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Perspectiva

George W. Bush dice accidentalmente la verdad sobre la guerra de Irak

En su centro presidencial en Dallas el miércoles por la noche, el expresidente George W. Bush tuvo un “patinazo” al decir la verdad política por error. Condenando las acciones del presidente ruso Vladímir Putin en Ucrania, atribuyó la invasión rusa a “la decisión de un solo hombre de iniciar una invasión completamente injustificada y brutal en Irak”.

Tras darse cuenta de su error, continuó, “en Ucrania” y luego murmulló, “Irak también, como sea”. Sacudió la cabeza mientras los miembros de su audiencia acaudalada y gregaria se rieron. Luego bromeó sobre su edad de 75 años, antes de continuar sus declaraciones atacando a Putin y aclamando el apoyo militar estadounidense al presidente ucraniano Volodímir Zelenski.

Un breve video en Twitter de este momento se volvió viral, alcanzando a más de 23 millones de personas solo el jueves, y las redes sociales se han llenado de comentarios sarcásticos y declaraciones frecuentes de que Bush es un criminal de guerra culpable de los mismos crímenes que él le atribuye a Putin.

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Sin embargo, es peor que eso, mucho peor. Por más negativas que sean las consecuencias de la reaccionaria invasión de Putin para el pueblo ucraniano, se ven eclipsadas por la destrucción sistemática de toda una sociedad en Irak, algo que ocurrió dos veces, primero por Bush padre y luego por Bush hijo.

La campaña de bombardeos contra Irak en enero-febrero de 1991 ordenada por el presidente George H. W. Bush, involucró 110.000 misiones de los aviones estadounidenses, británicos y aliados, arrojando casi 90.000 toneladas de bombas en un país esencialmente indefenso. Esto es más de cuatro veces el peso de las bombas arrojadas por los poderes aliados en todos los escenarios de la Segunda Guerra Mundial, cubriendo un país tan solo un poco más grande que Alemania.

El bombardeo y el ataque por tierra de cuatro días —que constituyó más una operación de limpieza que combates reales— redujeron la fuerza militar iraquí de 620.000 a tan solo 20.000 tropas organizadas. Al menos 200.000 fueron asesinados inmediatamente, muchos de ellos en la famosa “Carretera de la muerte” entre Kuwait y la ciudad de Basra en el sur de Irak.

Esos cuatro días de guerra en el terreno, en las palabras del periódico Bulletin, el predecesor estadounidense del World Socialist Web Site, “fueron los cuatro días más sangrientos que ha visto la humanidad desde el 6 al 9 de agosto de 1945, cuando el imperialismo estadounidense incineró cientos de miles de japoneses con el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki”.

Una publicación de 2013, Genocide in Iraq, The Case Against the UN Security Council and Member States de Abdul Haq Al-Ani y Tarik Al-Ani (Clarity Press, Reino Unido) describe en detalle el impacto del bombardeo estadounidense durante la operación Tormenta del Desierto:

  • El 85 por ciento de toda la generación de energía fue destruida, lo que dejó en funcionamiento solo dos de las 20 plantas generadoras de electricidad de Irak, generando menos del 4 por ciento de la producción de 9.000 megavatios de antes de la guerra.
  • Casi la mitad de las 900.000 líneas telefónicas de Irak fueron destruidas, con 14 centrales dañadas irremediablemente y 13 más que quedaron fuera de servicio indefinidamente.
  • Las ocho principales represas multipropósito de Irak fueron golpeadas repetidamente y sufrieron graves daños.
  • Cuatro de las siete principales estaciones de bombeo de agua de Irak fueron destruidas, y 31 instalaciones municipales de agua y alcantarillado fueron alcanzadas con bombas y misiles, 20 solo en Bagdad.
  • Los objetivos de los bombardeos incluyeron 139 puentes, 26 solo en Basora.
  • La fábrica iraquí de leche en polvo para bebés de Abu Ghraib, la única de este tipo en toda la región, fue atacada tres veces, los días 20, 21 y 22 de enero de 1991.
  • Se atacaron silos de grano y granjas en todo el país, diezmando más del 30 por ciento de los rebaños de ovejas y vacas y destruyendo la producción avícola del país.
  • Estados Unidos bombardeó 28 hospitales civiles y 52 centros de salud comunitarios.
  • Una importante instalación de jeringuillas hipodérmicas en Hilla fue destruida por cohetes guiados por láser.
  • Un total de 676 recintos educativos fueron atacados, destruyendo completamente 38 de ellos, ocho de los cuales eran instalaciones universitarias.
  • Solo en Bagdad se bombardearon 25 mezquitas y otras 31 en otros lugares del país.

No se trataba de una guerra contra Sadam Huseín y sus fuerzas armadas por la ocupación de Kuwait. Fue una guerra contra el pueblo iraquí en su conjunto, contra todo el país y su capacidad para sobrevivir como sociedad funcional.

A esto le siguieron 12 años de sanciones económicas tan severas que se calcula que 500.000 niños iraquíes murieron prematuramente a causa de la malnutrición, las enfermedades causadas por la destrucción de los sistemas de agua y saneamiento, y el impacto de los bombardeos y el bloqueo en la atención sanitaria, especialmente la falta de acceso a los medicamentos.

Luego vino la invasión de Irak en 2003 por parte de George W. Bush, en la que se aniquilaron más soldados iraquíes, se bombardearon más objetivos civiles, especialmente en ciudades como Bagdad, y se destruyó por segunda vez cualquier infraestructura que se hubiera reconstruido desde 1991.

