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Perspectiva

Trump comparece ante juez: un degradado espectáculo politico que encubre sus verdaderos crímenes

El expresidente Donald Trump se sienta en la mesa del acusado junto a su equipo legal en un tribunal de Manhattan, 4 de abril de 2023 [AP Photo/Seth Wenig]

La comparecencia del expresidente Donald Trump el martes en un tribunal de Manhattan confirma el análisis del World Socialist Web Site de que los cargos contra Trump son una distracción política del Partido Demócrata, que está utilizando un escándalo sexual para encubrir los delitos mucho más graves perpetrados por Trump que culminaron en su intentona golpista el 6 de enero de 2021.

La imputación presentada por la Fiscalía de Manhattan incluye 34 cargos por delitos graves, tres por cada uno de los 11 pagos a Michael Cohen, el exabogado y sobornador de Trump. Cohen pagó $130.000 a la actriz porno Stormy Daniels para garantizar que no publicara un relato sobre un encuentro sexual en 2006 con Trump en vísperas de las elecciones de 2016.

Cohen fue reembolsado $130.000 en 2017, así como $50.000 más por otra acción no especificada para Trump. Además recibió $180.000 para cubrir los impuestos ya que reportó los pagos como ingresos y una bonificación de $60.000. El total fue $420.000 en pagos mensuales.

El caso presentado en la imputación es extraordinariamente débil y complicado desde un punto de vista legal. No cabe duda de la veracidad de lo que Trump hizo y esto será detallado por Cohen y otros testigos, y verificado con cheques, facturas y comprobantes. La imputación trata cada documento como un delito grave por separado.

Pero pagarle a alguien para guardar silencio sobre un encuentro sexual o comprar la historia de alguien para que no la publique no es ilegal. Tampoco es ilegal mentir sobre el comportamiento personal en una campaña electoral. Si todos los políticos que han mentido sobre tales cuestiones fueran procesados, las cárceles se llenarían.

Además, como cuestión de principios, la criminalización del comportamiento sexual privado es fundamentalmente reaccionaria, así como los escándalos sexuales en general, incluyendo el frenesí actual sobre lo que la prensa llama “ hush money ” o “soborno por silencio”. Las acusaciones sexuales son un hecho de la vida cotidiana estadounidense, y los acusados bien podrían estimar que sale más barato pagarle al demandante, independientemente de si las acusaciones son verdaderas o falsas, en vez de incurrir los costos exorbitantes de una defensa legal, ni hablar de la mala publicidad.

En el precedente más famoso involucrando a un presidente estadounidense, los abogados de Bill Clinton le ofrecieron $700.000 a Paula Jones para resolver su demanda legal por acusaciones de comportamiento inapropiado. Sus abogados derechistas republicanos rechazaron el dinero porque la demanda era una trampa para que Clinton rindiera falso testimonio y esto llevara a un juicio político para deponerlo. Clinton no podía ser acusado por ofrecer un pago para resolver la demanda de Jones porque eso no era un crimen. Fue solo cuando se vio obligado a declarar bajo juramento y mintió sobre su relación con Monica Lewinsky que cayó en la trampa.

En el caso de Trump, el Partido Demócrata, representado por el fiscal distrital de Manhattan, Alvin Bragg, ha adoptado los mismos métodos y no son más progresistas por el hecho de que se trate de Trump en vez de Clinton. El intento de concebir delitos graves a partir de una serie de cargos de menor calado cuyo plazo de prescripción ya expiró hace años, es igual de cuestionable que las tácticas empleadas contra Clinton.

Es posible que los demócratas o sus partidarios en la prensa emplearán los mismos métodos del “reporte” de Kenneth Starr en el caso de Clinton, produciendo una descripción pornográfica de las relaciones de Trump con la actriz porno Stormy Daniels y la modelo de Playboy, Karen McDougal. Sería un intento más de contaminar la consciencia pública. Al mismo tiempo, movilizaría a un sector importante de la base del Partido Demócrata, a la cual le interesan más las cuestiones sexuales y de género que el intento de Trump de derrocar la Constitución de EE.UU. el 6 de enero de 2021 y permanecer en la Casa Blanca pese a perder los comicios de 2020.

