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A 50 años del golpe de Banzer en Bolivia

Hace 50 años, el 21 de agosto de 1971, el coronel boliviano Banzer Suárez lanzo un golpe contra el dictador militar nacionalista burgués, general Juan José Torres, inaugurando una sangrienta dictadura de siete años. El régimen de Banzer ilegalizaría en poco tiempo a sindicatos y partidos políticos, cerraría universidades y sumiría a las masas obreras en la pobreza al garantizar una bonanza para el capital extranjero y la oligarquía tradicional mediante la explotación de los masivos recursos naturales de Bolivia, desde el estaño hasta el petróleo y el gas.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) entendió este acontecimiento como una experiencia estratégica crítica para la clase trabajadora internacional. Como declaramos en Bolivia: Duras lecciones de la derrota, escrito solo nueve días después del golpe de Banzer por Tim Wohlforth, por entonces el secretario nacional de la Workers league de los EEUU, predecesor del Partido Socialista por la Igualdad: 'No hay tiempo que perder sacando esas lecciones. Lo que ha pasado en Bolivia puede suceder dentro de poco en Perú, en Chile e incluso en Argentina. La crisis del capitalismo es tan intensa y el movimiento obrero en América Latina está tan decidido que la crisis de dirección se plantea con aguda intensidad'.

Las advertencias del CICI sobre no sacar las lecciones del golpe en Bolivia en 1971 y resolver la crisis de la dirección revolucionaria en América Latina quedaron trágicamente confirmadas por los ulteriores golpes en Chile (1973), Uruguay (1973), Perú (1975) y Argentina (1976).

Para 1976, más de la mitad de Sudamérica, incluyendo a Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil y Perú, estaban gobernados por juntas militares, muchas apoyadas por fuerzas fascistas. Colaborarían con el imperialismo estadounidense en la infame Operación Condor para desarraigar, secuestrar y asesinar a trabajadores socialistas e izquierdistas. Decenas de miles serían matados, torturados u obligados a exiliarse.

Los acontecimientos en Bolivia en el continente sudamericano en su conjunto no eran inevitables de ninguna manera. Por el contrario, estos suceden invariablemente después de levantamientos masivos de la clase trabajadora que fue sistemáticamente desarmada por sus traicioneras direcciones nacionalistas y estalinistas. Pero el factor más importante, que impidió que la clase trabajadora superara su crisis de dirección revolucionaria y llevó a su derrota, fue el papel que desempeñaron los revisionistas pablistas, incluyendo a la Organización Comunista Internacionalista (OCI) que desertó del CICI mientras estaban teniendo lugar estos acontecimientos.

De la Revolución de 1952 al golpe de 1971

El golpe boliviano de 1971 señaló el agotamiento de las limitadas reformas nacionalistas burguesas puestas en marcha tras la revolución de 1952, en la que la clase trabajadora, y especialmente los mineros, habían irrumpido en la escena política nacional como la fuerza social más decisiva.

Expuso el callejón sin salida histórico que la burguesía boliviana tenía ante sí, dos décadas después de que el pequeñoburgués Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) tomara el poder gracias a los obreros armados y expropiara a los mayores propietarios de estaño, iniciara una reforma de la tierra, intentara extender la alfabetización y la educación primaria y estableciera el sufragio universal por primera vez.

El MNR y la revolución de 1952 habían surgido tras la debacle de la Guerra del Chaco de 1932-1936, en la que Bolivia perdió ante el mucho menos poblado y más débil Paraguay su último acceso autónomo al mar mediante el Río de la Plata. La humillación militar ante Paraguay marcó el fin del viejo dominio oligárquico sobre Bolivia, y fomentó el crecimiento de un movimiento reformista por parte de las pequeñas clases medias urbanas que al final se organizaron en el MNR.

En una clara confirmación de la teoría de Trotsky de la Revolución Permanente, cuando el MNR finalmente alcanzó el poder, no lo hizo basándose en la fuerza social de las reticentes clases medias, sino mediante la intervención de los trabajadores armados, que se levantaron para impedir que el ejército desechara la victoria electoral del MNR en 1951 y asegurara que el abogado Victor Paz Estenssoro, el fundador del MNR, asumiera la presidencia.

