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Perspectiva

Mientras aumentan los casos de la subvariante BA.2 de ómicron, el Gobierno de Biden profundiza el encubrimiento del COVID-19

La más reciente ola de COVID-19 ya está bastante avanzada en EE.UU. y está siendo impulsada por la subvariante BA.2 de ómicron, que es altamente infecciosa y capaz de evadir la inmunidad. Los viajes a escala masiva y las grandes reuniones en interiores durante Semana Santa alimentarán un incendio que ya está en marcha en gran parte del país.

Según el monitor de coronavirus del New York Times, el promedio oficial de siete días alcanzó 37.810 casos diarios el sábado, tras un aumento de 38 por ciento en las últimas dos semanas. Según el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME, por sus siglas en inglés), por los niveles inadecuados de pruebas realizadas, la cifra de infecciones real es aproximadamente de 270.000 por día.

La teniente Youngmi Kim, una internista residente asignada a la UCI del Centro Médico Naval de San Diego, con equipo de protección antes de un procedimiento, 2 de noviembre (US Navy/Luke Cunningham)

Treinta y dos estados, Puerto Rico, Washington D.C., y las Islas Vírgenes han visto un aumento en casos nuevos oficiales durante las últimas dos semanas. El noreste es la región del país más golpeada por ahora, ya que fue la primera donde BA.2 llegó a predominar. Nueva York y otros estados de la región están viendo un incremento en las hospitalizaciones por COVID-19.

La ola de BA.2 en EE.UU. se está produciendo apenas cuatro meses después de que la subvariante BA.1 de ómicron causara estragos en todo el país, cobrándose 185.000 vidas en el país y haciendo que la cifra oficial de muertes superara el millón según Worldometer. Durante el mes de enero, COVID-19 pasó al cáncer y las enfermedades cardiacas como la principal causa de muerte en EE.UU. Actualmente, es la tercera causa principal de muertes, matando en promedio a 512 estadounidenses cada día, según el Times .

Durante la ola de BA.1, el Gobierno de Biden adoptó efectivamente la estrategia de “inmunidad colectiva” del Gobierno de Trump, animando a los estados a desmantelar los sistemas de reporte de COVID-19 y levantar todas las medidas de mitigación.

Desde inicios de febrero, casi todos los estados han puesto fin a la obligatoriedad del uso de mascarillas. Para justificar esta política, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) publicó nuevas guías para el uso de mascarillas que daban más peso a la capacidad hospitalaria que a las cifras de contagios y anteponían “los comportamientos preventivos individuales y a nivel de hogar” a los principios básicos de la salud pública.

Varios estados disminuyeron drásticamente los lugares donde se hacen pruebas de COVID-19 y las pruebas realizadas cayeron a su nivel más bajo desde el verano de 2021. Los fondos federales para la respuesta pandémica comenzaron a evaporarse en marzo y el resultado es que las personas sin seguro ahora tendrán que pagar $100 para hacerse una la prueba más precisa de PCR.

En febrero, el Gobierno de Biden urgió a los estados a reclasificar las hospitalizaciones y muertes por COVID-19 utilizando la distinción artificial entre los hospitalizados “con COVID-19” y “por COVID-19” que la extrema derecha ha avanzado desde el principio de la pandemia.

A pesar de que al menos un cuarto de las muertes por COVID-19 ocurren más de 30 días después del contagio, Massachusetts adoptó una política en marzo de restar estas muertes lo que redujo retroactivamente casi 4.000 muertes por COVID-19 de sus registros. Por su parte, en un cambio que aún no ha sido explicado en medio de una ola récord de hospitalizaciones y muertes de niños por ómicron, los CDC borraron 72.277 muertes de su sitio web Data Tracker el 16 de marzo, incluyendo una cuarta parte de todas las muertes de niños. A pesar de estas manipulaciones de datos, estos niños y adultos que murieron por COVID-19 no volverán a la vida.

Fuera del World Socialist Web Site, una de las pocas fuentes que está monitoreando de cerca estos cambios de política es el experto en salud Gregory Travis, quien monitorea el reportaje de datos de COVID-19 de todos los estados en el país.

Travis documentó que, desde el inicio de la ola de ómicron en diciembre, al menos doce estados dejaron de reportar datos de COVID-19 a diario. Tan solo durante la última semana, Indiana, Kansas, Washington y Carolina del Norte se “tornaron oscuros”, lo que significa que solo reportan datos dos veces por semana o menos. Esto es efectivamente inútil en términos de guiar medidas de salud pública. En total, más de un tercio de los estados, con una población combinada de casi 100 millones, se “tornaron oscuros”.

El impacto acumulado de este encubrimiento masivo de datos será que la gravedad de la ola de BA.2 en EE.UU. será más difícil de determinar que cualquier otra ola desde el inicio de la pandemia.

