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Perspectiva

La muerte de Steven Dierkes: una víctima del matadero industrial estadounidense

Hoy se llevará a cabo un funeral en Bloomington, Illinois. Será enterrado Steven Dierkes, un trabajador de 39 años que murió en un horrendo accidente industrial en la fundición de Caterpillar en Mapleton el 2 de junio.

Steven Dierkes, quien falleció en la fundición de Caterpillar en Mapleton, Illinois, el 2 de junio de 2022 (Foto: Obituario de la familia) [Photo by Family obituary]

Dierkes estaba trabajando en la principal área de fundido donde cayó en un crisol con metales fundidos a más de 1400°C, a través de la plataforma donde estaba parado o tropezándose. El joven trabajador murió instantáneamente por “destrucción térmica”, reportó el examinador forense del condado de Peoria, Jamie Harwood. Añadió que su equipo necesitó varias horas para “encontrar sus restos entre los fragmentos metálicos” después de su enfriamiento.

Dierkes acababa de empezar a trabajar en Caterpillar unos días antes. Su obituario lo describe como un “osito de peluche y hombre trabajador con las manos encalladas y un corazón tierno” y añade: “le sobreviven su mejor amiga y compañera de vida, Jessica Sutter, y sus hijas Rilie Myrl (12), Remie Jo (5) y Tamzlinn Jean (TJ) (4)”.

Esta tragedia dejará una cicatriz en la familia y sus compañeros de trabajo por el resto de sus vidas. En cuanto a Caterpillar, la gerencia publicó una declaración superficial indicando que “lamentamos profundamente la muerte de un empleado”, antes de reanudar la producción de los bloques de motor en la fundición.

La muerte de Dierkes recuerda las condiciones que los trabajadores enfrentaban hace un siglo y medio en las plantas de acero de Carnegie en Pittsburgh. En la década de 1880, la incineración de los trabajadores metalúrgicos era tan frecuente que las empresas sacaban solo un “lingote de muerto” de los contenedores en los que caían. Era el equivalente al peso del hombre para que las viudas tuvieran algo que enterrar.

A pesar de que hace más falta información, hay un hecho establecido: Steven Dierkes no necesitaba morir. Es otro trabajador sacrificado ante el altar de las ganancias.

Esta fue la segunda muerte en la fundición de Mapleton en seis meses. En diciembre de 2021, Scott Adams, un contratista eléctrico de 50 años, cayó por un hueco en el piso que presuntamente no había sido cerrado apropiadamente.

écnicos trabajan un tractor de Caterpillar en Puckett Michinery Company en Flowood, Mississippi (AP Photo/Rogelio V. Solis) [AP Photo/Rogelio V. Solis]

Caterpillar ha sido citada repetidamente por la Administración de la Seguridad y Salud Ocupacionales (OSHA, por sus siglas en inglés) por graves violaciones de seguridad en su fundición de Mapleton. A pesar de que estas violaciones habían causado amputaciones de dedos, huesos quebrados y otras lesiones graves, OSHA apenas le dio una palmadita en la mano a la empresa con multas que sumaron menos de $70.000 a lo largo de los últimos cinco años. Esto es menos de lo que recibe a diario el director ejecutivo James Umpleby III, quien obtuvo $24,3 millones en 2021. Caterpillar gastó $1,4 mil millones en recompras de acciones y dividendos solo en su primer trimestre de 2022.

A través de publicaciones en redes sociales y mensajes enviados al World Socialist Web Site, los trabajadores de Caterpillar describieron las condiciones que condujeron a la muerte de Dierkes. “La seguridad no es una prioridad, solo las ganancias”, escribió un trabajador de CAT. Otro dijo, “Hice ese trabajo por cuatro o cinco años seguidos, en la misma fundidora en la que cayó. No puedo contar las veces en las que pensé lo horrible que sería tropezarme y caer. Estas fundidoras contienen 50.000 kg de hierro. ¡Qué forma tan horrible de irse!”. Dierkes “apenas llevaba ahí cinco días”, señaló otro trabajador, añadiendo que nunca debió haber estado en el área de hierro sin el entrenamiento suficiente.

Burlándose del lema de la empresa de que “nadie muere en propiedad Caterpillar”, un antiguo guarda de seguridad de la planta en East Peoria dijo que fue testigo de cómo los bomberos de la empresa intentaron reanimar el cuerpo de un trabajador que murió en la prensa hidráulica hasta que se lo llevaron de la propiedad. “Esto es lo que hace regularmente la empresa para intentar minimizar sus obligaciones y alegar que la muerte no ocurrió en la propiedad”.

Dierkes es solo uno de los miles de trabajadores que mueren y son mutilados cada año en los mataderos industriales de Estados Unidos. La mayoría de estas muertes no aparecen en los medios de comunicación locales ni mucho menos en los nacionales.

