes a continuar un comercio por el cual tantos cientos de miles son arrastrados a la esclavitud que apenas puede decirse que termina con sus vidas, dado que está implicado en su posteridad!

Lo que hace de la omisión de Horne de la reacción de Franklin al caso Somerset aún más significativa es que esta parece ser la referencia más sustancial que cualquiera de los principales fundadores hiciera sobre el caso Somerset durante la época revolucionaria. Una búsqueda exhaustiva de las cartas de George Washington, Thomas Jefferson, John Adams, Alexander Hamilton, James Madison, John Jay y James Monroe no arroja ninguna referencia al fallo de Somerset. En un libro que se centra supuestamente en la influencia decisiva del fallo de Somerset en la revolución, Horne omite la declaración más sustancial (y tal vez la única) sobre el caso hecha por una destacada figura de la revolución, y esa declaración sucede precisamente que es un ataque a la institución de la esclavitud.

En su tergiversación de Franklin como figura que defendía la esclavitud, Horne omite otro hecho significativo —la colaboración de Franklin con Sharp, el destacado abolicionista británico. En su correspondencia con el notorio abolicionista cuáquero americano, Anthony Benezet, varios meses después del fallo de Somerset, Franklin escribió que "He entablado una Relación con el Sr. Granville Sharpe, y actuaremos Concertadamente en el Asunto de la Esclavitud". [14] Si Horne es consciente de las declaraciones de Franklin sobre el caso Somerset y la colaboración con Granville Sharp, entonces su decisión de omitirlas de su libro y en cambio presentar a Franklin como crítico del fallo sobre Somerset es sencillamente indefendible desde un punto de vista académico. Su única defensa posible es que no conocía las declaraciones de Franklin sobre el asunto, y en este caso es entonces un mal académico.

Granville Sharp

Sharp no solo era amigo de Franklin, sino que también fue un franco simpatizante de la causa americana. En 1774, Sharp publicó un panfleto en el que se oponía a la tributación sin representación, que Franklin (que por entonces vivía en Londres) envió para que fuera distribuido en América. [15] Después de que estallara la guerra entre Gran Bretaña y sus colonias americanas, Sharp renunció a su cargo en la oficina de ordenanza como protesta, escribiéndoles a sus superiores, "No puedo volver a mis obligaciones de ordenanza mientras se libra una guerra sangrienta, de manera injusta en mi opinión, contra mis compañeros súbditos". [16] Sería de verdad extraño que la persona tras el caso Somerset fuera entonces a apoyar una contrarrevolución con el objetivo de preservar la esclavitud.

Presentar a Franklin como esclavista es tanto más irritante, dado que en los últimos años de su vida, Franklin se implicó cada vez más en la política antiesclavista. [17] En la época del caso Somerset, además de sus conexiones con Benezet y Sharp, Franklin también mantuvo correspondencia con el activista antiesclavista de Pennsylvania (y futuro signatario de la Declaración de Independencia) Benjamin Rush. [18] Después de la revolución, Franklin fue elegido presidente de la Sociedad Abolicionista de Pennsylvania, que militaba no solo por la abolición de la esclavitud, sino además por medidas públicas para apoyar a exesclavos. Algunos de los últimos actos públicos de Franklin fueron apelaciones al público contra la esclavitud, [19] una petición al Congreso exigiendo la abolición de la esclavitud, [20] y un ataque satírico mordaz a los argumentos de los esclavistas. [21] Es difícil imaginar que Horne no sea consciente de estos hechos.

El Asunto Gaspee

Hay que mencionar absolutamente un ejemplo más de la "erudición" de Horne, simplemente por el nivel pasmoso de incompetencia que revela: en el trato de Horne al Asunto Gaspee, uno de los principales hitos en el período previo a la revolución, se equivoca en casi todo en un nivel fáctico básico.

El HMS Gaspee era un buque aduanero británico, cuyo capitán pasó a ser odiado en Rhode Island por su aplicación agresiva de las obligaciones aduaneras. En junio de 1772, el Gaspee encalló en un banco de arena persiguiendo a la nave postal Hannah en la Bahía Narragansett, en Rhode Island. Mientras el HMS Gaspee estaba varado en el banco de arena, un grupo de habitantes de Rhode Island abordó por la fuerza, saqueó e incendió el barco, y en el proceso le dispararon al capitán (sin matarlo). El gobierno británico estableció una comisión que intentó en balde, durante meses, construir un caso contra los implicados en el ataque al Gaspee. Aunque se conocía la identidad de los cabecillas, pocos habitantes locales estuvieron dispuestos a testificar. El Asunto Gaspee reveló la profundidad de la crisis entre Gran Bretaña y sus colonias americanas, intensificó las tensiones políticas y llevó a las colonias a empezar a coordinar sus acciones más estrechamente. A menudo se considera que tiene tanta importancia como el Motín del Té de Boston para el progreso de la revolución. El asunto en juego —obligaciones aduaneras y la oposición a la imposición directa de la autoridad británica en las colonias— fundamentan el punto de vista establecido desde hace mucho tiempo acerca de las causas de la revolución.

