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Seguridad y la Cuarta Internacional, el caso Gelfand y el testimonio de Mark Zborowski

Estimada Sra. Weissman,

Esta carta es una solicitud formal de que retracte completa, inequívoca y públicamente sus declaraciones falsas calumniando al Comité Internacional de la Cuarta Internacional y al abogado Alan Gelfand con las que finaliza la segunda parte de su artículo “Mark ‘Etienne’ Zborowski: un retrato del engaño”, publicado el verano pasado en la revista Critique: Journal of Socialist Theory.[1]

Las declaraciones a las que nos oponemos aparecen en el “Epílogo”. No solo son afirmaciones falsas en un sentido lamentable pero involuntario, sino que consisten en una serie de distorsiones deliberadas de los hechos o mentiras directas.

Ha recurrido a calumnias para desacreditar la investigación iniciada por el Comité Internacional en 1975 sobre la penetración de agentes de la policía secreta soviética, la GPU-NKVD, en la Cuarta Internacional. Esta investigación, conocida como Seguridad y la Cuarta Internacional, sigue siendo hasta este día la exposición más detallada del papel de agentes estalinistas en el asesinato de figuras clave en la Cuarta Internacional y, finalmente, del mismo Trotsky. En la medida en que se basaron en los hechos, ambos artículos que publicó en Critique recurren mucho, pese a no atribuirlo apropiadamente, a la investigación llevada a cabo por el Comité Internacional durante los últimos 40 años. La falta de reconocimiento explícito de que utilizó el trabajo pionero de Seguridad y la Cuarta Internacional constituye plagio intelectual.

Su ataque contra Alan Gelfand y su denuncia contra el Socialist Workers Party en 1979 es particularmente reprensible, ya que sus esfuerzos llevaron a la publicación de documentos —como los transcripciones de las declaraciones de la agente de la GPU, Sylvia Caldwell (o Callen, Franklin y Doxsee), ante grandes jurados— que son comúnmente citados por historiadores de las actividades criminales de la policía secreta soviética.[2]

El hecho de haya ocultado los motivos políticos detrás de su ataque contra el Comité Internacional y Gelfand demuestra el carácter deshonesto y malicioso de su “epílogo”. Después del epílogo, hay una “Declaración de divulgación” final que dice, “La autora no reportó ningún posible conflicto de interés”.3 Usted es culpable, Sra. Weissman, de presentar una declaración de divulgación falsa para retener intencionalmente información importante de los lectores de Critique.

Su hostilidad extrema hacia la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional está inextricablemente vinculada a sus afiliaciones políticas. Usted participó durante 40 años en la política pablista y se opuso durante todo ese tiempo a la investigación del Comité Internacional sobre la penetración de la GPU en la Cuarta Internacional y sobre las circunstancias en torno al asesinato de Trotsky. Es miembro de la organización Solidarity, la cual está compuesta en gran medida por exmiembros del SWP, y se unió a la junta editorial de su publicación Against the Current en 1986. Muchos de sus allegados políticos más cercanos han llamado públicamente a Seguridad y la Cuarta Internacional una “campaña de difamación”. Usted personalmente, Sra. Weissman, nunca se opuso a los elogios del SWP hacia Sylvia Caldwell como una “camarada ejemplar” y está de acuerdo con la caracterización hecha por el SWP de los esfuerzos para develar y exponer la infiltración estatal en la Cuarta Internacional como “una persecución falsa de agentes” [“agent -baiting ”] y “paranoia”.

Usted ha divulgado mentiras en privado sobre la investigación del Comité Internacional, describiendo Seguridad y la Cuarta Internacional como “basura” en una carta de 1996 al ya fallecido Albert Glotzer, un miembro fundador del Socialist Workers Party. Nada le molesta más que las señales de que los historiadores ordinarios estén leyendo Seguridad y la Cuarta Internacional. Refiriéndose al trabajo de un historiador soviético reconocido, le indicó a Glotzer: “Lo que es tan perturbador del libro de Volkogonov, en la sección sobre el asesinato de Trotsky, es que no solo se basa en Sudoplatov, sino, incluso peor, en los healyistas estadounidenses (o ‘northistas’) del ‘caso Gelfand’”.4 Sudoplatov, como usted sabe, fue un notorio asesino de la KGB que protagonizó la planificación del asesinato de Trotsky. El hecho de que considere “incluso peor” a los “northistas” que a un asesino de la GPU-NKVD no solo expone la profundidad de su odio subjetivo hacia el Comité Internacional, sino también la perspectiva política detrás de su proyecto sobre Zborowski.

Usted omite decirles a sus lectores que apoyó la expulsión de Alan Gelfand del Socialist Workers Party por exigir que el partido detuviera su defensa de Sylvia Caldwell y que Joseph Hansen, un dirigente central de la organización, respondiera a los documentos publicados por el Comité Internacional exponiendo sus propios acuerdos secretos con la GPU y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) de EE. UU. en los años treinta y cuarenta. Ante todo, Sra. Weissman, usted sigue apoyando y encubriendo los esfuerzos del SWP en 1981-83 para obstruir y suprimir el intento de Alan Gelfand de obligar a Sylvia Caldwell y Mark Zborowski a dar testimonio bajo juramento sobre sus actividades asesinas dentro del movimiento trotskista.