Las reformas burguesas nacionalistas, en la medida en que se basaban em el repudio explícito del socialismo por parte del MNR, permitieron unas buenas relaciones con el imperialismo estadounidense, que ayudó económicamente al régimen sobre la base de la rápida expansión económica postbélica y la hegemonía estadounidense sobre sus rivales imperialistas.

Mineros armados llevando a Victor Paz Estenssoro en la revolución de 1952

En 1971, la situación mundial había cambiado mucho. Para 1964, el imperialismo estadounidense ya estaba exigiendo que las operaciones mineras sean más lucrativas con el despido de decenas de miles de trabajadores, así como la abolición de la participación de los sindicatos en los asuntos de la estatal Corporación Minera de Bolivia (Conmibol), mientras se llamaba al FMI para que formulara un plan de 'estabilización'. El presidente reelecto del MNR Estenssoro sería desbancado por su vicepresidente, el general René Barrientos, inaugurando una serie de golpes que hicieron surgir al régimen del general Torres en 1970.

El golpe de Banzer fue lanzado el 18 de agosto de 1971, solo tres días después de que el presidente estadounidense Richard Nixon anunciara que Washington dejaría de respaldar la convertibilidad dólar-oro a nivel internacional, un cimiento económico clave para el boom capitalista postbélico. La erosión de la hegemonía económica mundial del imperialismo estadounidense, que estaba detrás del 'shock de Nixon', también estaba detrás del agotamiento de los regímenes burgueses nacionalistas sudamericanos, que dependían de la inversión y la ayuda estadounidense.

Un informe del New York Times del 28 de enero de 1973 sobre la economía boliviana, titulado 'La audaz devaluación de Bolivia' expresaba claramente el impacto del régimen de Banzer de revertir las conquistas obreras desde la revolución de 1952. El artículo decía:

'Con las fuerzas antigubernamentales en aparente desorden, el presidente Banzer se sometió a las agencias prestamistas internacionales y devaluó el boliviano de 12 a 20 contra el dólar el 27 de octubre pasado. Fue la primera devaluación en Bolivia en 14 años. La devaluación que se esperaba desde hacía mucho tiempo afectó al boliviano medio como no lo había hecho ningún acontecimiento político en 20 años'.

El artículo llamaba la atención sobre la actitud del régimen hacia expropiaciones anteriores: 'Los recientes préstamos bolivianos han alentado inversiones extranjeras para indemnizar a los propietarios de minas y otras propiedades nacionalizadas anteriormente'. Concluía con una evaluación más aguda que la de los promotores del guerrillerismo como el principal vehículo para el socialismo en los países atrasados: 'Con la mitad de la fuerza laboral desocupada y con asalariados que ganan de $25 a $35 al mes, la subida del coste de la vida aquí es potencialmente más peligrosa para el gobierno que las guerrillas'.

La conspiración de Banzer contra Torres se venía preparando desde hacía tiempo. El propio Torres había llegado al poder apenas diez meses antes en un golpe que prometía un gobierno reformista nacionalista y burgués contra los conspiradores militares derechistas. Para domar a la clase trabajadora, Torres estableció la Asamblea Popular, cuyos 240 miembros eran nombrados en gran medida por los sindicatos. Tanto los fascistas como una serie de renegados del trotskismo, desde los pablistas hasta la OCI francesa, que se estaba desplazando hacia una escisión con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, estaban deseosos por caracterizar a la Asamblea Popular como un órgano 'de tipo soviético'.

Los fascistas veían los llamamientos de Torres a la Asamblea Popular como un síntoma de debilidad y estimaron que podría pronto perder el control de la clase trabajadora. Decidieron evitar esto con un golpe respaldado por la organización fascista Falange Socialista Boliviana (FSB) y el ala derecha del MNR, encabezada por el expresidente Paz Estenssoro.

