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Perspectiva

El “plan endémico” de California vuelve interminables los contagios y muertes por COVID-19

Casi todos los Gobiernos capitalistas están involucrados en un esfuerzo concertado para eliminar las mitigaciones restantes contra la propagación del COVID-19. Muchos lo justifican con la mentira de que el virus se ha vuelto “endémico” y, consecuentemente, no hay de que preocuparse.

El gobernador de California Gavin Newsom se pronuncia durante una rueda de prensa en Sacramento, California, 10 de enero de 2022 (AP Photo/Rich Pedroncelli, archivo) Leer más: [AP Photo/Rich Pedroncelli]

Muchos epidemiólogos y otros científicos de principios se han opuesto a la politización del término “endémico”, que describe un nivel predecible y controlable de la enfermedad en una región geográfica dada. Por el contrario, después de dos años de pandemia, el COVID-19 sigue siendo impredecible y se propaga completamente fuera de control a nivel global.

En Estados Unidos, la campaña para declarar el fin de la pandemia está siendo orquestado por la Casa Blanca, que se reúne con los gobernadores estatales cada semana. La Casa Blanca ha buscado, en palabras de Político, “condicionar” al público estadounidense a que acepte una “nueva normalidad” basada en la propagación libre del COVID-19.

La campaña de propaganda no está siendo impulsada por la ciencia, sino por las demandas de las corporaciones y la élite financiera. El objetivo es inventar una narrativa de que el COVID-19 es inofensivo, a fin de maximizar las ganancias detrás del velo de un “regreso a la normalidad”.

El miércoles, la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Dra. Rochelle Walensky, avisó que su agencia pronto eliminará las recomendaciones de uso de mascarillas, afirmando, “Queremos darle a la gente un descanso de cosas como usar mascarillas”.

Uno de los principales voceros de la campaña para declarar “endémico” el COVID-19 es el gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, cuya carrera política fue financiada por la élite gobernante del estado.

El 12 de enero de 2022, un día en que 128.757 californianos contrajeron COVID-19 oficialmente y cuando las hospitalizaciones aumentaban rápido en el pico de la ola de ómicron, Newsom dijo que el estado estaba “preparándose, pero no para la fase pandémica de esta realidad, sino para la fase endémica de esta realidad y de cómo viviremos con las variantes futuras”. Añadió: “anunciaremos estas estrategias detalladas en las próximas semanas”.

El jueves, cuando California registró el mayor número de contagios por COVID-19 y el segundo mayor número de muertes que cualquier estado del país, Newsom presentó el “plan endémico” oficial, bajo el acrónimo “SMARTER” [más inteligente], cuyas siglas en inglés representan vacunas, mascarillas, consciencia, preparación, pruebas, educación y tratamientos. El plan ha sido aclamado por la prensa corporativa como “científico” y marca la pauta para los otros estados. En realidad, equivale a una capitulación completa ante la pandemia y una aceptación de los contagios y las muertes sin fin.

En una rueda de prensa donde describió el plan, Newsom declaró, “Estamos pasando de la fase de crisis a la fase en la que trabajaremos para vivir con este virus”.

Afirmó: “Todos hemos llegado a comprender lo que no se comprendió al principio de esta crisis, que no hay una fecha de finalización, que no hay un momento en el que declararemos la victoria”, y añadió ominosamente: “Esta pandemia no tendrá un final definido. No hay línea de meta”.

El documento de 30 páginas que resume el plan profundiza en estos temas y comienza señalando: “Nos estamos recuperando de la intensa ola de la variante ómicron, cuando millones de californianos se infectaron. Está claro que el virus permanecerá con nosotros durante algún tiempo, si no para siempre”.

Una de las características centrales del plan es prescindir de la vinculación de las medidas sanitarias del COVID-19 a políticas específicas, como la obligatoriedad de las mascarillas, y en su lugar crear una reserva de mascarillas y otros equipos de protección personal para respuestas “específicas” cuando inevitablemente surjan nuevas variantes que provoquen olas de infecciones, hospitalizaciones y muertes.

La financiación total del Estado para estas medidas limitadas es de solo 3.200 millones de dólares. Esto es aproximadamente el 1,5 por ciento de los más de 200.000 millones de dólares acumulados por el CEO de Tesla y residente en California, Elon Musk, desde el inicio de la pandemia y menos del 0,5 por ciento del presupuesto militar de 770.000 millones de dólares que Biden solicitó para el próximo año.

En cuanto a las mascarillas, el plan las presenta como una cuestión de elección individual, afirmando que “el uso de las mascarillas debe ser apoyado por todos los que quieran usarlas”. El miércoles, un día antes de la publicación del “plan endémico”, California levantó su mandato de uso de mascarillas en todo el estado.

En lo que respecta a las escuelas, el plan aboga por “una transición continua para dejar de poner en cuarentena a los estudiantes”, y añade que “los estudiantes potencialmente expuestos al COVID-19 pueden permanecer de forma segura en la escuela”. Advierte a los padres que “se preparen para un eventual cambio al uso universal de mascarillas en las escuelas”, que se espera que se anuncie el 28 de febrero.