Para el bando republicano del espectáculo, la comparecencia fue una oportunidad más para que Trump y compañía se comporten como los gánsteres que son. Donald Trump Jr. publicó una fotografía en redes sociales de la hija del juez Juan Merchan. El propio Trump escribió con mayúsculas que el juez “ME ODIA”. Publicó una fotografía de la esposa del juez, alegando que ella también lo odia. También publicó una fotografía propia con un bate de béisbol junto a una fotografía del fiscal Bragg. Evidentemente son intentos de incitar violencia, siguiendo el ejemplo del ataque salvaje a Paul Pelosi, el esposo de la líder congresista demócrata Nancy Pelosi.

El juez que presidió el procesamiento de Trump, Juan Merchan, reprendió moderadamente a ambos bandos del caso para que eviten emplear un lenguaje incendiario o incitador pero Trump repitió sus injurias contra el juez y su familia en sus declaraciones la noche del martes desde su propiedad Mar-a-Lago.

Trump ya sacó partido de las acusaciones para alinear a los congresistas republicanos detrás suyo e incluso a sus rivales por la candidatura presidencial republicana de 2024. Está aprovechando que los demócratas se han enfocado en las acusaciones de que trató de amañar las elecciones presidenciales de 2016 —primero mediante la fraudulenta investigación de Mueller sobre una supuesta injerencia rusa y ahora mediante las acusaciones sobre el pago de Trump a Stormy Daniels— para desviar la atención de su propia responsabilidad en el intento de anular los resultados de las elecciones de 2020 con el violento asalto al Capitolio por parte de sus partidarios.

No hay absolutamente nada progresista ni democrático en la cínica disposición de los demócratas a utilizar los métodos más reaccionarios para librar su conflicto con Trump, que gira en gran medida en torno a la política exterior, en particular la guerra contra Rusia en Ucrania. Los dos casos que están llevando adelante los fiscales respaldados por los demócratas en Nueva York y Washington son el pago a Stormy Daniels y el traslado por parte de Trump de documentos clasificados de la Casa Blanca a Mar-a-Lago después de dejar el cargo.

Estas dos acusaciones cuadran con las preocupaciones de dos de las principales bases políticas del Partido Demócrata. El escándalo sexual atrae a los guerreros de la política identitaria, mientras que el caso de la retención de documentos responde a las preocupaciones del aparato militar y de inteligencia.

El tercer gran componente de la “coalición” demócrata, Wall Street, recibió su propio homenaje del fiscal de Manhattan, Alvin Bragg. Declaró en su conferencia de prensa que su oficina se tomaba muy en serio la falsificación de registros empresariales debido al papel central de la ciudad de Nueva York en el sistema financiero mundial.

Uno se ríe a carcajadas ante esta oda a la honradez del nido de víboras que es Wall Street. Todos los aspectos de la corrupción capitalista, la falsificación y el robo descarado se concentran en el distrito de Manhattan. Fue el hogar de Bernie Madoff, Michael Milken y muchos otros estafadores multimillonarios, y de estafadores aún mayores que andan libres porque, parafraseando las palabras del fiscal general de Obama, Eric Holder, son “demasiado grandes para ir a la cárcel”.

La respuesta de Trump a la comparecencia fue redoblar sus llamamientos fascistas. Repitió su denuncia del fiscal “respaldado por Soros”, una referencia abiertamente antisemita al multimillonario judío que ha apoyado a candidatos del Partido Demócrata. Sugirió que el abogado especial del Departamento de Justicia Jack Smith, que supervisa tanto el caso de los documentos como la investigación del 6 de enero, había tenido una vez un “nombre diferente”, otra apelación a la xenofobia y el fanatismo.

Estas son las dos alternativas que presenta el sistema bipartidista controlado por las corporaciones: un Partido Republicano que se dirige rápidamente hacia el fascismo, y un Partido Demócrata que se centra en la guerra imperialista contra Rusia en Ucrania y en la escalada de tensiones con China, en ambos casos con el riesgo de que estalle una guerra mundial nuclear.

(Publicado originalmente en inglés el 5 de abril de 2023)

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