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En vísperas de la convención del DSA de 2023, los líderes elaboran estrategias para suprimir las opiniones socialistas y contrarias a la guerra

Las convenciones nacionales bianuales de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, Democratic Socialists of America) son siempre ocasiones para que la organización intente presentarse como algo que no es: socialista.

Pero en la convención de este año, que comienza el 4 de agosto, el esfuerzo está resultando más difícil que nunca, porque el DSA ha violado sistemáticamente todos y cada uno de los principios fundamentales del socialismo y se ha expuesto completamente como una facción procapitalista y proimperialista del Partido Demócrata.

Como resultado, el intento de este año de vestir al DSA de 'socialista' está adquiriendo un carácter farsesco. Por ejemplo, la convención del DSA planea votar resoluciones que:

  • Exigen que 'no se respalde a Joe Biden', aunque la miembro más prominente de DSA, Alexandria Ocasio-Cortez, ya ha aparecido en Pod Save America para respaldar a Biden y legitimar su administración de derechas al decir que 'lo ha hecho bastante bien';
  • Afirman la importancia del 'antimilitarismo socialista', aunque casi toda la lista de congresistas del DSA votó a favor de gastar decenas de miles de millones de dólares en librar una guerra imperialista contra Rusia, e inmediatamente se retractó de una petición tímida de que la administración Biden considerara la posibilidad de negociar;
  • Defienden los 'derechos de los inquilinos', aunque un miembro del DSA en la legislatura estatal de Massachusetts votó recientemente a favor de subir los alquileres a los trabajadores un 10 por ciento anualmente o más en medio de la crisis del coste de la vida;
  • Llaman a la 'propiedad pública del ferrocarril', aunque hace ocho meses la dirección del DSA en el Congreso votó a favor de ilegalizar una posible huelga de 100.000 trabajadores ferroviarios contra las corporaciones ferroviarias privadas;
  • Se oponen al 'apartheid israelí', aunque el representante del DSA Jamaal Bowman votó a favor de armar la ocupación justo el año pasado, mientras que Ocasio-Cortez votó presente.

No importa cuántas resoluciones aprueben los delegados del DSA, no pueden deshacer las acciones derechistas de la organización. Estas acciones no son violaciones de los principios del DSA; son totalmente coherentes con el papel de larga data del DSA como organización anti obrera y proimperialista.

Esto se está volviendo demasiado obvio para negarlo. Como escribió un antiguo partidario de Ocasio-Cortez en un artículo ampliamente compartido el 23 de julio en New York Magazine: 'Podríamos, finalmente, tener que admitir que los izquierdistas demasiado puros para vivir que insistían en que nunca saldría nada de todo este ruido tenían razón, y que el partido demócrata es simplemente estructuralmente resistente al cambio socialista. No hay más fruta que recoger aquí'. Este artículo hace referencia a la entrevista de Ocasio-Cortez de marzo de 2021 en la que atacó las críticas de la izquierda a Biden como 'privilegiadas', que fue expuesta por el World Socialist Web Site en un artículo que fue leído más de 100.000 veces.

Pero el DSA desempeña un papel fundamental en el funcionamiento del sistema bipartidista, y el espectáculo debe continuar. La razón de ser del DSA es (1) desviar la oposición social hacia el Partido Demócrata; (2) bloquear el desarrollo de un movimiento revolucionario independiente; y (3) proporcionar al pro capitalista e imperialista Partido Demócrata una hoja de parra de 'izquierda' para llevar a cabo mejor sus políticas.

La capacidad del DSA para cumplir esta función crítica en la política burguesa depende de que tenga cierta legitimidad de 'izquierda', y sus dirigentes están cada vez más preocupados porque no la tiene. Para discutir la crisis actual, la edición de Socialist Forum (Foro socialista) previa a la convención del DSA incluyó una transcripción de 10.000 palabras de una entrevista reciente titulada 'Hablando de estrategia con los líderes del DSA', en la que participaron el copresidente del DSA David Duhalde, la presidenta del Comité Político Nacional Kristian Hernández, y los veteranos miembros del DSA Richard Flacks y Daraka Larimore-Hall.