Su presentación de una declaración de divulgación falsa no solo desacredita su ataque contra el CICI y Alan Gelfand. También suscita ciertas cuestiones serias relacionadas a la naturaleza y el propósito de su investigación sobre las actividades de Mark Zborowski como agente dentro de la Cuarta Internacional. La deshonestidad de su “Epílogo” genera sospechas sobre la integridad de su proyecto sobre Zborowski. El subtítulo de su artículo sobre Zborowski, “un retrato del engaño” bien podría utilizarse para describir sus esfuerzos.

Procedamos a examinar en detalle tu epílogo. El párrafo final entero dice:

En 1979, la Workers League, los correligionarios estadounidenses de la Socialist Labor League británica de Healy y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, descubrió el domicilio de Zborowski en San Francisco e hicieron un piquete frente a su casa. Esa organización inició una campaña difamatoria bizarra y sectaria contra Joseph Hansen, un líder del Socialist Workers Party estadounidense y uno de los secretarios de Trotsky en calle Viena, en Coyoacán, México. En el notorio caso Gelfand, nombrado así debido al abogado Alan Gelfand que denunció al SWP y a Joseph Hansen, la Workers League acusó a los líderes clave del SWP de ser agentes del FBI y que Joseph Hansen era un agente del FBI y de la GPU. El caso fue tan frívolo como infundado, pero le generó titulares y qué escribir a las organizaciones de Healy. La relevancia de este trabajo es que Gelfand logró hacer que Zborowski rindiera testimonio en abril de 1982. Zborowski puso en jaque a Gelfand y su abogado, rehusándose a responder más que el año y el lugar de su nacimiento, y si tenía hermanos. El caso al final fue descartado. Una vez más, Zborowski probó ser un experto en no revelar nada, acogiéndose a la Quinta [Enmienda] y ridiculizando a sus interrogadores.[5]

Prácticamente cada oración en este párrafo consiste en imprecisiones, descripciones engañosas de los eventos y temas subyacentes, medias verdades o mentiras.

1. “En 1979, la Workers League, los correligionarios estadounidenses de la Socialist Labor [sic] League británica de Healy y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, descubrió el domicilio de Zborowski en San Francisco e hicieron un piquete frente a su casa”.

Debido a su indiferencia y malicia, usted es incapaz incluso de recolectar correctamente los hechos más elementales. La Workers League no descubrió la dirección de Zborowski en San Francisco en 1979, sino en 1975. Esta diferencia de cuatro años distorsiona la descripción de los eventos que llevaron a la decisión de Alan Gelfand de presentar una demanda contra el SWP después de su expulsión en enero de 1979. Asimismo, la Workers League no piqueteó frente a la casa de Zborowski. De parte del Comité Internacional, fotografié a Zborowski y su esposa fuera de su apartamento en agosto de 1975. Estas fotografías fueron incluidas en How the GPU Murdered Trotsky (Cómo la GPU mató a Trotsky), el primer reporte preliminar de la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional.

2. Esa organización inició una campaña difamatoria bizarra y sectaria contra Joseph Hansen, líder del Socialist Workers Party estadounidense y uno de los secretarios de Trotsky en c alle Viena, en Coyoacán, México”.

Su descripción de Seguridad y la Cuarta Internacional como una “campaña difamatoria bizarra y sectaria contra Joseph Hansen” es en sí una falsificación difamatoria de los orígenes y la naturaleza de las acusaciones del Comité Internacional contra Joseph Hansen. How the GPU Murdered Trotsky fue publicado como una serie en la prensa del Comité Internacional entre agosto y septiembre de 1975. Esta narración histórica meticulosamente investigada ofreció por primera vez en la historia de la Cuarta Internacional una descripción detallada de la conspiración contra la vida de Trotsky. Con la excepción de un solo reporte escrito inmediatamente después del asesinato de Trotsky, el SWP nunca intentó desenmascarar la red de la GPU-NKVD que se había infiltrado en la Cuarta Internacional y organizado el asesinato de Trotsky. Con base en documentos oficiales del Gobierno estadounidense, las transcripciones de audiencias del Congreso y el testimonio de agentes soviéticos enjuiciados durante los años cincuenta, el Comité Internacional reconstruyó la vasta red de agentes de la GPU —en París, Nueva York y México— involucrada en el complot para matar a Trotsky y destruir la Cuarta Internacional.

How the GPU Murdered Trotsky examinó los orígenes de la conspiración de la GPU contra el movimiento trotskista internacional. Revisó las actividades de los hermanos Sobolevicius (conocidos como Senin y Well) y Mark Zborowski (“Etienne”) en Europa. El Comité Internacional también descubrió información perturbadora sobre Lola Dallin (conocida como Estrine), la autodenominada “gemela siamesa” de Zborowski, que lo protegió intransigentemente por casi 20 años para que no fuera expuesto, facilitando así sus crímenes. El Comité Internacional analizó la forma en que Ramón Mercader (conocido como Frank Jacson) logró introducirse en el entorno de la Cuarta Internacional e inició una relación personal con la miembro del SWP, Sylvia Ageloff, quien al final le dio al futuro asesino un acceso directo a Trotsky.

Además, How the GPU Murdered Trotsky abordó la red de agentes de la GPU que penetró el movimiento trotskista en Estados Unidos, incluyendo a Thomas Black, Floyd Cleveland Miller y Sylvia Caldwell, quien fue la secretaria personal del fundador del SWP, James P. Cannon entre 1938 y 1947. How the GPU Murdered Trotsky hizo pública información sobre Robert Sheldon Harte —el guardia estadounidense que le abrió el portón de la casa en Coyoacán a un escuadrón estalinista con una ametralladora que intentó sin éxito asesinar a Trotsky el 24 mayo, 1940— a que sugería fuertemente que era una gente estalinista.

