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El sindicato francés CGT respalda al imperialismo de la OTAN en la guerra ruso-ucraniana

La declaración del sindicato francés, Confédération Générale du Travail (CGT), sobre la guerra ruso-ucraniana plantea preguntas esenciales para todos los trabajadores tanto en Francia como internacionalmente. El artículo, reproducido en la revista digital Pablista Viento Sur de Anticapitalistas, confirma el apoyo ilimitado de las burocracias sindicales a las operaciones políticas y militares del imperialismo, que amenazan con desencadenar una guerra mundial con Rusia. En Francia y en otros países movilizar a los trabajadores independientemente de los sindicatos es un requisito fundamental para poder llevar a cabo una lucha contra la guerra que necesariamente deberá ser internacional.

El secretario general de la CGT, Philippe Martinez, durante un debate en la Universidad Paris-Dauphine (Wikimedia Commons) [Photo by Ricani16 / CC BY-SA 4.0]

“El riesgo de una guerra mundial es real,” admite la CGT. Sin embargo, no hace ningún llamamiento a movilizar a los trabajadores y organizar huelgas contra el riesgo de una guerra nuclear. Más bien, da la bienvenida a las operaciones de las milicias nacionalistas ucranianas y las unidades militares armadas por la OTAN y pide un cambio de régimen pro-OTAN en la propia Rusia.

“La principal esperanza reside en la resistencia de la población ucraniana y en la aspiración al cambio de los pueblos de Rusia y Bielorrusia,” declara la CGT. Luego denuncia al presidente ruso Vladimir Putin, “La condena de la CGT debe dirigirse en primer lugar al agresor, en este caso Vladimir Putin”.

El Parti de l'égalité socialiste (Partido Socialista por la Igualdad, PSI) se opone a la guerra lanzada por Putin en Ucrania, que divide a los trabajadores rusos y ucranianos y ha causado la muerte de miles de personas. Pero el PSI rechaza todos los intentos de culpar a uno u otro régimen capitalista por arriesgarse al peligro de una guerra mundial. Al igual que ocurrió con las dos guerras mundiales del siglo 20, el sistema capitalista de Estados-nación es en su conjunto responsable y debe ser derrocado. En esta lucha, las potencias imperialistas y la OTAN son los más brutales enemigos de la clase obrera internacional.

La CGT, por su parte, tiene como objetivo bloquear la movilización de los trabajadores para llevar adelante esa lucha en Francia, y por lo tanto la unidad internacional de la clase obrera contra la guerra. La CGT propone movilizar no a los trabajadores contra la guerra, sino a los bancos y los medios de comunicación de Europa contra Rusia.

Proponen también un 'convoy sindical a Ucrania' para ayudar a los soldados ucranianos y las milicias nacionalistas, que la OTAN ya ha armado por una suma de miles de millones de dólares. Si bien admiten los efectos devastadores de las sanciones sobre la economía y, por lo tanto, los trabajadores, la CGT aplaude los intentos de los bancos estadounidenses y europeos de estrangular a Rusia:

Los posibles efectos de privar a los bancos rusos del acceso al sistema bancario internacional para realizar sus transacciones (llamado 'SWIFT') pueden provocar una desestabilización total de la economía rusa con graves consecuencias para la población y para la economía mundial. Por tanto, se plantea la cuestión de intensificar las sanciones económicas y varias voces en Rusia sugieren que es una vía a explorar.

La CGT pide sanciones comerciales y financieras contra Rusia, consciente de sus 'graves consecuencias' para los trabajadores en todo el mundo. Es decir, el embargo que la OTAN está imponiendo al petróleo, el gas y el trigo rusos está disparando los precios del combustible, la calefacción y los alimentos, arruinando los niveles de vida de los trabajadores a lo largo del planeta.

