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Previo a las elecciones de 2023 en Argentina, la pseudoizquierda prepara una traición al estilo de Syriza

Concentración del FIT frente al Congreso, 2014 [Photo by Partido Obrero / CC BY 4.0]

Un colapso histórico de los niveles de vida en Argentina está siendo desacreditado por toda la élite política en el periodo previo a las elecciones generales en octubre. Según una encuesta publicada este mes por la Universidad de San Andrés, aproximadamente uno de cada 10 argentinos está satisfecho con el Gobierno del presidente peronista Alberto Fernández y el Congreso.

El viernes, Fernández anunció que no buscaría su reelección tras decisiones similares de su vicepresidenta Cristina Kirchner y su predecesor Mauricio Macri, quien lidera la coalición de derecha Juntos por el Cambio.

Los principales partidos son vistos como responsables de desangrar el país en acuerdos con el FMI y otros buitres financieros, provocando altísimos niveles de pobreza y hambre, una recesión, inflación de tres dígitos, reservas extranjeras agotadas y un probable décimo impago de la deuda del Gobierno.

Con su enorme clase obrera urbana, su industria semiavanzada y el yugo semicolonial del imperialismo norteamericano y europeo, la crisis argentina es una muestra particularmente avanzada de la descomposición del dominio burgués y anuncia un desenlace similar en otros países. En todo el mundo, las élites gobernantes están intentando obligar a los trabajadores a pagar por el coste y las repercusiones del enfrentamiento económico y militar cada vez mayor de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y China, la pandemia, y las interminables rondas de rescates para los ricos.

Como un reflejo distorsionado de oposición al establishment, el libertario fascistizante Javier Milei, un comentarista mediático y simpatizante de Trump y Bolsonaro, encabeza las encuestas presidenciales. No obstante, su política de recortes sociales y represión claramente al servicio de los ricos no solo limita seriamente su popularidad, sino que su mandato provocaría un estallido masivo de la lucha de clases, cuando todas las instituciones oficiales, incluyendo la burocracia sindical, se encuentran profundamente desacreditadas.

Frente a una burguesía en apuros, los partidos pseudoizquierdistas, cuya política representa los intereses de la clase media acomodada, se apuran para ofrecer una fórmula electoral que ayude a apuntalar el régimen capitalista. Como lo demuestran varios artículos recientes en la prensa capitalista, la clase gobernante está prestando particular atención al Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (FIT-U) y los llamados de su cofundador Jorge Altamira a que “toda la izquierda' tenga elecciones primarias o PASO y se presenten unida.

Un artículo del 17 de abril en el diario de derecha La Nación envía una clara directiva al FIT-U a que ponga fin al “divisionismo” en torno a las candidaturas. En estas riñas internas, varios grupos han recurrido a la prensa corporativa para acusar a sus aliados de proburgueses u oportunistas. La coalición recibió más de 1,2 millones de votos y cuatro escaños en la Cámara de Diputados en 2021 y las encuestas este año apuntan a un resultado similar.

Altamira fue botado del FIT-U en 2019 después de que su facción fuera expulsada del Partido Obrero, el cual encabezó por décadas. Durante todo ese periodo, tuvo un rol clave en darle un barniz “revolucionario” o incluso “trotskista” a todo el entorno pseudoizquierdista en Argentina, lo que vuelve especialmente siniestro su llamado de unidad y pone al descubierto las traiciones que preparan estas organizaciones.

El “programa electoral” adoptado por su organización Política Obrera en un congreso este mes no ofrece ninguna manera de luchar contra las causas globales de todos los principales problemas que enfrentan los trabajadores en Argentina, incluyendo la guerra, la pandemia continua de COVID-19, el cambio climático, la amenaza de una fuga de capitales o la reconfiguración de las cadenas de suministro globalizadas. Ninguna problemática social ni batalla contractual en Argentina se puede abordar con la política puramente nacionalista de toda esta capa.

Una Asamblea Constituyente para negociar la deuda

Las dos principales propuestas electorales del grupo de Altamira buscan estrictamente desviar la oposición al callejón sin salida de la política nacional capitalista y la burocracia sindical. En primer lugar, los documentos subrayan que, “de ganar las elecciones, Política Obrera convocaría a una Asamblea Constituyente” o incluso en caso de “reunir la mayoría necesaria”.