Tanto en la entrevista como en un debate relacionado con Flacks y Larimore-Hall publicado a finales de 2022, los líderes del DSA responden a la defensiva al creciente apoyo a la política 'marxista', 'comunista' y 'trotskista'.

DSA dominado por temor de un movimiento izquierdista contra el Partido Demócrata

En la entrevista de 'hablar de estrategia', Hernández, presidenta del CNP, comienza atacando a los críticos de las acciones derechistas del DSA por su 'impaciencia' y se refiere a 'algunos argumentos en el extremo negativo' sobre el trabajo del DSA dentro del Partido Demócrata, que, dijo, 'vuelven a 'bueno, no funcionó así que esto es en realidad un callejón sin salida''. Hernández no trató de explicar por qué apoyar al Partido Demócrata no es un callejón sin salida y en su lugar respondió con la excusa favorita del oportunista: 'Tenemos que permanecer arraigados en donde estamos ahora y en las condiciones con las que tenemos que lidiar'.

Duhalde, exfuncionario del DNC (las siglas en inglés de la Convención Nacional Demócrata) y antiguo operativo del Partido Demócrata, se refirió a una discusión con un joven miembro del DSA que planteó críticas izquierdistas a la orientación de la organización hacia los demócratas. Después dijo: 'He llegado a la conclusión de que, objetivamente, los miembros del DSA no están tan interesados en hacer este trabajo del Partido Demócrata. He presentado argumentos sobre dónde podría ser eficaz, pero la gente no parece interesada'.

En respuesta a este creciente sentimiento izquierdista, Larimore-Hall hizo hincapié en la tarea central de la dirección del DSA de impedir que este creciente estrato de trabajadores y jóvenes radicalizados rompiera con el Partido Demócrata:

'Nos quedamos atascados en estas conversaciones como, bueno, tal vez algún día habrá un partido independiente de izquierda del que formaremos parte. Y eso se queda ahí. ¿Por qué ser agnósticos al respecto? Me parece muy, muy claro que no va a ser, y lo refrescante de [el fundador del DSA Michael] Harrington fue que simplemente dijo que no va a suceder. No vamos a tener un tercer partido de izquierdas. No vamos a tener un partido socialista en Estados Unidos'.

Daraka Larimore-Hall y la puerta giratoria DSA-Partido Demócrata

Daraka Larimore-Hall no es precisamente un observador imparcial, ya que actualmente es vicepresidente del Partido Demócrata de California (CDP). Esto echa por tierra la afirmación de Duhalde en la entrevista de que 'el DSA no participa hoy en el trabajo dentro del Partido Demócrata'. Además, expone la relación simbiótica entre el DSA y el Partido Demócrata. Larimore-Hall ascendió a la dirección del Partido Demócrata desde la dirección del DSA. Es ex copresidente del YDSA (DSA de jóvenes), ex miembro del consejo editorial de la publicación The Activist del YDSA y también fue miembro del CNP del DSA. El DSA y el Partido Demócrata no son entidades separadas. Al ascender a la dirección del CDP, Larimore-Hall meramente ha sido promovido de la filial a la matriz.

Daraka Larimore-Hall (segundo desde la izquierda) en la convención del Partido Demócrata de California con la dirección estatal del partido [Photo: Tim Prince (Twitter)]

En la discusión relacionada entre Larimore-Hall y Flacks –firmante de la declaración de Port Huron de 1962 de Students for a Democratic Society (Estudiantes por una sociedad democrática), socio político del fundador del DSA Michael Harrington y miembro original del DSA– los dos líderes del DSA comparten temores sobre la creciente radicalización entre los jóvenes de la clase obrera.

Larimore-Hall dice: 'Mucha gente que se interesó por las ideas socialistas a través de Occupy y la campaña de Sanders, luego se puso realmente hambrienta de más información sobre qué es esto del socialismo: buscó en Internet, leyó libros, y comprobó las organizaciones existentes. Y a veces creo que eso se ha torcido un poco'.

