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Perspectiva

La variante ómicron del COVID-19 y el temerario peligro para los niños

La cepa altamente transmisible ómicron del COVID-19 se ha propagado a 49 países en todo el mundo, y muchos ya tienen transmisión comunitaria de la nueva cepa. En Reino Unido, donde se combina una alta tasa de secuenciación genética con una estrategia de “inmunidad colectiva” de dejar que el virus haga estragos en la sociedad, ya se han detectado 246 casos de la variante ómicron, un aumento de 54 por ciento en un día.

Residentes escuchan al gobernador de la provincia de Gauteng, David Makhura, en Lawley, Sudáfrica, el 3 de diciembre de 2021, esperando el inicio del programa de vacunación Vooma contra el COVID-19 (AP Photo/Jerome Delay)

La situación es cada vez más sombría en Sudáfrica, donde las infecciones y hospitalizaciones han aumentado mucho m ás rápido que en cualquier ola anterior. El promedio de siete días para nuevos casos diarios es de 10.628, mientras que la tasa de positividad de pruebas alcanzó 26,4 por ciento, indicando que la cifra real de contagios diarios es probablemente mucho mayor que la cifra oficial.

Las hospitalizaciones y muertes son indicadores con un retraso, pero las admisiones a hospitales y unidades de cuidados intensivos aumentaron casi 10 por ciento durante y nueve sudafricanos más fallecieron por el virus durante el fin de semana.

Una de las tendencias iniciales más preocupantes de la ola de ómicron en Sudáfrica es el impacto desproporcional del virus en los niños y bebés menores de cinco. En una rueda de prensa el viernes, la Dra. Waasila Jassat del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (NICD, por sus siglas en inglés) declaró: “Hemos visto un aumento fuerte [en admisiones hospitalarias] en todos los grupos de edad, pero particularmente en los menores de cinco años”. Añadió, “La incidencia en los menores de cinco es la segunda mayor, solo después de los mayores de 60 años”.

En la ciudad de Tshwane, más de 100 niños menores de cinco años fueron admitidos en hospitales con COVID-19 entre el 14 y 27 de noviembre, mucho más que en cualquier ola previa de la pandemia. El NICD señaló el viernes que los niños menores de dos años representaban aproximadamente el 10 por ciento de las admisiones en Tshwane.

En una entrevista con SABC News, el profesor Rudo Mathivha del Hospital Chris Hani Baragwanath de Johannesburgo, comentó: “Si llegaran niños, bebés en cifras grandes con condiciones severas, va a ser un gran problema para nosotros. Nuestros hospitales no fueron construidos para albergar a muchos niños porque naturalmente los niños no se enferman en multitud. No podríamos alojarlos”.

Los expertos han comentado que los niños y bebés son los más susceptibles porque aún no son elegibles para las vacunas y también están preocupados de que este virus tan mutado afecte a los niños de forma distinta que las variantes previas. La variante delta ya causó mayores daños a los niños en EE.UU. e internacionalmente, matando a miles a nivel global.

La propagación cada vez mayor de la variante ómicron se produce en condiciones en que la variante delta está alimentando una sexta ola global, y Europa y EE.UU. son sus epicentros actuales. En respuesta a esta catastrófica ola de COVID-19 que está infectando aproximadamente a 600.000 personas y matando a 7.000 por día, los Gobiernos capitalistas se oponen firmemente a cerrar las escuelas para proteger a los niños, sus padres y comunidades.

En Reino Unido, en promedio, más de 45.000 personas están contrayendo COVID-19 oficialmente cada día. Mientras que la variante ómicron se propaga rápido y las escuelas se ven obligadas a permanecer abiertas, el Gobierno de Johnson está atacando a la madre británica y activista anti-COVID, Lisa Díaz, con medidas legales para intentar sofocar la creciente oposición de los padres al sacrificio de sus hijos.

En Alemania, más de 55.000 personas se están contagiando en promedio cada día. La tasa de incidencia entre los niños de 5 a 14 años ha superado los 1.000 por cada cien mil durante más de una semana, la cifra más alta de cualquier grupo de edad. Durante el último mes, oficialmente ha habido más de 1.540 brotes escolares en el país. En respuesta a esta crisis, ningún oficial ha apoyado los llamados cada vez más amplios entre padres, estudiantes y docentes a cerrar las escuelas.

En Francia, los nuevos casos diarios se han más que cuadruplicado en el último mes, alcanzando un promedio actual de más de 40.000. El mayor aumento se está produciendo entre los niños de 6 a 10 años, impulsado principalmente por los brotes en las escuelas. En respuesta, las autoridades están levantando aún más las restricciones y limitando la capacidad de las escuelas para cerrar en caso de brote.

En Estados Unidos, 18 estados han detectado la variante ómicron, mientras que, en promedio, casi 110.000 personas se infectan con COVID-19 cada día. Durante todo el semestre de otoño se produjeron contagios masivos y sostenidos de niños. Según el informe de esta semana de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés), que es muy limitado debido a los esfuerzos de los Gobiernos estatales por encubrir los datos de COVID-19 en los niños, otros 133.022 niños se infectaron oficialmente con COVID-19 en todo Estados Unidos la semana pasada, la decimoséptima semana consecutiva de más de 100.000 infecciones.