El Comité Internacional también descubrió documentos del gobierno estadounidense que revelaron por primera vez que Joseph Hansen inició, sólo 10 días después del asesinato de Trotsky, una serie de reuniones secretas, sin que el Socialist Workers Party lo supiera, con un representante del FBI en la embajada estadounidense de Ciudad de México. En la primera reunión, Hansen le informó al agente del FBI, Robert McGregor que, “cuando estaba en Nueva York en 1938, se le acercó un agente de la GPU y le pidió que desertara de la Cuarta Internacional y se uniera a la Tercera”. Afirmando que contaba con la aprobación de Trotsky, Hansen le dijo al FBI que por tres meses “se relacionó con un hombre que meramente se identificó como ‘John’ y nunca reveló su identidad real”.[6]

Con esta información nueva a mano, el Comité Internacional exigió que Hansen diera una explicación sobre sus contactos con el FBI y su relación con la GPU.

La respuesta de Hansen a la publicación de How the WRP Murdered Trotsky fue nada menos que sorprendente. Simplemente desestimó los documentos que evidenciaban su reunión con el FBI, llamándolos un “geiser de lodo”.[7] Nunca ofreció evidencia de que esta y otras reuniones posteriores con los representantes de la “Gestapo estadounidense” —como llamó públicamente el SWP al FBI en 1940— contaran con la autorización de la dirección del SWP. Tampoco dio una explicación creíble de sus reuniones con el agente “John” de la GPU.

Al mismo tiempo, Hansen defendió engañosamente a la secretaria personal de Cannon. “Sylvia Caldwell (ese era su nombre partidario)”, escribió en una declaración extensa en la edición del 24 de noviembre de 1975 del Intercontinental Press, una publicación del SWP, “trabajó muy duro en su tarea bastante difícil de manejar la oficina nacional del Socialist Workers party, lo que incluía ayudarle a Cannon en funciones secretariales. De hecho, todos los camaradas que compartieron estas tareas frecuentemente irritantes con ella la consideraban como alguien ejemplar. Se enojaron tanto como ella por esta calumnia repugnante difundida por Budenz”.[8]

Louis Budenz, como ya lo sabe Sra. Weissman, fue durante un tiempo el editor estalinista del Daily Worker y un agente de la GPU en Estados Unidos que tuvo un papel central en la conspiración para asesinar a Trotsky. Después de desertar del Partido Comunista, Budenz contactó al FBI e identificó a agentes que el GPU envió al trotskista Socialist Workers Party. Uno de esos agentes era Sylvia Caldwell, quien desapareció del SWP en 1947, poco después de que Budenz la expusiera. En 1960, Sylvia Callen (el nombre de soltera de Caldwell) fue nombrada como coconspiradora no imputada en el juicio contra Robert Soblen sobre espionaje. Robert Soblen —aunque no necesito informarle— era uno de los hermanos Sobolevicius ya mencionados que se infiltraron primero en el movimiento trotskista a principios de los años treinta. Su hermano, Jack Soble, quien también fue sentenciado por espionaje en los años cincuenta, también identificó a la secretaria de Cannon como agente de la GPU durante su juicio.

Hansen también denunció como “particularmente viles” las preguntas planteadas por el CICI sobre Robert Sheldon Harte, declarando: “El hedor de las viejas calumnias de la GPU contra Harte, vemos, persistirán en la sede del Workers Revolutionary Party [WRP, Partido Revolucionario de los Trabajadores]”.[9]

Después de publicar How the GPU Murdered Trotsky, el Comité Internacional destapó más documentos gubernamentales relacionados a los contactos de Hansen con el FBI.[10] Estos revelaron que la relación de Hansen con el FBI fue intensa y no tuvo un final definido. Involucró un intercambio unilateral de información de Hansen al FBI. Le dio información identificando a varios ciudadanos estadounidenses como agentes de la GPU. Le entregó al FBI un memorándum secreto, escrito por Whittaker Chambers (otro desertor de la GPU), que implicaba a la miembro del SWP, Sylvia Ageloff, en el asesinato de Trotsky. Declaró: “No puedo creer la inocencia de las muchachas Ageloff. Solo una idiota viviría con un agente de la GPU sin darse cuenta”. Esté o no justificada la evaluación de Chambers sigue siendo legítimamente debatible, pero en el momento en que Hansen le entregó este documento al FBI, incriminando a una camarada partidaria, la posición pública del Socialist Workers Party era que Sylvia Ageloff fue una víctima inocente de la duplicidad criminal del asesino.

El director del FBI, J. Edgar Hoover, monitoreó de cerca las reuniones de Hansen con el FBI y ordenó que no se le entregara ninguna información de la investigación del FBI sobre el asesinato de Trotsky.

Finalmente, antes de regresar de México a Nueva York, Joseph Hansen solicitó que le asignaran un contacto confidencial del FBI “a quién entregarle información confidencial con impunidad”.[11]

3. En el notorio caso Gelfand, nombrado así debido al abogado Alan Gelfand que denunció al SWP y a Joseph Hansen, la Workers League acusó a los líderes clave del SWP de ser agentes del FBI y la GPU y que Joseph Hansen era un agente del FBI y de la GPU . El caso fue tan frívolo como infundado, pero le generó titulares y qué escribi r a las organizaciones de Healy”.

