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Perspectiva

La economía capitalista y la geopolítica imperialista están detrás del desastre por el terremoto en Turquía

Ayer, dos poderosos terremotos destruyeron la región fronteriza entre Turquía y Siria. Un sismo de magnitud 7,7 con epicentro en la ciudad Kahramanmaraş al sur de Turquía se produjo en la madrugada y fue seguido por una réplica de magnitud 7,6 en la tarde. Los terremotos, que se sintieron tan lejos como Líbano y Chipre, han dejado a miles de fallecidos y decenas de miles esperando ser rescatados bajo los escombros.

En Turquía, los sismos destruyeron al menos 6.200 edificios, dejaron a al menos 2.921 muertos y 16.000 heridos en 10 ciudades, donde viven más de 15 millones de personas. Hubo hospitales, carreteras y aeropuertos destruidos o dañados y el daño a los transformadores de electricidad y los gasoductos ha provocado amplios cortes de luz y gas.

Civiles y equipos de emergencia buscan a personas en los escombros de un edificio destruido en Gaziantep, Turquía, 6 de febrero de 2023 [AP Photo/Mustafa Karali]

En Siria, un país devastado por los 12 años de una guerra de cambio de régimen impulsada por la Alianza Atlántica, la cifra de muertos confirmados ya supera 1.300. La guerra en curso está previniendo que los equipos de rescate lleguen a muchas áreas. Partes del noroeste de Siria están bajo el control del ejército turco y las fuerzas islamistas que patrocina, mientras que el noreste del país se encuentra bajo el control de las fuerzas estadounidenses y sus aliados nacionalistas kurdos.

Trágicamente, muchos siguen atrapados bajo los edificios colapsados tanto en Turquía como en Siria y se espera que la cifra de muertes aumente sustancialmente. Cientos de miles se han visto obligados a pasar la noche en temperaturas bajo cero o en edificios dañados por los terremotos. La Organización Mundial de la Salud estima que la cifra de muertes podría multiplicarse ocho veces a casi 30.000 personas.

El Gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan ha declarado siete días de duelo nacional, pero las personas en la zona del terremoto han sido dejadas en gran medida a su suerte.

Con solo 9.000 trabajadores de rescate movilizados, los equipos oficiales no han llegado a muchas partes. Los mineros de varias provincias han ido como voluntarios a la región para unirse a los esfuerzos de búsqueda y rescate. Mientras el Gobierno turco presume que produce drones asesinos y misiles de largo alcance capaces de atacar Atenas, las personas que intentan rescatar a sus amigos y seres queridos en los escombros tan solo tienen picos y palas.

La reacción indolente de la oligarquía financiera ante el desastre fue resumida por la bolsa de valores de Estambul. Después de los terremotos, las acciones de las empresas de cemento aumentaron.

La masiva cifra de víctimas de estos terremotos es una tragedia completamente prevenible y que fue prevista por muchos. En realidad, no es principalmente un desastre natural, sino un crimen social cuyo responsable es el sistema capitalista.

Los terremotos de ayer se produjeron en la segunda región con mayor actividad telúrica en el mundo, conocida como el cinturón alpino-himalayo. Al estar ubicada sobre importantes fallas tectónicas, la región tiene una larga historia de desastres por terremotos. El terremoto de Mármara de 1999 mató a casi 18.000 personas y dejo a decenas de miles de heridos, según las estadísticas oficiales.

Los científicos habían advertido con cada vez más premura que el desastre ocurrido ayer era inminente y les imploraban a las autoridades públicas que fortalecieran los edificios, advirtiendo que su negligencia provocaría una pérdida horrenda de vidas.

Después del terremoto de Elazığ en enero de 2020 en Turquía, Hüseyin Alan, el presidente de la Cámara de Ingenieros Geólogos, declaró que, además de Estambul, 18 centros citadinos—incluyendo Kahramanmaraş e Hatay, que sufrieron importantes daños ayer—se ubican sobre “fallas tectónicas activas con un alto potencial de generar terremotos”. Un importante sismo en estos lugares “destruiría” los edificios, señaló.

El profesor Dr. Naci Görür, uno de los geólogos más respetados de Turquía y un promotor de construir ciudades resistentes a los terremotos, había hecho hace mucho la comparación entre Japón y Turquía. Escribió que solo cuatro personas murieron por los daños causados por el terremoto de magnitud 7,4 en Fukushima en 2022, mientras que casi 20.000 personas murieron en el terremoto de Mármara de 1999 de la misma magnitud. Esto subraya que prácticamente todas las muertes del sismo de ayer en Kahramanmaraş pudieron haberse evitado.