Esta política fuertemente antiobrera y antirrusa de la CGT es aún más sorprendente dado que anteriormente este sindicato expresó una cierta oposición a los neonazis ucranianos. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la CGT estuvo estrechamente ligada a la burocracia estalinista contrarrevolucionaria en Moscú. Estos lazos sobrevivieron a la disolución de la URSS por parte de esta burocracia estalinista en 1991 y su restauración del capitalismo en toda Europa del Este.

En 2014, la CGT, que todavía cultivaba lazos con el régimen capitalista ruso postestalinista, envió a dos dirigentes sindicales de los trabajadores ferroviarios, Axel Persson y Mathieu Boll-Reddat, a una visita a las zonas separatistas prorrusas de Ucrania. Hablando en la zona separatista de Lugansk en el 70 aniversario de la huelga insurreccional de los trabajadores ferroviarios parisinos el 10 de agosto de 1944 contra la ocupación nazi, Bolle-Reddat dijo:

Nuestro sindicato luchó contra los nazis, por eso estamos aquí, con los trabajadores en el Donbás que están luchando contra los fascistas que han tomado el control del gobierno de Ucrania... … No estoy aquí como turista. Mi sindicato está siendo testigo de lo que sucede aquí, y vamos a presionar al gobierno francés.

La CGT, que desautorizó a Persson y Boll-Reddat en aquel momento, ahora se está inclinando a dar su apoyo a los neonazis ucranianos, al presidente Macron y a la OTAN. Ignora el impacto de la inflación en los niveles de vida de los trabajadores, o el peligro de una guerra mundial nuclear, que admite que es real. Esta política imprudente y reaccionaria refleja el carácter de clase de la CGT y, más ampliamente, de lo que la prensa burguesa llama falsamente 'el movimiento obrero'.

La CGT no representa a los trabajadores, sino a las capas privilegiadas y proimperialistas de la clase media que conforman la burocracia sindical. Desde la disolución estalinista de la URSS en 1991, han evolucionado drásticamente hacia la derecha. Con el colapso de su base de clase trabajadora, los sindicatos franceses han dependido casi exclusivamente de la financiación de los empresarios y el Estado, mientras que la riqueza de los dirigentes sindicales individuales se ha vinculado cada vez en mayor medida al auge de los mercados financieros mundiales.

La CGT encubre la alianza de la OTAN con el neofascismo ucraniano

En los 30 años transcurridos desde la disolución de la URSS, la burocracia de la CGT ha completado su posicionamiento con el imperialismo. Es imposible no reconocer en su declaración el eco de las ambiciones geopolíticas de los estrategas y propagandistas del imperialismo estadounidense. Denunciando a los principales países atacados por el Pentágono, a saber, Rusia y China, la CGT afirma que un derrocamiento de Putin por parte de la OTAN restaurará mágicamente la paz:

El retorno a la paz depende de la caída de Putin. Su victoria sería catastrófica. Si se refrenda con un acuerdo de paz con una partición de Ucrania, el agresor se vería entonces confirmado en su política imperialista y belicista... … Y qué decir del ejemplo que se da a otras grandes potencias, especialmente a China, cuyas pretensiones sobre Taiwán son bien conocidas. Un empate o incluso una derrota rusa sin la salida de Putin dejaría la amenaza del resurgimiento de la guerra.

Afirmar que Rusia es el principal obstáculo para la paz es encubrir los crímenes del imperialismo. La disolución de la Unión Soviética en 1991 eliminó los obstáculos militares a una ofensiva neocolonial de las potencias imperialistas. La OTAN iba a poder llevar a cabo una serie de guerras sangrientas, a menudo dirigidas contra países aliados de la ex URSS. Millones de personas murieron y decenas de millones tuvieron que huir de sus hogares en Irak, Somalia, Yugoslavia, Libia, Siria y Malí.

El derrocamiento de Putin por la OTAN no traería la paz sino el aplastamiento de Rusia, la instalación de un régimen colaboracionista neocolonial en Moscú y la intensificación de las guerras imperialistas y el saqueo de Eurasia.