No hubo nada “frívolo” ni “infundado”, ni hablar de “notorio”, sobre la denuncia legal iniciada por Gelfand en julio de 1979. Se basó en un cuerpo masivo de evidencia. Si hubiera sido “frívola” e “infundada”, no habría sobrevivido las tres mociones para una sentencia sumaria que presentó el SWP. El 12 de julio de 1982, la jueza Marianna Pfaelzer rechazó la sentencia sumaria reconociendo que Gelfand había cumplido con la prueba legal requerida para establecer hechos enjuiciables. Por ende, el caso pasó a juicio. Como una cuestión legal, este fallo significó que el tribunal halló que la denuncia de Gelfand no era ni “frívola” ni “infundada”. Rebatió objetivamente el argumento oficial del SWP, el cual usted sigue defendiendo hoy, de que “Healy y sus asociados no han presentado evidencia, documento o testimonios que sean ni levemente probatorios para corroborar sus acusaciones difamatorias contra Hansen y Novack, los blancos nominales de sus ataques”.[12]

Durante todo un año antes de su expulsión del SWP en 1979 y antes de su denuncia, Gelfand le había solicitado al secretario nacional Jack Barnes y otros líderes del partido una explicación bien fundada y coherente sobre los documentos incriminatorios publicados por el Comité Internacional. No recibió ninguna. Por el contrario, le dijeron que leyera el Boletín Educativo del SWP intitulado “La gran mentira de Healy”. Le dijeron falsamente que el boletín respondía a todas las interrogantes planteadas por el Comité Internacional. Cualquiera que lo haya leído con cuidado sabe que no responde nada. Sra. Weissman, usted aparentemente quedó satisfecha con la negativa del SWP a dar respuestas creíbles ante la evidencia que establecía que Sylvia Caldwell era agente y que Joseph Hansen operaba como informante del FBI. Pero Gelfand no quedó satisfecho.

En una carta al Comité Nacional del SWP, fechada el 26 de marzo de 1978, Gelfand describió cuidadosamente los documentos y la evidencia relacionada descubiertos por el Comité Internacional. Lugo le planteó tres interrogantes al Comité Nacional del SWP:

I. ¿Sylvia Franklin, la secretaria personal de James P. Cannon, era agente de la GPU?

II. ¿Contaba Joseph Hansen con la autorización del SWP para tener contacto personal con la GPU en 1938?

III. ¿Contaba Joseph Hansen con la autorización del SWP para reunirse con el FBI en 1940?[13]

Gelfand, un abogado defensor con mucha experiencia, incluyó con cada pregunta un examen detallado de las pruebas documentales producidas por el Comité Internacional. En la sección final de su carta, Gelfand escribió:

Tengo la certeza de que cualquier lectura objetiva de mi carta lleva a la conclusión de que Sylvia Franklin era agente de la GPU y que las relaciones de Joseph Hansen con la GPU y el FBI son, en lo mínimo, sumamente cuestionables, y necesitan un examen inmediato y exhaustivo.[14]

Gelfand concluyó su carta con las siguientes dos exigencias:

1. Que Sylvia Franklin sea repudiada como agente de la GPU.

2. Que Joseph Hansen sea obligado a dar cuenta completa de su involucramiento con la GPU y el FBI, y que tenga que entregarle al Partido absolutamente todos los archivos, memorándums, manuscritos, cartas o correspondencia bajo su posesión o control.15

El 7 de abril de 1978, Larry Seigle le respondió a Gelfand en nombre del Comité Político del SWP advirtiéndole:

Nos has pedido nuestra opinión sobre cómo puedes proceder para presentar tus cargos contra Joe Hansen. La respuesta a esa pregunta es simple. El Partido no puede ni está dispuesto a permitir en sus filas hostigamiento con acusaciones de ser agentes. Cualquier otra repetición suya de las calumnias healyistas no será tolerada.[16]

La carta de Seigle dejó en claro que la dirección del SWP no podía responder ni refutar la evidencia publicada por el Comité Internacional y que la única respuesta para aquellos que buscaban respuestas era amenazarlos con la expulsión del SWP.

El 18 de diciembre de 1978, Gelfand presentó una declaración amicus curiae (amigo de la corte) ante un tribunal federal exigiendo que el fiscal general de EE. UU. “revele los nombres de todos los informantes en el SWP, en el pasado y presente…”.[17] Solo un mes después, el 11 de enero de 1979, el Comité Político del SWP respondió a esta demanda políticamente principista expulsando a Alan Gelfand del SWP. En una declaración pública emitida por la dirección del SWP en julio de 1979, Seigle escribió que su “expulsión fue tardía”.[18]

Hasta este día, usted insiste en calumniar a Gelfand a pesar de que su cuestionamiento sobre la infiltración en el SWP quedó completamente justificado.

Permítame llamarle la atención sobre ciertos hechos indisputables:

En primer lugar, los documentos del proyecto Venona y otros documentos obtenidos tras la disolución de la Unión Soviética han confirmado que Robert Sheldon Harte —a quien Hansen y su colega, George Novack, elogiaron y presentaron como víctima inocente de la “Gran mentira de Healy”— fue reclutado por la GPU y había participado en el intento de asesinato de Trotsky el 24 de mayo de 1940:

El material archivado de la KGB traído a Occidente por Vasili Mitrokhin confirmó que Harte había colaborado con los atacantes. Una historia de la KGB publicada en Rusia en 1997 indicó que Harte abrió deliberadamente el portón y se fue con los atacantes, afirmando que él había sido reclutado en la estación de Nueva York y dado el nombre encubierto “Cupido”.[19]

Por ende, las interrogantes sobre Harte planteadas inicialmente por el Comité Internacional en How the GPU Murdered Trotsky, y por las cuales fue ferozamente difamada por Hansen y Novack, eran completamente legítimas. Cabe notar que no se hizo ninguna referencia a Sheldon Harte en sus artículos en Critique.

