Español
Perspectiva

Los contagios infantiles alimentan la ola de COVID-19 en EE.UU.

El lunes, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP; American Academy of Pediatrics) publicó su último reporte semanal de infecciones, hospitalizaciones y muertes por COVID-19 en niños en Estados Unidos. Los datos se han visto afectados por los esfuerzos deliberados de las autoridades estatales y federales para encubrir la propagación de la pandemia; sin embargo, aún así ofrecen una evidencia condenatoria del impacto de haber reabierto completamente las escuelas en el otoño.

El reporte de la AAP encontró que durante la semana que finalizó el 18 de noviembre, otros 141.905 niños se contagiaron oficialmente con COVID-19, la decimoquinta semana consecutiva que supera oficialmente los 100.000 casos nuevos infantiles. Después de un punto mínimo de 100.630 casos nuevos para la semana que acabó el 28 de octubre, esta cifra se disparó en 41 por ciento en tan solo tres semanas. La región central del país registra el mayor aumento en infecciones con casi 60.000 niños que se contagiaron la semana pasada, un aumento de aproximadamente 40 por ciento respecto a la semana anterior.

Esta captura de pantalla de la Asociación Estadounidense de Pediatría muestra que los casos de COVID-19 en niños han aumentado 40 por ciento en el último mes.

Los niños representaron el 25,1 por ciento de todos los casos de COVID-19 la semana pasada. Lo que deja en claro que la reapertura de las escuelas sigue alimentando la ola más amplia de la pandemia en todo el país. La propagación de la variante delta desde fines del verano coincidió con la reapertura de escuelas. Desde que se comenzaron a reabrir las escuelas completamente hace cuatro meses, 13,5 millones de estadounidenses se han contagiado y 164.291 han fallecido, según las cifras oficiales.

Junto con el aumento en infecciones, las hospitalizaciones infantiles nuevamente están aumentando. Poco menos de 1.250 niños se encuentran hospitalizados con COVID-19 en EE.UU. Un promedio de 152 niños menores de 18 años con COVID-19 son hospitalizados cada día.

El reporte del AAP señala que 636 niños han muerto oficialmente por COVID-19, incluyendo a 12 que fallecieron la semana pasada en Arizona (4), Ohio (2), California (1), Indiana (1), Kansas (1), Minnesota (1), Dakota del Norte (1) y Texas (1). Nada de esto fue revelado al público por ningún medio fuera de un artículo en la prensa local de Kansas y otro de Dakota del Norte.

Los casos acumulados de COVID-19 en niños por estad (azul) y el aumento porcentual en los casos infantiles (verde)

La creciente ola de infecciones, hospitalizaciones y muertes entre los niños es aún más trágica si se toma en cuenta que finalmente se ha aprobado una vacuna para todos los niños mayores de cuatro años. El lunes, Pfizer y BioNTech publicaron datos preliminares en los que se constata que su vacuna sigue siendo 100% eficaz contra las infecciones sintomáticas en niños de 12 a 15 años cuatro meses después de la segunda dosis. Aproximadamente dos tercios de los niños de entre 5 y 17 años siguen sin estar vacunados en EE.UU., y millones de ellos estuvieron expuestos al virus pocas semanas antes de la aprobación de las vacunas.

Los datos del informe de la AAP solo ofrecen un vistazo a la devastación provocada por las políticas pandémicas de la clase dirigente estadounidense. Texas, Alabama, Nebraska y Nueva York (excluyendo la ciudad de Nueva York) ya no informan las infecciones infantiles. Solo 24 estados comunican datos sobre las hospitalizaciones infantiles. Michigan, Montana, Nueva York (excluyendo la ciudad de Nueva York), Rhode Island, Utah y Virginia Occidental no reportan las cifras de muertes infantiles por COVID-19.

Además, el nivel de las pruebas realizadas en los Estados Unidos es totalmente inadecuado para todos los grupos de edad, incluidos los niños. Aunque el total oficial acumulado de infecciones infantiles documentado por la AAP es de aproximadamente 6,8 millones, los estudios de seroprevalencia realizados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) estiman que, en realidad, aproximadamente 25,8 millones de niños menores de 18 años probablemente han contraído el COVID-19 desde el inicio de la pandemia hasta septiembre de 2021, más de un tercio de todos los niños de EE.UU.

Los impactos sociales a largo plazo de la pandemia no son cuantificables. Los estudios sobre el COVID largo entre los niños indican que millones de ellos siguen sufriendo síntomas debilitantes durante muchas semanas después de su infección inicial, y sigue sin saberse cuánto tiempo durarán estos síntomas.

Un estudio publicado en la revista Pediatrics a principios de octubre descubrió que, para el 30 de junio de 2021, más de 140.000 niños en los EE.UU. habían sufrido la muerte de uno de sus padres o abuelos cuidadores debido al COVID-19. Es probable que esta cifra haya superado los 200.000 en medio de la actual oleada de la variante delta.

Los impactos catastróficos de la pandemia han radicalizado a millones de trabajadores y jóvenes, que reconocen cada vez más que sus vidas y las de sus familias y comunidades fueron sacrificadas en nombre de la élite financiera. Cada vez se entiende mejor que la única razón por la que se reabrieron las escuelas fue para que los padres volvieran a trabajar para generar ganancias corporativas.