Por otro lado, para los revisionistas, el debate sobre el 'carácter soviético' de la Asamblea Popular tenía un uso político diferente. Servía para enterrar cualquier discusión sobre el dominio estalinista y sindical de ese órgano —y especialmente el dirigente del sindicato de mineros Juan Lechín— y fomentar la tesis pablista de que en los países oprimidos la revolución se podría realizar con 'instrumentos mellados', como ser Lechín o el propio Torres. Así, el que ambos estuvieran preparando las traiciones no necesitaba ser expuesto por la organización que se reclamaba heredera del trotskismo en Bolivia, el Partido Obrero Revolucionario (POR) dirigido por Guillermo Lora.

Banzer lanzó su ofensiva desde el corazón de la reacción burguesa en Bolivia, la ciudad llanera de Santa Cruz. Tomó La Paz y el resto de Bolivia en solo tres días, encontrándose únicamente con la resistencia limitada, aunque heroica, de los trabajadores mal armados en La Paz.

Obrero herido en las luchas en La Paz, 1971

La traición del POR de la clase trabajadora boliviana y el pablismo

Como dirigente del Partido Obrero Revolucionario (POR), Guillermo Lora, apoyado por los estalinistas y subordinando a los trabajadores al régimen de Torres, defendiendo una resolución de la Asamblea Popular, declaró:

El proceso actual es contradictorio: aunque el gobierno está tomando ciertas medidas antiimperialistas y progresistas por un lado, por el otro está adoptando medidas proimperialistas contrarias a los intereses nacionales y populares. El proletariado aporta todo lo que sea positivo para la emancipación de nuestro pueblo y al mismo tiempo crítica y lucha por imponer nuevas medidas antiimperialistas que nos lleven a una verdadera revolución en el camino de la emancipación nacional y el socialismo. Esta es nuestra táctica en el proceso actual, y ello sin olvidar los objetivos finales de la clase trabajadora.

Tal resolución equivalía a un completo repudio del marxismo, al entregarle a la burguesía cipaya boliviana y su ejército la tarea de luchar contra el imperialismo, por no mencionar el completo abandono de cualquier lucha por el socialismo.

La resolución había sido planteada por el estalinista Partido Comunista Boliviano (PCB). Reproducía la misma teoría fraudulenta de las dos etapas de las revoluciones 'burguesa' y 'socialista', la primera dirigida por la ineficaz 'burguesía nacional' en los países coloniales. Esta política estalinista ya había llevado a la derrota de los trabajadores en muchos países.

Sin embargo, más de dos décadas después de la fundación de la Cuarta Internacional, ya no se podía culpar solo a los estalinistas. El caso boliviano demostró esto de una manera particularmente aguda.

El POR dirigido por Lora ya había desempeñado un papel significativo en la política boliviana por al menos dos décadas y media, desde que su dirección redactara y dirigiera la aprobación de las referentes 'Tesis de Pulacayo' en el cuarto congreso del sindicato de trabajadores de las minas en 1946. En consonancia con la teoría de la Revolución Permanente de Trotsky, la resolución decía que las tareas burguesas-democráticas en Bolivia solo las podía llevar a cabo la clase trabajadora. Esto contrastaba directamente con la resolución apoyada por el POR en la Asamblea Popular, que daba apoyo político al régimen de Torres en 1970.

El movimiento trotskista se había establecido en Bolivia como sección de la Oposición de Izquierda Internacional en 1935, mediante el trabajo de emigrantes en Argentina, mientras que los estalinistas apenas se organizaron en 1940, con el Partido de la Izquierda Revolucionaria (PIR). El PCB lo fundarían apenas en 1950 miembros del PIR, y no celebraría su primer congreso hasta 1959.