En segundo lugar, ha quedado establecido que Sylvia Caldwell era agente de la GPU. La denuncia de Gelfand llevó a la publicación del testimonio del gran jurado en 1958 en que confesó ser espía estalinista en el SWP. Incluso usted finalmente reconoció que ella era agente. Señala en un artículo en Critique:

En cambio, Mike Cort, también conocido como Floyd Cleveland Miller, se convirtió en el principal agente de la KGB en el SWP, junto con Sylvia Callen, quien fue la secretaria de James Cannon, una posición que le dio acceso a documentos internos e información sobre las actividades del SWP. El apellido de Sylvia en el movimiento trotskista era Caldwell, pero también era conocida por los apellidos de los hombres con quienes se casó, primero Zalmond Franklin (otro agente) y luego James Doxsee. Su nombre encubierto en el tráfico de mensajes de Venona era Satyr. Regularmente le proveía a su supervisor de la NKVD, Jack Soble, reportes escritos a máquina sobre las luchas entre facciones dentro del SWP, pero pidió continuamente que la relevaran de sus funciones porque la ponían nerviosa. Joseph Katz fue puesto a cargo de Cort y Caldwell, bajo la dirección de Soble.[20]

Los documentos de Venona —transcripciones de reportes desencriptados sobre espionaje soviético que el Gobierno estadounidense publicó tras la disolución de la URSS— añadieron poco a la información sobre Doxsee ya descubierta años antes por la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional y la denuncia de Alan Gelfand. En mayo de 1977, hallé a Caldwell en Wheaton, Illinois, y descubrí que su nuevo nombre de casada era Sylvia Doxsee. En marzo de 1983, al final del juicio del caso Gelfand, la jueza Marianna Pfaelzer publicó, pese a las enconadas objeciones del Socialist Workers Party, las transcripciones del testimonio de Doxsee ante los grandes jurados. La acción de Pfaelzer claramente tomó por sorpresa al abogado del SWP, ni hablar del secretario nacional del SWP, Jack Barnes. Menos de una hora antes de que las transcripciones fueran publicadas, Barnes repitió su admiración por Sylvia Franklin. Este intercambio entre el abogado de Gelfand y Barnes ocurrió en el tribunal abierto el 9 de marzo de 1983:

Pregunta: Cuando la recibió [la carta de Gelfand], ¿era su opinión que no había absolutamente ninguna prueba que indicara que Sylvia Franklin era una agente de la GPU?

Respuesta [Barnes]: Toda la evidencia apunta a lo contrario. Su comportamiento entero, no solo mientras estuvo en el movimiento, sino todo lo que ha sucedido desde que lo dejó, indica que es exactamente lo que fue: una miembro leal, laboriosa y modelo de nuestro movimiento.

P: ¿Esta sigue siendo su opinión hoy?

R: Bueno, mi opinión hoy es que ella es una de mis heroínas después del hostigamiento y por lo que ha pasado en los últimos dos años. Incluso más que en ese entonces, sentiría más firmemente eso sobre ella, su carácter.[21]

En tercer lugar, un documento obtenido por Gelfand durante el proceso de investigación estableció que Louis Budenz, quien expuso a Sylvia Caldwell, también había identificado a Joseph Hansen como agente de la GPU. En una carta privada escrita el 8 de junio de 1977, el amigo de Joseph Hansen, Vaughn T. O’Brien recuerda el siguiente evento importante:

Hace algunos años, a fines de los años cuarenta o principios de los cincuenta (para mí, la fecha es difusa, pero recuerdo claramente el lugar —Second Avenue con la esquina de Seventeenth Street en la Ciudad de Nueva York)—, me encontré a Pearl Kluger en la calle. Pearl fue secretaria en la oficina del Comité Estadounidense por la Defensa de León Trotsky y creo que estuvo originalmente vinculada con A.J. Muste y Louis Bundenz [ sic ] en el antiguo American Workers Party. No había visto a Pearl por un tiempo considerable, pero dijo inmediatamente, “Budenz dice que tu amigo Joe Hansen trabajó con la GPU”.[22]

La carta de O’Brien reveló, por fin, por qué Hansen y el SWP defendieron incansablemente a Sylvia Caldwell como una camarada “ejemplar” ante la abrumadora evidencia (incluso antes de la publicación de las transcripciones del gran jurado de 1958 y los documentos de Venona) de que era una espía de la GPU-KGB; y por qué una y otra vez denunciaron a Budenz de perjurio. Budenz no solo señaló a Caldwell, sino también a Hansen. Si el SWP aceptaba la veracidad de las acusaciones de Budenz contra Caldwell, habría presentado inexorablemente interrogantes sumamente serias sobre el papel de Hansen. Más allá, el hecho de que Budenz nunca identificó públicamente a Hansen como agente habría levantado sospechas de que el FBI bloqueó su exposición porque Hansen se había convertido en su informante de alto nivel a partir de 1940.