Solo en los últimos días, la página de Facebook United Support and Memorial Workplace Fatalities (Apoyo y Conmemoración de las Muertes Laborales) enumeró las siguientes víctimas:

  • Ronald L. Bryant Jr., trabajador de la construcción de 36 años, murió atropellado el miércoles por un camión de la construcción en Hamilton, Ohio, cerca de Cincinnati;
  • Dos trabajadores no identificados de la central eléctrica de Big Rivers Electric Corporation en el condado de Henderson, Kentucky, murieron el martes tras caer en un desagüe cerrado;
  • Reaver Boone Vaughn, de 61 años, murió en las instalaciones de ingeniería y fabricación de aluminio de Granges America en Salisbury, Carolina del Norte, el 8 de junio en un accidente con una carretilla elevadora;

Y así sucesivamente...

Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, en 2020 se produjeron 4.764 accidentes laborales mortales, las últimas cifras disponibles. Otras 50.000 muertes y 119.000 enfermedades se producen cada año por cánceres y otras enfermedades mortales relacionadas con la exposición a sustancias químicas en el trabajo, según OSHA.

El Gobierno estadounidense se jacta de que los accidentes laborales mortales de 2020 se redujeron en un 10,7 por ciento respecto a los 5.333 de 2019. Pero este cambio estadístico es atribuible únicamente a la fuerte desaceleración durante el primer año de la pandemia, cuando millones de trabajadores se quedaron en casa.

Las cifras de 2020 y 2021 no incluyen los cientos de miles de trabajadores que murieron innecesariamente a causa del COVID porque fueron considerados “esenciales” o después de que terminaran los confinamientos temporales. Habiendo rescatado a los bancos, la clase dominante se apresuró a reabrir las fábricas automotrices, las plantas empacadoras de carne, las refinerías de petróleo, los sistemas de transporte público, las escuelas y otros lugares de trabajo. Estos se convirtieron en vectores centrales para la propagación de la enfermedad mortal, que ha matado a más de un millón de personas en Estados Unidos.

Esto es el capitalismo. La muerte de Dierkes y de tantos otros es una pérdida terrible para los seres queridos, la familia, los hijos, los compañeros de trabajo y los amigos. Para el sistema de lucro, el trabajador es una mercancía que puede ser sustituida por otra para realizar la misma tarea. Y el sistema de producción capitalista sigue adelante...

Aunque adopta una forma especialmente brutal en Estados Unidos, el capitalismo es un sistema de explotación mundial. Unos 2,3 millones de mujeres y hombres de todo el mundo mueren cada año a causa de accidentes o enfermedades laborales, es decir, más de 6.000 muertes diarias, según la Organización Internacional del Trabajo.

La semana pasada, más de 50 trabajadores murieron en una explosión en un depósito portuario de contenedores en Bangladesh. El país también fue escenario de una catástrofe en 2013 en la que murieron 1.200 trabajadores al derrumbarse un complejo de fábricas de ropa en las afueras de Daca.

Los trabajadores no reciben ninguna protección de los organismos gubernamentales ni de los sindicatos. El carácter de clase del Estado se revela claramente en su actitud a las condiciones laborales. Las multas menores que las empresas consideran meramente el “coste de hacer negocios” son la norma, tanto con los demócratas como con los republicanos. La vida de un trabajador se mide en dólares y centavos, y nunca los suficientes como para afectar los resultados.

En cuanto a los sindicatos, son el último lugar al que los trabajadores acudirían ahora para resolver sus quejas, incluso sobre violaciones de la seguridad. Los ejecutivos de clase media-alta están comprometidos en una conspiración continua con la dirección para aumentar la explotación.

Los burócratas corruptos del sindicato United Auto Workers (UAW) traicionaron una serie de amargas huelgas contra Caterpillar en los años 80 y 90. Con su bendición y complicidad, la empresa destrozó las conquistas ganadas durante generaciones de lucha.

Sin embargo, los trabajadores no son simplemente una masa explotada. La clase dominante está provocando una tormenta. Está brotando una poderosa contraofensiva en Estados Unidos y en todo el mundo contra la subordinación de la vida a las ganancias, involucrando los sectores de la salud, la educación, la industria manufacturera, la logística y otras industrias.

El matadero industrial puede ser y será detenido a través de la movilización independiente de los propios trabajadores. Esto significa crear comités de base de seguridad en cada lugar de trabajo para luchar contra la reducción de costes, los horarios y cargas de trabajo extenuantes y los despidos, que ponen en peligro la vida de los trabajadores. Estos comités deben luchar por el control de los trabajadores sobre la velocidad de producción y el control sobre todos los aspectos de la salud y la seguridad, incluida la protección contra el COVID-19.

Para luchar contra gigantes multinacionales como Caterpillar, estos comités deben coordinar sus luchas más allá de las fronteras nacionales mediante la creación de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB).

En oposición a un sistema que subordina la vida humana al lucro privado, la clase obrera debe responder, y lo hará, mediante el desarrollo de un movimiento político por el socialismo, es decir, la reorganización de la sociedad sobre la base de las necesidades humanas. Es a través de la lucha por el socialismo que es posible poner fin a las condiciones de explotación que llevaron a la muerte de Steven Dierkes y tantos otros trabajadores.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de junio de 2022)

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