Una ilustración de 1886 que representa la destrucción del Gaspee

Horne logra inventarse una elaborada historia alternativa de este acontecimiento. Según Horne:

Se llegó a un clímax el 10 de junio de 1772 a altas horas de la madrugada, cuando un bergantín que llegaba desde África, el Gaspee, entró en Newport y fue abordado por oficiales de la Corona. Como respuesta, una muchedumbre de unos quinientos colonos varones causó disturbios, y quemó el barco británico. (págs. 203-204)

Casi todo en este pasaje está mal. En primer lugar, el Gaspee era el barco de la Marina Real encargado de hacer cumplir las normas aduaneras en la costa de Rhode Island. La tripulación del Gaspee era la que intentaba abordar barcos americanos. Horne lo ha pillado absolutamente al revés. En segundo lugar, el Gaspee no venía de África, sino que en cambio había estado patrullando la Bahía de Narragansett desde hacía meses (y llevaba años operando en aguas costeras americanas). Aunque se asumiera que Horne ha confundido el Gaspee con el barco americano que estaba persiguiendo, el Hannah, su descripción tampoco encaja con los hechos reales. El Hannah estaba navegando por su ruta habitual a lo largo de la costa de Rhode Island, y no llegaba desde África. El detalle sobre África parece ser un invento absoluto, con el objetivo de implicar que el barco tuviera algo que ver con el comercio de esclavos. Es más, oficiales británicos de aduana no abordaron el Hannah, que escapó después de que el Gaspee encallara. Es desconcertante cómo un historiador profesional pudo confundir tan completamente los hechos de un acontecimiento tan conocido.

El argumento más general de Horne sobre el Asunto Gaspee es que supuestamente reflejaba los temores de los habitantes de Rhode Island al abolicionismo británico. Para sustentar esto, Horne señala que Aaron Briggs, uno de los pocos testigos que los oficiales británicos pudieron convencer de que declarara contra los instigadores del ataque al Gaspee, tenía antepasados africanos (y quizás nativos americanos):

[E]l acelerante que hizo que esta llamarada fuera difícil de contener fue la presencia de Aaron Briggs como el principal testigo, señalando que la Corona se estaba moviendo en una dirección diferente a la de los colonos en el delicado asunto de los africanos, que ayudaron a solidificar la noción agrupadora de que Londres se estaba moviendo hacia hacer que este grupo despreciado impusiera disciplina a los colonos. (p. 205)

Pero Horne ofrece poco o nada para fundamentar esta hipótesis. Horne intenta presentar a Ezra Stiles, un destacado sacerdote congregacionalista en Rhode Island (y más tarde presidente de la universidad de Yale), como furioso porque los británicos se apoyaran en Briggs. Citando el diario de Stiles, Horne escribe, "Fue 'odioso, alarmante y arbitrario', contó, añadiendo palabras visiblemente ásperas sobre Briggs —'el Testigo Negro-Indio' que parecía curiosamente 'Educado e instruido'— añadiendo a la percepción de que se estaba utilizando a los africanos para aporrear a los colonos" (p. 206). Y sin embargo un examen real del diario de Stiles muestra que él tuvo palabras mucho más ásperas para un testigo blanco, a quien Stiles describió como "un despilfarrador y un Loco". [22] Lo que Stiles veía como "odioso, alarmante y arbitrario" no era que la comisión británica se apoyara en un testigo negro, sino más bien su poder de enviar colonos a la lejana Londres para ser enjuiciados, donde presumiblemente se enfrentarían a un jurado menos favorable. Como escribió Stiles en su diario el 10 de junio de 1773:

A pesar de todos los Paliativos y Atenuantes, la Comisión era con razón odiosa, alarmante y arbitraria —no solo meditó sino que preparó directamente por apresar y enviar a casa personas a Londres ... el Juicio iba a ser en Inglaterra. [23]

Horne concluye, "La ira de Stiles era reflejo del conflicto creciente entre la élite local —que tenía ganancias de sobra del comercio de esclavos— y la Corona" (p. 206). Pero Horne no ha fundamentado esta tesis. Para creerla, hay que ignorar un hecho muy importante, que Horne le esconde al lector —el propio Stiles pasó a oponerse a la esclavitud durante los años 1770. En 1773, Stiles y otro destacado ministro congregacionalista de Rhode Island, Samuel Hopkins, publicaron una carta pública sobre su plan "de llevar el evangelio a Guinea", formando a dos exesclavos nacidos en África como misioneros. En la carta, Stiles y Hopkins atacaban el tráfico de esclavos:

Y se propone humildemente a los que están convencidos de la inequidad del comercio de esclavos; y son sensatos respecto a la enorme crueldad y salvajismo de esclavizar a tantos miles de nuestros semejantes cada año, con todos los terribles y horrorosos asistentes; y están listos a dar testimonio contra ella de todas las maneras adecuadas, y hacer todo lo posible para ponerle fin: Si tienen o no una buena ocasión para hacerlo, al contribuir gustosos, según su capacidad, para fomentar la misión propuesta. ...

