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Perspectiva

La derrota de Syriza en las elecciones generales griegas

El oficialismo conservador bajo el partido Nueva Democracia ganó cómodamente la primera ronda de las elecciones generales griegas el domingo, alcanzando casi el 41 por ciento del voto. Esto significó una contundente derrota para el mayor partido de oposición Syriza (“Coalición de Izquierda Radical”), que solo obtuvo el 20 por ciento, sufriendo una caída de 12 por ciento desde 2019.

La victoria de ND se produjo a pesar de una gran oposición en la clase trabajadora a su agenda de austeridad, sus políticas homicidas ante la pandemia que han dejado seis millones de infectados y más de 36.000 muertes, y su colocación de Grecia en el centro de la guerra de facto de la OTAN con Rusia.

El resultado ni siquiera fue impactado por las semanas de protestas masivas y huelgas después de la horrenda muerte de 57 personas, principalmente jóvenes, en un accidente ferroviario en febrero en el valle de Tempe, causado por décadas de recortes y reducción de personal.

El mapa electoral de Grecia muestra la contundente derrota de Syriza ante Nueva Democracia, que ganó en 58 de los 59 distritos electorales griegos. El único distrito electoral ganado por Syriza está marcado en rojo en el mapa. [Photo: screenshot: Greek Ministry of Interior election page]

Los trabajadores enfrentan una grave miseria social después de ser desangrados por 15 años de austeridad. Bajo estas condiciones, la victoria de ND solo puede explicarse por la ausencia de una alternativa auténtica de izquierda. La gran mayoría de la clase trabajadora concluyó que ninguno de los partidos oficiales de la izquierda nominal —Syriza, Pasok, el Partido Comunista Griego (KKE)— son significativamente distintos a ND. El voto es obligatorio en las elecciones nacionales griegas, pero aproximadamente el 40 por ciento se abstuvo.

El mandato de Syriza de 2015 a 2019 y los tres años desde su derrota inicial ante ND han demostrado que está comprometido con la austeridad dictada por la Unión Europea, ha actuado como uno de los principales carceleros de refugiados en Europa y ha desempeñado un papel decisivo en facilitar la guerra de la OTAN contra Rusia.

El registro de Syriza representa una experiencia estratégica para la clase obrera internacional, demostrando el callejón sin salida al que llevan las afirmaciones de las tendencias pseudoizquierdistas en todo el mundo de que es posible llevar a cabo cambios significativos votando para que sus partidos procapitalistas lleguen al poder. Es esencial que los trabajadores rechacen conscientemente esta trampa política ante la escalada de huelgas y protestas internacional, que presentan la necesidad de una lucha socialista contra el capitalismo.

El entonces primer ministro griego Alexis Tsipras, durante una reunión de miembros de su partido Syriza, Atenas, 27 de mayo de 2019 [AP Photo/Yorgos Karahalis]

Syriza llegó al poder tras una victoria electoral contundente en enero de 2015, tras prometer que pondría fin a las medidas de austeridad salvajes de sus predecesores de Pasok y ND. En cambio, implementó siete “paquetazos” de austeridad exigidos por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, conocidos como la “troika”. Esto incluyó 15 recortes jubilatorios, rebajas salariales, alzas fiscales, redundancias y reducciones presupuestarias afectando la asistencia social, la educación y la salud.

Syriza formó un Gobierno en coalición con los Griegos Independientes, un partido derechista y xenofóbico vinculado a la extrema derecha, como su socio menor. Las políticas procapitalistas implementadas por Syriza, en colaboración con la burocracia sindical, resultaron en niveles de miseria social sin precedentes, incluyendo un desempleo de 30 por ciento. Muchos trabajadores griegos aún no se han recuperado. Esto hizo que Syriza no pudiera beneficiarse de la oposición popular de los trabajadores y jóvenes a ND. Por más de que Alexis Tsipras, el líder de Syriza, intentara sacar provecho de la coalición ferroviaria en Tempe, nadie se olvidó de la responsabilidad de Syriza en crear las condiciones que propiciaron el desastre, al privatizar le red ferroviaria en 2017 como parte de un paquete de privatizaciones de más de 6 mil millones de euros.

De hecho, Syriza ha girado aún más hacia la derecha desde 2019. Cambió su nombre a Syriza-Alianza Progresista, en un intento de ganar apoyo de los partidarios de Pasok. Tsipras declaró durante el principal debate electoral que “estaba completamente consciente de las capacidades fiscales del país”.

En septiembre, Syriza votó junto a ND y PASOK a favor de aceptar las solicitudes de adhesión a la OTAN de Suecia y Finlandia. Además, durante su mandato, Syriza fue un socio de confianza de la OTAN, proporcionando a la alianza bases militares críticas, incluida la base naval de la bahía de Suda, que ahora forma parte integral de la guerra contra Rusia.

La responsabilidad de todas las traiciones políticas de Syriza es compartida por todos los grupos pseudoizquierdistas que la proclamaron como un modelo para construir “frentes amplios de izquierda” electorales en Europa y a escala internacional. En todos los casos, estos partidos —incluyendo Podemos en España, el Bloque de Izquierda en Portugal, los movimientos en torno al exlíder laborista británico Jeremy Corbyn y Gabriel Boric en Chile— llevaron a cabo las mismas traiciones políticas por las que la clase obrera ha pagado no solo con una austeridad salvaje, sino con una erupción de militarismo y guerra.