La candidata a gobernadora en Tucumán, Raquel Grassino, dijo en una entrevista reciente que estaría sería su “primer medida” y contaría “con la participación de toda la ciudadanía donde todos tomemos en conjunto las decisiones”. El candidato a gobernador de Jujuy, Iñaki Aldasoro dijo que sería “una verdadera Asamblea Constituyente, que establezca el problema de hasta dónde se puede endeudar la provincia, qué tipo de endeudamiento hay que tener, cómo garantizamos una efectiva división de los poderes…”.

Esta fórmula, una constante de toda la pseudoizquierda argentina, ofrece un último recurso para salvar el gobierno burgués e implementar sus medidas de austeridad, mientras fomenta ilusiones en la democracia burguesa. Esta demanda ha sido usada recientemente por grupos pablistas de toda la región para subordinar movimientos de protesta masivos a los regímenes de nacionalistas burgueses como Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y más recientemente, Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia.

La principal demanda empleada por el político capitalista Jean-Luc Mélenchon en Francia para sofocar el movimiento actual de huelgas masivas en Francia es formar una “Asamblea Constituyente”. Escribió que reconoció su valor en un viaje a América Latina: “Me dieron la explicación apenas llegue. Era una condición previa para legitimar nuevamente a las autoridades”.

El carácter de la fórmula de Altamira lo demuestra su largo historial de encontrar fórmulas convenientes para respaldar partidos burgueses. Durante su exilio en Brasil en los años ochenta, Altamira tuvo un papel importante junto a los lambertistas, morenistas y pablistas en la construcción del Partido de los Trabajadores (PT), promoviéndolo como un camino parlamentario al socialismo. Altamira llamó a votar por Evo Morales en 2005 y el presidente brasileño Lula en 1989 citando “la tradición histórica del socialismo, de golpear ‘al enemigo del enemigo’”. Tan recientemente como 2018, Altamira llamó a votar por el PT en Brasil, incluso tras reconocer que es el “instrumento preferente de la burguesía”. Su pretexto esa vez era apoyar las protestas de #EleNão que buscaban utilizar la política de identidades para desviar la oposición a Bolsonaro detrás de políticos burgueses de derecha.

Una versión argentina de Syriza

La segunda protesta clave del programa electoral de Altamira es celebrar “una interna de la totalidad del espacio político de la izquierda. La finalidad es que organice un polo electoral de confrontación con los partidos del capital”. Efectivamente, esto significa una expansión del FIT-U. La única condición que pone Altamira es tener “claridad de las posiciones de unos y otros”, no acuerdo político.

En una entrevista con Jacobin el año pasado, el propósito de tal “claridad” sobre las diferencias políticas en la coalición fue explicado concisamente por Myriam Bregman, una legisladora nacional del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) morenista que probablemente sea la candidata presidencial del FIT-U. Dijo que se unen a fuerzas que envían dinero y voluntarios abiertamente a la guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia en Ucrania “buscando llegar a más amplios sectores con las distintas posturas”. Esto significa que el FIT-U busca el apoyo de las capas proimperialistas de la burguesía argentina y directamente de Washington.

Política Obrera de Altamira, incluso en sus documentos electorales, admite que la mayoría de los grupos de “izquierda” que quiere en su coalición “apoya la guerra de la OTAN”. Además, el año pasado, el grupo escribió que el FIT-U tiene “el propósito de armar un frente popular con el peronismo”, es decir, la corriente burguesa que gobierna y controla la burocracia sindical. Los altamiristas citan específicamente los llamados del FIT-U al legislador peronista y posible candidato presidencial Juan Grabois y a la dirección sindical peronista para que “rompan con el Gobierno” y formen un frente común contra los préstamos del FMI.

El reclamo de “unidad” por parte de Altamira es un intento de crear una plataforma basada en el partido burgués griego Syriza, la “Coalición de la Izquierda Radical”. En medio de un movimiento masivo de protestas, Syriza traicionó sus promesas de oponerse a los dictados de austeridad del FMI apenas salió electo en 2015. Solo el World Socialist Web Site expuso consistentemente el carácter de clase burgués del partido y advirtió que traicionaría sus promesas.

En ese entonces, los aliados más cercanos de Altamira en el extranjero —una alianza basada totalmente en cálculos nacionalistas— Savas Michael-Matsas y su Partido Revolucionario de los Trabajadores (EEK) en Grecia estaban sembrando ilusiones sistemáticamente en Syriza desde afuera de la coalición y llamando a “sus dirigentes a romper con la burguesía”, como los llamados del FIT-U hoy día.