La semana pasada, unos 200 estudiantes condujeron a sus profesores en un paro de 20 minutos en la escuela secundaria Martin Luther King, Jr. en Detroit, Míchigan, en respuesta a las infecciones generalizadas en el recinto y el distrito. Los datos oficiales del estado mostraron que 44 estudiantes se infectaron la semana pasada en la secundaria Renaissance, mientras que 38 estudiantes y personal se infectaron en la secundaria técnica Cass de Detroit. En total, la semana pasada se produjeron 140 nuevos brotes en las escuelas de Michigan, lo que supone un aumento del 61 por ciento respecto a la semana anterior, mientras que el número de casos positivos relacionados con esos nuevos brotes aumentó un 71 por ciento, llegando a 891.

Ante el temor de que el paro de la semana pasada se extendiera por todo el distrito y movilizara una oposición más amplia, las Escuelas Públicas de Detroit (DPS, por sus siglas en inglés) anunciaron rápidamente una ampliación de las vacaciones de Acción de Gracias a toda esta semana. Casi tres docenas de otros distritos en todo Míchigan también cerraron las escuelas esta semana, tanto en respuesta a los brotes de COVID-19 como al empeoramiento de la escasez de personal.

Toda la élite política estadounidense, respaldada por los medios de comunicación corporativos, los sindicatos de profesores y los CDC, le han mentido continuamente al público sobre los efectos del COVID-19 en los niños y el impacto de la reapertura de las escuelas en la transmisión viral.

La campaña para reabrir las escuelas antes de la eliminación del COVID-19 comenzó el 8 de julio de 2020, cuando el entonces presidente Donald Trump tuiteó: “¡¡¡Las escuelas deben abrir en el otoño!!!”. A pesar de que múltiples estudios científicos ya habían demostrado que los niños se contagian y transmiten el COVID-19 con la misma facilidad que los adultos, el entonces director de los CDC, Robert Redfield, modificó las directrices de reapertura de las escuelas con la mentirosa afirmación de que “realmente no tenemos pruebas de que los niños estén impulsando el ciclo de transmisión de esto”.

Tras su elección, el presidente Joe Biden se comprometió a reabrir por completo las escuelas en los distritos dirigidos por los demócratas que seguían impartiendo clases a distancia. Para cumplir esta promesa, se apoyó en la nueva directora de los CDC, Rochelle Walensky, para modificar las directrices de reapertura de las escuelas en repetidas ocasiones en febrero y marzo. Las directrices actualizadas restaron importancia a la ventilación y redujeron las recomendaciones de distanciamiento entre los alumnos de 1,8 m a 0,9 m con el fin de llenar cada aula.

El propio Biden mintió directamente a una alumna de segundo grado en la televisión nacional, diciéndole: “No es probable que te expongas a algo ni que se lo transmitas a papá o mamá”. Y añadió: “Los niños no se contagian... de COVID muy a menudo. Es inusual que eso ocurra”.

El papel más crítico lo ha desempeñado la presidenta del sindicato American Federation of Teachers (AFT), Randi Weingarten, que declaró al New York Times en febrero de 2021 que dedicaba hasta 15 horas por día a orquestar por teléfono con la Casa Blanca, los CDC, los políticos locales y los oficiales sindicales la campaña de reapertura escolar en Chicago, Filadelfia, Los Ángeles y otras importantes ciudades.

El domingo, Weingarten y el AFT pagaron un anuncio en el Times que promovía los sindicatos frente a los lectores de clase media-alta del diario. En el anuncio, Weingarten escribe, “Nuestros afiliados en todo el país negociaron protocolos de salud y seguridad para reabrir las escuelas y mantenerlas abiertas para clases presenciales durante la pandemia”. Por su puesto, el anuncio omite que más de 2,6 millones de niños se contagiaron oficialmente con COVID-19 desde el 22 de julio.

Todas estas figuras son las principales responsables de las políticas homicidas de reapertura de escuelas que se han aplicado en Estados Unidos. Han permitido conscientemente que masas de niños y sus familias se infecten, sufran condiciones médicas de largo plazo y mueran.

La investigación de este crimen social será un componente crítico de la Investigación Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19 iniciada por el World Socialist Web Site. Las mismas políticas de reapertura de escuelas se han aplicado en países de todo el mundo y han sido fundamentales para la propagación más amplia de la pandemia en los últimos dos años.

Aunque la investigación de los crímenes de los últimos dos años está en marcha, es esencial profundizar la lucha para acabar con la pandemia ahora. Para detener la oleada de infecciones y muertes que se está produciendo en todo el mundo, hay que construir un movimiento de masas que luche conscientemente por aplicar una estrategia para eliminar el COVID-19 en todos los países. Esto requiere el cierre inmediato de todas las escuelas y lugares de trabajo no esenciales, con una indemnización completa para los trabajadores afectados, y el despliegue de todas las medidas de salud pública para detener la propagación del virus, combinado con un programa para vacunar de forma segura a la población mundial.

El desarrollo de redes de comités de base, independientes de los sindicatos corporativistas y de los partidos políticos capitalistas, proporcionará la base para unir a los trabajadores y a los jóvenes a través de las industrias y las fronteras nacionales para coordinar sus luchas para poner fin a la pandemia y salvar vidas.

(Publicado originalmente en inglés el 23 de noviembre de 2021)

Loading