El informe señala que ocho niños más murieron por COVID-19 la semana pasada, lo que eleva el recuento total a 651. Sin embargo, los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) afirman que 974 niños menores de 18 años han muerto por el virus, incluyendo extraordinariamente 306 menores de cinco años.

A pesar de la catástrofe cada vez más grande de infecciones, hospitalizaciones y muertes entre los niños, que ómicron amenaza con intensificar aún más, toda la élite política, los medios de comunicación corporativos y los sindicatos de profesores insisten en que las escuelas deben permanecer abiertas.

En una conferencia de prensa celebrada el jueves sobre la variante de ómicron, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, esbozó un nuevo programa de “Prueba para quedarte”, según el cual, cuando un estudiante dé positivo al COVID-19, sus compañeros ya no serán enviados a casa para que estén en cuarentena de forma segura. En su lugar, seguirán asistiendo en persona si dan negativo a la prueba.

Este programa, diseñado para mantener a los niños en la escuela para que sus padres puedan permanecer en el trabajo produciendo ganancias, fue inmediatamente respaldado por la presidenta del sindicato American Federation of Teachers (AFT), Randi Weingarten. En un día en el que cerca de 20.000 niños en EE.UU. oficialmente contrajeron el COVID-19, ella escribió cínicamente: “Las pruebas y el rastreo han sido siempre nuestra mejor manera de obtener una imagen precisa de nuestro panorama de salud pública durante esta pandemia”.

La posición de Weingarten, junto con la de la Administración de Biden, se asemeja cada vez más a la de los defensores de la “inmunidad colectiva” de la extrema derecha. En septiembre, Weingarten presidió una reunión pública del AFT en la cual el autor de la Declaración Great Barrington (GBD), Jay Bhattacharya, fue el “científico” destacado.

El principio central de la GBD es la noción pseudocientífica de que los niños deben infectarse activamente con el COVID-19 para servir de “escudo humano” que proteja a sus mayores. En realidad, esta política criminal ha conducido a la muerte de casi 1.000 niños estadounidenses y a la potencial debilitación a largo plazo de millones, con los efectos aún no completamente comprendidos del “COVID largo”. Antes de la actual oleada de la variante delta, más de 140.000 niños ya habían perdido a uno de sus padres o abuelos cuidadores a causa del COVID-19, una cifra que probablemente ya ha superado los 200.000.

El papel de los medios de comunicación corporativos es igualmente criminal. En casi todos los medios noticiosos, hay un esfuerzo concertado para desarmar a la población y declarar prematuramente que la variante ómicron es “más moderada” que las variantes anteriores del virus. Aunque la virulencia y letalidad precisas de este último monstruo de Frankenstein se determinarán con el tiempo, el rápido aumento de las hospitalizaciones y las advertencias de los científicos sobre el terreno en Sudáfrica indican que ómicron será probablemente tan grave como las variantes anteriores, si no más, debido a su mayor transmisibilidad.

En lugar de advertir sobre estos posibles peligros y promover el principio de la precaución en el seno de la salud pública, el New York Times se opone a los confinamientos y aumenta sus denuncias contra China. En un artículo publicado el lunes, el Times denuncia la “implacable marcha de China hacia la inmunidad colectiva, el punto en el que un número suficiente de personas son inmunes al virus para que no pueda propagarse entre la población”. Denuncian a China por ser “el último reducto mundial del cero COVID” y presentan absurdamente como “autoritarios” los esfuerzos del país por inocular a los niños de 3 a 11 años, incluso cuando la ciudad de Nueva York anunció el mismo día una orden de vacunación obligatoria para las empresas privadas.

La verdad es que decenas de millones de padres fueron coaccionados a enviar a sus hijos a escuelas inseguras en todo Estados Unidos y en todos los países capitalistas avanzados, sin que se ofreciera ninguna opción de clases a distancia para la gran mayoría de las familias de clase media y trabajadora. Una política criminal dirigida a infectar deliberadamente a masas de jóvenes y a sus familias ha matado a millones de personas en todo el mundo, y ahora los jóvenes están cada vez más amenazados por la variante ómicron —una política que el Times ha apoyado continuamente—.

Estos crímenes en curso serán expuestos exhaustivamente por la Investigaci ón Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19, que ha sido iniciada por el World Socialist Web Site y que involucrará a los trabajadores de todas las industrias que presentarán sus experiencias durante la pandemia.

La investigación supondrá un análisis dinámico de los crímenes que se han cometido y de los que continúan cada día. Estará íntimamente conectada con la lucha por la eliminación y erradicación mundial del COVID-19, que es la única manera de impedir la evolución de nuevas y más peligrosas variantes.

Las medidas de emergencia adoptadas al comienzo de la pandemia en China y otros países de Asia-Pacífico deben ser impulsadas hoy por la clase obrera internacional para detener la propagación de las variantes delta y ómicron y salvar millones de vidas. Esto incluye el cierre temporal de las escuelas y los lugares de trabajo no esenciales con una protección total de los ingresos de los trabajadores afectados, junto con pruebas exhaustivas, el rastreo de contactos, el aislamiento de los pacientes infectados, el uso de mascarillas y mucho más.

Los trabajadores de todas las industrias y países deben luchar para aplicar este programa mediante la creación de comités de base, independientes de los sindicatos corporativos y los partidos políticos capitalistas. Solo la eliminación global del COVID-19 protegerá a los niños y a toda la sociedad de más infecciones y muertes innecesarias.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de diciembre de 2021)

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