Sin admitir nunca su papel decisivo en la derrota de 1971, el propio Lora reconoció días después del golpe de Banzer que el POR había contado con que el régimen de Torres armara a los trabajadores ante las amenazas de las facciones ultraderechistas del ejército dirigidas por Banzer. Confirmó el apoyo de su partido a la resolución antimarxista aprobada por la Asamblea Popular. En una respuesta al análisis del Comité Internacional de la Cuarta Internacional de los acontecimientos bolivianos, esbozada en el artículo publicado en el Bulletin, Lora escribió:

En octubre de 1970 la clase trabajadora ocupó la escena política sin armas, como una simple masa. Por entonces se entendía claramente que para poder derrotar al gorilismo era indispensable poner pistolas en manos del trabajador politizado. En ese momento todos pensaban —incluso nosotros, los marxistas— que el equipo militar gobernante daría las armas, que consideraría que solo apoyándose en las masas y dándoles armamento adecuado podrían por lo menos neutralizar a la derecha gorila. Esta posición estaba completamente equivocada. No tenía en cuenta que Torres prefería capitular ante sus compañeros generales antes que armar a las masas que daban señales de estar tomando el camino hacia el socialismo y cuya movilización ponía en serio peligro al ejército en tanto que institución.

En la medida en que esta confesión política sea veraz, hay que hacerle una corrección. Ningún verdadero marxista hubiera creído que Torres actuaría como 'imaginó' Lora. Que una facción burguesa de izquierda prefiriera la victoria de la reacción al peligro de una revolución socialista por parte de la clase trabajadora es parte del ABC del marxismo remontándose hasta las revoluciones de 1848.

¿Qué explica la capitulación abyecta de Lora, un cuarto de siglo después de que las Tesis de Pulacayo hubieran hecho del POR un paladín del marxismo ortodoxo con una profunda asociación con el movimiento obrero?

Entre estos dos momentos históricos, la Cuarta Internacional había sufrido un gran ataque desde dentro de sus propias filas, que llevó a la escisión de 1953 con la facción que dirigía Michel Pablo y la formación del CICI para defender el marxismo contra los intentos de los pablistas de liquidar el movimiento trotskista en los partidos estalinistas y nacionalistas.

El POR boliviano fue de los primeros en acatar plenamente el programa pablista antes de que la intimidación burocrática de Pablo a la sección francesa provocara la escisión de 1953. Durante la revolución de 1952, el POR abandonó completamente las Tesis de Pulacayo. Bajo condiciones en las que trabajadores armados controlaban las calles, exigía que el líder de los mineros Lechín y otros miembros de la recientemente formada Confederación Obrera Boliviana (COB) fueran admitidos en el gabinete de Paz Estenssoro para empujar a su gobierno burgués hacia la izquierda.

En los años siguientes, en América Latina en particular, los pablistas llevaron esos intentos a su conclusión lógica. Su consigna sería la fórmula planteada por el dirigente del Socialist Workers Party estadounidense, Joseph Hansen, que la revolución podría realizarse con 'herramientas melladas', es decir, sin una dirección marxista proletaria consciente. Esto incluía en primerísimo lugar a los dirigentes de las guerrillas pequeñoburguesas como Fidel Castro y su copensador argentino Ernesto 'Che' Guevara, quien sería asesinado por la CIA y el Ejército Boliviano entrenado por EEUU en 1967 durante su desastroso intento de reproducir la revolución cubana en ese país.

Guillermo Lora había intentado desmarcarse de su apoyo de 1952 a Paz Estenssoro y la política pablista. Al mismo tiempo, sin embargo, se opuso firmemente a adoptar la posición de apoyar al Comité Internacional contra los pablistas, afirmando que el peso de las tareas nacionales en Bolivia era demasiado grande como para permitir dedicar tiempo a debates internacionales.

Este abordaje nacionalista estaba en el meollo de la política oportunista que llevó al POR de Lora a abrazar la política frentepopulista que subordinó a la clase trabajadora boliviana al régimen del general Torres. Es imposible construir un partido genuinamente revolucionario en la clase trabajadora y combatir las presiones burguesas nacionales fuera de una perspectiva revolucionaria internacional, la lucha por construir el Partido Mundial de la Revolución Socialista y una lucha constante contra el revisionismo. Lora rechazó todo esto en nombre de tareas nacionales en Bolivia, y al hacerlo se adaptó a sí mismo y al POR a las políticas del pablismo.

