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Primero de Mayo de 2022: El papel revolucionario de la clase obrera estadounidense

Este es el reporte de Joseph Kishore en el Mitin Internacional En Línea del Primero de Mayo de 2022. Joseph Kishore es secretario nacional del Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.). Puedes ver todos los discursos aquí: wsws.org/mayday.

Joseph Kishore es secretario nacional del Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.)

Este mitin del Primero de Mayo se celebra mientras la política de guerra de los EE.UU. y la OTAN contra Rusia ha llevado al mundo al borde de la catástrofe.

Desde la disolución de la Unión Soviética hace más de tres décadas, el imperialismo estadounidense ha estado en un estado de guerra continua y creciente, poniendo en la mira a un país tras otro para la invasión, la ocupación y la destrucción. Los ojos de Washington se fijan ahora en Rusia y China, las principales barreras geoestratégicas para su dominio. La guerra regional se está convirtiendo en una guerra mundial, y el peligro para toda la humanidad es enorme.

Cualquier evaluación de la situación mundial, de las posibilidades inherentes a la trayectoria de los acontecimientos, sin embargo, es incorrecta, si deja de lado lo que es la fuerza social más poderosa dentro de los Estados Unidos. Lo que siempre ha distinguido al movimiento trotskista no era sólo su comprensión del papel central del imperialismo estadounidense, sino del enorme poder social y político que tiene la clase obrera estadounidense.

Decimos a los trabajadores de todo el mundo: Hay dos Estados Unidos. Están los Estados Unidos de Wall Street, del Pentágono, de la CIA, de la plutocracia, que miente, amenaza y amedrenta. Pero también están los Estados Unidos de la clase obrera.

Nada expone tan claramente la realidad del dominio y la división de clases en EE.UU. como la respuesta a la pandemia. La élite gobernante, con absoluta indiferencia por la vida humana, se negó a adoptar las medidas de salud pública necesarias para detener la pandemia. Después de rescatar a Wall Street, enviaron a los estadounidenses de vuelta al trabajo.

Más de un millón de personas murieron, y los ricos se hicieron más ricos. La esperanza de vida de los estadounidenses se redujo en casi dos años. Pero el mercado de valores se disparó. Carteras de inversión y lápidas. Dos Estados Unidos.

Ningún país capitalista importante es tan desigual como Estados Unidos. En el curso de su actual conflicto con Rusia, la clase dirigente estadounidense ha comenzado a hablar de la riqueza de los oligarcas rusos. “Vamos a confiscar sus yates, sus casas de lujo y otras ganancias mal habidas”, Joe Biden declaró el jueves.

La clase dirigente está jugando con fuego. No hay riqueza más “mal habida” que la de la oligarquía estadounidense.

En los dos últimos años de muerte masiva, la riqueza de los multimillonarios estadounidenses creció más del 70%, a más de cinco billones de dólares. Cinco billones de dólares. Alimentada por la operación de impresión de papel moneda por parte de la Reserva Federal, la remuneración de los directores generales de EE.UU. asciende actualmente a una media de 14,2 millones de dólares al año.

Elon Musk, el hombre más rico del mundo, con un cuarto de billón de dólares a su nombre, recibió una “prima” de 23.000 millones de dólares la semana pasada. Incumplió la ley para obligar a abrir las plantas de Tesla durante la pandemia. Ahora va a comprar Twitter por 43.000 millones de dólares.

Hace poco más de 100 años, en 1919, el líder socialista estadounidense Eugene Debs pronunció un discurso el Primero de Mayo, fuertemente influido por la Revolución de Octubre de 1917.

“Voy a hablarles como socialista, como revolucionario, como bolchevique”, Debs declaró. “¿Qué es esto de lo que todo el mundo habla? ¿Qué es lo que denuncia el poder de la clase dominante, sobre lo que están vertiendo un torrente de mentiras malintencionadas? Es el ascenso de los trabajadores... que por primera vez en la historia dicen unidos: 'Hemos hecho lo que hay, producimos riqueza; ahora tomaremos lo que hemos producido, porque es nuestro’”.

Los trabajadores de todo el mundo volverán a hacer este llamamiento.

Durante casi medio siglo, la clase dirigente estadounidense libró una guerra de clases unilateral. Los sindicatos se convirtieron en una policía laboral, del lado de la patronal, dirigidos por ejecutivos acaudalados que se benefician de la explotación de aquellos a los que dicen representar.

Sin embargo, la clase trabajadora de Estados Unidos ya ha empezado a contraatacar. En los últimos dos años han estallado una serie de huelgas y luchas de los trabajadores en muchas industrias: Volvo Truck en Virginia; Kellogg's, John Deere, Dana Auto Parts, tiendas de comestibles King Soopers. Estas batallas se libraron no solo contra la patronal, sino también contra los dictados de los sindicatos.

Los trabajadores automotores hicieron paros espontáneos contra los esfuerzos por mantener las plantas abiertas al principio de la pandemia. Los educadores se retiraron y protestaron por la reapertura insegura de las escuelas.

Entre las enfermeras y otros trabajadores sanitarios, el impacto de la pandemia ha alimentado un ambiente de militancia y oposición que se extiende mucho más allá de la huelga en curso de 5.000 enfermeras de Stanford en California.