Significativamente, el plan de Newsom fue aclamado por Ezekiel Emanuel, quien lo describió como “un plan estratégico integral para guiar al estado de California en la siguiente fase del COVID-19”. Y añadió: “Como en tantas cosas, el programa SMARTER de California puede ayudar al resto del país a hacer la transición a una nueva normalidad”. De hecho, otros han pronosticado que el plan de California será probablemente reproducido por otros estados gobernados por los demócratas.

La publicación del plan de Newsom se produce poco más de un mes después de que Emanuel publicara un documento en el que abogaba por primera vez por una “nueva normalidad” basada en el fin de todo seguimiento de las infecciones, hospitalizaciones y muertes por COVID-19. Estas recomendaciones, aclamadas por los medios de comunicación, se están aplicando de forma constante con el respaldo de la Casa Blanca.

Emanuel lleva mucho tiempo pidiendo que se reduzca la esperanza de vida y el gasto en salud, y su filosofía puede calificarse de eugenista. En palabras de la profesora de filosofía de la Universidad de Carolina del Sur, Jennifer A. Frey, Emanuel “piensa en los discapacitados y los ancianos como inútiles e ineficaces”.

La “nueva normalidad” defendida por Emanuel, Newsom, Biden y prácticamente toda la élite política, pone en peligro de forma consciente a al menos 7 millones de personas inmunodeprimidas, para los cuales las vacunas COVID-19 ofrecen muy poca protección, así como a decenas de millones de adultos mayores.

En un pódcast el lunes, el inmunólogo Dr. Kristian Andersen declaró que durante los próximos 10 años o más, “probablemente deberíamos esperar que la mayoría de la gente se infecte un par de veces al año, y deberíamos esperar entre 200 y 250.000 muertes más o menos, solo en este país”. La mayoría de estas muertes serán de personas inmunodeprimidas y mayores, y no existe un límite máximo de muertes que la élite gobernante esté dispuesta a aceptar.

Las medidas para eliminar las mitigaciones ante la pandemia son profundamente impopulares, ya que la mayoría de la población desea poner fin al sufrimiento y las muertes innecesarias que han caracterizado los dos últimos años.

Según una encuesta reciente realizada por el Instituto de Estudios Gubernamentales de la Universidad de Berkeley, solo el 20 por ciento de los votantes registrados en California apoyan el fin de la obligatoriedad del uso de mascarillas en los entornos públicos, incluyendo solo el 6 por ciento de los demócratas y el 46 por ciento de los republicanos. En todo EE.UU., una encuesta de CBS News-YouGov reveló que el 56 por ciento de los estadounidenses apoyan la exigencia de usar mascarilla en interiores.

En lugar de aplicar las medidas necesarias para detener la propagación del COVID-19, las élites gobernantes y sus portavoces políticos y de los medios tratan de manipular el lenguaje para presentar la pandemia como algo del pasado y persuadir a la sociedad para que siga adelante y actúe como si la crisis ya pasó.

En realidad, la pandemia sigue en un estado altamente peligroso. Los científicos de todo el mundo están sonando la alarma sobre los peligros que plantea la subvariante BA.2 de ómicron, y muchos piden que la Organización Mundial de la Salud (OMS) le asigne una letra griega aparte debido a sus características únicas. Esta semana se prepublicó un importante estudio realizado en Japón, en el que se demuestra que BA.2 es aproximadamente 1,4 veces más transmisible que BA.1, parece causar una enfermedad más grave aproximándose posiblemente a la variante delta y puede eludir los tratamientos existentes.

La clase obrera debe sacar las conclusiones necesarias de los últimos dos años y de los esfuerzos cada vez más intensos de la clase gobernante para desarmar a la población declarando el fin de la pandemia. Cualquier solución viable a la pandemia exige la unificación de la clase obrera internacional, armada con una estrategia de eliminación global.

A través de confinamientos temporales y remunerados, pruebas masivas, rastreo de contactos, el suministro universal de mascarillas de alta calidad y el despliegue de todas las demás medidas de salud pública a escala mundial, se podría acabar con la pandemia en cuestión de semanas y salvar millones de vidas.

La lucha contra la pandemia debe estar vinculada a la lucha contra la guerra imperialista. Al afrontar una crisis interna irresoluble, la clase gobernante estadounidense trata de desviar las crecientes tensiones internas hacia el exterior y se lanza como por tobogán hacia una guerra con Rusia. Habiendo aceptado casi un millón de muertes de estadounidenses por el COVID-19 en los últimos dos años, están totalmente preparados para aceptar decenas de millones más en lo que podría convertirse rápidamente en una Tercera Guerra Mundial.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) es la única tendencia política del mundo que lucha por detener la pandemia y la campaña de guerra. La tarea primordial a la que se enfrentan los trabajadores y la juventud hoy en día consiste en unirse y construir el CICI como la dirección revolucionaria de la clase obrera internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 18 de febrero de 2022)

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