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Perspectiva

La campaña de Will Lehman marca una nueva etapa en el desarrollo de la lucha de clases

El fallo de un juez federal el miércoles en contra de la demanda de Will Lehman, un candidato a presidente del sindicato United Auto Workers, significa que las elecciones de UAW concluirán en dos días, el lunes 28 de noviembre. Este será el último día en que se recibirán las papeletas enviadas por correo, antes de que comience el conteo el 29 de noviembre.

La demanda de Lehman solicitó que el Tribunal Federal del Distrito Este de Míchigan, que está supervisando al UAW y al monitor a cargo de la elección, emitiera una orden de emergencia para 1) postergar el final de la elección 30 días y 2) exigir al monitor y al UAW a tomar pasos serios para informarles a todos los trabajadores sobre la elección y garantizar que todos puedan votar.

El aparato del UAW se opone a la extensión de 30 días porque asume, correctamente, que resultaría en un aumento sustancial del voto de oposición y que muchos de esos votos serán a favor del candidato socialista, Will Lehman. De hecho, esa es la principal razón por la que buscaron suprimir el voto para comenzar.

Los abogados del UAW elaboraron un argumento absurdo basado en tecnicismos legales en vez de sustanciar el caso. Insistieron en que Lehman no tiene “capacidad procesal” para presentar la demanda porque él sí recibió una papeleta y no se vio “agraviado” por ningún problema en el proceso electoral. Como lo argumento el abogado de Lehman, el hecho de que un trabajador individual recibiera una papeleta no significa por sí solo que se respetaran sus derechos democráticos. Todos los trabajadores tienen derecho a participar en un proceso electoral “significativo”, es decir, uno que se haya celebrado de manera apropiada y justa y que refleje la voluntad de los votantes. Este derecho, del cual están dotados todos los trabajadores individual y colectivamente, es atropellado cuando la gran mayoría de los trabajadores no vota porque nunca se les informó que había una elección en curso.

Sin embargo, el tribunal se alineó con el UAW, creando una situación imposible propia de la novela Trampa 22: solo los trabajadores que no pudieron conseguir una papeleta porque no sabían de la elección pueden presentar una demanda. Pero, por supuesto, estos trabajadores no presentarían una demanda para desafiar la forma en que se está llevando a cabo una elección que desconocen.

Por si acaso, el tribunal también falló que cualquier desafío al proceso electoral solo puede presentarse después de que acabe la elección y que debe ir dirigido al secretario de Trabajo, es decir, Marty Walsh, quien aclamó explícitamente a uno de los candidatos, el presidente actual del UAW, Ray Curry, agradeciéndole su “amistad” y “apoyo”.

Un hecho importante que arrojaron las audiencias sobre la demanda es que el UAW y el monitor dependieron del sistema de comunicación conocido como LUIS (Local Union Information System) establecido para transmitir información entre cada sindicato local y las oficinas centrales de la burocracia en Solidarity House. El propio juez del caso señaló que “eso más o menos margina a los miembros”.

Esto demuestra lo que ha explicado el World Socialist Web Site todo este tiempo: la Solidarity House, que no quería elecciones directas para comenzar, intentó que fueran un concurso de belleza dentro del aparato, excluyendo a las bases lo más posible.

Incluso si uno dejara a un lado la corrupción del proceso electoral, el hecho de que la gran mayoría de los trabajadores automotores no votara en esta elección —alrededor del 85 y 90 por ciento— demuestra el enorme abismo entre el aparato sindical y las bases. La burocracia del UAW existe como una fuerza policial para vigilar a la clase trabajadora. Solo se vio obligada a celebrar elecciones por el masivo escándalo de corrupción que envió a muchos de sus dirigentes a prisión por aceptar sobornos de las empresas y robar cuotas de los trabajadores. Para los individuos que componen el aparato, los miembros son solo objetos que han de ser manipulados y la fuente de una cierta cantidad de pagos automáticos.

En sí, el aparato es un grupo social definido con casi ningún contacto diario con las bases.

El estatus social y los ingresos de sus integrantes están completamente arraigados en su control policial de la “fuerza laboral”, que el aparato sindical utiliza para facilitar la explotación máxima de la misma.