La CGT insiste en que Moscú es totalmente responsable de la guerra, equiparando a Putin con Hitler. Identifica la política rusa de Putin en Ucrania con la anexión nazi de los Sudetes en Checoslovaquia en 1938, aprobada por los primeros ministros Neville Chamberlain de Gran Bretaña y Edouard Daladier de Francia en la cumbre de Munich de 1938. Crea así una amalgama monstruosa entre la oposición a una guerra mundial lanzada contra Rusia y la de unos personajes implicados en una política de colaboración con Hitler. La CGT escribe:

¿Es Putin responsable de esta situación? En absoluto, y casi en su totalidad. Esta guerra es su decisión. Él mismo fijó el alcance y el calendario. Lleva años soñando con ello y si Occidente es responsable, es ante todo por haberle permitido anexionarse Crimea en 2014, ratificando de hecho esta situación en el tiempo, incluso a nivel geopolítico. La anexión de los Sudetes sólo podía confirmar a sus ojos la viabilidad de su sueño de anexión total.

Eso es solo una falsificación destinada a ocultar el posicionamiento de la CGT con las potencias imperialistas, principales responsables del conflicto. Buscando presentarse como antiimperialista, la CGT critica levemente a la OTAN. Sobre la expansión de la OTAN en Europa del Este después de la disolución de la Unión Soviética en 1991, a pesar de las promesas de la OTAN a Moscú de lo contrario, la CGT admite que desde la perspectiva de los líderes rusos se 'consideraba legítimamente que las posturas y la política seductora de la OTAN constituían una violación de los acuerdos de 1991'.

La CGT tampoco niega que los neofascistas ucranianos están luchando contra Rusia y lo han estado desde la llegada al poder del régimen actual a través de un golpe de Estado en febrero de 2014 en Kiev. Incluso admite el papel decisivo desempeñado por los neo-Nazis en el golpe de Estado que siguió a las protestas de Maidan:

Es un hecho muy real de que, en 2014, durante las enormes movilizaciones que condujeron a la caída de Yanukovich, la toma de Crimea y la guerra en el Dombás (casi 14.000 muertos, entre ellos más de 3.000 civiles), numerosos grupos de extrema derecha ocuparon las calles, hicieron reinar el terror durante la presidencia de Poroshenko y su administración. Incluso varios ministros de extrema derecha formaron parte de su gobierno.

Sin embargo, la CGT guarda silencio sobre el hecho de que esta revuelta fue aprobada y dirigida por las potencias de la OTAN. Diplomáticos estadounidenses, alemanes y franceses fueron a Kiev en 2014 para alentar las protestas y luego aplaudir al régimen derechista instalado por el golpe, liderado por la milicia neonazi del Sector Derecho. La instalación de fuerzas antirrusas y antisemitas en el corazón del régimen ucraniano provocó una guerra civil con las regiones de habla rusa del país.

Si en 2014 capas de la CGT mostraban preocupación por esta política de extrema derecha, desde entonces dicha política ha sido adoptada por el propio sindicato. De hecho, el golpe de Estado en Kiev fue parte de una estrategia neocolonial francesa y de la OTAN apoyada abiertamente por los sindicatos franceses.

El conflicto entre Kiev y Moscú por Crimea, que votó a favor en referéndum de integrarse en Rusia después del golpe de Kiev, está enlazado con la guerra neocolonial que lleva a cabo la OTAN en Siria desde 2011. En septiembre de 2013, los barcos rusos con base en el puerto de Sebastopol en Crimea protegieron la costa siria de los ataques militares que los barcos estadounidenses y franceses tenían la intención de llevar a cabo. Washington, París, Berlín y otras potencias de la OTAN apoyaron entonces un golpe neofascista para instalar un régimen que intentó sin éxito controlar Crimea y Sebastopol.