La resolución en apoyo de Torres llevó la idea de llevar a cabo una revolución con 'herramientas melladas' a su forma más extrema, darle confianza al propio ejército burgués. Al mismo tiempo, esa política estaba siendo planteada por los estalinistas y apoyada por los pablistas en el vecino Chile bajo el gobierno de Salvador Allende, donde el embajador chileno en Francia, el poeta Pablo Neruda, resumió el engaño y la desestimación por parte de los estalinistas de los peligros del fascismo con la frase, 'Respecto al ejército, nos encanta. Es el pueblo en uniforme'.

El ejército chileno siguió el camino allanado por el boliviano, cerrando filas en torno al general Augusto Pinochet después de que el presidente Salvador Allende, del Partido Socialista, actuando de manera similar a Torres, contara con el ejército para impedir que la clase trabajadora organice un desafío revolucionario al capitalismo.

El general chileno Augusto Pinochet con el dictador boliviano Hugo Banzer

Hay que observar que Lora no solo confió en que Torres armara a los trabajadores y resistiera un derrocamiento por parte de Banzer, sino también confió en Allende y en el homólogo peruano de Torres, el general nacionalista Juan Velasco Alvarado, para venir a defender al régimen boliviano en caso de un ataque de la facción de Banzer. Huelga decir, ninguno de ellos actuó como 'predijo' Lora.

El propio Velasco sería derrocado por el general derechista Francisco Bermúdez en 1975, dos años después de que Allende pagara con su propia vida confiarle al general Pinochet que defendiera al capitalismo chileno contra una ofensiva de la clase trabajadora.

Tras la tragedia boliviana, un elemento clave en permitir su emulación en un país tras otro en Sudamérica en un lapso de apenas cinco años fue desempeñado por el encubrimiento del papel de los estalinistas y del POR de Lora por parte de una serie de organizaciones fuera de Bolivia que afirmaban ser 'trotskistas'. Después de colaborar con las políticas de Lora, intentaron impedir que la clase trabajadora internacional aprendiera del golpe de Banzer.

Como ya comentáramos, el Comité Internacional reconoció en seguida la importancia internacional de los acontecimientos bolivianos. La declaración Bolivia: Duras lecciones de la derrota señalaba al papel crucial desempeñado por los pablistas estadounidenses del SWP, que reconocían a Lora como uno de los suyos y apoyaban sus políticas desde el principio de la Asamblea Popular.

El propio SWP se había comprometido en una crítica oportunista de la promoción pablista del guerrillerismo después de la separación en 1969 en Argentina del dirigente guerrillero Mario Santucho y el adulador de Perón, Nahuel Moreno. Sobre el tema de Bolivia, encontró una nueva manera de atacar la perspectiva trotskista de la Revolución Permanente, promocionando las políticas de frente popular del POR y los estalinistas bolivianos en su subordinación de la clase trabajadora al régimen de Torres.

Apenas un mes antes del golpe la revista del SWP Intercontinental Press había declarado respecto a Bolivia: 'Armándose para defender los derechos democráticos de los trabajadores, los sindicatos aparentemente dieron apoyo crítico al régimen de Torres —un 'sostén' que se adecua perfectamente a la definición de Lenin: 'como una cuerda sostiene a un ahorcado''. La referencia a Lenin, un abuso grotesco de sus indicaciones al Partido Comunista británico en su relación con el Partido Laborista en la década de 1920, tenía la intención de darle al POR un aura de 'ortodoxia' ante sus políticas de capitulación ante la dictadura burguesa de Torres.

El artículo publicado por el Bulletin exponía la analogía absurda entre el régimen burgués de Torres y el Partido Laborista de masas de la clase trabajadora de Gran Bretaña, y contrastaba la perspectiva liquidacionista extrema de los pablistas con el análisis del CICI: 'El potencial para construir el movimiento trotskista en América Latina es ahora muy grande. Lo que es fundamental es que ahora la lucha de los pueblos coloniales coincide con la lucha de los trabajadores en los países avanzados. Esta lucha ahora incluye a la poderosa clase trabajadora estadounidense así como a la europea —particularmente tras las nuevas políticas económicas de Nixon'.

