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Perspectiva

¡Decimos no a otro año más de infecciones masivas, muertes y austeridad!

El Comité de Base de los Educadores para la Seguridad (EE.UU.), apoyado por el Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.), estará auspiciando una reunión pública el sábado, 27 de agosto a las 2pm, horario del este de EE.UU., para organizar la oposición a la reapertura insegura de escuelas y la austeridad cada vez más profunda. ¡ Regístrate aquí y comparte esta declaración en redes sociales!

Cientos de millones de estudiantes y docentes están regresando a las aulas de Estados Unidos e internacionalmente en medio de una crisis sin precedentes de la educación pública.

Una ola tras otra de la pandemia de COVID-19 asola la sociedad, arrebatándole la vida a educadores, padres, estudiantes y trabajadores de todas las industrias y en todo el mundo. Ahora se combinan con la rápida propagación de la viruela del mono, otra enfermedad letal y una que presenta una mayor amenaza para los niños.

Estudiantes de prescolar con mascarillas escuchan a su maestra durante la pandemia de COVID-19 en la primaria Washington de Lynwood, California, 12 de enero de 2022 (AP Photo/Marcio Jose Sanchez) [AP Photo/Marcio Jose Sanchez]

Mientras Wall Street se atiborra de billones de dólares en ganancias, no hay ninguna razón para que los trabajadores acepten que sus hijos sean sacrificados ni que sus comunidades sean sometidas a un evento discapacitante masivo.

En los dos años y medio de la pandemia, prácticamente no se han implementado medidas para que los recintos sean seguros, como sistemas de ventilación modernos o los niveles de personal bien remunerado para atender las necesidades sociales, educativas y de salud mental de los jóvenes. Las escuelas, que ya se ha demostrado que son focos de transmisión, no fueron cerradas temporalmente mientras se compensaba financieramente a la población y se ponía fin a la pandemia. No se ha tomado ninguna acción para ofrecer clases a distancia de alta calidad con los apoyos sociales necesarios.

Para mantener a los trabajadores en sus puestos y hacer que repunten las ganancias corporativas, el Gobierno de Biden exigió que permanezcan abiertas las escuelas. Por su parte, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) prestó su ahora desprestigiado nombre para poner fin a las mitigaciones incluso mínimas, reemplazando la mascarilla obligatoria con la infección masiva obligatoria. El mismo abandono de todas las mitigaciones se produce en toda Europa e internacionalmente.

Los trabajadores están siendo guiados a la conclusión necesaria de que la lucha contra el COVID-19 es principalmente político, no solo médico, y que esto exige una lucha contra el capitalismo. Los docentes, miles de los cuales hicieron huelga y resistieron ser arreados de vuelta a las escuelas inseguras en los últimos dos años, no están solos.

Más de 4.000 maestros en Columbus, Ohio, iniciaron una huelga el lunes y se está gestando una huelga general en Reino Unido. El mes pasado, un movimiento masivo de trabajadores en Sri Lanka tumbó al expresidente Gotabhaya Rajapakse. En todo EE.UU., está creciendo el apoyo a una poderosa campaña del trabajador automotor socialista, Will Lehman, para presidente del sindicato United Auto Workers (UAW) para abolir el aparato sindical milmillonario y restaurar el poder completo en manos de las bases.

¿Cuál es la situación en las escuelas?

Cuando anunció las últimas directrices, que abandonan las recomendaciones de hacer cuarentena, tomar pruebas de vigilancia centinela y rastreo de contactos en la mayoría de los lugares como las escuelas, la oficial de los CDC, Greta Massetti declaró: “El COVID-19 llegó para quedarse”. Esta supuesta agencia de salud pública ha acogido la política de “COVID para siempre” del Gobierno de Biden. Desde que Biden asumió el cargo, más de 600.000 estadounidenses han muerto por COVID-19, incluyendo a miles de docentes, más que bajo Trump.

Al menos 1.750 niños han fallecido por COVID-19, en su gran mayoría durante el último año escolar cuando se impusieron clases presenciales a la fuerza durante las olas de las variantes delta y ómicron. Los niños que han contraído COVID-19 tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir coágulos en los pulmones, inflamación del corazón, fallo renal y diabetes tipo 1. Un estudio reciente en la revista Pediatrics también descubrió que 8 por ciento de los niños hospitalizados con COVID-19 sufren complicaciones neurológicas, incluyendo ataques epilépticos y alguna encefalopatía.

