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El gobierno de Biden respalda el estado de sitio en Ecuador

El 19 de octubre, el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken viajó a Ecuador para declarar el apoyo de Estados Unidos al atribulado presidente Guillermo Lasso, un día después de que éste impusiera el estado de excepción, suspendiendo los derechos constitucionales y desplegando tropas fuertemente armadas en las calles.

En su comparecencia ante los medios de comunicación, junto al ministro de Asuntos Exteriores de Ecuador, Mauricio Montalvo, Blinken declaró: 'En momentos extraordinarios, las democracias requieren medidas excepcionales'.

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y el presidente Guillermo Lasso en el palacio presidencial de Quito. (Crédito: @EmbajadaEcuUSA)

Refiriéndose directamente a la imposición de medidas dictatoriales por parte de Lasso, Blinken continuó: 'Como he hablado con el presidente Lasso, lo entendemos, lo apoyamos, pero también sabemos que estas medidas, por supuesto, deben tomarse de acuerdo con la Constitución'.

Lasso anunció el estado de excepción el 18 de octubre, tomando como pretexto un incidente en la ciudad costera de Guayaquil en el que un niño de 13 años murió en el fuego cruzado entre la policía y los pistoleros.

Aunque el presidente ecuatoriano alegó que sus medidas de estado de sitio están destinadas a reprimir la delincuencia y el narcotráfico, su orden permite la suspensión de derechos democráticos básicos, como la libertad de circulación, reunión y asociación.

Se han impuesto en unas condiciones en las que su presidencia se ha visto sumida en una profunda crisis política.

Tropas en las calles de Ecuador, 20 de octubre de 2021(Crédito: @FFAAECUADOR)

Lasso, un multimillonario de derechas, exejecutivo de Coca Cola y banquero, fue elegido presidente el pasado mes de abril en lo que se consideró una victoria inesperada en una segunda vuelta electoral. Su camino al poder se vio allanado por el fracaso del gobierno de la llamada 'Marea Rosa' de Rafael Correa, cuyas limitadas reformas se vieron mermadas por la caída de los precios del petróleo. El sucesor de Correa, Lenin Moreno, inició un brusco giro a la derecha, congraciando su administración con el imperialismo estadounidense al expulsar al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, de la embajada de Ecuador en Londres, entregándolo al gobierno británico para que se enfrente a la extradición a Estados Unidos por cargos de espionaje.

Sin embargo, el partido de Lasso sólo cuenta con 12 de los 137 escaños de la Asamblea Nacional y, aun con el apoyo de otros partidos de derecha, no ha podido imponer su programa de libre mercado.

Ha tratado de imponer un programa de ajuste estructural dictado por el FMI que incluye fuertes recortes en el gasto social, una 'reforma laboral' que despojaría a los trabajadores de sus protecciones laborales, recortes fiscales para los inversores capitalistas y el levantamiento de las restricciones a la minería, la extracción de petróleo y el control extranjero sobre sectores clave de la economía ecuatoriana.

Lasso ha visto cómo sus índices de aprobación se han desplomado en más de un 20% desde la publicación de los llamados Papeles de Pandora, que sacaron a la luz sus inversiones en al menos 10 empresas ficticias situadas en Panamá, Dakota del Sur y Delaware.

Al igual que otros jefes de Estado y altos funcionarios expuestos por los Papeles de Pandora, Lasso insistió en que sus participaciones en paraísos fiscales eran todas perfectamente legales. La Asamblea Nacional, sin embargo, ha iniciado una investigación, declarando que el presidente derechista 'podría haber incumplido' un estatuto que 'prohíbe a los candidatos y funcionarios públicos tener sus recursos o bienes en paraísos fiscales.' Lasso ha boicoteado la investigación, declarándose víctima de una conspiración extranjera.

Aunque Lasso fue elegido con la promesa de que sus políticas crearían puestos de trabajo y elevarían el nivel de vida, unos 6 millones de ecuatorianos —más de un tercio de la población— viven por debajo de un miserable umbral de pobreza, y dos millones y medio apenas sobreviven en condiciones de extrema pobreza. Según cifras del propio gobierno, sólo tres de cada diez ecuatorianos tienen un empleo formal, y el resto está desempleado, subempleado o se gana la vida en el llamado sector informal.

Su administración también se ha visto sacudida por violentas revueltas carcelarias que han provocado la muerte de unos 230 reclusos.

Ante la creciente oposición popular, la declaración del estado de excepción, impuesta en nombre de la lucha contra los graves 'disturbios internos', es una advertencia de que Lasso pretende recurrir a la fuerza desnuda para mantenerse en el poder e imponer su programa de derechas.

Lasso se dirigió el miércoles a una concentración, frente al palacio presidencial de Carondelet, compuesta por empleados públicos, partidarios de la derecha y manifestantes pagados por intereses empresariales. Denunció a los sindicatos y a las organizaciones indígenas que convocan una huelga para el 26 de octubre contra las políticas de su gobierno como 'conspiradores' y partidarios del 'golpe', y prometió que defendería a Quito contra ellos.

'Con el apoyo de las gloriosas Fuerzas Armadas junto con la Policía Nacional, daremos protección a todo el territorio de Ecuador y a toda la familia ecuatoriana', declaró Lasso.

Antes, anunció que su gobierno está formando un cuerpo de defensa legal para defender a cualquier policía o soldado acusado en relación con el estado de excepción. 'La ley debe intimidar al delincuente, pero no a la policía', dijo. Prometió indultar a cualquier miembro de las fuerzas represivas acusado de un delito, concediéndoles de hecho impunidad absoluta para llevar a cabo actos de represión violenta y mortal contra la población.

En estas condiciones, el secretario de Estado Blinken viajó a Quito para elogiar a Lasso por 'la fuerte voz a favor de la democracia que usted ha compartido con el pueblo ecuatoriano, pero también con los pueblos de nuestro hemisferio'.

Estas declaraciones, realizadas en el primer viaje a América Latina del secretario de Estado de la administración Biden, podrían describirse como la 'Doctrina Blinken'. Washington apoyará las medidas del Estado policial y la dictadura dondequiera que sean necesarias en el hemisferio para proteger los intereses capitalistas, santificándolas como defensa de la 'democracia'.

La segunda etapa de la gira latinoamericana de Blinken le llevó a Colombia, donde instó al presidente ultraderechista Iván Duque a 'evitar los abusos de derechos', después de que sus fuerzas de seguridad abatieran a decenas de manifestantes en las manifestaciones nacionales provocadas por las políticas fiscales regresivas del gobierno. Proclamó a Duque 'un amigo muy apreciado de Estados Unidos'.

En Bogotá, Blinken se reunió con los ministros de Asuntos Exteriores de Chile, Brasil, Canadá, Costa Rica, Honduras, Perú, Ecuador, Guatemala y El Salvador, entre otros, para asegurar la colaboración en la supresión de la migración a Estados Unidos.

Un objetivos central de la primera gira del secretario de Estado estadounidense por América Latina era también apuntalar el apoyo de los regímenes de derecha de la región frente al creciente peso económico de China, que ha desplazado a Estados Unidos como primer socio comercial de la región, si se excluye a México de la ecuación.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de octubre de 2021)

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