Stiles y Hopkins publicaron una segunda carta en 1776, esta vez directamente vinculando su propuesta a los ideales de la revolución: "mientras estamos luchando por nuestras libertades civiles y religiosas, sería peculiarmente favorecedor y encomiable que nos esforcemos para procurar la misma bendición para los demás, en la medida en que esté a nuestro alcance". [24]

Cuando escribió estas cartas, el propio Stiles tenía todavía un esclavo en propiedad, un hombre llamado Newport. Stiles liberó a Newport en 1778, y en 1790, Stiles pasó a ser el primer presidente de una sociedad antiesclavista en Connecticut. La propia oposición a la esclavitud en desarrollo de Stiles a lo largo de este período socava seriamente la tesis de Horne de que Stiles representaba a una élite proesclavista enfadada con el abolicionismo británico. Horne decide simplemente no informar al lector del verdadero punto de vista de Stiles sobre el tema.

De manera más general, el intento de Horne de explicar la oposición de los pobladores de Rhode Island a Gran Bretaña como consecuencia de su supuesto apoyo a la esclavitud y temor al abolicionismo británico se viene abajo cuando se mira la historia de las medidas antiesclavistas en Rhode Island. En junio de 1774, la legislatura de Rhode Island prohibió la importación de esclavos, vinculando directamente esta medida a la lucha revolucionaria. La legislatura declaró:

Considerando que, los Habitantes de América están generalmente comprometidos con la preservación de sus propios derechos y libertades, entre las cuales hay que considerar la de la libertad personal como la más importante; y que aquellos que están deseosos de gozar ellos mismos de todas las ventajas de la libertad, deberían estar dispuestos a extender la libertad personal a los demás; Por lo tanto que la Asamblea General promulgue, y por su autoridad queda promulgado, que para el futuro, ningún esclavo negro ni mulato será traído a esta colonia; y en caso de que de ahora en más se traiga algún esclavo, él o ella serán, y lo son por la presente, liberados inmediatamente, en lo que respecta a la libertad personal, y el goce de la propiedad privada, de la misma manera que los Indios nativos. [25]

Inmediatamente después del final de la guerra revolucionaria, Rhode Island aprobó una ley que ponía fin gradualmente a la esclavitud en el Estado, declarando libre a toda la gente nacida en el Estado desde el 1 de marzo de 1784 en adelante. El preámbulo de la ley cita de la Declaración de Independencia, conectando la abolición de la esclavitud con los ideales de la revolución:

Considerando que todos los Hombres tienen derecho a la Vida, la Libertad y a la Búsqueda de la Felicidad, y que el mantener a la Humanidad en un Estado de Esclavitud, como Propiedad privada, que ha obtenido gradualmente por Costumbre sin trabas y el Permiso de las Leyes, es repugnante para este Principio, y subversivo para la Felicidad de la Humanidad, el gran Fin de todo Gobierno civil: SEA Promulgado por lo tanto... [26]

Horne simplemente ignora estas medidas antiesclavistas, y en cambio afirma que "en los años 1770, mientras crecía la rabia contra Londres, la legislatura en su colonia marítima pasó a penalizar a los que liberaban a sus esclavos" (p. 207). Esto es una referencia a las leyes que requerían que los amos que liberaban a sus esclavos pagaran una fianza, para garantizar que si la gente liberada de esta manera se hacía indigente, no impusiera una carga financiera a la colonia. Por supuesto, Horne no explica esto —se le deja la impresión al lector de que la legislatura de Rhode Island era firme defensora de la esclavitud. Hacia el final de su discusión del Asunto Gaspee, Horne escribe que "los colonos se rebelaron con éxito, sacando a Londres de las trece colonias y dejando a los africanos para confrontarse a las mercedes no muy tiernas de los republicanos engreídos" (pp. 207-208). Un lector del libro de Horne no tendría ni idea de que estos "republicanos engreídos" aprobaron sin demora una ley que ponía a la esclavitud en vías de extinción.

En general, Horne presenta a Rhode Island en el período previo a la revolución como una colonia tan comprometida con la esclavitud que se rebeló contra la madre patria para preservar la institución. La tesis de Horne se apoya en los cimientos más endebles —la raza del testigo que identificó a los dirigentes del ataque al Gaspee— y requiere que se ignore la historia de medidas antiesclavistas en Rhode Island. Es difícil valorar cuánto hay aquí exactamente de incompetencia y cuánto de deshonestidad: el intento chapucero de Horne de describir los hechos básicos del ataque al Gaspee apunta a incompetencia, pero su presentación tan selectiva de Stiles y Rhode Island apunta a un cierto grado de deshonestidad.

La recepción de los historiadores del trabajo de Horne

Dadas las numerosas tergiversaciones de hechos básicos y citas en el libro de Horne, uno se podría preguntar: ¿cómo ha sido recibido en la comunidad de historiadores? Con certeza otros se han dado cuenta de las tergiversaciones de Horne, y ciertamente su trabajo no es tomado en serio por historiadores serios.