Este conflicto en Ucrania ha estado en curso desde el año 2014, a pesar de algunas treguas, al igual que la guerra en Siria que enfrenta a la OTAN por un lado contra Rusia e Irán por el otro. El armamento de Ucrania, por parte de la OTAN, contra Rusia durante este conflicto corresponde a la estrategia mundial del imperialismo estadounidense. De hecho, en 2017, Washington declaró en su Estrategia de Seguridad Nacional que 'China y Rusia amenazaban el poder de Estados Unidos' y que tenía que enfrentarse a estos países, considerados como 'rivales hostiles'.

La posición a favor de la OTAN de la CGT sobre Ucrania se deriva de su apoyo a la política de guerra neocolonial del imperialismo francés en Siria. Ya en 2012, la ejecutiva nacional de la CGT publicó una declaración, 'Alto a las masacres en Siria', blanqueando el papel de las milicias islamistas 'rebeldes' respaldadas por la OTAN y exigiendo una intervención imperialista. Denunciando tan solo al régimen sirio y exigiendo sanciones contra él, la CGT escribió:

Los sindicatos franceses CFDT, CGT, UNSA, FSU y Solidaires saludan el increíble coraje del pueblo sirio que se levantó pacíficamente contra el poder familiar despótico de la corrupta familia Assad. ... Siria ya no puede permanecer aislada ni se le debe permitir al régimen imponer su terror. Es sólo cuestión de tiempo. Pero, ¿cuántas vidas deben sacrificarse antes de que la comunidad internacional condene este régimen sangriento e imponga sanciones contra él y sus líderes?

Después de haber respaldado la intervención de Francia y la OTAN en el conflicto sirio, la burocracia de la CGT se está alineando de nuevo con la OTAN y la extrema derecha ucraniana en la guerra ruso-ucraniana. El argumento de la OTAN de que está defendiendo a la parte más débil que lucha por liberarse del aplastante poder de Rusia es refutado por el curso de la guerra. Armados hasta los dientes con miles de millones de euros en armas de la OTAN, las milicias y las fuerzas armadas ucranianas son la punta de lanza de una guerra de la OTAN contra Rusia.

El equilibrio de fuerzas en la guerra lanzada por la OTAN contra Rusia en suelo ucraniano no está a favor de los rusos. La OTAN tiene una población de aproximadamente 900 millones de habitantes, de los cuales 3,3 millones son militares, en comparación con 144 millones de rusos con un ejército de 1 millón. El PIB de la OTAN es de unos 40 billones de dólares, o unas 20 veces el de Rusia. Son los bancos estadounidenses y europeos los que están robando los ingresos por exportaciones de Rusia, no al revés.

Construir organizaciones obreras de lucha internacionales e independientes

No se puede librar una lucha contra la marcha del capitalismo hacia la guerra y un gobierno autoritario sin una movilización internacional de la clase obrera en una lucha por el socialismo. La CGT está trabajando para bloquear el surgimiento de tal movimiento. Trata de hacer pasar su política proimperialista como socialista, empleando algunas referencias vacías al comunismo:

Nuestro pacifismo, que tiene sus raíces en la conferencia de Zimmerwald de 1915, actualizado por el rechazo del “campismo”, equivale a rechazar este juego de alianzas que arrastra a los pueblos a conflictos mundiales en beneficio de las burguesías o aristocracias que los gobiernan.

Esta referencia histórica es tan cínica como falsa. La conferencia internacional en Zimmerwald reunió a Lenin, Trotsky y otros trabajadores que se oponían a la Primera Guerra Mundial. Dos años más tarde, en octubre de 1917, Lenin, Trotsky y los bolcheviques lideraron a la clase obrera en el derrocamiento del capitalismo ruso y la fundación de un Estado obrero basado en los soviets, los consejos obreros. El recrudecimiento de la lucha de clases internacional que esto desencadenó puso fin a la Primera Guerra Mundial y condujo a la construcción de la Internacional Comunista.

