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Israel y los palestinos: un Estado fundado en la desposesión y la limpieza étnica—Primera parte

Este artículo es la primera parte de una serie de dos partes. Lee la segunda parte.

El Gobierno de extrema derecha del primer ministro Benjamín Netanyahu, respaldado incondicionalmente por todos los países imperialistas y su cámara de eco en los medios de comunicación, retrata la incursión de Hamas en Israel que dejó 1.400 víctimas, denominada la “Inundación de al-Aqsa”, como un acto único de terrorismo. De acuerdo con la avalancha de propaganda, este es un evento de gran impacto para el que no hay justificación y que a su vez legitima cualquier crimen que Israel cometa ahora contra los más de dos millones de habitantes de Gaza como un supuesto acto de autodefensa.

El líder del Partido Likud, Benjamín Netanyahu (izquierda), el legislador israelí de extrema derecha Bezalel Smotrich (derecha) y el primer ministro israelí Yair Lapid (centro) y los líderes de todos los partidos políticos de Israel posan para una fotografía grupal después de la ceremonia de juramento de los legisladores en la Knéset, el Parlamento de Israel, en Jerusalén, 15 de noviembre de 2022. [AP Photo/Tsafrir Abayov]

En realidad, es un casus belli que busca implementar una campaña de genocidio y limpieza étnica planificada desde hace mucho tiempo contra la Franja de Gaza y posiblemente incluso contra Cisjordania y una guerra contra Irán y sus aliados en Líbano y Siria. Los aliados de Netanyahu en los centros imperialistas lo apoyan al cien por cien, demonizando cualquier oposición a las políticas fascistas de Israel como actos antisemitas que deben ser prohibidos.

Pero ¿puede alguien tener alguna duda de que Israel está planeando una segunda Nakba? Netanyahu ha dejado esto absolutamente claro. Dijo a los 1,1 millones de palestinos en el norte de Gaza que “se vayan ahora”, mientras que el portavoz del ejército indicó que no se les permitiría regresar “hasta que lo digamos”. Nadie dijo a dónde se suponía que debían ir. En cualquier caso, esto no impidió que Israel los bombardeara allí donde huyeron.

El ministro de Defensa, Yoav Gallant, al lanzar el “asedio completo de Gaza por parte de Israel” que bloquea el suministro de todas las necesidades vitales —electricidad, alimentos e incluso agua— al enclave sitiado, lanzó una diatriba fascista: “Estamos luchando contra animales humanos y actuamos en consecuencia”.

El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, dijo a los militares: “Golpeen brutalmente a Hamas y no tomen el asunto de los prisioneros como una consideración significativa”.

“Golpear a Hamas” significa realmente el asesinato masivo de miles de civiles, la mitad de ellos niños, mediante el bombardeo masivo de Gaza y mientras se prepara una invasión terrestre. Tal es la carnicería resultante de los ataques aéreos que la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina (UNRWA, por sus siglas en inglés) declaró: “No hay suficientes bolsas de cadáveres para los muertos en Gaza”. Barrios enteros han quedado reducidos a escombros.

Gaza es solo el comienzo. En la Cisjordania ocupada, los soldados israelíes han establecido nuevos puestos de control para bloquear toda libertad de circulación, dando rienda suelta a los colonos armados para atacar y matar a los palestinos y expulsarlos de sus aldeas.

Dentro de Israel, los palestinos temen ser objeto de una limpieza étnica mediante las “transferencias de población” exigidas desde hace tiempo por los partidos ultranacionalistas y fascistas. Los milicianos de extrema derecha se han trasladado a ciudades de población mixta como Lod, que experimentaron desalojos forzados en 1948, con el objetivo declarado de 'judaizarlas'. El ministro de Seguridad, Itamar Ben-Gvir, ha anunciado la compra de 10.000 fusiles para armar a estos escuadrones fascistas. Kobi Shabtai, jefe de la policía, declaró que habría “tolerancia cero” para las protestas en apoyo a Gaza en Israel y amenazó con enviar a los manifestantes antiguerra al enclave sitiado.

Las implicaciones completas de la Ley del Estado Nación de Israel aprobada en el 2018, que consagra la supremacía judía como fundamento legal del Estado, se han vuelto claras: no solo es un Gobierno de apartheid que trata a los árabes como ciudadanos de segunda clase, sino que busca expulsarlos de un Estado exclusivamente judío.