Sin embargo, los oficiales siguen mintiendo sobre los peligros de las clases presenciales durante una pandemia. El día en que se publicaron las nuevas pautas de los CDC, el coordinador de la Casa Blanca de la respuesta al COVID-19, el Dr. Ashish Jha, fue entrevistado por el senador Bernie Sanders. Cuando Sanders dijo que los niños “no están muriendo por COVID-19”, Jha no lo corrigió. En cambio, presumió que los niños han estado asistiendo a las aulas y que su distrito de clase alta ha podido ofrecer los mejores sistemas de ventilación y filtración de aire que el dinero puede comprar.

La realidad en la gran mayoría de las escuelas en el país consiste en sistemas anticuados de climatización y ventilación, aulas atestadas, y personal escaso, lo que ha vuelto común llenar auditorios con cientos de niños. Las lágrimas de cocodrilo de los oficiales sobre la “pérdida de aprendizaje” son una farsa. Como lo afirmó el asesor de Biden, Brian Deese, en enero de 2021, “Necesitamos abrir las escuelas… para que los padres puedan volver al trabajo”.

Ahora, además del COVID-19, se está propagando descontroladamente la viruela del mono. Una enfermedad horrenda en los adultos pero que ha sido históricamente más grave en los niños. Desde el 18 de mayo, cuando se documentó el primer caso en EE.UU., las infecciones se han disparado a 14.115 y sin duda la cifra real es mucho más alta por la escasez de pruebas. Ya se han confirmado más de 10 contagios en niños en el país y hay reportes de estudiantes y personal escolar expuesto o infectado en maternales y campus universitarios.

El papel de los sindicatos magisteriales

A lo largo de la pandemia, los sindicatos de profesores han operado como el gendarme de Wall Street, sofocando la oposición de educadores y estudiantes, manteniéndose al margen y en silencio mientras miles de profesores morían o desarrollaban COVID persistente. Los sindicatos American Federation of Teachers (AFT) y National Education Association (NEA) han reprimido sistemáticamente las huelgas y los paros que usan las licencias por enfermedad, traicionando poderosas huelgas y protestas en Minneapolis, Nueva York, Sacramento, Oakland, Scranton, Chicago, Filadelfia y docenas de otras ciudades.

La presidenta del AFT, Randi Weingarten (con un salario anual de unos 500.000 dólares), ha desempeñado un papel fundamental a la hora de obligar a los profesores a volver a los centros escolares inseguros, jactándose el año pasado de haber dedicado 15 horas al día y 5 millones de dólares del dinero de las cuotas de los profesores para promover su gira de “reapertura de las escuelas”. Dondequiera que los profesores hicieran huelga, ella voló a la ciudad para imponer acuerdos podridos que no mejoraban las condiciones de trabajo, los salarios ni la seguridad.

En lo que equivale a delatarse como cómplice criminal en las políticas de pandemia de la Administración de Biden, Weingarten elogió las últimas directrices de los CDC, declarando que “no es momento de nuevos mandatos”. En condiciones en que el Partido Republicano se está transformando abiertamente en un partido fascista dirigido por el aspirante a dictador Donald Trump, los demócratas se apoyan en los sindicatos para reprimir a la clase trabajadora y bloquear las huelgas.

La crisis existencial de la educación pública

La pandemia ha acelerado enormemente el asalto bipartidista de décadas a la educación pública, lo que ha dado lugar a lo que muchos profesores han descrito como un completo colapso del sistema escolar. Los dos últimos años se han caracterizado por una oleada de dimisiones masivas y jubilaciones anticipadas, y el sindicato NEA estima que ahora hay 300.000 vacantes de profesores y personal en todo Estados Unidos.

La respuesta de los políticos capitalistas a esta crisis ha sido recortar los requisitos de formación y certificación de los profesores. No importa si alguien está cualificado o no; necesitan a alguien en las aulas. Por ejemplo, los legisladores de Florida crearon un programa para que los veteranos militares sin título universitario recibieran un certificado de enseñanza temporal de cinco años.

Se están planeando recortes presupuestarios de miles de millones de dólares, despidos y cierres de escuelas en todo Estados Unidos, incluyendo la ciudad de Nueva York, Sacramento, Chicago y Los Ángeles. Esto se suma a la verdadera contrarrevolución social que despojó a las escuelas públicas de casi 600.000 millones de dólares entre 2008 y 2018.