Al igual que los trabajadores de todo el mundo, los trabajadores de Estados Unidos se han visto afectados por el aumento de los costes de los productos básicos, incluyendo la comida y la gasolina, acelerado por el impacto económico de la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia. Como resultado de la inflación récord, los trabajadores se enfrentan a un descenso de los salarios reales de entre el 10 y el 15 por ciento en sólo un año.

Según una encuesta de Harris realizada hace una semana, el 60 por ciento de los votantes estadounidenses dijo que la economía es débil, y casi la mitad afirma que su propia situación financiera está empeorando. Sólo un tercio de los encuestados afirma que el país va “por el buen camino”, frente al 60% que dijo que iba “por mal camino”. Los dos principales temores de los votantes estadounidenses son, según la encuesta, la inflación y el uso de armas nucleares.

Existe en la clase trabajadora estadounidense una profunda hostilidad y rabia hacia todo el establishment político. Esto explica la propaganda alucinante que proviene de los medios de comunicación oficiales, y la incapacidad de los funcionarios políticos de decir una sola palabra veraz. Como señaló una vez Trotsky, la clase dominante estadounidense es la más miedosa del mundo.

El capitalismo estadounidense está podrido hasta la médula. Hace poco más de un año, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, lanzó un golpe de estado fascista para anular la constitución. El expresidente no puede pronunciar un discurso sin denunciar furiosamente el peligro del socialismo.

A principios de este año, Biden declaró que no estaba seguro si las instituciones de la democracia estadounidense sobrevivirían otra década. En la campaña contra Rusia, sin embargo, el presidente estadounidense Biden se une a los conspiradores de Trump y proclama la “unidad nacional” sobre la base de la guerra.

Pero los Estados Unidos no están unidos. Están profundamente divididos, no en función de la raza ni del género, las falsas divisiones que el Partido Demócrata hace todo lo posible por fomentar, sino por criterios clasistas.

La clase obrera estadounidense tiene una larga y orgullosa tradición de lucha. Hoy celebramos el Primero de Mayo, el día de la solidaridad internacional de la clase trabajadora. El origen del Primero de Mayo está en la lucha de los estadounidenses por la jornada de 8 horas, en la sangrienta represión a los trabajadores en Chicago en la masacre de Haymarket de mayo de 1886 y la subsiguiente encerrona.

La historia de Estados Unidos en el siglo XX ha sido una historia de lucha de clases militante. La capacidad de la clase dominante estadounidense para frustrar el desarrollo de un movimiento revolucionario en los Estados Unidos estaba ligada, en última instancia, a la fuerza del capitalismo estadounidense. Sin embargo, este factor objetivo pertenece a un pasado lejano.

En el programa del Partido Socialista por la Igualdad, aprobado en 2010, decíamos: “El cambio de las condiciones objetivas... llevará a los trabajadores estadounidenses a cambiar de opinión. La realidad del capitalismo proporcionará a los trabajadores muchas razones para luchar por un cambio fundamental y revolucionario en la reorganización económica de la sociedad”.

Este pronóstico se ha hecho realidad. La cuestión que se plantea a los trabajadores es: ¿Sobre qué base y con qué estrategia deben desarrollarse sus luchas?

El crecimiento de la lucha de clases requiere la formación de organizaciones compuestas y controladas por los propios trabajadores, independientes de los sindicatos corporativistas.

El Partido Socialista por la Igualdad ha tomado la iniciativa de formar comités de base, como parte de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base. Estos comités han desempeñado un papel destacado en muchas luchas importantes de los últimos dos años. Deben ampliarse y desarrollarse en todas las industrias y en todos los sectores de la clase obrera.

La expansión de la lucha de clases debe estar relacionada con la construcción de una dirección socialista en la clase obrera. Esto significa una lucha contra todas las instituciones y representantes de la élite gobernante, del nacionalismo fascista de Trump a la reaccionaria política racial y de género del Partido Demócrata y la pseudoizquierda proimperialista.

Significa forjar los vínculos más fuertes entre los trabajadores de Estados Unidos y los de todo el mundo. Los trabajadores estadounidenses están conectados, a través del proceso de producción y de los revolucionarios avances en la comunicación, con sus hermanos de clase en todos los países, como nunca antes. No existe una solución nacional para ninguno de los grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad: la pandemia mundial, la inflación creciente que está empobreciendo a cientos de millones de personas, el calentamiento global, y ahora la guerra mundial.

Y significa el desarrollo de un movimiento conscientemente dirigido contra el capitalismo. La clase dirigente ha perdido su derecho a gobernar y ha demostrado la bancarrota del sistema de beneficios sobre el que reposa.

El problema básico al que se enfrentan los trabajadores en EEUU y en todos los países es el problema de la dirección revolucionaria. Las condiciones objetivas, intensificadas por la pandemia, crean la posibilidad de una revolución socialista. Pero la transformación de esta posibilidad objetiva en realidad política requiere la construcción de una dirección socialista en la clase obrera. Depende de las acciones de los individuos para tomar la decisión de construir este liderazgo.

Esta dirección política es el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, el movimiento trotskista mundial. No hay nadie más. La tarea fundamental que se desprende de esta manifestación del Primero de Mayo es la construcción de la Cuarta Internacional, sus secciones nacionales, los Partidos Socialistas por la Igualdad, y el desarrollo de un movimiento socialista revolucionario contra el capitalismo.

(Publicado originalmente en inglés el 3 de mayo de 2022)

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