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Perspectiva

La ola huelguística en Reino Unido se intensifica y millones más buscan intervenir

Reino Unido vive una ola de huelgas a una escala no vista por décadas.

Más de 40.000 trabajadores ferroviarios representados por los sindicatos Rail, Maritime and Transport (RMT) y Transport Salaried Staffs Associations (TSSA) seguirán sus huelgas nacionales el jueves y sábado. Alrededor de 10.000 miembros del RMT en el metro y los trenes de Londres harán una huelga el viernes, junto a un paro de dos días de 1.600 trabajadores de la empresa autobusera London United.

En una acción que impactará masivamente la economía británica, los 1.900 trabajadores del puerto Felixstowe a cargo de la mitad de los contenedores de carga del país, comenzarán una huelga de ocho días el domingo. Más de 500 trabajadores también votaron a favor de una huelga en el puerto de Liverpool, el cuarto más grande de Reino Unido.

Casi 115.000 trabajadores del correo Royal Mail que pertenecen al sindicato Communication Workers Union (CWU) harán huelga el 26 y 31 de agosto y el 8 y 9 de septiembre. En el mismo sindicato, 50.000 trabajadores de la empresa de telecomunicaciones BT harán huelga el 30 y 31 de agosto. Los trabajadores de la empresa Post Office se unirán el 26, 27 y 30 de agosto.

Confirmando poderosamente el enfado y la determinación de los trabajadores, han estallado huelgas salvajes involucrando a miles en Amazon y continúan estallando cada quincena entre los subcontratistas de la vital infraestructura de energía de todo Reino Unido.

Estas huelgas se producen cuando los trabajadores de toda Europa e internacionalmente también emprenden protestas industriales. Hubo huelgas generales de una jornada en Italia, Grecia y Bélgica. Una ola de huelgas sacudió Turquía y ha habido varias acciones de protesta grandes contra las mayores aerolíneas europeas, incluyendo cinco meses de huelgas planificadas en Ryanair en España.

Las luchas de los trabajadores están siendo impulsadas por un colapso de sus niveles de vida solo comparable con la Gran Depresión de los años treinta. Los salarios en Reino Unido, que han permanecido estancados por más de una década, vieron una impactante caída anual de 7 por ciento comparado al índice de inflación RPI hasta abril-junio. Es la caída más rápida jamás registrada. Dos terceras partes de los hogares se enfrentan a un invierno sin combustible dado que se estima que las tarifas aumentarán £4.426 anualmente hasta el próximo abril. Millones de personas tampoco pueden alimentar bien a sus familias.

Este movimiento de masas cada vez más grande enfrenta directamente a la clase obrera con los sindicatos, que buscan desesperadamente contener y sabotear su lucha, y con el Gobierno conservador, que busca imponer el peso completo de la crisis sobre los trabajadores y sus familias por cualquier medio necesario, confabulando activamente con el Partido Laborista de oposición.

Más de 200.000 trabajadores harán huelga este mes, pero esto se acercaría a 3 millones si los mayores batallones de la clase obrera no fueran desmovilizados deliberadamente por la burocracia sindical.

Un largo proceso de consultas y la postergación de votaciones para autorizar huelgas hasta el otoño o después están previniendo que más de un millón de trabajadores del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) y otro millón en el sector educativo y en los Gobiernos locales hagan huelga.

Esto se está haciendo deliberadamente, para evitar una movilización que pueda derribar el Gobierno. Los sindicatos conocen y temen esta posibilidad, como lo demostraron los comentarios del secretario general de RMT, Mick Lynch, y del secretario general de Aslef, Mick Whelan.

Ambos discutieron el tema de la huelga general, pero solo para insistir en que no podían organizarla. Lynch declaró a BBC Newsnight que solo la central sindical Trades Union Congress (TUC) “puede convocar una huelga general, no yo. Si la convocan, la apoyaremos, absolutamente”. Dijo esto a sabiendas de que la TUC nunca la convocaría. De forma similar, Whelan declaró a Sky News: “No creo que sea probable que haya una huelga general...”.

Sin embargo, el hecho de que dos dirigentes sindicales consideren necesario hablar de una huelga general se debe a que ya se está discutiendo en los piquetes y en los centros de trabajo de todo el país. Por eso, intentan aplacar la ira popular por los recortes salariales reales, la pérdida de miles de puestos de trabajo y los aumentos en los ritmos de trabajo.