Mientras tanto, los especuladores de Wall Street han sacado provecho de la demanda de clases seguras a distancia, atrayendo a los padres a escuelas concertadas en línea con un rendimiento notoriamente bajo, mientras que otros han tratado de ampliar los programas de vales para canalizar el dinero público hacia las escuelas privadas y religiosas, una tendencia reforzada por la sentencia de la Corte Suprema en el caso Carson vs. Makin.

La vida y la educación de los estudiantes se han visto efectivamente trastocadas a lo largo de la pandemia, pero esto es el resultado de la subordinación completa de la educación pública al sistema de lucro capitalista, no a causa del aprendizaje a distancia. Muchos años antes de la pandemia, el progreso global contra el “rezago escolar”, como el número de niños incapaces de leer comprensivamente a los 10 años, ya se había estancado. Los mismos políticos que exigieron la reapertura de las escuelas han recortado los presupuestos y han permitido que expiren los almuerzos gratuitos y universales en los comedores escolares, poniendo a 10 millones de niños en riesgo de pasar hambre en la escuela.

La necesidad de comités de base

Los maestros necesitan aprovechar su poder colectivo, uniéndose en todo el país e internacionalmente y preparando una huelga nacional de educadores para poner fin a la pandemia y exigir una gran inversión en la educación pública. El primer paso es la expansión del Comité de Base de los Educadores para la Seguridad, en solidaridad con la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base (AIO-CB), construyendo comités locales en cada escuela y barrio que sean independientes de los sindicatos y los partidos políticos capitalistas.

El Partido Socialista por la Igualdad llama a los docentes a construir estos comités para que luchen por:

· ¡La eliminación del COVID-19 y la viruela del mono! Desde un punto de vista científico, es posible y necesario eliminar estas enfermedades. El único obstáculo es el capitalismo y su subordinación de la salud pública a las ganancias privadas. Todas las escuelas deben pasar a clases completamente a distancia como parte de una estrategia más amplia para frenar las infecciones, incluyendo pruebas masivas, rastreo de contactos, mascarilla obligatoria y universal y todas las demás medidas de salud pública requeridas para sofocar la transmisión de los virus. Los últimos dos años demostraron que es imposible reabrir las escuelas “de manera segura” durante una pandemia fuera de control. Las mitigaciones a medias no bastan para atajar la propagación del COVID-19 y colocan innecesariamente el peso de la salud pública a cada docente individual.

· ¡La expropiación de los milmillonarios y los que lucraron de la pandemia! Los billones de dólares entregados a los ricos por medio de la Ley CARES deben ser redistribuidos para que todos los trabajadores y padres tengan suficiente dinero para quedarse en casa mientras se controlan las dos pandemias, así como para que haya internet universal de alta velocidad, otra infraestructura para clases a distancia, y soporte médico, de salud mental y educación especial para todos los estudiantes. Estos recursos también deben utilizarse para modernizar todas las escuelas públicas, incluyendo sus sistemas de ventilación y climatización del aire, de agua potable y manejo de residuos. Solo el 39 por ciento de los distritos escolares han mejorado los sistemas de aire acondicionado en algunos de sus recintos durante la pandemia.

· ¡Aumentos salariales masivos para contratar y retener a los docentes! Los maestros no pueden impartir clases efectivamente sus aulas están atiborradas o si se ven obligados a cubrir múltiples lecciones a la vez. Las prestaciones y los salarios reales han sido recortados o congelados por años. Hacen falta aumentos salariales sustanciales para compensar todos los años en que se mantuvieron estancados, y se deben implementar ajustes automáticos al coste de vida para mantener el ritmo de la inflación, así como seguros médicos pagados completamente por los empleadores.

La lucha por tal programa exige la movilización independiente de los maestros en EE.UU. y todo el mundo, en unidad con todas las secciones de la clase trabajadora.

Ante todo, los últimos dos años han demostrado que la educación pública no puede sobrevivir, ni mucho menos prosperar, en el capitalismo. La política de la clase gobernante ante la pandemia y todo lo demás se define por una sola consideración fundamental: las ganancias.

La lucha contra la pandemia y la defensa y expansión de la educación pública son inseparables a la movilización de toda la clase trabajadora por la toma del poder político en Estados Unidos y todo el mundo para reorganizar toda la vida económica con base en las necesidades sociales, es decir, reemplazar el capitalismo con el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de agosto de 2022)

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