¿Y qué tipo de editorial le daría su imprimátur a un trabajo que logra incluir múltiples citas equivocadas para el final del segundo párrafo? La respuesta es la New York University Press, que describe el trabajo como "pionero". [27] Pero no es solo la editorial quien ha amontonado elogios al trabajo de Horne —el libro ha recibido reseñas favorables en destacadas revistas académicas. En la American Historical Review, Kit Kandlin de la Universidad de Sydney escribe, "En un abordaje refrescante del movimiento independentista, Horne coloca la esclavitud y su expansión en Norteamérica durante principios del siglo dieciocho en el centro del conflicto entre Londres y sus colonias cada vez más nerviosas y hostiles del otro lado del Atlántico". Kandlin concluye con un gran elogio del trabajo de Horne: "Sumamente legible, este es un libro que debería estar en la lista de lecturas de todo estudiante de licenciatura y merece ser tomado muy en serio en la discusión actual respecto a los orígenes de la república americana". [28]

En una nota de propaganda que adorna la contraportada de algunas ediciones del libro, el profesor Waldstreicher dice entusiasmado:

Este libro totalmente original argumenta que la historia de la revolución americana ha sido narrada sin una de las principales piezas del puzzle en su sitio. El ascenso de la esclavitud y el imperio británico crearon un modelo de guerra imperial, resistencia de los esclavos, y armamento de los esclavos que llevó a la inestabilidad y, en última instancia, a adherir a la independencia. Horne integra las Indias Occidentales Británicas, Florida y toda la época colonial con estudios recientes sobre las Carolinas y Virginia; el resultado es una síntesis mayor que pone de relieve la ganancia basada en la esclavitud y la inquietud esclava. Los americanos resurgen no solo como libres comerciantes anticoloniales sino como particularmente dedicados a una línea de color emergente y a su control sobre el futuro de una economía basada en la esclavitud. Una contribución notable e importante a nuestra comprensión de la creación de los Estados Unidos.

En tanto que intelectual de historia colonial y de principios de los Estados Unidos, con un foco específico en la esclavitud y los movimientos antiesclavistas, Waldstreicher debería ser capaz de reconocer lo cutre del trabajo de Horne. Sería difícil imaginar que a Waldstreicher se le pasara por alto la completa confusión de Horne sobre el Asunto Gaspee, o que Waldstreicher no conociera las medidas antiesclavistas adoptadas por Rhode Island durante la Revolución e inmediatamente después de esta. Asumiendo que Waldstreicher ha leído el libro que ha estado promocionando, hay que preguntarse por qué está dispuesto a añadir elogios a tal sinsentido.

El profesor Padraig Riley de la Universidad Dalhousie es más vacilante y crítico en su reseña en el New England Quarterly, y le preocupa que "Horne tiende a exagerar el poder del sentimiento antiesclavista en Gran Bretaña en los albores de la Revolución americana, y resta importancia a los desafíos potenciales a la esclavitud desde dentro de los nuevos Estados americanos", y que la descripción de Horne "enmascara divisiones seccionales significativas por la esclavitud que se volvieron más, no menos, pronunciadas después de la Revolución americana". Con todo, Riley parece disculpar las exageraciones de Horne comparando su trabajo con el de David Walker, un importante escritor africano estadounidense y abolicionista de principios del siglo XIX. (Lo único que Horne tiene en común con Walker es que él también es africano estadounidense.)

Riley concluye con un comentario ambiguo:

La contrarrevolución de 1776 nos pide repensar la narrativa fundamental de la historia estadounidense y cuestionar los mitos nacionalistas. Horne pide que los historiadores consideren la esclavitud no como la excepción a la promesa republicana de la Revolución americana sino más bien como la norma en la medida en que proteger la esclavitud era una causa fundamental de revuelta colonial. Por más que disienta con algunas de las conclusiones de Horne, esta me parece que es la manera correcta de proceder. [29]

En una reseña mucho más crítica, el profesor J. Kent McGaughy del Houston Community College-Northwest escribe, "El esfuerzo de Horne por establecer una conexión entre la resistencia esclava y la decisión de declarar la independencia americana no se fundamenta en las pruebas. ... Hacia el final el libro de Horne empeora y es una justificación polémica de por qué su tesis debe ser cierta en vez de presentar pruebas que demuestren su postura". [30] McGaughy también recoge una de las tergiversaciones de Horne de las fuentes, y brinda otro ejemplo más de la introducción del libro:

Horne altera o cita mal las fuentes, y demasiado a menudo se apoya en fuentes primarias citadas en obras secundarias en vez de referirse a los documentos originales. En su introducción, Horne se centra en las tensiones entre los ingleses y los irlandeses en los siglos diecisiete y dieciocho (Horne, 9-10). Al empezar la Guerra de Independencia Americana, cita a Aerthur Lee: "Las tropas irlandesas van con infinita resistencia ... fuertes guardias son obligadas a mantenerse sobre los transportes para evitar que deserten en conjunto" (10). Lee en realidad escribió: "Las tropas inglesas e irlandesas van con infinita reticencia y fuertes guardias son obligadas a mantenerse sobre los transportes para evitar que deserten en masa". Quitando la referencia de Lee a los "ingleses", Horned [sic] cambió el significado de la cita de Lee, adaptándola para sustentar su postura. [31]

Hay que preguntarse, entre estos historiadores profesionales que reseñaron el libro provocativo de Horne, ¿por qué es McGaughy el único que reprende a Horne explícitamente por su tergiversación constante de las fuentes? ¿Acaso simplemente se les escaparon a Kandlin y a Waldstreicher las numerosas tergiversaciones a lo largo de todo el libro? Uno esperaría que cuando se les pidió que reseñaran un libro que afirma revertir tan dramáticamente la historiografía de la Revolución americana, los historiadores profesionales aplicarían un poquito de indagación antes de dar su recomendación. A no ser que aleguen incompetencia, hay que concluir que estaban dispuestos a dejar pasar las tergiversaciones de Horne para sus propios propósitos.