Entre las 'organizaciones existentes' que Flacks menciona en el programa están los 'seguidores de León Trotsky', lo que hoy significa los Partidos Socialistas por la Igualdad y el World Socialist Web Site. Larimore-Hall y Flacks van y vienen, refiriéndose a diferentes métodos para 'enterrar' el interés por los 'cultos ultraizquierdistas', 'sectarios' y 'trotskistas'; Flacks declara: 'Esa es la cuestión, ¿cómo enterrarlo?'. Esta hostilidad hacia el socialismo revolucionario explica por qué la dirección del DSA promovió sistemáticamente tweets que atacaban el World Socialist Web Site en mayo de 2021 con imágenes de picahielos, el arma utilizada por la GPU estalinista para asesinar a León Trotsky en Ciudad de México el 20 de agosto de 1940.

Necesidad de un 'anticomunismo a ultranza' para 'enterrar' el sentimiento socialista independiente

El moderador de la discusión entre Flacks y Larimore-Hall plantea a ambos una hipótesis reveladora: 'Supongamos que les convocan a la convención [próxima del DSA], saben que los comunistas están ahí fuera. Mucha gente, mucha gente joven, ha asumido un montón de etiquetas sin el peso del hecho de que ahora mismo no existe la Unión Soviética, un montón de gente bienintencionada que sólo quiere hacer por fin algo con el capitalismo. ¿Cuál es el discurso de ascensor? ¿Qué le dicen a toda esa gente?'.

La postura de Larimore-Hall es la siguiente: 'Tenemos que rescatar ese anticomunismo de izquierdas a ultranza que se esfumó en la década de 1960', y añade en otra parte del debate: 'Los jóvenes tienen que entender hasta qué punto es un error la visión leninista de vanguardia–que obtuvo credibilidad sólo porque los bolcheviques ganaron en la revolución bolchevique, no porque todo lo que siguió a eso sea un modelo para nadie. Tenemos todos los motivos para tratar de dejar muy claro lo que está mal en el comunismo'. Flacks está de acuerdo y pide 'un anticomunismo de principios'.

Cuando despotrica sobre el creciente interés por el socialismo revolucionario, Larimore-Hall se pone tan histérico que siente la necesidad de decir: 'No estaría tan animado si no viera esto como algo real'. Su ataque a los revolucionarios como 'miembros de una secta' es un antiguo elemento del anticomunismo estadounidense de extrema derecha. En un momento dado, Larimore-Hall lo reconoce al afirmar que Richard Nixon y Joseph McCarthy 'no se oponían a lo que decimos sobre el comunismo'. De hecho, Larimore-Hall admite que 'los fascistas también son anticomunistas'.

De manera reveladora, Larimore-Hall deriva su crítica a los grupos revolucionarios como 'cultos' de un renegado del marxismo, Tim Wohlforth, quien de 1966 a 1974 fue el secretario nacional del predecesor del PSI, la Liga Obrera. Larimore-Hall escribe: 'Debo decir en el registro que pensar en el marxismo-leninismo como un espacio de culto no es mi idea original. La tomé de Dennis Tourish y Tim Wohlforth que escribieron On the Edge (En el borde), que es un estudio de las sectas políticas de derecha e izquierda. Ellos son los que realmente lo encapsularon'.

Justificar el apoyo del DSA por la guerra imperialista y la derrota de huelgas

Tras afirmar explícitamente que el objetivo esencial del DSA es impedir que el sentimiento izquierdista se desprenda del Partido Demócrata, los cuatro participantes en la entrevista se tropiezan consigo mismos para justificar el papel del DSA en trabajar para 'presionar' al Partido Demócrata desde dentro. Durante 40 años, el DSA se ha dedicado a una estrategia destinada a 'realinear' el Partido Demócrata, que sólo ha dado como resultado que el partido se mueva cada vez más a la derecha.