Görür ha llamado a prestar atención al peligro de los fuertes terremotos en la región por años. En un programa televisivo anoche después de los sismos, dijo que su equipo había preparado un proyecto para prevenir estas pérdidas, pero que las autoridades lo ignoraron.

Görür volvió a advertir de un importante terremoto en Estambul. Se espera un terremoto de magnitud 7 en esta megaciudad de al menos 16 millones de habitantes. Si bien el Ayuntamiento de Estambul, controlado la oposición burguesa del Partido Republicano del Pueblo (CHP, por sus siglas en turco), alega que “solo” morirían 14.000 personas, Görür predice que realmente morirían más de 400.000 personas.

La construcción de viviendas resistentes a los terremotos es un problema global crítico que el capitalismo ha demostrado ser incapaz de resolver. Un artículo publicado en 2021 en la revista International Journal of Disaster Risk Science elaborado por científicos chinos, australianos, estadounidenses, canadienses y alemanes descubrió que, en 2015, 1,5 mil millones de personas viven en lugares susceptibles a terremotos. Esta impactante cifra está aumentando rápidamente, principalmente en los países vulnerables de Oriente Próximo y el centro y sur de Asia como Afganistán, Pakistán, India y Bangladesh.

En la actualidad, los avances de la ciencia y la industria son tales que es posible construir ciudades resistentes a terremotos en todo el mundo. ¿Por qué se ha abandonado la infraestructura social y se han ignorado los llamados a rediseñar las ciudades y renovar los edificios para que sean resistentes a los terremotos, así como los llamados a estar mejor preparados para el rescate y la atención médica de víctimas?

Los terremotos de ayer se produjeron en el epicentro de la campaña de guerras imperialistas que las potencias de la OTAN dirigidas por Estados Unidos han llevado a cabo durante tres décadas en Oriente Próximo tras la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991. Las guerras de Iraq, Afganistán y Siria han costado varios billones de dólares y millones de vidas. Siria ha sido devastada por una guerra por delegación de la OTAN de 12 años que se ha cobrado más de 500.000 vidas y ha desplazado a más de 10 millones de personas.

Muchos refugiados sirios que huyeron de Siria para salvar sus vidas y hoy viven en condiciones de pobreza en el sur de Turquía han sido abandonados a su suerte tras el terremoto.

Decenas de Estados de la OTAN han hecho declaraciones simbólicas sobre el envío de ayuda a su aliado de la OTAN, Turquía, mientras ignoran en gran medida a las víctimas de la misma catástrofe en Siria, que sigue bajo un régimen de sanciones estadounidenses paralizante que niega a su población el acceso a los recursos médicos y de otro tipo que necesita desesperadamente no solo para hacer frente a la catástrofe actual, sino para mantener la vida cotidiana.

En realidad, los dirigentes de los Gobiernos imperialistas, que hipócritamente ofrecen sus condolencias a las víctimas del terremoto, son los principales responsables de la guerra en Siria y del catastrófico despilfarro de la riqueza social en la guerra, en lugar de utilizarlo en la salud y la seguridad públicas.

Todos los grandes problemas sociales actuales, incluida la prevención de catástrofes naturales, son por naturaleza problemas globales que requieren una solución coordinada socialmente. Sin embargo, el afán de lucro privado de la burguesía y la división del mundo en Estados nación rivales se interponen en el camino de cualquier respuesta progresista. Por eso no ha habido una respuesta científica mundial a la pandemia de COVID-19 ni al cambio climático global.

En su lugar, las potencias imperialistas, cuyas políticas criminales de “dejar correr” el COVID-19 han provocado la muerte de más de 21 millones de personas en todo el mundo, amenazan ahora a toda la humanidad con una Tercera Guerra Mundial mediante la escalada de su guerra contra Rusia en Ucrania.

Los obstáculos a una respuesta planificada y racional a los urgentes problemas sociales solo pueden eliminarse mediante un ataque frontal de la clase obrera internacional al poder y la riqueza de la clase dominante, subordinando así las ganancias sociales a las necesidades sociales. La devastación evitable de los terremotos de ayer ha demostrado una vez más la urgente necesidad de sustituir el capitalismo por el socialismo global.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de febrero de 2023)

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