Cinco semanas tras la conclusión del juicio de Gelfand, en la tirada del Militant del 15 de abril de 1983, los líderes del SWP les informaron a sus miembros por primera vez lo que habían sabido por décadas: Budenz había nombrado “a varios miembros del SWP, como agentes soviéticos. Entre ellos, se encontraban Joseph Hansen, un líder central del SWP hasta su muerte en 1979…”. La palabra “varios” indica que la lista de agentes de la GPU dentro del SWP incluía más nombres que solo Hansen y Caldwell. A pesar de esta desconcertante admisión pública, la cual vindicaba plenamente la investigación Seguridad y la Cuarta Internacional y los esfuerzos de Alan Gelfand, los líderes del SWP decidieron insistir en defender a Caldwell. Solo un día después de su condenatoria admisión en el Militant, Larry Seigle le hizo la siguiente propuesta al Comité Político del SWP:

Deberíamos escribir un artículo presentando la posición del partido sobre las acusaciones contra Sylvia Caldwell. El artículo debería presentarle al partido y al movimiento internacional nuestra postura sobre la responsabilidad del partido de defenderse de operaciones de tipo “informante” de COINTELPRO como la que se lleva a cabo contra Sylvia Caldwell y el SWP. Es especialmente necesario explicar nuevamente, para aquellos que nunca lo supieron o se les olvidó, que la dirección de un partido revolucionario de los trabajadores tiene la responsabilidad de defender lealmente a cada uno de sus miembros contra tales campañas de difamación.[23]

Las minutas del Comité Político registran que se aprobó de forma unánime la moción de “Aprobar el enfoque delineado por Seigle para el artículo sobre Sylvia Caldwell”. Este “enfoque” se llevó a cabo en un reporte pronunciado por Jack Barnes ante el Comité Nacional del SWP en mayo de 1983 y publicado en el Militant el 5 de agosto de 1983. Barnes defendió a Caldwell como una “camarada”. Esto fue lo que le dijo al Comité Nacional:

Como lo sabemos, Sylvia fue envilecida por el alborotador y soplón del FBI, Louis Budenz. La hostigó el FBI durante los años de la cacería de brujas. Fue arrastrada a grandes jurados federales que investigaban en los años cincuenta el “espionaje” soviético, como el que imputó a los Rosenberg. Y ahora ha tenido al WL-WRP siguiendo este efuerzo como una forma de avanzar esta operación disruptiva contra nuestro movimiento, aquí e internacionalmente.

Luego Barnes alegó que las transcripciones del gran jurado habían sido falsificados: “Esta es supuestamente la prueba perfecta —una transcripción oficial, en la que la propia mujer confesó bajo juramento hacer las cosas de las que la acusaban—”. Las afirmaciones absurdas y desesperadas de Barnes fueron aceptadas sin objeciones por el Comité Nacional.

4. “La relevancia de este trabajo es que Gelfand logró hacer que Zborowski rindiera testimonio en abril de 1982. Zborowski puso en jaque a Gelfand y su abogado, rehusándose a responder más que el año y el lugar de su nacimiento, y si tenía hermanos. El caso eventualmente fue descartado. El caso eventualmente fue descartado. Una vez más, Zborowski probó ser un experto en no revelar nada, tomando la Quinta [Enmienda] y ridiculizando a sus interrogadores”.

Todo en la cita arriba es una distorsión y falsificación del registro legal. Zborowski no superó a nadie. El registro legal del intento de Gelfand de hacer que Zborowski rindiera testimonio lo muestra claramente. El 1 de febrero de 1982, la jueza Pfaelzer le concedió a Gelfand un periodo de 90 días de descubrimiento durante el cual podría tomar deposiciones de testigos para obtener información relevante en su caso. Los abogados de Gelfand procedieron a emitir un citatorio para Zborowski. El SWP solicitó inmediatamente que la corte le impusiera una orden de protección para bloquear que Zborowski diera declaraciones. En su propia deposición, en marzo de 1982, Jack Barnes ofreció una justificación extraordinaria para la intervención del SWP en defensa de Zborowski:

Pregunta: ¿Su trabajo es proteger a agentes de la GPU?

Respuesta [Barnes]: Mi trabajo es proteger los derechos de los ciudadanos estadounidenses luchando y trabajando por medio del movimiento y defendiendo los derechos de nuestro partido cuando están bajo ataque.

Pregunta: ¿Están bajo ataque los derechos de su partido cuando se realizan investigaciones dentro del marco de la ley sobre las actividades de la GPU en su movimiento?

Respuesta: Cuando hay individuos acosados por organizaciones cuyo único propósito es acosarlos, sus derechos se ven afectados. Usted se refirió al Sr. Zborowski más temprano. Él es una persona que declaró, bajo juramento, asociaciones con agencias ajenas a nuestro movimiento. Incluso el Sr. Zborowski tiene los mismos derechos que cualquier otro ciudadano en este país.[25]

La cuestión no era si Zborowski tenía derechos, sino si debería verse obligado a rendir testimonio, en un procedimiento legal, relacionado a su papel como agente estalinista. En respuesta a los esfuerzos del SWP de bloquear la declaración, los abogados de Gelfand presentaron un comunicado el 12 de marzo de 1982 explicando el significado del testimonio de Zborowski.