Las mismas preocupaciones políticas están detrás de la nueva campaña Enough is Enough, liderada por Lynch y lanzada por la izquierda corbynista del Partido Laborista y el Tribune, propiedad de Jacobin. El RMT y el CWU son los únicos sindicatos afiliados. Sus demandas son: “Un aumento salarial real”, “Reducir drásticamente las facturas de energía”, “Acabar con la pobreza alimentaria”, “Hogares dignos para todos” e “Impuestos a los ricos”.

Son medidas populares y necesarias, pero requieren un ataque frontal al capitalismo y, sobre todo, una lucha política contra el Partido Laborista que los sindicatos están desesperados por impedir.

Incluso cuando el líder laborista sir Keir Starmer denuncia las huelgas, amenaza con expulsar a sus propios diputados por unirse a los piquetes y se hace eco de los ataques conservadores a las reformas tildándolas el “árbol mágico del dinero”, Lynch y Whelan insisten en que hay que apoyar a Starmer como única alternativa a los conservadores y animarle a “dejar atrás la indecisión”.

Para que la clase obrera pueda librar una verdadera lucha en defensa de sus intereses es necesario formar nuevas organizaciones de lucha, independientes de los sindicatos. Deben crearse comités de base, dirigidos democráticamente por los trabajadores de mayor confianza, en todos los centros laborales y comunidades para unificar las luchas en marcha y preparar las condiciones para una huelga general.

Para llevar a cabo esta lucha, los aliados más importantes de los trabajadores de Reino Unido son sus hermanos y hermanas de Europa y más allá. Podrán contar con su apoyo a través de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base.

Esta lucha no puede limitarse al ámbito industrial. Muchos trabajadores entienden que no solo están luchando contra un empleador, sino contra todo el Gobierno conservador y el Partido Laborista, los cuales colaboran para imponer los dictados de las grandes corporaciones, los bancos y la oligarquía financiera.

En la contienda por el control del Partido Conservador, Liz Truss y Rishi Sunak compiten por ver quién puede presentar los planes más draconianos para romper las huelgas masivas y prohibir directamente las huelgas y las protestas. Entre las medidas que se aplicarán a partir de septiembre figuran la imposición de niveles mínimos de servicio en todas las “industrias y servicios críticos”, la prohibición de las huelgas de distintos sindicatos en un mismo lugar de trabajo, el retraso de las huelgas con un tiempo de “derecho de respuesta” para el empresario, la supresión de la ley que permite a los sindicatos utilizar una autorización de huelga en los próximos seis meses y los periodos de tregua obligatorios después de cada huelga, de hasta 60 días.

Con algunas pocas críticas simbólicas, los laboristas permitirán que se apliquen todas estas medidas y atacarán a cualquier trabajador que se oponga a ellas.

A través de estas medidas despiadadas se está haciendo pagar a la clase obrera los rescates masivos de las grandes empresas durante la pandemia y los asombrosos costes de la guerra imperialista por delegación en Ucrania que llevan a cabo las potencias de la OTAN mientras las corporaciones siguen obteniendo ganancias récord.

Solo una ofensiva industrial y política combinada de la clase obrera puede derrotar los esfuerzos de los sindicatos para sofocar el creciente movimiento huelguístico e impedir cualquier desafío político al Gobierno conservador y a las políticas derechistas de los laboristas.

Para desenmascarar y derrotar a los conspiradores políticos de Westminster, el Partido Socialista por la Igualdad ha llamado a los trabajadores a exigir unas elecciones generales inmediatas.

Nuestro objetivo es movilizar a la clase trabajadora en oposición al despiadado asalto a los niveles de vida y a los derechos democráticos; a la implacable escalada de la guerra contra Rusia, que amenaza con un conflicto nuclear; y a la criminal negativa a poner fin a la pandemia y permitir infecciones y muertes masivas; y para generar apoyo a una alternativa socialista al capitalismo. Confiamos en que esta lucha de la clase obrera británica, desafiando el derecho de los partidos patronales a gobernar, será una inspiración para las luchas de los trabajadores de todo el mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 16 de agosto de 2022)

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