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Perspectiva

La red terrorista alemana Reichsbürger y la lucha contra el fascismo

La reaparición de un movimiento fascista en Alemania es algo sumamente preocupante. No hay otro país donde el fascismo ha mostrado su rostro barbárico con una brutalidad tan sadista. Durante los 12 años de la dictadura nazi, de 1933 a 1945, Hitler aplastó el movimiento obrero, impuso un régimen de terror y libró una guerra de conquista y exterminio que se cobró 27 millones de víctimas solo en la Unión Soviética e involucró el asesinato de seis millones de judíos. Cuando murió Hitler, Alemania y la mitad de Europa yacían en ruinas.

Marcha neonazi con el símbolo Reichsbürger en Múnich (2005) [Photo by Rufus46 / wikimedia / CC BY-SA 3.0]

Las más de 50 personas del movimiento Reichsbürger (Ciudadanos del Reich) que fueron objeto de la mayor redada en la historia de la República Federal Alemana por parte de 3.000 policías no son “chiflados”, como lo alegan algunos. Después de la barrida policial del 7 de diciembre, el fiscal federal los acusó de crear un grupo terrorista para tomar el poder por la fuerza militar y asesinar a sus oponentes políticos.

Se informa que tenían planeado invadir el Parlamento federal (Bundestag), siguiendo el ejemplo de la intentona golpista en Washington D.C. liderada por el expresidente estadounidense Donald Trump el 6 de enero de 2021. Su objetivo era presuntamente detener a miembros del Parlamento y el Gobierno, provocar disturbios en toda Alemania y derrocar así el Gobierno.

La red terrorista tiene profundas raíces en el aparato estatal y la élite social. Los detenidos incluyen a un miembro de la alta nobleza, un abogado, un doctor, un piloto y un juez y exparlamentario del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD, todas las siglas en alemán). También hay varios oficiales policiales y un número importante de miembros antiguos y activos del ejército, incluso varios oficiales del Comando de las Fuerzas Especiales (KSK), una unidad de élite del Ejército entrenada para asesinatos y tomar rehenes.

Esta es solo la punta del iceberg. Según los miembros del Comité de Asuntos Legales del Bundestag informados sobre las investigaciones, hay cientos de personas que firmaron la “declaración de confidencialidad” del grupo. Tenían preparativos para establecer 280 “compañías de seguridad nacional” encargadas de “arrestar y ejecutar” a personas en caso de un golpe de Estado.

La red está enmarañada con el partido AfD, que pertenece al Bundestag y a los Parlamentos estatales. Su base de apoyo son los negacionistas del COVID, los partidarios de QAnon, los “pensadores laterales” —un nombre adoptado por los opositores de las medidas de salud pública contra el COVID— y el Reichsbürger. Se estima que este último grupo por sí solo tiene un estimado de 23.000 miembros y que uno de cada diez está listo para perpetrar violencia. El Reichsbürger niega la existencia de la República Federal Alemana y busca reestablecer el Imperio Alemán según las fronteras de 1937, lo que abarca gran parte de Polonia y el territorio ruso de Kaliningrado.

Las redes terroristas de derecha no cayeron del cielo. El Partido Socialista por la Igualdad en Alemania (Sozialistische Gleichheitspartei; SGP) ha estado advirtiendo sobre su desarrollo por muchos años. En 2018, su editorial Mehring Verlag publicó el libro ¿Por qué han vuelto?, escrito por Cristoph Vandreier, el presidente actual del SGP. El libro demuestra en detalle “cómo han sido promovidos en los últimos cinco años el regreso del militarismo alemán y la construcción de un Estado policial y cómo se han sentado las bases ideológicas para un movimiento fascista”.

Es imposible entender el crecimiento de la extrema derecha “sin examinar el papel del Gobierno, el aparato estatal, los partidos, la prensa y los ideólogos en las universidades que le allanaron el camino”, señala el prefacio.

Los grupos y partidos de la extrema derecha han sido sistemáticamente promovidos, incluso mientras se minimiza el peligro que representan. El AfD, el primer partido fascista en el Bundestag alemán desde el fin del régimen nazi, le debe su ascenso en gran medida a la Verfassungsschutz, la agencia nacional de inteligencia alemana, que lo protegió y asesoró, así como a los partidos establecidos que le abrieron paso para que asumiera altos cargos en el Parlamento y adoptaron su programa militarista y contra los refugiados.

El renacimiento del militarismo alemán estuvo acompañado con la trivialización de los crímenes de los nazis. Las mentiras históricas para justificar la invasión de Hitler de la Unión Soviética fueron vehemente rechazadas por durante la Disputa de Historiadores de los años ochenta, pero hoy día dominan el discurso académico y público. En Ucrania y en los Estados bálticos, el Gobierno federal y el Ejército alemán cooperan con regímenes que erigen monumentos de aquellos que colaboraron con los nazis.