Las declaraciones del Sr. Zborowski arrojarán una valiosa luz sobre la naturaleza de las actividades de la GPU en el movimiento trotskista estadounidense. Será interrogado sobre los nombres de sus colaboradores dentro del movimiento y sobre sus propias actividades en el SWP. Dada la carrera del Sr. Zborowski en la Cuarta Internacional, queda claro que él puede arrojar una luz crítica sobre las actividades de los agentes de la GPU y su modus operandi, algo de gran importancia para evaluar las actividades presentes de los acusados del SWP. La importancia del testimonio del Sr. Zborowski es clara y, considerando su historia de espionaje dentro del movimiento trotskista, sin duda es raro que los acusados del SWP hayan solicitado una orden de protección en su nombre.[26]

La jueza Pfaelzer rechazó el intento del SWP de detener el testimonio de Zborowski, el cual ocurrió el jueves 15 de abril de 1982. Por fin, este asesino iba a ser interrogado por un abogado que representaba al movimiento trotskista. Zborowski desempeñó un papel central en 1) el secuestro y asesinato de Erwin Wolf, un secretario clave de León Trotsky, en julio de 1937; 2) el asesinato de Ignatz Reiss, quien desertó de la GPU y se declaró en apoyo de la Cuarta Internacional, en septiembre de 1937; 3) el asesinato del hijo de Trotsky, Lev Sedov, en febrero de 1938; 4) el secuestro y asesinato de Rudolf Klement, el secretario de la Cuarta Internacional, en julio de 1938.

La deposición de Zborowski fue un evento que debería ser celebrado por cualquier socialista. Pero para el Socialist Workers Party, que intentó impeder que declarara, era una amenaza. El abogado James Larson representó a Mark Zborowski. En la lucha para detener el interrogatorio de Zborowski, Larson trabajó estrechamente con los abogados del SWP. El Gobierno estadounidense mostró un interés intenso en este testimonio. Una abogada del Gobierno, Linda Cromwell, estuvo presente en representación del director de la CIA, William Casey, el director del FBI, William Webster, y el fiscal general William French Smith. John Burton, el abogado que representó a Alan Gelfand, cuestionó a Zborowski.

Después de responder a varias preguntas relacionadas a su identidad personal, Zborowski fue interrogado sobre cuándo dejó Rusia. Respondió: “De acuerdo con la asesoría de mi abogado, rehuso responder a esa pregunta dado que la respuesta podría incriminarme en violación a mis privilegios estatales y federales contra la autoincriminación”. Invocó este privilegio en respuesta a todas las otras preguntas de Burton, incluyendo la siguiente pregunta crucial:

Pregunta: Si le hiciera preguntas relacionadas a las circunstancias de su entrada en Estados Unidos en diciembre de 1941, ¿sería la misma su respuesta?

Respuesta [Zborowski]: Sí.

Como ya sabe, Sra. Weissman, Zborowski pudo escapar de la Francia profascista de Vichy e ingresar en Estados Unidos gracias a la ayuda extraordinaria de Lola Dallin y George Novack. Una respuesta de Zborowski a esta pregunta podía contribuir a esclarecer la naturaleza de su relación con Dallin. ¿Colaboraba con él en las actividades de la GPU? ¿George Novack formaba parte de una red de simpatizantes y operadores estalinistas en el SWP?

Burton insistió, preguntándole a Zborowski si seguiría acogiéndose a su privilegio de la Quinta Enmienda contra la autoincriminación.

Pregunta: Si le preguntara sobre cualquier actividad en la que participó a instancias de la policía secreta soviética en el movimiento trotskista y dentro del Socialist Workers Party en Estados Unidos desde que entró en Estados Unidos hasta los años 1954 y 1955, ¿serían iguales sus respuestas?

Respuesta: Sí.

P: Si le preguntara sobre conocimiento personal o rumores que pueda tener sobre el aparato internacional de la policía secreta soviética dentro del movimiento trotskista entre 1930 hasta la actualidad, ¿sería la misma su respuesta?

R: Sí.[27]

¿Por qué describe el uso con asesoría legal, por parte de Zborowski, de su privilegio de la Quinta Enmienda contra la autoincriminación como “pasar fácilmente por arriba a Gelfand y su abogado”? ¿Cómo es que tal silencio cobarde “ridiculizó a sus interrogadores”? De hecho, en el contexto de la demanda legal, la negativa de Zborowski a responder basándose en que su testimonio podría llevar a su propio enjuiciamiento en el futuro corroboraba la acusación de Gelfand de que existía una penetración estatal de alto nivel en el Socialist Workers Party.

Los abogados de Gelfand volvieron a la corte para obligar a Zborowski a responder a las preguntas. La audiencia sobre su apelación al uso de Zborowski de su privilegio de la Quinta Enmienda ocurrió el 4 de enero de 1983, ante el magistrado distrital de EE. UU., J. Steele Langford. El magistrado respondió al argumento de John Burton señalando que una ley recién promulgada hacía un crimen federal proveer información que pueda llevar a la exposición de agentes gubernamentales.

Tribunal: Ahora, si pudiera explicar, ¿por qué no debería honrar la corte la inquietud del Sr. Zborowski en cuanto a indicar el privilegio contra la autoincriminación?

[Sr.] Burton: Su señoría, nosotros—

Tribunal: —Ante el hecho de que el testigo, según entiendo, ¿en parte, el testimonio, busca hacer que este testigo identifique a varias personas que estuvieron o están en el Socialist Workers Party, y que son efectivamente agentes encubiertos, quizás agentes de inteligencia de Estados Unidos?