Por lo menos un reseñador no académico la ha emprendido con la erudición chapucera de Horne. Escribiendo para el sitio web de noticias conservador The Bulwark, Cathy Young también pilló la atribución equivocada que hizo Horne del panfleto del Lealista Colono de Atrás al revolucionario William Henry Drayton. Young se dio cuenta de otras tergiversaciones más, incluso la afirmación de Horne de que el ataque de un panfletista revolucionario a Lord Mansfield (el magistrado del caso Somerset ) estaba motivado por el apoyo a la esclavitud (el panfletista atacaba a Mansfield por temas que no tenían absolutamente nada que ver —la libertad de prensa y el poder de los jurados). [32] Cualquier persona que quiera abrir el libro en cualquier capítulo y busque las referencias sin dudas desvelará muchas más tergiversaciones.

¿Por qué importa?

¿Qué dice sobre el estado de la profesión de historiador el que solo un historiador académico reprendiera a Horne por una tergiversación masiva de fuentes, mientras otros reseñadores de destacadas revistas de historia le hicieron comentarios favorables? Lo que es igual de importante, ¿cómo pudo ver la luz del día un trabajo tan chapucero y tendencioso? ¿La NYU Press somete de hecho los libros que publica a una revisión de pares?

Una cosa sería que el libro de Horne simplemente se hubiera colado sin querer, pero a través del Proyecto 1619 del New York Times, sus tesis han conseguido mucha atención. En un tuit que ahora está borrado, la autora principal del Proyecto 1619, Nikole Hannah-Jones, hacía referencia a La contrarrevolución de 1776 en apoyo de su tesis de que la Revolución americana se realizó para preservar la esclavitud. [33] Esto es central para su objetivo más general —la afirmación de que toda la historia estadounidense es una lucha entre blancos y negros.

Jamelle Bouie, escritora de opinión del New York Times y autora de otro ensayo sobre el Proyecto 1619, ha promocionado repetidamente el libro de Horne en Twitter. [34] El New York Times incluyó conscientemente a Horne en el panel de historiadores que reunió para una discusión pública del Proyecto 1619. El propósito del evento, que ocurrió poco después de las críticas al Proyecto 1619 por parte de varios historiadores destacados, estaba claro —encubrir las afirmaciones del Times sobre la esclavitud y la Revolución americana.

Durante el panel de discusión, aunque estaba claro que algunos de los historiadores presentes disentían de la posición de Horne, estos eran reticentes a contradecirlo directamente. La moderadora, Karin Wulf (profesora de historia en la Universidad William y Mary, y directora del Instituto Omohundro de Historia y Cultura de Principios de los Estados Unidos), citó con aprobación el libro de Horne, citando un pasaje que cristalizaba su tesis. [35] Es difícil imaginar que Wulf no fuera consciente de lo inverosímil de la tesis de Horne, o que no se diera cuenta de ninguna de sus numerosas tergiversaciones. ¿Por qué historiadores con credenciales impecables, muy sabios, no están dispuestos a corregir falsedades evidentes en un entorno público? Más: ¿qué papel desempeña el que el New York Times patrocine la "erudición" de Horne en la reticencia de los historiadores actuales a confrontarlo honestamente?

Además de recomendar el libro de Horne, Waldstreicher ha defendido públicamente el Proyecto 1619. En un artículo en el Boston Review, Waldstreicher comenta que "[l]os argumentos que se hacen en el Proyecto 1619 se basan en buena medida en el trabajo de académicos como Horne, Holton, Taylor, yo mismo, y otros (de hecho, Hannah-Jones y Silverstein han reconocido otro tanto)", y se refiere a Horne como a uno de un grupo de "eruditos" jóvenes que "cuestionan el punto de vista del establishment de la Revolución y los fundadores". [36] Nicholas Guyatt, profesor de historia moderna en la Universidad de Cambridge, que defendió el Proyecto 1619 en las páginas del Times, [37] ha recomendado el libro de Horne en Twitter, escribiendo que "[e]l argumento de Contrarrevolución de 1776 es complejo pero importante, y creo que todos deberían leer ese libro. (Especialmente para el debate actual.)" [38]

Fuera del ámbito académico también otros han promocionado el trabajo de Horne. La contrarrevolución de 1776 salió en el Financial Times, [39] el Guardian, [40] Vox, [41] Salon.com [42] y Democracy Now!. [43] El Intercept ha entrevistado a Horne, [44] y Ryan Grim, el jefe de la oficina del Intercept en D. C., le ha hecho publicidad a La Contrarrevolución de 1776 en Twitter. [45] Publishers Weekly le dio a La Contrarrevolución de 1776 una revisión estrella (reservada para "libros superlativos"), describiendo la investigación de Horne como "meticulosa, abarcadora, fascinante y que desafía el pensamiento". [46] Aunque decepciona ver a la prensa popular promocionando tales tergiversaciones groseras de la historia, no es sorprendente que lo hagan en un entorno político dominado por la política racial, y en el que elementos importantes de la profesión de historiador han renunciado a su responsabilidad de confrontar vigorosamente tales tergiversaciones.