Lo más probable es que millones de estadounidenses se infectarán con BA.2 y decenas de miles morirán. Con base en la experiencia de Europa con BA.2., ambas cifras podrían tener un orden de magnitud mayor. En Alemania y Reino Unido, donde los porcentajes de la población con dos y tres dosis son mucho mayores que EE.UU., BA.2 ha diezmado la sociedad y causado niveles más altos de infecciones y hospitalizaciones que la ola de BA.1. En Reino Unido, casi 2.000 murieron por COVID-19 en solo la última semana.

En vez de alertar a la sociedad de estos peligros y del estado desastroso del monitoreo de COVID-19 en EE.UU., se está haciendo todo lo posible para ocultarle al público estadounidense esta realidad.

En tres programas de entrevistas el domingo, el coordinador de la respuesta al coronavirus de la Casa Blanca, el Dr. Ashish Jha, minimizó los peligros que enfrenta el público. En Meet the Press, Jha argumentó que “estamos en un lugar mucho mejor que en los últimos dos años, ciertamente mucho mejor que en enero”. Solo reconoció que “los casos están aumentando levemente y tenemos la intensión de monitorear eso cuidadosamente”.

Mientras guarda silencio sobre el ataque brutal a la salud pública en EE.UU., Europa y gran parte del mundo, la prensa corporativa dedicó amplio espacio durante la última semana a denunciar las medidas de salud pública implementadas en Shanghái y el resto de China para sofocar el peor brote de COVID-19 en el país desde el inicio de la pandemia.

El comentario más descabellado fue escrito por Li Yuan para el New York Times, comparando absurdamente la política de Cero COVID a la política de “cero gorriones” implementada bajo Mao Zedong, que contribuyó en parte a la Gran Hambruna China. De hecho, la política de Cero COVID de China ha eliminado repetidamente el COVID-19 y salvado millones de vidas en el país.

En su entrevista con Fox News Sunday, el Dr. Jha se opuso explícitamente al uso de confinamientos en China para detener la propagación del COVID-19, indicando: “Creo que es muy difícil a este punto, con una variante altamente transmisible, poder frenar esto solo a través de confinamientos. Y por eso nuestra estrategia, por la que hemos abogado, es que las personas se vacunen y pongan dosis de refuerzo, asegurarnos de que haya tratamientos disponibles. Esa es una estrategia mucho más efectiva y durable a largo plazo para vivir con este virus”.

Lo que omite esta “estrategia para vivir con este virus”, si bien lo reconocen los reportes y modelos del propio Gobierno, es que miles y miles de estadounidenses morirán por COVID-19 y potencialmente millones más sufrirán COVID persistente.

Una de las señales de los regímenes políticos en un proceso de desintegración es que ignoran las crisis, las ocultan y mienten sobre ellas. Un importante evento que precipitó la disolución de la Unión Soviética en 1991 fue el desastre de Chernóbil de 1986, el cual fue causado directamente por la mala gestión, el encubrimiento y la indiferencia a la seguridad de la población soviética por parte de la burocracia estalinista.

De una forma similar, la clase gobernante estadounidense y todos sus representantes políticos han hecho una terrible gestión de la pandemia, matando sin necesidad a más de 1 millón de estadounidenses y posiblemente discapacitando a decenas de millones más con COVID persistente. Con un Chernóbil social en sus manos, la clase gobernante es incapaz de hablar con siquiera una pizca de honestidad en público.

Como con la pandemia, la clase gobernante también está ocultándole al público el inmenso peligro de que la guerra en Ucrania se salga rápido de control. En medio de discusiones cada vez más abiertas sobre el posible uso de armas nucleares “tácticas”, ningún oficial ni comentarista en la prensa ha declarado que el uso de tales armas hará casi inevitable el estallido de una Tercera Guerra Mundial entre las principales potencias nucleares del mundo.

Es urgente alertar a la clase obrera estadounidense e internacional de los inmensos peligros presentados tanto por la guerra como la pandemia: las crisis interconectadas en el seno de la crisis cada vez más profunda del capitalismo mundial. Tanto la pandemia como la guerra han impulsado un alza masiva de la inflación y escasez de alimentos a nivel global, lo que a su vez está induciendo a los trabajadores de todos los continentes a luchar.

El 1 de mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) está auspiciando el Mitin Internacional en Línea del Primero de Mayo para decirle la verdad a la clase obrera y definir una estrategia de lucha para detener la pandemia y la marcha hacia una guerra mundial. Instamos a todos los trabajadores, jóvenes y profesionales de todo el mundo a que participen y compartan el evento lo más ampliamente posible en sus lugares de trabajo y todas las plataformas de redes sociales.

(Publicado originalmente en francés el 17 de abril de 2022)