La creación del Estado de Israel

Esto es producto de la fundación de Israel en 1948 a través de la expulsión forzosa de la población árabe existente en Palestina y de los tres cuartos de siglo de brutalidad y asesinatos en masa que siguieron.

La votación no vinculante en la Asamblea General de las Naciones Unidas en noviembre de 1947 instando a la partición, y a un Estado judío en tierra palestina junto a un Estado palestino, fue el resultado de las maquinaciones de potencias rivales decididas a mantener el control sobre una zona geoestratégica tan importante. Esto manipuló y jugo con la enorme simpatía pública por los judíos europeos que habían sufrido tan terriblemente a manos de la Alemania nazi y a los cuales ahora se les negaba la entrada a Occidente.

Uno de los elementos más cínicos de la propaganda sionista e imperialista es que rutinariamente se declara que Israel es la “única democracia” en Oriente Próximo. Pero su fundación, encima de un país ya existente, donde los judíos, incluso después de la inmigración masiva, constituían solo un tercio de la población en 1947, nunca podía lograrse democráticamente.

El líder del partido Herut, Menachem Begin, dirigiéndose a una gran manifestación contra las negociaciones con Alemania en Tel Aviv, 1952 [Photo: Hans Pinn, National Photo Collection of Israel]

Los propios historiadores de Israel, utilizando los archivos estatales, han documentado los crímenes cometidos por los predecesores políticos de la pandilla de nacionalistas de extrema derecha, fanáticos religiosos y antiguos generales que dirigen el país en la actualidad. El partido Likud de Netanyahu es el heredero político del Irgún, cuyo líder Menachem Begin fue primer ministro de 1977 a 1983, y de la Banda de Stern, liderada por Yitzhak Shamir, que se convirtió en primer ministro en 1983. Estas bandas terroristas libraron una guerra brutal contra los palestinos y los funcionarios británicos durante el período posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando Reino Unido gobernaba Palestina bajo un mandato de la Sociedad de Naciones. Mataron a varios miles de palestinos en un período de aproximadamente 30 años hasta 1948, lo que resultó en la muerte como represalia de 1.300 judíos.

La masacre de Deir Yassin en abril de 1948, donde fueron masacrados más de 200 hombres, mujeres y niños, es uno de los ejemplos más conocidos. El historiador Benny Morris explica en su innovador libro The Birth of the Palestinian Refugee Problem 1947-49 (El nacimiento del problema de los refugiados palestinos, 1947-1949) que este fue uno de los factores más importantes para “precipitar la huida de los habitantes árabes de Palestina”. Entre noviembre de 1947 y el final del Mandato Británico en mayo de 1948, más de 375.000 palestinos se convirtieron en refugiados tras ser expulsados por una combinación de fuerza, atrocidades y una campaña de terror que incluyó asesinatos.

Las fuerzas militares israelíes reciben una sesión informativa en Deir Yassin [Photo: Beit Gidi Exhibits]

La guerra que estalló en mayo de 1948 entre Israel y sus vecinos árabes después de que David Ben-Gurión, el primer ministro israelí, declarara el establecimiento del Estado de Israel provocó la muerte de unos 13.000 palestinos, el doble del número de israelíes muertos, así como de entre 3.000 y 7.000 soldados de Egipto, Siria, Jordania e Irak. Israel negó a los palestinos desarraigados el derecho a regresar a sus hogares, lo que obligó a la mayoría a sobrevivir a duras penas en campos de refugiados en la Franja de Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano y Siria. En gran medida se les negó la ciudadanía en los Estados árabes, excepto en Jordania, y ellos y sus descendientes se convirtieron en refugiados registrados. Muchos de ellos ahora viven en otras partes de Oriente Próximo, mientras que otros se han trasladado a Occidente.

El propio Ben Gurión animó a la Haganá —precursora de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que estaba bajo el control del Partido Histadrut/Mapai, que más tarde se convertiría en el Partido Laborista— a expulsar a los palestinos de sus hogares. Hay al menos 31 masacres confirmadas —incluida la horrible masacre de octubre de 1948 perpetrada por un batallón de la Haganá compuesto por antiguas fuerzas del Irgún y el Lehi— de entre 100 y 120 palestinos en la aldea de al-Dawayima, cerca de la ciudad sureña de Hebrón. Un soldado que presenció los acontecimientos, parte de la Operación Yoav (15-22 de octubre de 1948) realizada por las FDI explicó: “No hubo batalla ni resistencia. Los primeros conquistadores mataron entre 80 y 100 hombres, mujeres y niños árabes. Los niños fueron asesinados rompiéndoles el cráneo con palos. No había una casa sin gente muerta en ella”.

