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Perspectiva

La Casa Blanca miente sobre las hospitalizaciones de niños en medio del aumento del ómicron

Incluso cuando aumentan los casos de COVID-19 en todo el país y las hospitalizaciones y muretes de niños alcanzan un récord tras otro, toda la élite política estadounidense está procediendo con una inminente reapertura de las escuelas.

Estudiantes, algunos con mascarillas, llegan a su primer día de clases en la primaria Sessums, Riverview, Florida, 10 de agoto de 2021 (AP Photo/Chris O’Meara, archivo)

Más de 1 millón de niños volverá a clases presenciales el 3 de enero en la ciudad de Nueva York, el epicentro de la transmisión de la variante ómicron del COVID-19 en EE.UU., como parte de una reapertura nacional tras las vacaciones.

El almacenamiento de los niños en aulas hacinadas dentro de recintos anticuados y mal ventilados es una receta para contagios masivos. Pero la continuación de las clases presenciales es el objetivo central del Gobierno de Biden y la Casa Blanca ha dejado en claro que no cerrará las escuelas, sin importar el peligro que corren los niños.

Para apoyar esta acción, la cual no está motivada por la salud pública sino por la necesidad de las empresas de que los niños vayan a las escuelas para que sus padres puedan volver al trabajo, el Gobierno de Biden y sus principales científicos oficiales mienten abierta y flagrantemente al público.

“Los niños están tan seguros en la escuela como en cualquier otro lugar”, declaró falsamente Biden el 21 de diciembre sin ningún fundamento ni mérito científicos.

El miércoles, los dos científicos oficiales más importantes de Estados Unidos —la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, siglas en inglés), Dra. Rochelle Walensky, y el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), Dr. Anthony Fauci— mintieron directamente en la televisión nacional sobre el reciente aumento de las hospitalizaciones de niños debido a la propagación de la variante ómicron del SARS-CoV-2.

En el último mes, mientras ómicron ha arrasado Estados Unidos y ha llevado el promedio de infecciones diarias a la asombrosa cifra de 347.074, las hospitalizaciones también han empezado a aumentar, y los niños se han visto cada vez más afectados. Según los datos de los CDC, en la semana del 22 al 28 de diciembre, un promedio récord de 378 niños menores de 18 años fue hospitalizado cada día con COVID-19, un aumento del 66 por ciento con respecto a la semana anterior y superior al pico de 342 por día alcanzado en septiembre durante la ola de delta.

Dada su alta transmisibilidad, la variante ómicron está teniendo claramente un impacto mucho peor en los niños que cualquier otra variante anterior. En Nueva York y Washington D.C., las hospitalizaciones pediátricas se han quintuplicado este mes, mientras que en Florida, Illinois, Nueva Jersey y Ohio también se están produciendo aumentos importantes. Estas tendencias se están produciendo a nivel mundial. Inglaterra informó de un récord de 564 hospitalizaciones de niños por COVID-19 durante la última semana, así como importantes aumentos en Francia y otros países.

Consciente de estas cifras, la Dra. Walensky declaró el miércoles en MSNBC: “Estamos viendo un mayor número de niños en los hospitales. Por supuesto, es una época del año en la que los niños son admitidos en los hospitales”. Y añadió: “Muchos de ellos vienen en realidad por otra razón. Pero resulta que cuando llegan se les hace una prueba y se descubre que tienen COVID por casualidad”.

En una sesión informativa para la prensa en nombre del Equipo de Respuesta al COVID-19 de la Casa Blanca el miércoles, el Dr. Fauci se hizo eco de estas observaciones, afirmando: “Ciertamente, hay más niños infectados por este virus altamente transmisible, y con ello, naturalmente, habrá más hospitalizaciones en niños. Sin embargo, cabe destacar que muchos niños son hospitalizados con COVID y no a causa del COVID”.

Esta mentira de los doctores Fauci y Walensky, que repitieron en otras entrevistas a lo largo del día, tiene su origen en el pantano político de la extrema derecha. La afirmación de que la mayoría de la gente está siendo hospitalizada con COVID-19 y no por el COVID-19 ha sido promovida por comentaristas y políticos de extrema derecha desde el comienzo de la pandemia y ha sido utilizada para justificar la imprudente reapertura de las escuelas. En agosto de 2021, mientras los casos de COVID-19 y las hospitalizaciones aumentaban entre todos los grupos de edad, el gobernador de extrema derecha de Florida, Ron DeSantis, negó la realidad de que los niños estaban siendo hospitalizados por COVID-19.

La Dra. Julia Raifman, que ha sido una de las principales defensoras de las exigencias del uso de mascarillas, tuiteó en referencia a las declaraciones de Fauci y Walensky: “Me gustaría no tener que decir esto, pero [por qué] los líderes federales están repitiendo ahora los argumentos de los extremistas de Great Barrington: Las tendencias de muerte siguen a las tendencias de hospitalización. Cientos de niños murieron de delta y espero lo mismo ahora”.

También respondiendo a Fauci y Walensky, el científico de datos Dr. Jorge Caballero, que ha seguido de cerca los datos de COVID-19 en niños a lo largo de la pandemia, tuiteó que “estas afirmaciones son categóricamente falsas”. Presentando múltiples fuentes de datos que prueban que la gran mayoría de los niños hospitalizados con COVID-19 fueron ingresados porque estaban infectados con COVID-19, añadió: “Una década de datos muestra que los traumatismos pediátricos son *más bajos* durante los meses de invierno”.