Como el CICI reaccionó contra la traición de Lora, el desarrollo de tal potencial encontró importantes obstáculos impuestos por fuerzas internacionales que pretendían oponerse al pablismo. Entre ellas, la más significativa era la OCI francesa, cuyo dirigente Pierre Lambert había desempeñado previamente un importante papel en la oposición a la línea pablista del 'entrismo sui generis' en los partidos socialdemócratas y estalinistas de masas.

La OCI defiende a Lora y rompe con el Comité Internacional

Para 1971, la OCI había sufrido una larga deriva centrista. Había estado proclamando durante años la necesidad de 'reconstruir la Cuarta Internacional', por lo tanto rechazando la importancia de la escisión de 1953 con el pablismo en la defensa de la continuidad del movimiento trotskista.

En la propia Francia, se dedicaba cada vez más a exigencias de 'unidad de la izquierda', que implicaba defender un frente electoral común entre el estalinista Partido Comunista y el Partido Socialista desde 1969 en adelante. Cuando estas organizaciones no abrazaron la 'unidad' basada en sus propios cálculos oportunistas, y la 'izquierda' oficial presentó cuatro candidatos para las elecciones presidenciales, la OCI arremetió contra todos ellos por 'destruir el frente de clase del proletariado'.

Fue en este contexto que la OCI presentó falsamente al POR de Lora al mundo como una sección del CICI en la concentración de su juventud en Essen en julio de 1971. De manera significativa, la OCI no solo invitó a delegados del POR a la concentración, sino también a delegados del viejo POUM centrista español. El POUM había desempeñado un papel crucial en allanar el camino a la victoria fascista en España al unirse a un gobierno de frente popular y desarmar a los trabajadores como ordenaron los estalinistas ante la ofensiva franquista.

Un mes después del golpe, en septiembre de 1971, la OCI denunció a todos los que señalaban a la responsabilidad compartida del POR en la derrota en Bolivia como 'enemigos de la dictadura del proletariado, agentes de la contrarrevolución y enemigos, conscientes o inconscientes, de la Cuarta Internacional...'.

Esta bravata sirvió para esconder las lecciones de Bolivia a la clase trabajadora sudamericana, ayudando a allanar el camino a las derrotas sangrientas en los años siguientes. Enterrar esas lecciones sigue sirviendo la causa del revisionismo incluso hoy. Mantener a Guillermo Lora como un 'trotkista ortodoxo', que hizo lo mejor que cualquiera podría haber hecho en 1971, ha sido una línea común para todos aquellos que, al tiempo que rechazaban la política del Secretariado Unido pablista de liquidación en el guerrillerismo castrista, insistieron en que la Cuarta Internacional había sido destruida y que había que 'reconstuirla'. Esta formulación tiene por objetivo encubrir las traiciones, pasadas y actuales, de estas organizaciones, al tiempo que deja las puertas abiertas a alianzas sin principios con toda clase de tendencias revisionistas.

Para la OCI, la defensa de Lora representaría un importante paso hacia adelante en sus políticas de 'unidad de la izquierda', mediante la cual la OCI formó a varios funcionarios del Partido Socialista francés, incluyendo al ex primer ministro francés Lionel Jospin, así como a varios altos cargos del gobierno del Partido de los Trabajadores del presidente brasileño Lula.

Tropas cercando a presos políticos en el golpe de 1971

A pesar de la escisión con la OCI, la importancia de los acontecimientos bolivianos en la lucha por el trotskismo solo sería elaborada plenamente una década y media más tarde, en la ruptura del CICI con el WRP británico, que restauró el trotskismo ortodoxo en la dirección del movimiento. Como se observó en 1985, en Cómo el WRP traicionó el trotskismo:

