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Perspectiva

¡Detengan los recortes a las pensiones y la guerra, derriben el Gobierno de Macron!

Ayer, alrededor de 3 millones de trabajadores llevaron a cabo una huelga y marcharon en las ciudades de toda Francia exigiendo “bloquear la economía” y obligar al presidente Emmanuel Macron a detener sus recortes a las pensiones. Este movimiento huelguístico de masas, el más grande visto en Francia desde la huelga general de mayo-junio de 1968, hace 55 años, tiene un carácter histórico. Está fraguándose un enfrentamiento con implicaciones revolucionarias entre la clase trabajadora y el Gobierno de Macron.

Los trabajadores en las industrias críticas en el seno de la economía han acatado los llamados de paralizar la economía. El sector público, la industria ferroviaria, el transporte público, las estaciones eléctricas, las refinerías, las plantas automotrices y aeroespaciales y los astilleros han sido testigo de huelgas masivas. Los estudiantes organizaron bloqueos en las universidades de París, Lyon, Rennes o enviaron delegaciones para marchar junto a los trabajadores en huelga. Hoy, las huelgas continuarán en las refinerías y los depósitos de combustible para cortar el suministro a las gasolineras y obligar a Macron a capitular.

Se está acumulando una ira explosiva en la clase trabajadora que va mucho más allá de los millones que marcharon. Tres cuartas partes de la población francesa se oponen a los recortes de Macron, que buscan desviar decenas de miles de millones de euros de las pensiones para financiar recortes fiscales para los ricos y la expansión militar de €413 mil millones, según Francia intensifica su participación en la guerra de la OTAN y Rusia en Ucrania. Las encuestas muestran que seis de cada 10 franceses quieren que los huelguistas paralicen la economía y obliguen a Macron a rendirse.

El Parti de l’égalité socialista (PES), la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), plantea las siguientes demandas:

1) La clase trabajadora debe derribar el Gobierno de Macron. Desafiando la oposición de la gran mayoría de la población, Macron está recortando los niveles de vida de los trabajadores mientras atiza de forma temeraria una guerra entre Estados con armas nucleares. Su Gobierno no es un régimen democrático que puede ser reformado, sino la herramienta impenitente de una oligarquía financiera despiadadamente hostil a las masas.

2) Pongan fin a la guerra de EE.UU. y la OTAN con Rusia en Ucrania, que amenaza con convertirse en una guerra total a nivel europeo y global, involucrando el uso de armas nucleares. Frenar esta guerra es la precondición esencial para transferir los miles de millones de euros de la maquinaria de asesinatos masivos hacia las necesidades sociales críticas.

3) Incautenlos fondos masivos utilizados en los rescates bancarios que han enriquecido grotescamente a la aristocracia financiera y que están alimentando la devastadora inflación a nivel internacional. Estos rescates han aumentado la riqueza de los milmillonarios franceses en €200 mil millones solo desde el inicio de la pandemia de COVID-19 en 2020. Estos fondos públicos deben ser utilizados para cubrir las necesidades sociales críticas y colocar las principales industrias bajo propiedad pública para ofrecer empleos y servicios asequibles a todos los trabajadores.

4) Ante todo, expandan las huelgas masivas más allá de Francia a toda Europa e internacionalmente como parte de una revuelta contra las burocracias sindicales procapitalistas. En una economía globalizada controlada por las empresas transnacionales, cuando las élites gobernantes capitalistas ya han arrastrado a Rusia, Ucrania y todas las potencias de la OTAN a una guerra, ninguna de las demandas esenciales de la clase trabajadora se puede satisfacer movilizando a los trabajadores de un solo país.

El movimiento en Francia es una expresión nítida de una situación objetivamente en toda Europa, según estallan huelgas masivas en todo el continente. Millones de trabajadores están marchando contra la inflación y la austeridad salarial en Alemania y Reino Unido y contra los recortes en salud en España. Hay huelgas nacionales ferroviarias en marcha en Bélgica, Italia y Grecia, donde está en marcha un movimiento explosivo contra el Gobierno derechista de Mitsotakis y contra las décadas de austeridad devastadora de la Unión Europea a manos de la élite gobernante tras un desastroso accidente ferroviario que se cobró 57 vidas.