Duhalde dijo: 'Cómo veo el realineamiento es como un esfuerzo para convertir al Partido Demócrata en un partido socialdemócrata de pequeña S y pequeña D', e incluso animó a los funcionarios del Partido Demócrata que apoyaron a Sanders 'a asumir funciones institucionales en el Partido Demócrata'. Duhalde presenta a la gobernadora demócrata de Nueva York, Kathy Hochul, como alguien que ha ayudado al DSA a 'aprobar nuestro programa' de reformas medioambientales estatales, y dota a su administración pro policía y derechista de una falsa bona fides de 'izquierda'

Desde finales del siglo XIX, un grupo tras otro ha intentado 'presionar' al leopardo del Partido Demócrata para que cambiara sus manchas. El resultado de tales esfuerzos se explica en la Ley de Exclusión China, la Primera Guerra Mundial, las Redadas Palmer, Hiroshima y Nagasaki, el internamiento japonés, las guerras de Corea y Vietnam, las guerras de Irak y Afganistán, la Ley PATRIOT, los rescates bancarios de 2008 y la actual amenaza de guerra nuclear contra Rusia.

Kristian Hernández emitió una disculpa cobarde para los funcionarios electos del DSA/Partido Demócrata que votaron a favor de aplastar las huelgas y financiar la guerra imperialista: 'Por mucho que la gente quiera despreciar a nuestros electos federales, nos han dado mucha influencia con los partidos internacionales', dijo, e imploró a los miembros del DSA que entendieran que 'aunque es estupendo que sean miembros del DSA, también son responsables ante otros grupos y reconocen que otros grupos tuvieron algo que ver en su victoria'. En otras palabras, si un político pertenece al DSA y también legisla en interés de las compañías ferroviarias y del Pentágono, simplemente está 'rindiendo cuentas' ante sus electores de Wall Street y del complejo militar-industrial, y sigue siendo 'estupendo' que esté en el Congreso representando al DSA.

Flacks está de acuerdo: 'Tiene que haber alianzas, tiene que haber coaliciones, tiene que haber puntos en común con gente que no comparte necesariamente la etiqueta'. Duhalde repite más tarde la misma línea: '¿Cuál es el papel de los socialistas allí? A veces es iniciar una nueva coalición... No creo que los aliados de DSA sean sólo las otras organizaciones socialistas'.

Hernández añade quizás la defensa más condescendiente y burda del Partido Demócrata cuando dice: 'La realidad es también que muchas de estas cosas [debates sobre la independencia del Partido Demócrata] no significan nada para la persona media que sólo intenta alimentar a su familia. Son estructuras muy, muy enrevesadas para la gente. ... Podemos sentarnos aquí y criticar al Partido Demócrata hasta que se nos ponga la cara azul. La realidad es que la gente sigue haciendo cola durante horas para votar a este partido, ¿verdad?'.

Esta actitud desdeñosa hacia la clase obrera no tiene nada que ver con el socialismo. Mientras Hernández y el Partido Demócrata presentan las cuestiones políticas como irrelevantes para la ajetreada vida de los trabajadores, los socialistas luchan por elevar la conciencia política de la clase obrera y transformar el proletariado, en palabras de Marx, de una clase en sí misma a una clase para sí misma. En Estados Unidos, esto implica la lucha por romper las ilusiones de los trabajadores en ambos partidos capitalistas y fomentar el desarrollo de un movimiento de masas de la clase obrera independiente de los dos partidos capitalistas.

Anticomunismo y radicalismo de la clase media estadounidense

Las actitudes expresadas por estos dirigentes del DSA son totalmente coherentes con el papel histórico del DSA. En este sentido, la presencia de Richard Flacks en los debates fue reveladora. En 1988, Flacks escribió un libro titulado Making History: The Radical Tradition in American Life ( Haciendo historia: La tradición radical en la vida estadounidense ).

Flacks es hijo de dos miembros del Partido Comunista, y su propia historia política dilucida el desarrollo de un hilo de nacionalismo estadounidense de 'izquierda' de clase media que, a pesar de todo su eclecticismo, siempre estuvo consistentemente orientado hacia el Partido Demócrata. El libro de Flacks ofrece una visión de los orígenes históricos del DSA y de sus prolongados esfuerzos por bloquear el desarrollo de un auténtico movimiento revolucionario contra el capitalismo y el imperialismo estadounidense.