Como lo puso de manifiesto la campaña de Lehman, cualquier intervención de las bases es vista por el aparato como una amenaza a su dominio. Esta amenaza también es percibida por todas aquellas fuerzas e intereses sociales que necesitan regimentar estrictamente a la fuerza laboral, privándola de cualquier capacidad significativa para oponerse a las demandas de las corporaciones. Cabe resaltar que las elecciones del UAW —el primer voto popular en los 87 años de historia de la organizació— han sido prácticamente ignoradas por la prensa. Los medios de comunicación capitalistas no se atrevieron a informar sobre unas elecciones sindicales en las que un candidato socialista obtuvo un apoyo sustancial.

El papel que desempeñan las organizaciones pseudoizquierdistas es especialmente significativo. Cuando Lehman presentó su demanda, mantuvieron el silencio que han observado a lo largo de las elecciones, o lo denunciaron explícitamente. Estas organizaciones, como los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA) y Labor Notes, reflejan la posición de la burocracia: bajo ninguna condición se puede poner en tela de juicio la prerrogativa del aparato sindical.

Tal respuesta tiene un origen objetivo, es decir, de clase. El WSWS ha utilizado el término “pseudoizquierda” para referirse a una capa de la clase media acomodada cuyo acceso a la riqueza depende del sometimiento de la clase obrera y la supresión de la lucha de clases. Filosóficamente, justifican su política reaccionaria con innumerables ataques al marxismo, al materialismo y al papel revolucionario de la clase obrera, a la cual sustituyen con la promoción de la política de identidades, es decir, la política de la división racial y de género.

Estas organizaciones también funcionan como parte del aparato sindical, codiciando puestos dentro de éste y los correspondientes ingresos. En las elecciones del UAW, apoyaron la campaña de Shawn Fain, un antiguo burócrata del UAW que es prácticamente desconocido entre los trabajadores de base. La pseudoizquierda apoya al aparato a causa de sus interminables traiciones, no a pesar de ellas.

Pero el resultado más importante del proceso electoral, independientemente de la corrupción de la burocracia del UAW, es que desmintió el mito reaccionario de que los trabajadores de Estados Unidos son unos chauvinistas nacionales irreconciliablemente hostiles a los socialistas. Will Lehman declaró abiertamente sus convicciones socialistas, se identificó como partidario del Partido Socialista por la Igualdad y de la Alianza Internacional Obrera de los Comités de Base, llamó a la unidad internacional de la clase obrera, denunció el capitalismo y abogó por la transferencia del poder a la clase obrera.

El aparato consiguió evitar una ampliación del plazo de las elecciones, pero será una victoria pírrica. Ray Curry y sus compañeros del aparato descubrirán que convencer a un juez capitalista para que falle a su favor no es lo mismo que superar la desconfianza y la hostilidad de cientos de miles de trabajadores.

No solo hay un enorme apoyo a Lehman entre los trabajadores de base que pudieron votar, sino que la campaña electoral ha puesto en marcha un proceso que el aparato será incapaz de controlar.

Irónicamente, uno de los argumentos de los abogados del UAW en los tribunales es que un retraso en las elecciones socavará la capacidad del UAW para celebrar su Convención de Negociación en marzo, y que el calendario debe cumplirse para garantizar la “estabilidad” del sindicato. Sin embargo, si el aparato logra que sus candidatos sean elegidos, solo logrará desacreditarlo aún más a los ojos de los trabajadores, que no aceptarán su intento de imponerles más concesiones en los contratos que caducan el año próximo.

La poderosa respuesta de los trabajadores en apoyo a la campaña es parte del crecimiento de la lucha de clases en EE.UU. y a nivel internacional. El movimiento iniciado por la campaña de Will Lehman para destrozar y abolir la dictadura del aparato sindical, transferir el poder a las bases, liberar el poder de la clase obrera, ampliar enormemente el alcance de la lucha de clases y dirigirla contra el sistema capitalista, seguirá ganando fuerza.

(Publicado originalmente en inglés el 26 de noviembre de 2022)

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