Burton: Bueno, esa es nuestra causa de acción, su señoría, probar eso, y estamos procediendo a un juicio el 1 de marzo para exactamente ese propósito.

¿Está usted diciendo que sería una violación de la Ley de Protección de Identidades de Inteligencia?

Tribunal: Sí.[28]

El magistrado Langford falló a favor de Zborowski, declarando que cualquier testimonio que llevara a la exposición de agentes en el SWP podría llevar a su enjuiciamiento penal.

Ahora, siento que el Sr. Zborowski, dada la naturaleza de este caso desde que fue entablado, ante una ley conocida como la Protección de Cierta Información de Seguridad Nacional, que acaba de ser promulgada este año, infringe o podría correr un posible riesgo de infringir la sección 601(a) de esa ley, si le pidieran que identifique por nombre o descripción o cualquier otra cosa y lleve a la identidad de posibles agentes de inteligencia que estén participando superficialmente en el Socialist Workers Party.[29]

Zborowski no dio cien vueltas fácilmente a Gelfand ni a su abogado, ni hablar de ridiculizarlos. Por el contrario, después de una lucha legal prolongada, Zborowski fue salvado para no tener que responderles, con la ayuda crítica de sus defensores en el Socialist Workers Party y nuevas leyes federales recientemente aprobadas que volvieron una ofensa criminal identificar a agentes del Gobierno dentro de dicha organización. Así acabó la única y última oportunidad del movimiento trotskista para interrogar a Mark Zborowski.

En una carta lastimera a Albert Glotzer fechada 1 de marzo de 1997, usted recuerda: “Yo intenté ver a Zborowski varias veces y lo llamé por teléfono al menos cuatro veces antes de que falleciera, pero siempre me colgaba o me cerraba la puerta en la cara. ¡Cerdo!”. Su indignación no va bien dirigida. ¿Por qué se sorprendió, Sra. Weissman? ¿Pensó realmente que Zborowski, un agente estalinista con sangre en sus manos aceptaría a una placentera e informativa plática sobre sus asesinatos? ¿Esperaba que desnudara su alma y buscara su comprensión? En sus ingenuos acercamientos a Zborowski, es usted la que se ridiculizó a usted misma.

Han pasado 32 años desde que se cerró el caso Gelfand. Durante los últimos años, usted se ha promocionado como una erudita que busca incansablemente descubrir la verdad sobre el papel de Mark Zborowski. Ha escrito, con un tono de cansancio, que tuvo que “negociar con un formidable laberinto de censura documental y de documentación”. Con un aire ostentoso, usted proclama: “Destapar secretos nunca es fácil”. ¡Dígale eso a Alan Gelfand y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, Sra. Weissman! En vez de avergonzarse por su aquiescencia respecto a las mentiras y encubrimientos de Hansen, Novack y Barnes, usted trabaja para perpetuarlos.

En conclusión, le demando que retracte públicamente las distorsiones calumniadoras y declaraciones falsas que aparecen en el epílogo a sus artículos sobre Mark Zborowski.

Atentamente,

David North

Presidente nacional, Partido Socialista por la Igualdad (EE. UU.)

Presidente del Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site

Notas:

[1] Vol. 39, No. 4, p. 583-609; Vol. 43, No. 2, p. 189–209

[2] Ver, por ejemplo, The Venona Secrets: Exposing Soviet Espionage and American Traitors, de Herbert Romerstein y Eric Breindel; y Spies: The Rise and Fall of the KGB in America, de Harvey Klehr, John Earl Haynes, y Alexander Vassiliev

[3] Critique, vol. 43, p. 209

[4] Carta a Albert Glotzer, 13 de diciembre, 1996

[5] Critique, p. 209.

[6] How the GPU Murdered Trotsky (Londres: New Park, 1981), p. 217–218

[7] Healy’s Big Lie: The Slander Campaign Against Joseph Hansen, George Novack, and the Fourth International (Nueva York: National Education Department, 1976), p. 13

[8] Ibid, p. 9

[9] Ibid, p. 9–11

[10] Estos documentos fueron reimpresos en The Gelfand Case, Vol. 1, (Nueva York: Labor Publications, 1985), p. 7–30

[11] Ibid, p. 21

[12] Healy’s Big Lie, p. 63

[13] The Gelfand Case, Vol. 1, p. 52–70

[14] Ibid, p. 69

[15] Ibid, p. 70

[16] Ibid, p. 74

[17] Ibid, p. 91

[18] Ibid, p. 103

[19] Harvey Klehr, John Earl Haynes, Alexander Vassiliev: Spies: The Rise and Fall of the KGB in America (Kindle Locations 7502-7505). Kindle Edition

[20] “Un retrato de un engaño”, Parte 2, Critique, 2015, Vol. 43, No. 1, p. 192

[21] The Gelfand Case, Vol. 2, p. 635

[22] Ibid, p. 651

[23] Reunión del Comité Político del SWP, No. 8, 16 de abril, 1983

[24] Militant, 5 de agosto, 1983, p.13 Disponible en: http://www.themilitant.com/1983/4729/MIL4729.pdf#page=10&view=fitH

[25] The Gelfand Case, Vol. 2, p. 422.

[26] The Gelfand Case, Vol. 1, p. 152–153

[27] The Gelfand Case, Vol. 2, p. 434–435

[28] Ibid, p. 465–466

[29] Ibid, p. 469

(Publicado originalmente en inglés el 10 de noviembre de 2015)

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