¿Es realmente necesario demostrar que la estrategia de la CGT es diametralmente opuesta a la de los bolcheviques y Trotsky? El aparato de la CGT, que aprobó la disolución estalinista de la Unión Soviética, ahora respalda los objetivos bélicos de las potencias imperialistas. Se posiciona con el intento de utilizar a la extrema derecha ucraniana contra Rusia, ignorando el peligro de una guerra mundial.

El abismo de clase que separa a la clase obrera de la burocracia nacionalista de la CGT es el que existe entre la revolución y la contrarrevolución. El aparato de la CGT les dice a sus partidarios que presionen al Estado para una política más favorable a los trabajadores dentro de las fronteras de Francia. Pero los principales problemas de esta época son internacionales —la guerra, la pandemia, el dictado de los mercados financieros mundiales sobre la vida social— y en ellos, la burocracia de la CGT no tiene ninguna política progresista que ofrecer.

La CGT fue abiertamente hostil a una gran movilización por la igualdad social que reunió a un enorme número de trabajadores en Francia, el movimiento de los 'chalecos amarillos' en 2018-2019 organizado a través de las redes sociales. El líder de la CGT, Philippe Martínez, los llamó 'mala compañía' y bloqueó una huelga de camioneros en su apoyo. De esta forma se alineó con la propaganda pequeñoburguesa del pablista Nuevo Partido Anticapitalista, que denunció a los 'chalecos amarillos' como neofascistas:

Al igual que la CGT y el sindicato Solidaires, no mezclaremos nuestro enfado el sábado 17 de noviembre con las maniobras patronales explotadas por la extrema derecha, que no es un aliado temporal sino un enemigo mortal. Sí, todo está subiendo excepto los salarios, y las clases más bajas tienen razón en ya tener suficiente con los aumentos de precios del combustible. ... Pero no podemos decirlo el sábado 17 de noviembre en acciones o supuestas concentraciones ciudadanas que parecen turbas de extrema derecha, en las que nos alinearíamos con los enemigos más mortíferos del movimiento obrero.

La guerra ruso-ucraniana confirma que no fueron los 'chalecos amarillos' sino el aparato pequeñoburgués de la CGT el que se alineó con el imperialismo contra los trabajadores. Actualmente, la política antiobrera de la CGT se elabora en una alianza de facto con los neonazis ucranianos.

En la pandemia del COVID-19, la CGT se posicionó con la política de infección masiva dictada por la Unión Europea y los bancos. En junio de 2020, la CGT señaló su apoyo a los rescates de la UE que entregan billones de euros a los bancos y las grandes corporaciones y a un aumento de la capacidad militar europea. Sin embargo, estos rescates se basaron en el rechazo de cualquier estrategia Cero COVID o cualquier intento serio de detener el contagio.

La burocracia de la CGT aprobó efectivamente una política reaccionaria de salud pública que se ha cobrado más de 1,7 millones de vidas en Europa, incluidas más de 140.000 en Francia. Hoy en día, decenas de miles de franceses se infectan diariamente con un virus cuyas consecuencias a largo plazo se desconocen.

Estas posiciones justifican la lucha histórica del movimiento trotskista, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y su sección francesa, el Parti de l'égalité socialiste (PES), para romper la imposición de la burocracia sindical sobre la clase obrera. Para combatir la pandemia, a los bancos y al peligro de guerra, es necesario movilizar y unir a los trabajadores en una lucha internacional. Esto requiere romper la influencia reaccionaria de las burocracias sindicales nacionales, que son conscientemente hostiles a las tradiciones de octubre de 1917.

Contra la guerra en Ucrania y la CGT estalinista, el PES llama a la construcción de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) (IWA-RFC por sus siglas en inglés) y la unidad internacional de los trabajadores basada en el programa de la revolución socialista mundial.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 17 de marzo de 2022)

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