Español
Perspectiva

Más armas, menos manteca: el presupuesto de Biden para la Tercera Guerra Mundial

En su segundo mes, las consecuencias sociales de la guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN con Rusia sobre Ucrania están volviéndose más claras.

En todo el mundo, los Gobiernos están aumentando masivamente sus gastos militares. El Gobierno alemán triplicó su presupuesto para que el ejército alemán sea el más grande de Europa. Francia, Italia, Reino Unido y Australia están implementando importantes aumentos en sus desembolsos para la guerra.

Soldados estadounidenses se alinean durante la visita del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la base aérea Mihail Kogalniceanu, cerca de la ciudad portuaria de Constanza, en el Mar Negro, al este de Rumanía, el viernes 11 de febrero de 2022 [Crédito: AP Photo/Andreea Alexandru].

No obstante, este proceso es más claro en EE.UU., el centro del imperialismo mundial. El lunes, la Casa Blanca anunció el mayor presupuesto militar en la historia estadounidense, enfocándose de forma abrumadora en los preparativos para una guerra con Rusia y China.

El presupuesto propone asignar $813 mil millones en el ejército estadounidense, comparado a $782 mil millones en 2022. Cuando se añaden los costos del Departamento de Asuntos de los Veteranos y el servicio de la deuda por los gastos de defensa anteriores, la cifra supera el billón de dólares. Y ni hablar de los cientos de miles de millones que irán a las fuerzas policiales a nivel federal, estatal y local y al aparato de inteligencia de EE.UU.

EE.UU. gasta más en su ejército que los siguientes 10 países combinados. Lindsay Koshgarian del Institute of Policy Studies escribe en Newsweek, “Solo EE.UU. gasta 12 veces más en su ejército que Rusia. Cuando se combina con los mayores gastos militares de Europa, EE.UU. y sus aliados en el continente superan a Rusia 15 a 1”.

Anunciando la propuesta presupuestaria, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, indicó: “Estamos solicitando… más de $40,8 mil millones para el poder naval, para incluir nueve buques de guerra, y cerca de $12,6 mil millones para modernizar los vehículos de combate del Ejército y el Cuerpo de Marines. Estamos solicitando más de $130,1 mil millones en investigación y desarrollo en este presupuesto, un máximo histórico”.

El presupuesto propone actualizar y modernizar todos los aspectos del arsenal nuclear de EE.UU., desde los submarinos nucleares hasta los bombarderos y misiles. Esto incluye $35,4 mil millones para “desarrollar, comprar y modernizar” las armas nucleares de EE.UU., incluyendo:

  • $6,4 mil millones para el submarino de misiles balísticos de clase Columbia,
  • $5 mil millones para el bombardero B-21 de ataques de largo alcance,
  • $3,6 mil millones para la Fuerza Disuasoria Estratégica Terrestre, una nueva clase de misiles balísticos intercontinentales y
  • $1 mil millones para el misil de Enfrentamiento de Largo Alcance (LRSO, por sus siglas en inglés), una nueva generación de misiles de crucero nucleares.

Además, el presupuesto asigna $56,5 mil millones para “Fuerzas Aéreas Letales”, incluyendo la compra de 61 aviones de caza conjuntos F-35 con un importe de $11 mil millones. Dedica otros $25 mil millones más para misiles de defensa, $7,2 mil millones para “ataques de largo alcance”, incluyendo misiles hipersónicos, y $27 mil millones para la “Fuerza Espacial” creada por el expresidente Donald Trump.

El presupuesto de Defensa de 2017, el último preparado por el Gobierno de Obama fue de $583 mil millones. Trump aumentó el presupuesto militar cada año de su Presidencia, a pesar de presidir repliegues de las tropas estadounidenses en Irak y Afganistán.

En 2018, bajo la supervisión del secretario de Defensa, James Mattis, EE.UU. declaró en su estrategia de seguridad nacional que “la competición entre grandes potencias, no el terrorismo, será ahora el principal foco de atención de la seguridad nacional estadounidense”.

