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Discurso del mitin del IYSSE contra la guerra

La pandemia de COVID-19, el cambio climático y el derecho a un futuro

Este es el discurso de Evan Blake, coordinador de la Investigación Global de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19 y un miembro destacado del Partido Socialista por la Igualdad en EE.UU., en el mitin 10 de diciembre, “¡Por un movimiento de estudiantes y jóvenes para detener la guerra en Ucrania!” organizado por los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (IYSSE, por sus siglas en inglés). Para más información sobre unirte al IYSSE, visita la siguiente página.

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Evan Blake | Discurso em el evento del IYSSE contra la guerra el 10 de diciembre

A principios de 2020, el WSWS identificó la pandemia como un “evento desencadenante” en la historia mundial. Profundizaría la crisis mundial y las contradicciones del capitalismo y aceleraría el impulso hacia la guerra imperialista y hacia la revolución socialista.

La guerra de Ucrania fue planeada hace mucho por el imperialismo estadounidense, pero la pandemia aumentó las tensiones geopolíticas y allanó el terreno para el estallido de la guerra.

En los últimos tres años, la pandemia ha puesto en evidencia a las élites gobernantes capitalistas por su asombrosa indiferencia a las muertes masivas.

Se ha demostrado que la burguesía actual no es menos despiadada y criminal que la burguesía que sumió a la humanidad en las dos guerras mundiales. Nuevamente, han demostrado estar dispuestos a sacrificar decenas de millones de vidas en su afán de lucro.

La pandemia representa otra guerra librada, una guerra de cada clase dominante contra su población. Mientras los capitalistas han acumulado billones de dólares durante la pandemia, para los trabajadores y jóvenes de todo el mundo los últimos tres años han sido catastróficos.

Según The Economist, el exceso de mortalidad supera los 20 millones debido al COVID-19. En los dos primeros años de la pandemia la esperanza de vida cayó a nivel global por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.

Más de 10 millones de niños en todo el mundo han sufrido la muerte de uno de sus padres o cuidador principal por COVID. El nivel de trauma y sufrimiento infligido a estos jóvenes por la pérdida de sus seres queridos es inconmensurable.

A pesar de todas las mentiras de que el COVID no afecta a los niños, la realidad es que decenas de miles han muerto en todo el mundo y actualmente es una de las principales causas de mortalidad pediátrica.

Además, el inmenso daño causado por el COVID persistente, que puede afectar casi todos los órganos del cuerpo, aumenta a diario. La pandemia ha sido descrita acertadamente como un “evento discapacitante masivo”.

Solo en Estados Unidos, 20 millones de personas padecen COVID persistente, incluidos 4 millones que están tan profundamente discapacitados que ya no pueden trabajar en absoluto. Cientos de millones más en todo el mundo sufren esta aflicción.

Estamos entrando en el tercer invierno de la pandemia en el hemisferio norte y contrariamente a las mentiras de Joe Biden y otros políticos, no está ni cerca de terminar. Los casos y las hospitalizaciones han vuelto a aumentar en todo el mundo.

El mitin de hoy se celebra mientras los casos se salen de control en China solo un mes después de que el Partido Comunista Chino empezó a levantar su política de “cero COVID” el 11 de noviembre.

Por más de dos años, China suprimió la transmisión del virus mediante pruebas masivas, el rastreo de contactos, confinamientos temporales, la mascarilla obligatoria y el uso de otras medidas de salud pública.

Su tasa de mortalidad per cápita es, por mucho, la más baja de todos los grandes países del mundo, y solo un 0,1% la de EE.UU., donde el COVID ha matado a más de 1,1 millones de personas.

A lo largo de la pandemia, las potencias imperialistas y sus serviles medios de comunicación han hecho propaganda contra el “cero COVID” en China. Lo han hecho por dos razones fundamentales.

En primer lugar, pretenden restablecer plenamente la producción capitalista en China y reabrir las fronteras del país para poner fin a la crisis de las cadenas de suministro que ha repercutido en sus ganancias.

En segundo lugar, las potencias occidentales buscan una cubierta política para sus propias políticas criminales. El fin del “cero COVID” en China, que saben que podría matar a millones de personas, permite a las potencias estadounidenses y europeas afirmar que las muertes innecesarias de millones de personas en sus países eran inevitables.

