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La gente inmortal: La primera novela sobre la Segunda Guerra Mundial del escritor soviético Vasili Grossman

Vasili Grossman: La gente inmortal, traducido al inglés por Robert y Elizabeth Chandler, New York Review Brooks Classics, 2022, 352 páginas.

En septiembre, la primera de las tres grandes novelas del escritor soviético Vasili Grossman (junto con Stalingrado y La vida y el destino ) sobre la Segunda Guerra Mundial – La gente inmortal – fue publicado en una nueva traducción al inglés por Robert y Elizabeth Chandler.

Como la nueva traducción fenomenal por Robert Chandler de Stalingrado, esta traducción también incluye unos pasajes nunca publicados del manuscrito de Grossman. Por eso representa la edición más completa de esta obra publicada hasta la fecha en cualquier lenguaje, incluido el ruso nativo de Grossman.

La cubierta de la nueva edición de La gente inmortal

La edición también incluye un apéndice con ensayos adicionales por Grossman, así como una introducción y un epílogo, y notas que explican la historia de esta edición y la decisión por los traductores de incluir unos pasajes específicos. El resultado es una obra no solo significante para la literatura, pero también un importante documento histórico.

La gente inmortal se concentra en los primeros meses de la invasión nazi de la Unión Soviética, cuando la Wehrmacht (fuerzas armadas) alemán con 10 millones de soldados y sus locales aliados fascistas invadieron unas porciones significantes de la Ucrania y la Bielorrusia de hoy. El Ejército Rojo y la gente soviética habían estado totalmente desprevenidos para la invasión nazi. Stalin no solo había rechazado unas docenas de advertencias de la invasión inminente pero también había asesinado a la dirección del Ejército Rojo y unas secciones grandes de sus filas en el Gran Terror de 1936-1938.

Como resultado, el Ejército Rojo de 1941 estaba mal dirigido militaramente y políticamente, y equipado de una manera vastamente insuficiente para confrontar el armamento altamente sofisticado y el asalto masivo del imperialismo alemán. En los primeros meses de la guerra, millones de soldados del Ejército Rojo fueron capturados –aproximadamente dos millones de ellos serían asesinados por el hambre forzado para la primavera de 1942– y una cantidad vasta fue matada o herida en el campo de batalla.

Unas tropas nazis avanzan durante la Operación Barbarroja

Vasili Grossman comenzó a escribir esta novela solo unos meses después de que los eventos que describe habían ocurrido, en la primavera de 1942. Era, de hecho, la primera novela soviética sobre la guerra.

Desde el comienzo del conflicto, Grossman había estado trabajando en el frente como corresponsal para el periódico del Ejército Rojo, La estrella roja, que también publicó de forma seriada los 18 capítulos del libro. En esa capacidad, él había presenciado la devastación de Gomel, una ciudad importante en Bielorrusia, causada por el bombardeo aéreo alemán, que él describe impactantemente en el capítulo titulado, “La muerte de una ciudad”. Él había conocido a muchos comandantes, soldados y paisanos, que serían la base de los personajes en ésta y sus novelas subsecuentes.

Grossman con el Ejército Rojo en Scherwin, Alemania, 1945 (Wikipedia)

Hay unos pasajes, especialmente en el primer tercio del libro, en que las descripciones son rígidas y no contribuyen a la narrativa a causa de los intentos aparentes por parte de Grossman para alentar a la población y el Ejército Rojo mientras seguía con cuidado la opinión oficial del gobierno. Pero lo más que se desencadena la trama y, sobre todo, el autor desarrolla a los personajes –los que quizás sean la fortaleza más grande de la obra de Grossman– lo más que vemos al autor más tarde de Stalingrado y La vida y el destino, y nos encontramos absortos en la novela.

En el centro de la trama hay un batallón del Ejército Rojo que necesita retirar de los alemanes en Bielorrusia, va al bosque y luego desarrolla una de las primeras contraofensivas de las fuerzas soviéticas, tres meses después del estallido de la guerra. Los protagonistas principales son el comisario político, Bogariov; el comandante Babadianian; y el soldado Ignatiev. Bogariov es un exempleado del Instituto de Marx-Engels en Moscú, devotado al legado de Lenin y los socialistas rusos tempranos, que ahora se dedica tanto al arte de guerra como se dedicaba a las obras de Marx y Engels.

Bogariov se convierte en la encarnación del buen liderazgo político según Grossman. En algo que solo puede interpretarse como una reprimenda abierta del esfuerzo estalinista por insensibilizar a la población y los soldados a la inconsciencia frente a los peligros inmensos que estaban enfrentando, y de las mentiras constantes por la burocracia durante la guerra, Grossman escribe, “En esos días difíciles, la gente quería sólo la verdad, sin importar lo duro y sombrío que fuera. Y Bogariov le dijo esta verdad”.