Miembros del 89º Batallón de las Fuerzas de Defensa de Israel en las afueras de Beit Gurvin, durante la Operación Yoav, octubre de 1948 [Photo: Unknown author - Palmach archive Sadeh 1 Album 4/28]

Nadie fue acusado de la masacre. Según el Proyecto de Ayuda de Naciones Unidas a los Refugiados, la población de refugiados de la Franja de Gaza aumentó de 100.000 a 230.000 debido a la limpieza étnica de la región del sur.

Al final de la guerra, solo unos 200.000 de los 1.157.000 palestinos registrados en un censo británico de 1947 permanecían en las partes de Palestina que se convirtieron en Israel. La apropiación de tierras de propiedad de palestinos fue aún más dramática. En 1946, los judíos poseían menos del 12 por ciento de la tierra de lo que se iba a convertir en Israel; esto aumentó al 77 por ciento después de la guerra de 1948-49, cuando el Gobierno israelí promulgó la Ordenanza de Propiedad Abandonada para tomar el control de la propiedad de los palestinos que fueron expulsados o huyeron.

Fundado a raíz del terrorismo y la limpieza étnica, Israel solo puede sostener sus políticas gemelas de expulsión y desposesión mediante la represión y la guerra constantes. El Partido Laborista de Ben Gurión impuso un Gobierno militar hasta 1966 a los palestinos que permanecieron en Israel y se convirtieron en ciudadanos. Esto ocurrió solo meses antes de imponer el régimen militar a los palestinos recién ocupados en Cisjordania, una medida que ha continuado desde entonces.

Las Fuerzas de Defensa de Israel libraron repetidamente batallas unilaterales contra los palestinos que buscaban regresar a sus antiguos hogares o visitar a sus familias después de 1949, siendo la masacre de Qibya de Ariel Sharon en 1956 que mató a 69 palestinos una de las más notorias. Entre 1949 y 1967, la guerra de los Fedayeen entre Israel, por un lado, y las fuerzas armadas egipcias y los militantes palestinos, por el otro, mató a entre 2.800 y 5.000 palestinos, alrededor de cuatro veces el número de israelíes muertos.

Habitantes de Qibya regresan a su aldea después del ataque de las fuerzas israelíes, octubre de 1953.

En junio de 1967, Israel aprovechó la expulsión por parte del presidente Gamal Abdul Nasser de las fuerzas de la ONU de la Franja de Gaza, que Egipto controlaba, y de Sharm el-Sheij, donde protegían el estrecho de Tirán, y el cierre de los estrechos a la navegación israelí para lanzar un ataque preventivo, pero largamente planeado contra Egipto. Se estima que 20.000 soldados árabes perdieron la vida, en comparación con menos de 1.000 muertos israelíes.

Durante la guerra de los seis días, Israel se apoderó de los Altos del Golán en Siria, Cisjordania y Jerusalén Este, controladas por Jordania, que se anexionó, y de la península egipcia del Sinaí, así como de la Franja de Gaza ocupada por Egipto. Obligó a otros 250.000-325.000 de los 900.000 palestinos de Cisjordania controlada por Jordania a huir a hacia este país y a 100.000 sirios a huir a Siria.

La guerra de 1967 iba a llevar a otra guerra en octubre de 1973, cuando Egipto y Siria lanzaron un ataque militar sorpresa, que finalmente no tuvo éxito, contra Israel con el objetivo de asegurar la devolución de las tierras ocupadas por Israel. Su derrota dio lugar a la firma de un acuerdo de paz por parte de Egipto con Israel y al abandono por parte de todos los regímenes burgueses árabes de todo apoyo a los palestinos.

La derrota de los ejércitos árabes en 1967 creó las condiciones para que Yasser Arafat y su organización Fatah, con su compromiso de lograr un Estado palestino a través de la lucha armada, tomaran el liderazgo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Esto dio inicio a una lucha militar muy desigual entre Israel, armado hasta los dientes y apoyado política y diplomáticamente por el imperialismo estadounidense, y los palestinos, ahora aislados y abandonados por los regímenes árabes.

Continuará

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