Al principio de la pandemia, China, Nueva Zelanda y otros países demostraron que el coronavirus puede ser eliminado. Después de abandonar el “cero COVID”, cada país ha sufrido un desastre.

La lección central de esta experiencia es que la pandemia pudo haberse detenido y aún puede ser detenida, pero esto exige una estrategia coordinada a escala mundial. A largo plazo, el “cero COVID en un país es imposible.

El mes pasado, la humanidad superó el umbral de los ocho mil millones de habitantes en el mundo. Vivimos en una sociedad global profundamente interconectada, y la pandemia es solo uno de los problemas a los que nos enfrentamos bajo el capitalismo.

En el frente social, el desarrollo industrial bajo la propiedad privada capitalista conduce a una desigualdad social cada vez mayor.

En el frente geopolítico, el reparto capitalista del mundo entre Estados nacionales rivales conduce al estallido de guerras y al saqueo imperialista.

En términos de la interacción de la humanidad con la naturaleza y la extracción de los recursos necesarios para nuestra supervivencia, el desarrollo capitalista ha dado lugar al cambio climático y el peligro de pandemias, dos fenómenos profundamente interconectados.

El cambio climático es uno de los mayores peligros a para esta generación. Solo en este siglo, decenas de millones de personas ya fueron desplazadas por los efectos del calentamiento global.

Si perdura este statu quo en las próximas décadas cientos de millones más se verán desplazados a medida que las zonas costeras de todo el mundo se vuelven inhabitables.

Decenas de millones podrían morir por inundaciones, incendios forestales, sequías, tormentas, olas de calor y el colapso de ecosistemas críticos.

Un importante estudio publicado en abril descubrió que el cambio climático aumentará drásticamente la posibilidad de que los virus que ya existen entre las poblaciones animales salten a los seres humanos, como ocurrió con el COVID-19, el VIH, el ébola y otras enfermedades.

La experiencia de este último año, en que se han encubierto los peligros que sigue presentando el COVID-19 a través de una propaganda implacable, demuestra que la próxima pandemia será recibida con total indiferencia.

Mientras la crisis climática se agrava cada año, millones de jóvenes conocen estos peligros y buscan la manera de detener una catástrofe cada vez mayor. En 2019, se produjeron las mayores protestas contra el cambio climático de la historia. Más de 6 millones de personas se manifestaron en 4.500 lugares de 150 países.

Estas poderosas manifestaciones se encontraron con promesas vacías por parte de aquellos en el poder. Los capitalistas no han hecho y seguirán sin hacer nada para detener el cambio climático. Todos los llamamientos caerán en saco roto.

A lo largo de la pandemia, los Gobiernos capitalistas han demostrado ser incapaces de organizar una respuesta científica racional a la mayor crisis de salud pública en un siglo. Creer que cambiarán de rumbo y harán frente al cambio climático o se prepararán para futuras pandemias sería delirante.

Más bien, los jóvenes deben orientarse a la clase obrera internacional, la gran fuerza revolucionaria de la sociedad capitalista. Ninguno de los problemas a los que nos enfrentamos puede resolverse sin un movimiento global de los trabajadores y la juventud contra el sistema capitalista.

El IYSSE es el único movimiento juvenil del mundo que defiende la ciencia y saca las conclusiones políticas necesarias de la realidad objetiva a la que nos enfrentamos. A lo largo de la pandemia, hemos pedido que se coordine a nivel mundial una estrategia de “cero COVID” para utilizar todas las medidas de salud pública necesarias para detener la transmisión viral en todo el mundo.

Un programa socialista mundial de salud pública no solo podría eliminar el COVID sino también muchas otras enfermedades que matan a millones cada año.

En respuesta al cambio climático, debe haber una profunda reorganización de la infraestructura energética del transporte y la producción agrícola a escala internacional, reduciendo drásticamente los gases de efecto invernadero. Para conseguirlo, exigimos la internacionalización de las grandes empresas y bancos, y la reasignación de los gigantescos presupuestos militares para la educación, la investigación y la tecnología, y para financiar la energía eólica y solar, la captura de carbono, etc.

Defendemos el internacionalismo frente al nacionalismo. En oposición a la planificación de una guerra imperialista, proponemos una guerra para acabar con la desigualdad, la amenaza del fascismo, la pandemia, el cambio climático y la pobreza en todos los países. Únete a nosotros en esta lucha, la lucha por el socialismo.

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