Cabe destacar que los orígenes políticos de Flacks se encuentran en la SDS, que surgió del movimiento juvenil de la Liga para la Democracia Industrial (LID). El ala juvenil de la LID estaba dirigida entonces por Michael Harrington y Tom Kahn, con Tom Hayden como miembro destacado. Harrington y Kahn eran los partidarios más explícitos de Max Shachtman, que en su día fue una figura destacada dentro del movimiento trotskista, pero que rompió con el trotskismo en 1940 y derivó rápidamente hacia una posición proimperialista. Shachtman se convirtió en asesor de la AFL-CIO y en un destacado anticomunista: apoyó las guerras imperialistas de Corea y Vietnam como guerras por la democracia contra la Unión Soviética. Kahn siguió sus pasos; se convirtió en un agente imperialista directo como director del Departamento de Asuntos Internacionales de la AFL-CIO.

Cuando Hayden y Students for a Democratic Society (Estudiantes por una Sociedad Democrática, SDS) ratificaron la Declaración de Port Huron en 1962 (con el apoyo de Flacks), se encontraron con la oposición de Harrington y Kahn, que afirmaban que la declaración adoptaba una postura insuficientemente beligerante hacia la Unión Soviética, aunque tanto los firmantes como los detractores compartían un anticomunismo común. SDS era una organización de protesta de clase media cuyos miembros desaparecieron a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970, mientras que una parte se orientó hacia el terrorismo.

Harrington fundó el Comité Organizador Socialista Democrático en 1973. De las cenizas de SDS surgió una organización de protesta orientada al Partido Demócrata llamada New American Movement (NAM, Nuevo Movimiento Estadounidense) y, en 1982, el NAM y el DSOC se fusionaron para formar el DSA bajo la dirección de Harrington.

A pesar de que Flacks representaba ostensiblemente el ala 'izquierda' del DSA, su libro de 1988 presenta una versión falsa y glorificada de la historia del Partido Demócrata.

'A partir de los años treinta', dice Flacks, 'una variedad de activistas procedentes de diversos movimientos y contextos ideológicos iniciaron esfuerzos para democratizar la función del Partido Demócrata' por llevar a 'grupos de liderazgo del movimiento a la participación activa del partido a nivel local'. Ésta es una referencia rosada al Frente Popular estalinista, bajo el cual el estalinizado Partido Comunista de Estados Unidos formó una alianza con el Partido Demócrata y suprimió el creciente movimiento de la clase obrera para servir a las necesidades de la administración Roosevelt y la burocracia contrarrevolucionaria a la cabeza de la Comintern. Durante la Segunda Guerra Mundial, esto se tradujo en la imposición de un compromiso de no huelga y el apoyo al internamiento de más de 120.000 japoneses y estadounidenses de origen japonés.

Según Flacks, las reformas iniciadas por Roosevelt durante el New Deal para alejar la amenaza de revolución 'culminaron a finales de los sesenta y los setenta para crear una situación en la que los candidatos están mucho más sujetos que en el pasado a las elecciones primarias, y una variedad de grupos anteriormente excluidos tienen voz formal en los asuntos del Partido Demócrata. Otra reforma democratizadora ha sido el esfuerzo por reestructurar la financiación de las campañas'.

Flacks explica, 'Tanto Kennedy como Johnson realizaron con éxito esfuerzos rooseveltianos para abrazar el movimiento de derechos civiles', y añade que el programa de Johnson de 'guerra contra la pobreza' 'fue audazmente más allá'. Flacks atribuye a Johnson el mérito de haber 'proporcionado una base legal para la organización de base de los desfavorecidos y para el reconocimiento de dicha organización por parte del Estado'.

No importa que Lyndon Johnson estuviera librando una guerra colonial semi genocida contra el pueblo de Vietnam, que arrastrara los pies y aplicara una constante presión derechista al movimiento por los derechos civiles y que, bajo su administración, las agencias estatales de inteligencia ampliaran drásticamente su vigilancia de los grupos de izquierda en el marco de COINTELPRO. Afirmar que Johnson es responsable de facilitar el reconocimiento estatal de la 'organización de base de los desfavorecidos' es poner el mundo patas arriba. Johnson era tan odiado por su papel en la expansión de la guerra de Vietnam y por supervisar la represión antidemocrática de los manifestantes contra la guerra que no pudo presentarse a un segundo mandato completo. Durante un breve periodo a mediados del siglo XX, el Partido Demócrata emprendió una expansión limitada de los servicios sociales. Pero con la erosión de la posición geopolítica dominante del imperialismo estadounidense, hace tiempo que el Partido Demócrata ayudó a los republicanos a desmantelar estos programas.