El World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad se opusieron a la guerra de Iraq desde el principio, condenando el apoyo a la guerra, no solo por parte de la Administración de Bush y la derecha republicana, sino por el grueso del Partido Demócrata. El principal demócrata del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el entonces senador Joe Biden, desempeñó un papel fundamental en la aprobación de la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar, que proporcionó un sello de aprobación del Congreso para la invasión ilegal.

En una serie de artículos en mayo de 2007, el WSWS resumió la devastación infligida por la conquista y ocupación de Irak por parte de Estados Unidos, calificándola de “sociocidio”, la destrucción deliberada de toda una sociedad, y señalando que tanto bajo Bush como bajo su padre, el imperialismo estadounidense había llevado a cabo crímenes del tipo que antes solo se asociaba a los regímenes fascistas. Escribimos:

Irak, que en su día figuraba entre los países más avanzados de la región, ha quedado reducido, en términos de índices económicos y sociales básicos, al nivel de los países más pobres de África subsahariana.

Se trata de la destrucción sistemática de toda una sociedad mediante el desencadenamiento de la violencia y la criminalidad a una escala no vista desde que los ejércitos de Hitler asolaron Europa en la Segunda Guerra Mundial.

Menos de un tercio de la población de todo el país tiene acceso a agua potable, y solo el 19 por ciento tiene un sistema de alcantarillado que funcione. Tanto el sistema de agua como el de alcantarillado resultaron muy dañados por los bombardeos estadounidenses en la guerra del golfo Pérsico de 1991 y la invasión de 2003...

En promedio, los iraquíes solo reciben ocho horas de electricidad al día, y las condiciones son aún peores en Bagdad, donde la mayoría de los siete millones de habitantes de la capital solo reciben seis horas o menos de servicio diario.

Observamos el aumento del 150 por ciento de la tasa de mortalidad infantil entre 1990 y 2005. La mitad de los niños iraquíes sufrían malnutrición; solo un tercio iba a la escuela. La mitad de los médicos iraquíes habían huido del país. El PIB per cápita era la mitad del de 1980, y las industrias estatales iraquíes habían sido privatizadas y cerradas, con la pérdida de medio millón de puestos de trabajo, por una campaña ideológicamente motivada de la ocupación de Irak establecida por Estados Unidos en Bagdad. El WSWS concluyó:

La destrucción premeditada de toda una sociedad, llevada a cabo sobre la base de mentiras y en pos de los intereses financieros y geoestratégicos de la élite gobernante de Estados Unidos, constituye un crimen de guerra de proporciones históricas, punible en virtud de los mismos estatutos y sobre la base de los mismos principios que se utilizaron para condenar a las figuras principales del Tercer Reich de Alemania en Nuremberg.

Los responsables del lanzamiento de la guerra en Irak no son solo la cábala republicana de derechas agrupada en torno a Bush, Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz. Incluyen también a los demócratas que permitieron esta guerra, los jefes de los conglomerados energéticos y de las casas financieras estadounidenses que esperaban lucrar de ella y a los jefes de los monopolios mediáticos que la promovieron. Todos estos estratos, que conforman la élite política y la aristocracia financiera de los Estados Unidos, son culpables del mismo crimen fundamental por el que los nazis fueron procesados hace casi 60 años: la conspiración y la realización de una guerra de agresión. De este crimen principal se derivan todos los múltiples crímenes y horrores infligidos al pueblo iraquí.

No justifica el ataque reaccionario de Putin a Ucrania señalar que esta guerra no ha producido nada parecido al nivel de destrucción infligido por Estados Unidos en Irak. Puede que este sea un factor importante en los limitados avances militares de la guerra, al menos hasta ahora. Además, Ucrania está siendo fuertemente armada por todas las potencias de la OTAN, mientras que el Irak de Sadam Huseín, ciertamente en 2003, estaba completamente aislado y sin aliados.

En 1991, el padre de Bush decidió limitar la guerra a la expulsión de las fuerzas iraquíes de Kuwait. Rechazó las sugerencias de algunos ayudantes de enviar fuerzas estadounidenses hacia el norte hasta Bagdad y expulsar a Sadam Huseín, al considerarlo demasiado arriesgado, ya que Irak era entonces aliado de la Unión Soviética. Bush padre no quería hacer nada que pudiera interrumpir la desintegración en curso de la URSS, que era una prioridad mucho mayor para Washington. En 2003, el imperialismo estadounidense no tenía que preocuparse de tal restricción en sus operaciones agresivas.

Mientras los medios de comunicación corporativos estadounidenses y europeos exigen fervorosamente que se presenten cargos por crímenes de guerra contra Putin y denuncian la guerra en Ucrania como un “genocidio”, los arquitectos de los crímenes inconmensurablemente mayores en Irak disfrutan de cómodas jubilaciones, discursos pagados, lucrativos trabajos de consultoría y puestos de alto nivel en el Estado y los medios de comunicación. Bush, Cheney y Tony Blair son solo los primeros nombres de una larga y espantosa lista.

La escala de la matanza y la destrucción llevadas a cabo por Estados Unidos en Irak eclipsa mil veces lo que Rusia ha hecho en Ucrania.

Tres décadas de guerras interminables en Oriente Próximo y Asia central, en las que la guerra de Irak destaca por su flagrante ilegalidad y brutalidad homicida, se han convertido en un conflicto directo de las potencias de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia. Después de haber matado a un millón de personas en Irak, los estrategas del imperialismo norteamericano están contemplando y discutiendo una guerra mundial que implicaría la muerte de decenas de millones de personas.

La clase obrera, al entrar en lucha en todo el mundo, debe conectar la lucha contra la desigualdad y la explotación con la lucha contra la guerra. Pedirá cuentas a todos los responsables de los crímenes del imperialismo, pasados y presentes.

(Publicado originalmente en inglés el 19 de mayo de 2022)

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