Los neonazis, como el grupo terrorista Clandestinidad Nacionalsocialista, formado por tres miembros, y Stefan Ernst, el asesino del político conservador Walter Lübcke, pudieron matar sin interferencias, aunque estaban bajo la vigilancia de los servicios de inteligencia. Las organizaciones terroristas de derechas, como la amplia red Hannibal, permanecieron prácticamente intactas, a pesar de que elaboraban listas de asesinatos y atesoraban grandes cantidades de armas y munición. Aunque se produjeron detenciones y juicios ocasionales, el número de acusados siempre fue bajo y se mantuvo el mito de “un solo culpable”.

Lo mismo puede decirse de las redes fascistas dentro de la policía. Tanto en Hesse como en Renania del Norte-Westfalia, decenas de policías participaron en grupos de chat neonazis. Casi nadie fue procesado. Esta misma semana se ha sabido que 70 policías están siendo investigados en Baden-Württemberg por enviarse esvásticas y fotos de Hitler en grupos de chat.

En este contexto se desarrolló la red terrorista Reichsbürger. No cabe duda de que la información pública sobre sus miembros apenas toca la superficie, y el fiscal federal hará todo lo posible para que siga siendo así.

El crecimiento de las fuerzas fascistas con el apoyo de las élites gobernantes no se limita a Alemania. En Estados Unidos, los republicanos, que conforman uno de los dos principales partidos burgueses, están cada vez más dominados por figuras fascistas. Un intento de golpe de Estado de Donald Trump fracasó por muy poco en enero de 2021. Italia está gobernada por una primera ministra que sigue la tradición política del dictador fascista Mussolini. En Suecia, el antiguo país modelo de la socialdemocracia, el Gobierno se apoya en un partido neonazi para mantenerse en el poder.

El giro a la derecha de las élites gobernantes refleja la decadencia de la democracia burguesa. Esto tiene profundas causas objetivas. Cuando la lucha de clases en Europa se intensificó en 1929 y los partidos autoritarios tomaron el poder, León Trotsky escribió:

La tensión excesiva de la lucha internacional y de la lucha de clases provoca el cortocircuito de la dictadura, haciendo saltar los fusibles de la democracia uno tras otro... Lo que se llama la crisis del parlamentarismo es la expresión política de la crisis de todo el sistema de la sociedad burguesa.

Esto vuelve a ser cierto hoy. Las décadas de recortes sociales para destinar cada vez más del ingreso nacional al enriquecimiento de una pequeña minoría y a guerras brutales han erosionado el parlamentarismo y exacerbado la lucha de clases. El anhelo masivo de ingresos dignos, empleos seguros, un buen seguro médico, alquileres asequibles y paz ya no se reflejan ni de forma distorsionada en el entramado parlamentario.

Los socialdemócratas alemanes y el partido La Izquierda se han convertido en expertos en atacar los servicios sociales e imponer salarios bajos, y Los Verdes se han convertido en el principal partido de la guerra. Durante mucho tiempo se apoyaron en los sindicatos para reprimir la lucha de clases. Pero cuanto mayor es la oposición social desde abajo, más abiertamente se mueven a la derecha los partidos procapitalistas y se apoyan en la violencia estatal y el terror de derechas para reprimirla.

El hecho de que de vez en cuando se vean obligados a detener a fascistas demasiado entusiastas no cambia esto. Que nadie se haga ilusiones de que el poder judicial alemán, que a partir de 1933 estuvo prácticamente cohesionado al servicio de los nazis, detendrá la conspiración derechista. Al contrario, las medidas y leyes que adopta en nombre de la restricción de la extrema derecha se dirigen inevitablemente contra los opositores al capitalismo y a la guerra.

“La teoría, así como la experiencia histórica, rinden testimonio de que cualquier restricción a la democracia en la sociedad burguesa se dirige finalmente contra el proletariado, del mismo modo que los impuestos recaen finalmente sobre los hombros del proletariado”, escribió Trotsky en 1938.

Debido a que el SGP advirtió del peligro derechista como ningún otro partido, el servicio secreto lo incluyó en la lista de partidos “extremistas de izquierda”. Cuando el SGP demandó al Ministerio del Interior por ello, el Ministerio justificó la medida argumentando que el SGP “luchaba por una sociedad democrática, igualitaria y socialista” y “agitaba contra el supuesto 'imperialismo' y 'militarismo'“.

“Pensar en categorías de clase” y “creer en la existencia de clases rivales irreconciliablemente opuestas” fueron declarados inconstitucionales.

El SGP, en respuesta, pasó a la ofensiva. El partido presentó un recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional Federal y lanzó una petición en change.org para movilizar apoyo.

Solo hay una forma de detener el peligro fascista: el desarrollo de un movimiento independiente y unido de la clase obrera internacional contra la pobreza, la desigualdad social, la guerra, el fascismo y su causa, el capitalismo. Las condiciones objetivas para tal movimiento están madurando rápidamente. Cada vez más trabajadores ya no están dispuestos a aceptar los ataques contra sus medios de subsistencia.

Pero ese movimiento necesita una perspectiva política y una organización que solo una dirección revolucionaria puede brindar. Esta dirección está siendo construida por el Partido Socialista por la Igualdad y sus organizaciones hermanas en el Comité Internacional de la Cuarta Internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 19 de diciembre de 2022)

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