Español
Perspectiva

Biden promete miles de millones para la “guerra interminable” contra Rusia en Ucrania

El miércoles, el presidente estadounidense Joe Biden prometió el envío adicional de $3 mil millones en armas a Ucrania, el mayor desembolso militar de EE.UU. desde que comenzó la guerra hace seis meses. Hasta la fecha, EE.UU. ha suministrado más de $50 mil millones en armas y otro financiamiento a Ucrania, incluyendo sistemas de misiles de largo alcance, misiles antibuques de alta gama, helicópteros y otras aeronaves.

El mensaje a seis meses del inicio de la guerra es claro: lejos de intentar terminar el conflicto, EE.UU. está haciendo todo lo posible para expandirlo y prolongarlo en una nueva “guerra interminable” contra Rusia en Ucrania.

El anuncio del miércoles se produjo tras semanas de provocaciones extraordinarias diseñadas para aguijonear al Kremlin para que expanda el conflicto. Varias bases militares rusas en Crimea fueron sometidas a importantes ataques ucranianos. El sábado, Daria Dugina, la hija del ideólogo nacionalista de extrema derecha, Alexander Dugin, fue asesinado en el centro de Moscú. Todas estas operaciones llevan la impronta de “hecho en Washington”.

A partir de dichas provocaciones busca fortalecer las fuerzas dentro del aparato estatal y la oligarquía de Rusia que están llamando al presidente Vladímir Putin a tomar represalias. El objetivo es obligar al Kremlin a emprender una respuesta militar que crearía la justificación necesaria para escalar la guerra.

El martes, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski reafirmó que el objetivo de la participación de su país en la guerra es retomar la península de Crimea, declarando que “la guerra comenzó con Crimea y terminará en Crimea”.

La declaración de Zelenski reveló más de lo que quería. Sin duda, la guerra con Rusia no comenzó en febrero de 2022, sino en febrero de 2014. No obstante, no comenzó con la anexión rusa de Crimea en marzo, sino con el golpe de Estado de febrero de 2014 que fue orquestado y financiado por las potencias imperialistas. El golpe de Estado no solo provocó la anexión rusa de la península en el mar Negro, sino que desencadenó una guerra civil de ocho años en la que los separatistas respaldados por Rusia combatieron contra el ejército ucraniano armado por las potencias imperialistas y llegaron a controlar porciones importantes del este de Ucrania.

Ante todo, el golpe de 2014 sentó las bases para la transformación abierta de Ucrania en una plataforma de lanzamiento para una guerra imperialista contra Rusia. En los ocho años entre febrero de 2014 y febrero de 2022, las potencias imperialistas gastaron decenas de miles de millones de dólares para entrenar, armar, expandir y reestructurar el ejército ucraniano. Las fuerzas neonazis en el aparato estatal y el ejército ucranianos fueron expandidas y armadas como principales tropas de choque del imperialismo para la guerra tanto contra Rusia como contra la clase obrera en la región.

Después del intento de golpe fascista en Washington D.C. el 6 de enero y en medio de las muertes masivas por la pandemia desenfrenada, se tomó la decisión de provocar sistemáticamente una guerra a plena escala con Rusia. En marzo de 2021, el Gobierno ucraniano adoptó una estrategia militar para “recuperar” Crimea y las partes controladas por separatistas en el este de Ucrania. Ocho meses después, en noviembre de 2021, EE.UU. y Ucrania firmaron un documento de asociación estratégica” que dejó en claro que ambos países se encontraban efectivamente en una alianza militar ofensiva contra Rusia.

A lo largo de 2021, un Kremlin cada vez más enfadado y desesperado, insistió en “límites” para resguardar sus intereses de seguridad nacional en Ucrania y el mar Negro, pero estos “límites” fueron desestimados desdeñosa y temerariamente por Washington. El objetivo del imperialismo estadounidense y sus títeres en la oligarquía ucraniana no era prevenir una guerra, sino provocarla.

Al invadir Ucrania el 24 de febrero, el régimen arrinconado de Putin les entregó a las potencias imperialistas la guerra que querían tanto. La invasión y la campaña de patrioterismo gran ruso por parte de Putin jalaron agua para el molino de las potencias imperialistas y su propaganda de aguerra. Además, fortaleció las fuerzas más reaccionarias y nacionalistas dentro de la propia Ucrania.

Los cálculos de la oligarquía rusa, cuyo origen es la destrucción de la Unión Soviética a manos de la contrarrevolucionaria burocracia soviética, demostraron ser desastrosamente incorrectos. Lejos de sentarse a “negociar”, las potencias imperialistas utilizaron la invasión como el pretexto que esperaban desde hace mucho para poner en marcha sus planes de guerra.

Su objetivo final no es una “victoria” de Kiev, sino la desestabilización, desintegración y colonización de la propia Rusia, cueste lo que cueste.

Nadie debería subestimar lo desorientados y salidos de quicio que están los fanáticos militaristas del imperialismo. El miércoles, la canciller británica Liz Truss declaró que estaba “lista” para apretar el botón nuclear si se convierte en primera ministra el próximo mes, incluso si eso significa una “aniquilación global”. Según el diario británico Independent, Truss “parecía desprovista de emociones cuando le preguntaron cómo la haría sentir una ‘aniquilación.’” Mientras tanto, Washington, con una imprudencia descabellada, busca instigar otra guerra incluso más grande con China para disputarse Taiwán.

La guerra en el extranjero ha ido acompañada de una guerra contra la clase obrera en casa. En nombre de la “seguridad nacional” y de la “lucha contra Putin”, se les dice a los trabajadores de los centros imperialistas que deben estar listos para pasar hambre. Tanto en Europa como en Estados Unidos, la burguesía ha utilizado la guerra como pretexto para los programas de rearme masivo y la reestructuración fundamental de las relaciones de clases.

Mientras que decenas de miles de millones de dólares se han puesto a disposición de la matanza en Ucrania, supuestamente no hay dinero para las vacunas, los tratamientos y las pruebas de COVID-19 mientras decenas de millones de maestros y niños se ven obligados a volver a las aulas inseguras. En todo el mundo, la guerra ha alimentado la inflación. El alza de los alimentos y el combustible ha socavado gravemente el nivel de vida precario de cientos de millones, si no miles de millones, de trabajadores.

En su declaración del 24 de febrero sobre el estallido de la guerra, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional insistió en que la lucha contra la guerra y la catástrofe capitalista desatada por la destrucción estalinista de la Unión Soviética en 1991 requería “un renacimiento, en Rusia y en todo el mundo, del internacionalismo socialista que inspiró la Revolución de Octubre de 1917 y condujo a la creación de la Unión Soviética como Estado obrero”.

En los seis meses transcurridos desde que se escribieron estas líneas, han estallado importantes luchas de la clase obrera internacional, como en Sri Lanka, el Reino Unido, Alemania, Turquía, Brasil, Estados Unidos y Canadá. Este movimiento global emergente de la clase obrera formará la base para la construcción de un poderoso movimiento socialista contra la guerra y la realización de la perspectiva de la revolución socialista mundial.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de agosto de 2022)

Loading