Así que, ¿cómo es que un libro repleto de errores evidentes y tergiversaciones haya sido fomentado por historiadores académicos e instituciones culturales destacadas? No fue difícil revelar los errores del libro. Como hemos visto, el segundo párrafo de la introducción contiene dos tergiversaciones serias: un texto antiesclavista truncado para hacer que parezca que en cambio argumentaba a favor de la esclavitud, y un panfleto Lealista atribuido mal a un Patriota. En última instancia, es difícil explicar cómo historiadores profesionales podrían promocionar este libro sin invocar motivos políticos. Aunque hay todavía muchos historiadores rigurosos que investigan cuidadosamente, existe también un género de historiografía tendenciosa y en última instancia deshonesta, de la cual el trabajo de Horne es un ejemplo. El libro de Horne sirve un propósito político contemporáneo, que el propio Horne ha dejado claro en numerosos pronunciamientos públicos: promover políticas racialistas en los Estados Unidos de hoy, y rechazar la idea de que hubo cualquier contenido progresista en la Revolución americana.

Hay que mencionar una última cosa, que puede que ayude a explicar la disposición de Horne a distorsionar hechos y fuentes: Horne está afiliado al Partido Comunista de los EEUU, una organización estalinista. En 2009, respondiendo a un artículo que criticaba la rehabilitación de Stalin en la Rusia moderna, Horne escribió que los crímenes de Stalin no fueron mayores que los de los padres fundadores de los Estados Unidos. [47]

En el ámbito de la historia esta conexión tiene doble importancia. El estalinismo, en tanto que tendencia política contrarrevolucionaria, ha dependido siempre de la falsificación histórica. La consolidación de Stalin del poder en la Unión Soviética se construyó no solo sobre los huesos de la generación revolucionaria de Octubre de 1917, sino además en la reescritura total de la historia de la Revolución rusa para acomodarla a las necesidades de la burocracia que él representaba. Los métodos históricos de Stalin —lo que Trotsky llamó "la escuela estalinista de la falsificación"— fueron emulados por acólitos de todo el mundo que antes eran conocidos como "escritorzuelos estalinistas". De esa escuela sale Horne.

Indiscutido en gran medida y hasta legitimado por parte de la historiografía, es este estilo de pensamiento, que, blanqueado mediante el Proyecto 1619 del New York Times, ahora está siendo endilgado en los planes de estudios de escuelas de todo Estados Unidos como manera de dividir a los jóvenes de clase trabajadora por criterios raciales.

Notas:

[1] Esta es una referencia a la sugerencia de Lord Mansfield, hecha durante el juicio, que el Parlamento podía aprobar una ley que permitiera explíticamente la esclavitud en Inglaterra.

[2] De Debating the Issues in Colonial Newspapers, por David A. Copeland (ver el capítulo “The Somerset Case and the Anti-Slavery Controversy, 1772”).

[3] William Henry Drayton, A Letter from Freeman of South-Carolina, to the Deputies of North-America in the High Court of Congress at Philadelphia. Charleston, 1774. Disponible en Google Books.

[4] El panfleto del Colono de Atrás, “Some Fugitive Thoughts on a Letter Signed Freeman”, se incluye como el Panfleto 24 en la colección The American Revolution: Writings from the Pamphlet Debate Vol. 2 1773-1776.

[5] J. William Harris, The Hanging of Thomas Jeremiah: A Free Black Man’s Encounter with Liberty. New Haven & London: Yale University Press, 2009. p. 68.

[6] John Laurens a Henry Laurens, 2 de febrero de 1778. https://teachingamericanhistory.org/library/document/letter-to-henry-laurens-1-14-1778/.

[7] Gregory D. Massey, “The Limits of Antislavery Thought in the Revolutionary Lower South: John Laurens and Henry Laurens”. The Journal of Southern History, vol. 63, no. 3 (agosto, 1997), pp. 495–530 (36 páginas). https://doi.org/10.2307/2211648.

[8] Ver la nota al pie de página número 25 del capítulo 10 de Horne, a la que se hace referencia en la página 237 de The Counter-Revolution of 1776.

[9] “From George Washington to Henry Laurens, 20 March 1779”, Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Washington/03-19-02-0533. [Fuente original: The Papers of George Washington, Revolutionary War Series, vol. 19, 15 de enero al 7 de abril de 1779, ed. Philander D. Chase y William M. Ferraro. Charlottesville: University of Virginia Press, 2009, pp. 542–543.]

[10] Gregory D. Massey, “John Laurens and the American Revolution”. Columbia, SC: University of South Carolina Press, 2000, p. 15.

[11] Ibid., p14.

[12] “Pennsylvania Assembly: Address to the Governor, 11 February 1756,” Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Franklin/01-06-02-0166. [Fuente original: The Papers of Benjamin Franklin, vol. 6, 1 de abril de 1755, al 30 de septiembre de 1756, ed. Leonard W. Labaree. New Haven and London: Yale University Press, 1963, pp. 396–400.]