Con Syriza ampliamente desacreditada, algunos sectores pseudoizquierdistas intentaron repetir el mismo engaño, abogando por el apoyo al vehículo político del exministro de Finanzas de Tsipras, Yanis Varoufakis: MeRA25 (Frente Europeo de Desobediencia Realista). Días antes de la votación del domingo, la revista Jacobin, aliada de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA), publicó una entrevista con Mariana Tsichli, candidata de la coalición MeRA25-Alianza para la Ruptura con otro grupo escindido de Syriza, Unidad Popular. Tsichli dijo que estaba “tratando de superar” el “nefasto legado” de Syriza mediante la “reconstrucción de un espacio unido de la izquierda radical, capaz de aprender de los fracasos del pasado y responder a los desafíos del presente”.

Lejos de representar tal alternativa, Varoufakis fue coarquitecto de las traiciones de Syriza. Al tomar el poder en 2015, declaró que solo quería imponer una versión ligeramente modificada de la austeridad basada en “ políticas económicas tradicionales thatcherianas o reaganescas” y negociando con la troika sobre esa base en todo momento.

Con los trabajadores considerándolo igual de tóxico que Tsipras, MeRA25-Alianza para la Ruptura obtuvo menos del 3 por ciento de los votos necesarios para entrar en el Parlamento, perdiendo los nueve escaños que había obtenido en 2019. Dando rienda suelta a su propia agenda de derecha, Varoufakis atribuyó de su derrota al hecho de que “la gente realmente no quiere la verdad”, y atacó a ND desde la derecha por “cuatro años de gastar, gastar y gastar con el apoyo del Banco Central Europeo”.

El Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), el movimiento trotskista mundial, fue el único partido que advirtió oportunamente a los trabajadores sobre el carácter de clase y el papel político de Syriza.

El 27 de enero de 2015, cuando Tsipras tomó el poder, el World Socialist Web Site escribió:

La victoria electoral de Syriza no representa un avance político, un paso adelante, un progreso ni nada por el estilo, por ni para la clase obrera.

En términos de su origen y composición social y política, Syriza es un partido burgués: uno de tantos, incluidos los demócratas del presidente estadounidense Barack Obama, que llegan al poder haciendo promesas de “esperanza” y “cambio” para luego imponer políticas de austeridad y guerra. Inevitablemente traicionará, más pronto que tarde, las aspiraciones de poner fin a las dificultades sociales y al sufrimiento que ha aprovechado cínicamente... Syriza ha llegado al poder basándose en un programa que articula los intereses de un poderoso sector de la burguesía griega y de los sectores más privilegiados de la clase media-alta. Hace su llamamiento a fuerzas aún más poderosas: los imperialistas de Europa y Estados Unidos.

La declaración del CICI del 13 de noviembre de 2015, “Las lecciones de la traición de Syriza en Grecia”, fue escrito después de que Syriza pisoteara la victoria del “No” en un referéndum de su propio partido sobre los dictados de la troika, aprobando forzosamente un nuevo acuerdo masivo de austeridad en el Parlamento. La declaración explicó:

Se ha de decir con toda franqueza que la experiencia del gobierno de Syriza ha sido una gran derrota para la clase trabajadora… La tarea central es rearmar políticamente la clase trabajadora y la construcción de nuevos grupos de líderes revolucionarios, basados en la crítica sin piedad de los partidos, personalidades y concepciones políticas que fueron responsables de esta derrota. Éste ha sido el significado del trabajo llevado a cabo por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional en relación con los sucesos en Grecia.

En Grecia, en Europa y todo el mundo, la clase trabajadora sólo puede defenderse a sí misma mediante la construcción de nuevos partidos de la clase trabajadora que sean completamente independientes de todas las secciones de la clase capitalista, basados en un programa revolucionario internacionalista, dirigido hacia el establecimiento del poder obrero, la abolición del capitalismo y el establecimiento de una sociedad socialista a escala mundial.

En su evaluación de los cuatro años de Syriza en el poder y su derrota electoral en 2019, el WSWS insistió en que los trabajadores debían hacer cuentas de la política pseudoizquierdista en su conjunto:

La experiencia demostró de manera inolvidable que no es posible combatir el ruinoso orden capitalista votando por partidos “populistas de izquierda” para que implementen reformas bajo el capitalismo. La traición a manos de Syriza, arraigada en términos de clase en la pequeña burguesía acomodada, se repetirá si llegan al poder partidos similares en otras partes.

El camino hacia adelante es orientarse a la perspectiva del marxismo clásico, es decir, el trotskismo: la movilización revolucionaria de todo el poder industrial y económico de la clase obrera internacional para tomar control de la vida económica y el poder estatal.

Los trabajadores y jóvenes más perspicaces deben construir una sección riega del CICI como parte de un nuevo giro revolucionario de la clase trabajadora europea e internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 23 de mayo de 2023)

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