En Turquía está creciendo una ira explosiva contra la complicidad del Gobierno y de toda la élite política en la construcción de viviendas precarias que ha dejado decenas y posiblemente cientos de miles de muertos en los terremotos turco-sirios del mes pasado. Mientras gasta miles de millones en la guerra, el Gobierno ni siquiera organizó una operación de búsqueda y rescate a tiempo para encontrar a las víctimas del terremoto.

No se trata de una serie de luchas sindicales que puedan resolverse mediante una negociación con uno u otro Gobierno nacional, sino de una crisis internacional mortal del capitalismo. En todos los países, los trabajadores plantean demandas similares contra problemas globales, como la inflación, la austeridad, el daño ambiental, la represión y la guerra; en todas partes se enfrentan a amenazas legales o a la represión policial por parte de los desacreditados Gobiernos capitalistas. Esto está poniendo en marcha explosiones revolucionarias no solo en Francia, sino en toda Europa e internacionalmente.

La caída de Macron no es una tarea que pueda dejarse en manos de la élite política francesa, trayendo un nuevo régimen capitalista. Por el contrario, debe ser llevada a cabo por medio de la lucha de la clase obrera por el poder, derrocando el capitalismo y la Unión Europea para construir los Estados Unidos Socialistas de Europa.

El PES se opone a los intentos de subordinar las iniciativas de la clase obrera a las burocracias sindicales nacionales. En su lugar, reclama la formación de comités de base, independientes de las burocracias, para organizar y coordinar las luchas y el accionar político de la clase obrera en Francia y a escala internacional.

Esto sitúa al PES en una oposición irreconciliable con los partidos pequeñoburgueses de la pseudoizquierda en Francia. Todos se adaptan o apoyan abiertamente la guerra de EE.UU. y la OTAN y trabajan para retrasar el estallido social que se avecina y, si no se puede evitar, para bloquear una lucha para derrocar a Macron. Mientras el jefe estalinista de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martinez, se jacta de sus “llamadas de cortesía” con la primera ministra Elisabeth Borne, el líder de La France Insoumise (LFI), Jean-Luc Mélenchon, pide a Macron que convoque un referéndum sobre sus recortes o convoque nuevas elecciones.

La perspectiva procapitalista que anima a estas fuerzas fue expuesta de forma concisa por Juan Chingo, líder de la facción disidente Révolution permanente del Nuevo Partido Anticapitalista pablista.

En una entrevista publicada este fin de semana en el sitio web de Révolution permanente, Chingo declaró: “La situación no es revolucionaria, estoy de acuerdo con esta apreciación”.

Llamó a promover la democracia bajo el capitalismo a través de una reforma constitucional nacional del parlamentarismo francés. Dijo que la reforma tenía que “desarrollar elementos de un programa democrático, como la creación de un Parlamento unicameral que sea a la vez legislativo y ejecutivo”. El objetivo que subyace a esta propuesta es ayudar “al movimiento de masas a tener experiencias con la democracia representativa burguesa”, añadió.

Se trata de una trampa política para la clase obrera. No se puede hacer ningún acuerdo con Macron. En cuanto al objetivo de ayudar a los trabajadores a tener experiencias con la democracia representativa capitalista, es algo reaccionario y falso por una razón esencial: la oligarquía capitalista no puede representar democráticamente al pueblo en 2023 más de lo que podía hacerlo la aristocracia feudal cuando el pueblo de París asaltó la Bastilla en el comienzo de la Revolución francesa de 1789.

La propuesta de Chingo de concentrar todo el poder gubernamental en una cámara legislativa bajo el capitalismo es una propuesta de una dictadura parlamentaria reaccionaria. Un hecho subraya crudamente este punto: la figura que la burguesía francesa está preparando como principal rival político de Macron es la neofascista Marine Le Pen.

El PES está luchando por construir comités de base de trabajadores y jóvenes para movilizar a la clase obrera independientemente de los burócratas y charlatanes pseudoizquierdistas que pretenden ser revolucionarios mientras apoyan el capitalismo. Esta política es necesaria en virtud de las enormes experiencias del movimiento trotskista en las luchas revolucionarias del siglo veinte.