[13] “The Sommersett Case and the Slave Trade, 18–20 June 1772,” Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Franklin/01-19-02-0128. [Fuente original: The Papers of Benjamin Franklin, vol. 19, del 1 de enero al 31 de diciembre de 1772, ed. William B. Willcox. New Haven and London: Yale University Press, 1975, pp. 187–188.]

[14] “From Benjamin Franklin to Anthony Benezet, 10 February 1773”, Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Franklin/01-20-02-0030. [Fuente original: The Papers of Benjamin Franklin, vol. 20, 1 de enero al 31 de diciembre de 1773, ed. William B. Willcox. New Haven and London: Yale University Press, 1976, pp. 40–41.]

[15] Granville Sharp, A Declaration of the People’s Natural Right to a Share in the Legislature (1774). Google Books. “From Benjamin Franklin to Granville Sharp, 21 January 1775”, Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Franklin/01-21-02-0245. [Fuente original: The Papers of Benjamin Franklin, vol. 21, 1 de enero de 1774, al 22 de marzo de 1775, ed. William B. Willcox. New Haven and London: Yale University Press, 1978, p. 453.] “From Benjamin Franklin to Thomas Cushing, 27 July 1774”, Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Franklin/01-21-02-0135. [Fuente original: The Papers of Benjamin Franklin, vol. 21, 1 de enero al 22 de marzo de 1775, ed. William B. Willcox. New Haven and London: Yale University Press, 1978, pp. 262–263.]

[16] Prince Hoare (ed.), Memoirs of Granville Sharp, Esq. Cambridge University Press, 2014. pp. 124–126.

[17] Gary B. Nash, “Franklin and Slavery”. Actas de la American Philosophical Society, vol. 150, no. 4 (diciembre, 2006), pp. 618–635 (18 páginas). https://www.jstor.org/stable/4599029.

[18] Ver, por ejemplo, la correspondencia de Franklin con Rush sobre un panfleto antiesclavista que Rush había escrito y enviado a Franklin. “To Benjamin Franklin from Benjamin Rush, 1 May 1773”, Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Franklin/01-20-02-0111. “From Benjamin Franklin to Benjamin Rush, 14 July 1773”, Founders Online, National Archives, https://founders.archives.gov/documents/Franklin/01-20-02-0167. [Fuente original: The Papers of Benjamin Franklin, vol. 20, 1 de enero al 31 de diciembre de 1773, ed. William B. Willcox. New Haven and London: Yale University Press, 1976, pp. 192–193, 314–316.]

[19] Benjamin Franklin, “An Address to the Public, 9 November 1789” en The Writings of Benjamin Franklin, vol. 10, ed. Albert Henry Smyth. The Macmillan Company: New York & London, 1907. pp. 66–68. https://archive.org/details/writingsbenjami15frangoog/page/n96/mode/2up.

[20] Benjamin Franklin, “Petition from the Pennsylvania Society for Promoting the Abolition of Slavery, 3 February 1790”. https://franklinpapers.org/framedVolumes.jsp?vol=46&page=392.

[21] “To the Editor of the Federal Gazette, 23 March 1790” en The Writings of Benjamin Franklin, vol. 10, ed. Albert Henry Smyth. The Macmillan Company: New York & London, 1907. pp. 86–91. https://archive.org/details/writingsbenjami15frangoog/page/n116/mode/2up.

[22] The Literary Diary of Ezra Stiles, Vol. I, January 1, 1769 – March 13, 1776, ed. Franklin B. Dexter. New York: Charles Scribner’s Sons, 1901, p. 335. https://archive.org/details/literarydiaryofe01stil/page/335/mode/1up.

[23] Ibid ., p. 384. https://archive.org/details/literarydiaryofe01stil/page/384/mode/1up.

[24] Estos planes están discutidos en Oliver Wendell Elsbree, “Samuel Hopkins and His Doctrine of Benevolence”. The New England Quarterly, vol. 8, no. 4 (diciembre, 1935), pp. 534–550 (17 páginas). https://doi.org/10.2307/360358. Se puede acceder a las propias cartas en https://en.wikisource.org/wiki/To_the_Public%2E_There_Has_Been_a_Design_Formed_%E2%80%A6_to_Send_the_Gospel_to_Guinea.

[25] “An Act prohibiting the importation of Negroes into this Colony” en Records of the Colony of Rhode Island and Providence Plantations, in New England, Vol. VII, 1770-1776, ed. John R. Bartlett. Providence: A. Crawford Greene, 1862. p. 251. https://archive.org/details/recordsofcolonyo07rhod/page/251/mode/1up.

[26] [Gradual Emancipation Act of 1784](https://catalog.sos.ri.gov/repositories/2/digital_object_components/73).

[27] NYU Press: https://nyupress.org/9781479806898/the-counter-revolution-of-1776/.

[28] Kit Kandlin, American Historical Review, vol. 120, número 1, febrero de 2015, pp. 235–236, https://doi.org/10.1093/ahr/120.1.235.