El documento plasmó el concepto dominante por muchos años en los planes del Pentágono: el ejército estadounidense debería concentrarse en los preparativos de una guerra con Rusia y China. Para ello, el Gobierno de Obama ya inició una expansión de varios billones de dólares del arsenal nuclear estadounidense, un plan continuado e intensificado bajo Trump y ahora Biden.

Incluso la propuesta de Biden solo es el punto de partida. El presupuesto real aprobado por el Congreso probablemente superará aquel propuesto por Biden y el Pentágono.

El miércoles, el senador republicano Jim Inhofe dijo que el presupuesto “no solicita el crecimiento real que necesitamos” y llamó al Congreso a “cumplir con nuestra diligencia debida y nuestro deber constitucional” y entregar aún más fondos.

Un editorial del Wall Street Journal se hizo eco de esta línea, quejándose de que “el gasto en Defensa seguirá siendo aproximadamente el 3,1% de la economía” según el presupuesto de Biden. El objetivo, según el Journal, debería ser aumentar el gasto militar al menos al 5 por ciento de la economía, es decir un incremento de casi dos tercios.

“La OTAN necesita más armas y menos manteca”, escribió Glenn Hubbard, expresidente del Consejo de Asesores Económicos, en una opinión publicada por el Wall Street Journal exigiendo recortes a los programas sociales. La frase tiene su origen en la declaración del líder nazi Hermann Goering, quien dijo en 1936, según Alemania se preparaba para la guerra mundial, “Las armas nos harán más poderosos, la mantequea solo nos pondrá gordos”.

El corolario del masivo gasto militar son los recortes en todo lo demás. El gigantesco desembolso en las fuerzas armadas fue anunciado cuando mueren más de 1.000 estadounidenses a diario por la pandemia de COVID-19. Se están eliminando programas vitales alegando que no alcanza el dinero para ellos.

La semana pasada, se agotaron los fondos del programa federal para reembolsar a los hospitales que están atendiendo a los pacientes con COVID-19 y sin seguro. Esto significa que las pruebas de COVID-19 para los pacientes sin seguro ya no serán gratis, “debido a la falta de fondos”. La semana siguiente, se agotará el dinero para las vacunas de COVID-19 para personas no aseguradas, y el gasto en compras federales de anticuerpos monoclonales se está recortando.

Incluso cuando el Gobierno gasta cifras inauditas de dinero en el ejército, Biden afirma que su Gobierno busca “equilibrar” el presupuesto. “Estamos volviendo a ordenar la hacienda fiscal”, a saber, financiarán la maquina de guerra por medio de un ataque intensificado a la clase obrera, al tiempo en que los precios de los bienes básicos ven aumentos de dos dígitos.

Estados Unidos está siendo transformado cada vez más en un “Estado cuartel” con dos funciones básicas: financiar el aparato militar-policial y rescatar financieramente a los ricos. Los preparativos para una guerra mundial representan al mismo tiempo preparativos para una guerra contra la clase obrera.

En el proceso, quedan desmentidas todas las afirmaciones de que el Gobierno de Biden dispondría de un “espacio” para reformas sociales y la declaración absurda de Bernie Sanders de que Biden “será el presidente más progresista desde Franklin Delano Roosevelt”. El Partido Demócrata ha demostrado nuevamente que es un partido de Wall Street y el aparato militar y de inteligencia.

La convergencia cada vez mayor del desvío de recursos sociales al gasto militar y la ofensiva contra la clase obrera deja algo sumamente claro: la base social para oponerse a la guerra es la clase obrera.

El aumento en el coste de vida en todo el mundo está provocando un estallido global de la lucha de clases. El movimiento global en crecimiento de la clase obrera ofrece la base social esencial para la lucha contra la guerra. Pero este movimiento debe estar armado con la perspectiva del socialismo. Necesita tener por objeto derrocar el sistema capitalista de Estados nación que da origen a la desigualdad y la guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 1 de abril de 2022)

Loading