Aunque la escisión fue precipitada directamente por los acontecimientos en Bolivia, la SLL [la sección británica que precedió al WRP] pronto estaba afirmando que estos tenían solo una importancia secundaria, y que la escisión dentro del CICI ya había ocurrido en Essen cuando la OCI se opuso a la resolución sobre el materialismo dialéctico. Esta era una polémica falsa. Los acontecimientos en Bolivia —en los que la OCI le dio una tapadera política a Lora— tuvieron una importancia histórica inmensa para la clase trabajadora internacional, sobre todo para el proletariado de América Latina. Era absolutamente esencial que el CICI hubiera analizado esta experiencia al menor detalle —tal como Trotsky analizó los acontecimientos de China, Alemania y España— para exponer las implicaciones contrarrevolucionarias del centrismo en la época actual. No bastaba con declarar que Lora y la OCI se equivocaban. Más importante desde el punto de vista del marxismo y del desarrollo del CICI como Partido Mundial de la Revolución Socialista hubiera sido elevar este acontecimiento al nivel de experiencia estratégica del proletariado internacional. Esto era tanto más necesario en cuanto que el proletariado boliviano estaba asociado desde hacía tiempo con la Cuarta Internacional.

Los psuedoizquierdistas todavía defienden a Lora

Los herederos políticos de Nahuel Moreno, que pasó décadas intentando equilibrar la liquidación en el guerrillerismo con la adulación del movimiento peronista nacionalista burgués en Argentina y luego intentó una alianza con la OCI, hasta el día de hoy presentan a Lora como un portaestandarte del marxismo. Un obituario escrito por Eduardo Molina en La Izquierda Diario a la muerte de Lora en 2009 dice: 'Hasta sus últimos días, Guillermo Lora mantuvo su voluntad militante, su intransigencia hacia el régimen burgués y la colaboración de clases con la burguesía y su defensa de las banderas del marxismo, la revolución obrera y el socialismo, en una época en la que no pocos izquierdistas y extrotskistas han terminado renegando de ellos para unirse a partidos burgueses o al populismo del MAS'.

En cuanto a los antiguos socios políticos latinoamericanos de Lambert, dirigidos durante décadas por el argentino Jorge Altamira, su balance político contemporáneo del golpe boliviano de 1971 puede encontrarse en el trabajo muy conocido 'Historia del trotskismo en Argentina y América Latina', por el historiador Osvaldo Coggiola. Coggiola es miembro de la organización Política Obrera de Altamira y es considerado en círculos académicos como un importante historiador del marxismo latinoamericano.

Hay que tener en cuenta que su 'Historia' fue publicada en 2006 —es decir, no en el calor del momento del golpe de Banzer, sino 45 años más tarde, mucho después de que Lora, desde el exilio, hubiera dirigido al POR a forjar un 'Frente revolucionario antiimperialista' (FRA) con el MNR y el propio Torres, por no mencionar a los estalinistas.

En su capítulo dedicado a los acontecimientos bolivianos de 1971, repite la lógica de la declaración de la OCI, y desestima cualquier crítica al POR diciendo: 'Esas críticas no tenían valor, porque se basaban en la asunción de que las masas están siempre dispuestas a tomar el poder'.

En resumidas cuentas, la situación boliviana era desesperanzada, y la dirección política de los estalinistas y los pablistas, incluyendo a Lora, era irrelevante, porque las masas 'no querían tomar el poder'.

Coggiola luego procede a expresar su apoyo a la escisión de la OCI con el Comité Internacional, que fortaleció sus alianzas con Lora y todo tipo de fuerzas políticas en Francia y en el extranjero bajo la guisa de 'reconstruir la Cuarta Internacional'. Escribe: 'La novedad consistía en que la Asamblea explotaba la ficción del CICI'.

Continúa: 'La crisis dentro del CICI hizo sitio a un nuevo reagrupamiento internacional, dado que Política Obrera (hasta entonces sin afiliación internacional, a pesar de estar en contacto con el POR desde 1969) y el peruano POMR (Partido Obrero Marxista Revolucionario), una escisión de la castrista Vanguardia Revolucionaria dirigida por R. Napurí (ex Praxis), fueron invitados a participar en una conferencia a celebrarse en París y organizada por la OCI'.

Coggiola quiere que sus lectores crean que el factor decisivo en contener el desarrollo revolucionario del POR y sus aliados eran los grilletes impuestos por el 'ficticio' Comité Internacional.