Los esfuerzos de Fauci y Walensky para restar importancia a los riesgos que suponen para los niños son la última expresión de la subordinación de la salud pública a los intereses corporativos por parte de la Administración de Biden, que se ha profundizado enormemente durante el último mes en medio de la catástrofe de la ola de ómicron.

Ambos científicos oficiales hicieron sus comentarios después de intentar justificar los cambios de las directrices de los CDC sobre los tiempos de cuarentena y aislamiento de los trabajadores expuestos o infectados por el COVID-19, reduciéndolos a tan solo cinco días sin ninguna justificación científica. Estas directrices recibieron fuertes críticas por parte de científicos y trabajadores por estar obviamente diseñadas según las necesidades de las empresas.

Al restar importancia a los peligros para los niños, los científicos oficiales de la Administración de Biden están proporcionando una justificación ideológica a la campaña para reabrir completamente las escuelas el lunes, cuando la mayoría de los distritos terminan sus vacaciones de invierno. Esta campaña cuenta con el pleno apoyo de toda la élite política, la prensa corporativa y los sindicatos, ya que todos sirven a la clase capitalista. Su principal objetivo es garantizar que los niños regresen a clases para que sus padres puedan regresar a trabajar para generar ganancias.

Según el sitio de agregación de datos Burbio, al menos 969 escuelas públicas de prescolar a doceavo grado optaron por clases a distancia la próxima semana. En total, hay aproximadamente 90.000 escuelas de prescolar a doceavo en todo EE.UU., lo que significa que solo el 1 por ciento de todas las escuelas tienen programado comenzar el año con clases completamente en remoto.

En los estados que han dado seguimiento a los datos sobre los brotes de COVID-19, las escuelas son siempre las mayores impulsoras de la transmisión del virus. En Michigan, las escuelas de prescolar a doceavo representaron el 60 por ciento de los nuevos brotes rastreados la semana pasada, o 42 de 71. Debido al hacinamiento, la mala ventilación y filtración, y la incapacidad total de mantener el distanciamiento social, las escuelas son lugares principales para la propagación de COVID-19 y otros patógenos.

La política de enviar a millones de niños de vuelta a las aulas en el nuevo año intensificará enormemente la oleada de ómicron que ya está en marcha. En los dos últimos días, EE.UU. ha establecido dos récords mundiales de nuevos casos diarios, con 587.564 nuevos casos notificados el jueves, un aumento de más de 100.000 casos por encima del récord establecido el miércoles. Menos del 25 por ciento de los 74 millones de estadounidenses menores de 18 años están vacunados, mientras que los niños menores de cinco años siguen sin poder recibir las vacunas.

Según datos de los propios CDC, 1.040 niños menores de 18 años han muerto ya por la COVID-19 en Estados Unidos. La mayoría de estas muertes, 540, se han producido en los últimos cuatro meses, desde el 1 de septiembre de 2021, coincidiendo con la campaña de reapertura asesina de las escuelas llevada a cabo por la Administración de Biden este otoño. En las últimas dos semanas, los CDC han registrado otras 25 muertes pediátricas, que amenazan con aumentar rápidamente en las próximas semanas.

En estas condiciones extraordinarias, que se reflejan en todo el mundo, los educadores de todo Estados Unidos y del mundo están cada vez más decididos a luchar por el cierre de las escuelas y por detener esta catástrofe en curso. Cada vez hay más llamamientos en las redes sociales para organizar huelgas salvajes (“sickouts”), en la ciudad de Nueva York y en otros centros urbanos, y para que los padres mantengan a sus hijos en casa para aplicar cierres escolares de facto.

Estas acciones se deben organizar y desarrollar en los lugares de trabajo al más alto nivel político, lo que requiere una asimilación de las experiencias críticas de los últimos dos años. A lo largo de la pandemia, se han dicho las mentiras más perniciosas sobre los impactos del COVID-19 en los niños y el papel que juegan las escuelas en la transmisión viral. Las aulas de todo Estados Unidos se han convertido en escenas del crimen, donde millones de niños se han infectado, llevando a su vez el virus a sus hogares y comunidades.

La Investigación Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19, iniciada por el World Socialist Web Site, investigará y documentará cuidadosamente las mentiras y la desinformación que han permitido la muerte de millones de personas en todo el mundo y han propiciado la actual catástrofe. La investigación conectará las historias de los trabajadores de diferentes industrias, como parte de la lucha en curso por unificar a la clase obrera internacional para detener la pandemia.

En oposición a la conspiración de la élite política, los medios de comunicación, los sindicatos y los científicos oficiales, la clase obrera debe ejercer su propia fuerza independiente y tomar la iniciativa de cerrar las escuelas y las fábricas para detener la propagación del COVID-19 y eliminar el virus a nivel mundial. Los cierres temporales, con la protección de los ingresos de los trabajadores, deben combinarse con el despliegue universal de todas las medidas de salud pública, incluyendo las pruebas masivas, el rastreo de contactos, el aislamiento seguro de los pacientes infectados, la provisión de mascarillas N95 de alta calidad o más efectivas para cada persona, entre otras medidas.

La lucha para proteger a los niños y a toda la sociedad de infecciones, muertes y discapacidades a largo plazo innecesarias requiere una lucha política contra el sistema capitalista. La clase dominante y sus representantes han dejado en claro su determinación de permitir que ómicron haga estragos en las escuelas y los lugares de trabajo. La clase trabajadora debe responder mediante una acción colectiva, coordinada a escala mundial, y dirigida a derribar todas las instituciones existentes responsables de este crimen social.

(Publicado originalmente en inglés el 31 de diciembre de 2021)

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