El 'realineamiento' shachtmanita del Partido Demócrata

Flacks presenta al Partido Demócrata como cada vez más izquierdista y democrático bajo el peso de la presión de los activistas a lo largo de las décadas de 1970 y 1980: 'Está claro que muchos rasgos antidemocráticos del sistema político formal han sido abolidos o modificados como resultado de la protesta popular y de las reformas que pretendían aplacarla.'

Mientras todo el sistema político se desplazaba rápidamente hacia la derecha en la década de 1980, Flacks presenta al Partido Demócrata como el epicentro de la renovación de la izquierda. Califica los cambios en las reglas de las primarias del partido de 'oportunidad potencial para desarrollar poder dentro del Partido Demócrata'. Enfoca esta relación de los 'activistas del movimiento' y el Partido Demócrata desde el punto de vista de cómo mejorar la fuerza institucional y la capacidad de elección de este último y aconseja al Partido Demócrata que 'las organizaciones del movimiento pueden suministrar las tropas, y parte de la financiación, que necesitan los candidatos. Pueden movilizar a los simpatizantes en convenciones y asambleas en favor de los candidatos y temas favorecidos'.

Flacks aconseja además a los demócratas que 'en realidad puede ser una ventaja para el Partido Demócrata que los principales movimientos sociales se hayan embarcado en una estrategia sistemática para influir en sus políticas y en la selección de sus candidatos', afirma. 'En lugar de tratar de desvincular al partido de estos movimientos y de sus activistas y electores, los profesionales del partido harían mejor en averiguar cómo responder a sus presiones –y aprovechar así sus energías– formulando una retórica y un programa que puedan tender algunos puentes entre ellos y [los votantes de] el centro desafecto'.

El libro de Flacks, escrito en vísperas de la disolución de la Unión Soviética, concluye celebrando lo que él percibe como la destrucción de los proyectos políticos basados en el papel revolucionario de la clase obrera internacional. 'La desaparición de las formas organizativas tradicionales de la izquierda, y el agotamiento de muchas de sus perspectivas ideológicas específicas, despeja el camino a nuevas posibilidades'. En una denuncia a lo que llama la concepción 'elitista' de un partido de vanguardia de la clase obrera, Flacks declara su oposición a la revolución socialista: 'Ahora podemos ver que el proyecto de la izquierda no implica la conquista de masas de adherentes, la construcción de un partido, la agrupación de fuerzas'.

En contraste con un programa revolucionario, Flacks presenta una patética apelación al espíritu de 'empresarialismo' que predominó en ese periodo de reacción global y sugiere que 'en lugar de centrarse en el estado del bienestar y la planificación central, una nueva política 'liberal' o 'socialdemócrata' debería hacer hincapié en políticas que permitan a la gente, de forma colectiva, estar capacitada para resolver sus problemas por sí misma', incluso a través de 'la inversión social en empresas y actividades que aborden las necesidades de la comunidad y proporcionen un rendimiento medible al público en su conjunto'. Sugiere que el Estado imperialista estadounidense puede desempeñar un papel histórico progresista: 'el Estado puede ser un vehículo para la democratización y servir como fuente de capital para el desarrollo democrático descentralizado y la empresa.'

No es casualidad que apologistas demócratas de la restauración capitalista como Flacks se encuentren ahora desempeñando un papel central en asesorar al DSA sobre cómo suprimir el crecimiento del sentimiento izquierdista en medio de unas condiciones de crisis capitalista sin precedentes. Desde su fundación, el DSA ha luchado por preservar el dominio capitalista mientras mantiene la hegemonía del Partido Demócrata e intenta bloquear el surgimiento de un movimiento socialista de masas independiente del sistema bipartidista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de julio de 2023)

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