No menciona nunca las alianzas forjadas por el POR inmediatamente después del golpe, mucho menos en las décadas siguientes, en las que el partido profundizó su línea de subordinación al ejército, dirigiéndose cada vez más a llamamientos a oficiales subalternos de las fuerzas armadas.

Coggiola tampoco informa a sus lectores de los resultados de la 'libertad' respecto al CICI, y con buen motivo. Fue la 'libertad' de intentar alianzas efímeras y oportunistas con todos los tipos de revisionismo que antes denunciaban a Política Obrera del propio Coggiola y la OCI, solamente para ver como esas alianzas les explotaban en la cara.

La propia OCI dejó la alianza con el PO y el POR acusando a sus dirigentes de ser agentes de la CIA, antes de incrustarse cada vez más en el Partido Socialista francés y el Partido de los Trabajadores brasileño.

Tanto el PO como la OCI intentarían más tarde, por separado, la 'unidad' con su anterior némesis argentino, Nahuel Moreno. Esas alianzas se forjaban invariablemente bajo los mismos pretextos que los que usan Lora y los propios pablistas: que el trabajo 'nacional' excluía las discusiones de principios del programa y la historia, y estas no deberían obstaculizar el movimiento 'real'. Cincuenta años después, el PO de Coggiola ha puesto en el lugar de su difunta alianza con la OCI una alianza con los estalinistas del Partido Comunista Unido de Rusia (OKP) establecida en 2018.

¡Construir el Comité Internacional de la Cuarta Internacional en América Latina!

El golpe de Banzer en Bolivia fue el pistoletazo de salida de lo que sería una ofensiva contrarrevolucionaria continental por parte de las clases gobernantes y el imperialismo.

La responsabilidad de la incapacidad de la clase trabajadora en el continente para derrotar esta ofensiva la tienen todos los que subordinaron a los trabajadores de una u otra manera a partidos pequeñoburgueses y burgueses hostiles al socialismo por su propia naturaleza, e igualmente incapaces de confrontarse al imperialismo.

Estas fuerzas rechazaban los propios cimientos sobre los cuales se habían establecido como secciones de la Cuarta Internacional en un período de profunda crisis no solo del capitalismo mundial, sino de la burocracia estalinista en la Unión Soviética y los Estados obreros deformados, y de los movimientos nacionalistas a nivel internacional. Esa crisis confirmó plenamente la teoría de la Revolución Permanente y la evaluación que hizo Trotsky del estalinismo.

Cincuenta años más tarde, el sistema capitalista mundial se enfrenta a su peor crisis desde los años 1930, que eclipsa con mucho los levantamientos de los años 1970. Ante una clase trabajadora renaciente y temiendo la amenaza de la revolución socialista, las clases gobernantes capitalistas de todos los países están desplazándose rápidamente a la derecha.

Hace solo dos años, el fracasado gobierno nacionalista burgués de Evo Morales, presentado por los pablistas como otro 'nuevo camino al socialismo', e incluso como un régimen que representaba 'el socialismo del siglo veintiuno', fue desbancado en un golpe una vez más iniciado en Santa Cruz y respaldado por la misma Falange que respaldó a Banzer en 1971.

En Chile y en Colombia, fuerzas de seguridad entrenadas por los EEUU han secuestrado y asesinado a manifestantes con impunidad ante levantamientos de masas. En el vecino Brasil, el presidente de tipo fascista Bolsonaro está avanzando los preparativos de la clase gobernante para una dictadura en estrecha coordinación con los fascistas estadounidenses que intentaron revertir las elecciones de 2020 en el putsch del 6 de enero. En todo el mundo, las clases gobernantes están volviéndose hacia métodos autoritarios de gobierno en preparación para las grandes batallas de clase.

Los trabajadores deben prepararse como corresponde. Ello implica construir secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, que ha logrado derrotar a los liquidacionistas pablistas y que lleva existiendo más tiempo que todos los regímenes estalinistas y nacionalistas burgueses fracasados que ellos promocionaban.

(Publicado originalmente en inglés el 30 de septiembre de 2021)

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