Bogariov se dirige a los soldados en tiempos de peligro con declaraciones como esta:

Ustedes son los hijos adultos de su gente. Han experimentado la escuela de la labor y esta Guerra Popular. Nuestra posición es difícil, pero no tenemos otra opción. Somos una unidad regular del Ejército Rojo. Dentro de dos o tres días vamos a enfrentar a una fuerza hostil superior. Golpearemos fuertemente, romperles la fila y reunirnos con nuestra división. Tienen que vencer, camaradas, y van a vencer. Dentro de ustedes se late el corazón de Lenin.

Nunca menciona el nombre de Josef Stalin.

También hay varios otros personajes cuya descripción, mientras ocupan unas pocas hojas, ofrece un retrato más amplio de la sociedad soviética en tiempo de guerra, que Grossman desarrolla en sus futuras novelas.

Estos personajes incluyen a una paisana anciana en un pueblo ucraniano. Su modelo claramente es la madre de Grossman, quien fue asesinada en una masacre antisemita por los nazis en su pueblo natal Berdichev. Mientras estaba escribiendo esta novela, Grossman todavía no sabía ciertamente el destino de su madre, pero lo sospechaba. Su pérdida era devastadora para él, y ella se convertiría en un modelo recurrente para uno de sus personajes importantes en Stalingrado y La vida y el destino.

El lector también descubre al campesino Kotenko, del mismo pueblo, quien, antes de la revolución de 1917 y después, había soñado con convertirse en un “kulak estonio”, es decir, un campesino acomodado que podía explotar la labor de sus vecinos en el campo. Cuando vienen los alemanes, está felicísimo y les ofrece sus servicios, pues cree que su sueño de por vida se realizará por fin. Devastado cuando se da cuenta de que le tratan con el mismo desdén que sienten por todos los demás, Kotenko se ahorca.

Mientras la novela claramente pretendía alentar a los soldados del Ejército Rojo –la guerra no acabó hasta tres años después de su serialización inicial– todavía buscaba describir de verdad sus experiencias y pensamientos. Por eso Grossman inevitablemente se encontró en conflicto con los censores. Muchos de los pasajes más conmovedores de la novela, que ahora han sido reestablecidos, no se incluían en las versiones publicadas anteriormente: fueron removidos, o por los editores o por el mismo Grossman, en un intento para censurarse a sí mismo.

Eran varias las razones por esta censura, pero todas se vinculaban inevitablemente a las falsificaciones a que recurría la burocracia estalinista para encubrir su propia responsabilidad por la victoria del fascismo en Alemania así como el estallido de la guerra, y sus errores criminales y estúpidos durante el conflicto. Las notas proveídas por los traductores sobre su trabajo con el manuscrito y la historia de esta edición por eso permitirán que los lectores entiendan profundamente no solo la guerra, pero también la falsificación estalinista de la historia. El material también provee una idea del punto al que las mentiras políticas e históricas constantes por la burocracia impactaron al clima cultural y sociopolítico de esa época.

Unas de las revisiones eran aparentemente menores –por ejemplo, la mención del hecho de que los soldados soviéticos durante los primeros meses de la guerra a menudo no tenían armas, y unas descripciones de la violencia física consideradas demasiado gráficas. (ya en los años 1980, la gran película antibélica soviética Vengan a ver, por Elem Klimov, era retrasado por los censores que argumentaron que su descripción de la guerra nazi contra los partidistas bielorrusos era demasiado explícita).

Otras revisiones eran más sustanciales y requieren un conocimiento de la historia soviética para entender el razonamiento detrás de ellas y sus implicaciones. Robert Chandler y Julia Volohva correctamente subrayan el hecho de que la historia prebélica de Bogariov, que era importante para Grossman, fuera enteramente omitido en las tempranas ediciones publicadas.

Como explican ellos, esto estaba vinculado con las medidas enérgicas políticas e ideológicas por la burocracia estalinista durante los años 1930. El Instituto de Marx-Engels se fundó en 1919. Bajo su primer director David Riazanov, no sólo reunió la mejor biblioteca marxista del mundo, pero también participó en el trabajo pionero de publicar las obras anteriormente desconocidas de Marx y Engels, incluidos los tempranos manuscritos económicos de Marx, Los dialecticos de la naturaleza por Engels, y la correspondencia entre Marx y Engels.

David Riazanov, el primer director del Instituto de Marx-Engels en Moscú, en 1923 (dominio público).

Mientras se intensificaba la campaña dentro del partido por el aparato estalinista contra la Oposición Izquierda, Riazanov, quien había dedicado más de cinco décadas de su vida a la lucha por el marxismo y la consciencia socialista en la clase obrera, transformó su Instituto en un refugio para muchos revolucionarios perseguidos. Mientras Chandler y Volohva escriben que empleaba a miembros de la Oposición Izquierda y Derecha, eran sobre todos los de la Oposición Izquierda –mucho más numerosos y mejor organizados– que estaban conectados al Instituto. Por eso, exmiembros de la Oposición Izquierda como Vagarshak Ter-Vaganian y Evsei Kaganovich eran empleados por el Instituto hasta 1930.