Casi exactamente como Altamira en la actualidad, el EEK hizo un llamado algunos meses antes de los comicios de 2015 a formar “un poderoso Frente Único de todas las organizaciones obreras y populares… desde el KKE, Syriza, Antarsya hasta el EEK, las otras organizaciones de izquierda, y los movimientos anarquistas y antiautoritarios”.

Cabe notar que Altamira dio un apoyo “crítico” a Syriza. En 2012, presionó sin éxito al EEK a que apoyaran el voto a Syriza y luego describió de la siguiente manera la victoria de Syriza en 2015: “El pueblo de Grecia aplasta a la derecha y propina un duro golpe a la Unión Europea y al FMI”.

Michael-Matsas había seguido a Gerry Healy en su escisión con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional en 1985, rehusándose incluso a discutir la degeneración política prolongada de la dirección del Workers Revolutionary Party (WRP) británico bajo Healy, que involucró una orientación al Partido Laborista y a movimientos nacionalistas burgueses internacionalmente. Michael-Matsas utilizó la escisión para apoyar abiertamente al KKE estalinista y al partido burgués PASOK en Grecia, así como las reformas procapitalistas de perestroika bajo Gorbachov en la Unión Soviética.

Como una clara señal a la burguesía, el FIT-U ha establecido una relación estrecha con el pablista belga Éric Toussiant y el economista argentino Claudio Katz. Ambos han aconsejado una orientación a la “izquierda” peronista y la burocracia sindical. El año pasado, fueron invitados principales del FIT-U en una reunión en el Congreso argentino para discutir la deuda.

Considerado un experto en auditorías de la deuda, Touissant ha asesorado a los Gobiernos capitalistas de Rafael Correa en Ecuador, Fernando Lugo en Paraguay, Hugo Chávez en Venezuela y los Congresos de Brasil y Argentina. También fue protagonista en el encubrimiento de la traición de Syriza. Como uno de los líderes de la “Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública de Grecia” creada junto a Syriza, promovió ilusiones en que el Gobierno griego combatiría a la troika —el FMI, la Unión Europea y el Banco Central Europeo— y se convertiría en un ejemplo para el mundo. Incluso después de que Syriza se doblegara ante el programa de austeridad, Toussaint escribió que el Gobierno aún podría “fortalecer las movilizaciones populares y animar al pueblo movilizado a tener confianza en su propia fuerza”.

Ahora, Touissant aplaude que el FIT-U colabora con los peronistas para organizar protestas contra el FMI, “llevan la lucha al Congreso”, y “tiene una presencia sindical importante”.

El Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) morenista, que desde entonces se incorporó al FIT-U, envió a su líder Alejandro Bodart personalmente a Atenas en 2015 “para estar junto a Syriza y [su líder] Alexis Tsipras el día de las elecciones. Porque es una fuerza hermana”. Tras regresar a Argentina, Bodart estuvo “recorriendo el país, ahora propagandizando el ejemplo de Syriza”.

En ese momento, el MST aplaudió a Altamira por celebrar la victoria de Syriza pero cuestionó sus críticas: “si el gobierno de Syriza es defensor del orden capitalista, parte del orden existente y fortalece a la derecha, entonces si es coherente el PO tendría que llamar al pueblo griego a enfrentarlo”. Lo mismo se podría decir hoy sobre las polémicas hipócritas de Altamira contra el resto de la pseudoizquierda.

El registro de la pseudoizquierda argentina demuestra que los llamados de “unidad” no son más que un intento descarado de formar una coalición como Syriza. Es una “unidad” exigida por la burguesía nacional y secciones de la clase media-alta y dirigida contra la formación de una dirección auténticamente revolucionaria en la clase trabajadora.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional es el único movimiento político que se ha opuesto consistentemente a todas las traiciones contra los trabajadores en Latinoamérica, Grecia e internacionalmente en las que ha participado la pseudoizquierda. Su programa político y sus cuadros están enraizados en toda la historia y las lecciones de las luchas libradas por la Cuarta Internacional contra el estalinismo, el nacionalismo burgués y sus defensores pablistas. Solo un partido que defienda inflexiblemente este legado puede ofrecerle a la clase obrera una orientación revolucionaria e internacionalistas en la lucha contra las élites gobernantes capitalistas y el imperialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de abril de 2023)

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