Muchas veces en la historia, las luchas en Francia han servido como barómetro revolucionario para los trabajadores a nivel internacional. La huelga general francesa de mayo-junio de 1936 fue la última gran oportunidad que tuvo la clase obrera para evitar el estallido de la Segunda Guerra Mundial mediante la revolución; inspiró entonces a millones de trabajadores que emprendieron huelgas e insurrecciones armadas contra el dominio fascista en toda la Europa ocupada por los nazis durante la guerra. La huelga general francesa de mayo-junio de 1968 desencadenó una oleada internacional de luchas que en Europa derribó Gobiernos derechistas en Grecia, Portugal, Gran Bretaña y España.

Pero los trabajadores franceses también han acumulado muchas experiencias históricas amargas debido a las traiciones políticas de las oportunidades revolucionarias. Los trabajadores dejaron que la iniciativa revolucionaria se les escapara de las manos y cayera en manos de las burocracias sindicales aliadas de los partidos capitalistas. Las burocracias sindicales traicionaron las luchas obreras para evitar la revolución. Esto ha llevado a derrotas desastrosas

En 1936, el Frente Popular entre el Partido Radical burgués, los socialdemócratas y el Partido Comunista estalinista bloqueó la primera ofensiva ofreciendo concesiones a los trabajadores en los Acuerdos de Matignon. El Gobierno del Frente Popular puso entonces en marcha una acumulación militar y una campaña de difamación contrarrevolucionaria contra Trotsky. El Gobierno del Frente Popular también reprimió las huelgas que estallaron contra las condiciones de los Acuerdos de Matignon. Esto allanó el camino para una nueva guerra mundial, la derrota de Francia en 1940 y el establecimiento por parte de la clase política francesa de un régimen colaboracionista nazi.

En 1968, la burocracia de la CGT y el PCF estalinista se dedicaron por varias semanas a poner fin a la huelga general y a organizar una capitulación por medio de los Acuerdos de Grenelle con el Estado capitalista. Junto con varios pablistas renegados del trotskismo, apoyaron al recién fundado Partido Socialista (PS) del aventurero burgués y antiguo colaborador nazi François Mitterrand. Sin embargo, casi inmediatamente después de tomar el poder en 1981, el PS demostró ser una herramienta para llevar a cabo medidas de austeridad y guerras neocoloniales en África y más allá. Este es el partido del que salieron Macron, así como Mélenchon, quien se ha propuesto como primer ministro de Macron.

Trotsky explicó en 1935 la necesidad de construir comités de acción de base para evitar tales traiciones por parte de las burocracias. Basándose en la experiencia de los comités obreros (sóviets) que tomaron el poder en la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, llamó a la formación de tales comités antes de la huelga general de 1936. En su obra “Comités de acción, no un frente popular”, se opuso a la alianza entre el estalinismo, los socialdemócratas de “izquierda” como Marceau Pivert y el Partido Radical capitalista. Escribió:

Los reformistas y los estalinistas temen, sobre todo, asustar a los radicales. El aparato del frente único desempeña conscientemente el papel de desorganizador frente a los movimientos esporádicos de las masas. Y los “izquierdistas” del tipo Marceau Pivert sirven para proteger a este aparato de la indignación de las masas. La situación solo puede salvarse ayudando a las masas a luchar por crear un nuevo aparato, en el proceso mismo de la lucha, que responda a las exigencias del momento. Los Comités de Acción están destinados precisamente a este fin... El primer requisito es una comprensión clara de la importancia de los Comités de Acción como el único medio para superar la oposición antirrevolucionaria del aparato partidario y sindical.

Estas líneas hacen eco 88 años luego, ahora que Europa y el mundo se tambalean al borde de otra guerra mundial y que aumenta el explosivo enojo de los trabajadores internacionalmente hacia el capitalismo. Las posibilidades revolucionarias de poner fin a la guerra, aumentar los niveles de vida y crear una sociedad socialista son enormes. Pero para realizar este potencial, llamamos a expandir la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) y construir secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional como vanguardia trotskista de la clase trabajadora, luchando por el socialismo y los Estados Unidos Socialistas de Europa.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de marzo de 2023)

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