Incluso más peligroso, Riazanov pagaba a miembros activos de las oposiciones, que ya habían sido exiliados, por traducciones, y les enviaba la literatura política y teórica. En 1928 incluso dejó que León Trotsky, quien ya había sido expulsado del partido y exiliado, participara en la traducción de un texto por Karl Marx, un gesto que requería el coraje político tremendo. Para la burocracia soviética y el Comité Central estalinizado, su conducta se hacía cada vez más inaceptable. En 1930, el Comité Central, a la instancia directa de Josef Stalin, lanzó una campaña contra él que culminó en su arresto en 1931, la purga de su Instituto, y su ejecución eventual en 1938.

Como notan Chandler y Volohva, es probable que Grossman conociera a Riazanov personalmente, a través de una prima que también había conocido a Víctor Serge; el último, temprano durante los años 1930 todavía era un miembro activo de la Oposición Izquierda. A causa de esta conexión a Serge, la prima de Grossman, Nadya Almaz, que tenía una influencia política tremenda sobre él, fue arrestada en 1933.

En la descripción del trabajo y los puntos de vista prebélicos de Bogariov, combinado con su papel como un personaje político fidedigno, y sus declaraciones (muchas de las que eran cortadas, al menos parcialmente), Grossman claramente quería no solo honrar la memoria de Riazanov y su Instituto, pero también todo que representaba: las tradiciones del marxismo y el socialismo revolucionario al que Grossman, como Bogariov, todavía era dedicado y seguía defendiendo en la guerra contra el nazismo.

En uno de los pasajes más conmovedores del libro, Grossman describe a Bogariov mientras está contemplando lo que está en juego en la lucha contra el fascismo y la defensa de la Unión Soviética,

Aquí, al borde del bosque, claramente imaginó la fuerza negra que se había propagado sobre la tierra del pueblo. ¡La tierra del pueblo! Los sueños de Thomas More y las visiones de Robert Owens, los pensadores más brillantes de la Iluminación francesa, las obras de los decembristas, los ensayos de Belinski y Herzen, la correspondencia entre Zheliabov y Mijailov, las palabras de Alexeyev el trabajador textil –todos estos eran una expresión del deseo de la humanidad por una tierra que no reconoce la esclavitud, por una vida construida sobre las leyes de la razón y la justicia, por una tierra de gente igual, por una tierra donde la desigualdad entre los trabajadores y los que los emplean ha sido eliminada–. Miles de revolucionarios rusos habían fallecido en esta lucha. A Bogariov, estos hombres eran como sus hermanos mayores. Había leído todo sobre ellos. Sabía sus últimas palabras y las cartas que habían escrito a sus madres e hijos. Sabía sus diarios y las conversaciones secretas registradas por sus amigos que habían vivido hasta ver la libertad. Conocía las carreteras en las que estos hombres habían sido llevados al exilio y la labor forzada en Siberia. Conocía los puestos donde habían pasado la noche y las cárceles en que habían sido esposados. Amaba y honraba a estos hombres. Eran sus seres más queridos y cercanos. Muchos eran trabajadores de Kiev, impresores de Minsk, sastres de Vilna, tejedores de Bielostok –unas ciudades actualmente controladas por los nazis–.

Con todo su ser, Bogariov amaba esta tierra que había sido ganada en las luchas sin precedentes de la Guerra Civil, entre los tormentos y el hambre. Todavía era pobre, pero seguía viviendo una vida de la labor dura, según unas leyes duras –sin embargo, era la patria de todos los pueblos del mundo, de todos sus pueblos, la patria de los mejores pensadores y las mejores gentes–. Bogariov estaba listo para morirse por ella.

En las notas, Robert y Elizabeth Chandler escriben,

Hemos restaurado del manuscrito las palabras ‘por una tierra que no reconoce la esclavitud, por una vida construida sobre las leyes de la razón y la justicia’. Grossman borró de su manuscrito la frase que empieza con ‘sin embargo era la patria’. La última frase está presente en su manuscrito, pero fue borrado de todas las versiones publicadas. Parece con esto y con la omisión mencionada en la última nota que los editores de Grossman estaban alarmados por la intensidad del internacionalismo de Bogariov y su amor de la libertad.

Hay poco que añadir a esto. Como Stalingrado, éste es un libro que cada trabajador y joven debe leer. Mientras una nueva guerra mundial está fomentándose en Ucrania, y el nacionalismo, la xenofobia y las mentiras históricas más viles se promocionan por la clase gobernante de todo el mundo, las obras como ésta ayudarán a reconectar las generaciones que necesitan esforzar las luchas revolucionarias de hoy con las tradiciones socialistas de 1917, que, a pesar de los crímenes inmensos del estalinismo, todavía encontraron una expresión profundamente progresista en la lucha del Ejército Rojo contra el nazismo, y en las obras de Vasili Grossman.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de octubre de 2022)

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