[29] Padraig Riley, The New England Quarterly, vol. 88, no. 1 (marzo de 2015), pp. 166–169 (4 páginas). https://www.jstor.org/stable/24718211.

[30] J. Kent McGaughy, Pennsylvania History: A Journal of Mid-Atlantic Studies, vol. 82, no. 4 (otoño de 2015), pp. 546–550 (5 páginas). https://doi.org/10.5325/pennhistory.82.4.0546.

[31] Ver Arthur Lee a Benjamin Franklin, 13 de febrero de 1776, incluido en American Archives: Containing a Documentary History of the English Colonies in North America, from the King’s Message to Parliament of March 7, 1774, to the Declaration of Independence by the United States. Cuarta serie, vol. 4. Washington: M. St. Clair Clarke & Peter Force, 1843. https://books.google.com/books?id=lEwMAQAAMAAJ&pg=PA1125&lpg=PA1125&dq=%22The+English+and+Irish+troops+go+with+infinite+reluctance%22.

[32] Ver el panfleto “The Pamphlet, Entitled, ‘Taxation no Tyranny,’ Candidly Considered”, Londres, 1775. https://books.google.com/books?id=maVbAAAAQAAJ.

[33] Nikole Hannah-Jones (@nhannahjones), Twitter, 21 de diciembre de 2019: "Seguro, puedes empezar con los textos citados en nuestra respuesta. También, La contrarrevolución de 1776 de Gerald Horne. Sylvia Frey, Water from the Rock. Todos estos deberían ayudar. Gracias por el intercambio respetuoso".

[34] Jamelle Bouie, “America holds onto an undemocratic assumption from its founding: that some people deserve more power than others”, New York Times Magazine, 14 de agosto de 2019. https://www.nytimes.com/interactive/2019/08/14/magazine/republicans-racism-african-americans.html.

[35] “The 1619 Project—Slavery and the American Revolution: A Historical Dialogue”, https://youtu.be/WnLm8dMAqxE?t=2359.

[36] David Waldstreicher, “The Hidden Stakes of the 1619 Controversy”. Boston Review. 24 de enero de 2020. http://bostonreview.net/race-politics/david-waldstreicher-hidden-stakes-1619-controversy.

[37] Nicholas Guyatt, “1619, Revisited”, New York Times, 19 de octubre de 2020. https://www.nytimes.com/2020/10/19/opinion/1619-nikole-hannah-jones-bret-stephens.html.

[38] Nicholas Guyatt (@NicholasGuyatt), Twitter, 22 de enero de 2020.

[39] Rana Foroohar, “Books to illuminate the problems of race in America”, Financial Times, 3 de junio de 2020. https://www.ft.com/content/aeba9304-a57c-11ea-92e2-cbd9b7e28ee6.

[40] Jason Wilson, “‘It’s a matter of survival’: the black Americans fighting for gun rights”, The Guardian, 27 de julio de 2016. https://www.theguardian.com/us-news/2016/jul/27/african-american-black-gun-rights-second-amendment .

[41] Constance Grady, “A post-Charlottesville reading list to help explain American white supremacy”, 15 de agosto de 2017. https://www.vox.com/culture/2017/8/15/16145380/post-charlottesville-reading-list-stamped-from-beginning-hitlers-american-model.

Constance Grady, “A reading list to understand police brutality in America”, 6 de junio de 2020. https://www.vox.com/culture/2020/6/6/21281018/anti-racist-reading-list-police-brutality-syllabus. Este segundo artículo aconseja a los lectores a "[c]omprar los libros de esta lista de lectura en tiendas que sean propiedad de negros".

[42] Elias Isquith, “White supremacy and slavery: Gerald Horne on the real story of American independence”, Salon.com, 30 de mayo de 2014. https://www.salon.com/2014/05/30/white_supremacy_and_slavery_gerald_horne_on_the_real_story_of_american_independence/.

[43] “‘Counter-Revolution of 1776’: Was U.S. Independence War a Conservative Revolt in Favor of Slavery?” Democracy Now!, 27 de junio de 2014. https://www.democracynow.org/2014/6/27/counter_revolution_of_1776_was_us.

[44] “The Revolutionary Life Of Paul Robeson: Scholar Gerald Horne On The Great Anti-fascist Singer, Artist, And Rebel”, The Intercept, 15 de julio de 2020. https://theintercept.com/2020/07/15/the-revolutionary-life-of-paul-robeson-scholar-gerald-horne-on-the-great-antifascist-singer-artist-and-rebel/.

[45] Ryan Grim (@ryangrim), Twitter, 23 de agosto de 2020. "Acabo de leer La contrarrevolución de 1776 y es de verdad absurda la manera en que esos historiadores le caen encima a @nhannahjones por ese único renglón en un ensayo, que era enteramente defendible aunque pudiera haber sido editado un poco".

[46] Publishers Weekly, 3 de marzo de 2014. https://www.publishersweekly.com/978-1-4798-9340-9.

[47] Gerald Horne, “Letter to the Editor: Stalin Was No Worse Than the Founding Fathers”, The Chronicle of Higher Education, 25 de octubre de 2009. https://www.chronicle.com/article/stalin-was-no-worse-than-the-founding-fathers/.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de marzo de 2021)

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