Dos semanas después de que el huracán Otis arrasara a la ciudad costera de Acapulco, la situación de los trabajadores continúa sin alivio. Muchos de los distritos de clase trabajadora de la ciudad siguen careciendo de elementos esenciales como comida, agua y electricidad.
La devastación y destrucción provocadas por el huracán en la empobrecida y altamente desigual ciudad en las tempranas horas del 25 de octubre, ha sumido a sus habitantes en profunda adversidad. Las autoridades locales han reportado 48 muertos y 31 desaparecidos, así como muchos más marineros y trabajadores de barcos turísticos desaparecidos.
El huracán Otis es el huracán más fuerte en la historia que haya llegado a la costa oeste de México. Registró una ráfaga de viento de 205 mph, que, de verificarse, estaría entre las más fuertes jamás medidas a nivel mundial. Todo esto ocurrió después de meses de temperaturas récord en la superficie del océano, con los principales científicos atmosféricos declarando que el calentamiento global probablemente potenció a Otis.
El WSWS habló con Lulu, una trabajadora de hotel en Punta Diamante donde ella también tiene un segundo empleo como trabajadora doméstica, cuidando uno de los lujosos departamentos que se encuentran en esta exclusiva y segregada área de Acapulco donde las élites mexicanas disfrutan sus descansos de fin de semana. Ella describió su experiencia esa noche:
'Me empezaron a llegar mensajes como a las ocho [de la noche], diciéndonos que nos resguardáramos, porque sí, ya es cosa seria. Como yo mi teléfono no lo uso en el trabajo, yo ya vi los mensajes a la hora de salir a las 10:30 p.m., ya dijeron que definitivamente no se podía hacer nada, que ya era categoría 4 y quería impactar en categoría 5. Yo llegué a su pobre casa a las once de la noche pero ya con láminas volando, árboles cayéndose. Ya no había señal, ya no había luz, ya todo se había caído'.
Añadió, 'Empezó el caos aquí en toda la ciudad, todos los hoteles están atravesados de lado a lado, los muebles salieron por las ventanas. No nada más en la zona de Diamante, sino en todo el puerto de donde empieza una costa hasta donde termina la costa de Guerrero. Para nosotros es la primera vez que pasa esto. Mi papá dice, 'si yo que tengo tantos años, es la primera vez que veo algo así'.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, da como explicación sobre la falta de un aviso anticipado a la población de Acapulco, que la rápida aceleración del huracán fue sin precedentes. Esto es cierto hasta cierto punto. Dos días antes del impacto, los meteorólogos dudaban si Otis —en ese entonces una tormenta tropical— podría siquiera alcanzar el grado de huracán. Sin embargo, Otis se convirtió en huracán durante las 24 horas previas a que golpeara a la costa, llegando a categoría 5 pocas horas antes del impacto.
Aun así, esto no explica por qué no se movilizó al gobierno local una vez que la fuerza del huracán fue confirmada tanto por los centros meteorológicos mexicanos como por los estadounidenses. A las 2:56 p.m. hora local, ocho horas antes del impacto, el Centro Nacional de Huracanes emitió una advertencia, 'Otis se fortalece rápidamente en huracán mayor. Se espera que alcance la Categoría 4 al impactar'.
Sin ninguna orientación gubernamental, la población enfrentó la embestida sin ninguna preparación. Comentando sobre la respuesta inadecuada del gobierno, Lulú dijo: 'Ya el último mensaje que se recibió fue como a las 10 [p.m.], que ya estaba pegando con [categoría] cinco, porque ese fue el último mensaje que mandaron. Pero, ¿qué diferencia hubo entre diez y once que fue en el momento en que golpeó con todo? Nada, no dio tiempo de nada. Los primeros avisos fueron los de siempre, 'resguárdense', 'tengan cuidado', lo mismo de siempre, por eso uno casi no toma en cuenta eso.'
En ausencia de un plan de evacuación organizado, cayó la responsabilidad de improvisar soluciones en los mismos lugares de trabajo e individuos. Lulú describió la situación que su hijo enfrentó: 'Mi hijo que también trabaja en un hotel, también le pasó lo mismo pues ya no lo dejaron salir de su trabajo. Ya venía en su transporte pero ya no lo dejaron circular. Se tuvo que quedar en otro hotel al lado de donde él trabaja. Se refugiaron en el sótano'.
También relató su propia experiencia durante esa noche. 'Yo ya llegué [a mi casa] con la lluvia, con el aire, las láminas ya volaban por el aire. Un metal me había roto la lámina [del techo], ya estaba metiéndose el agua. Con mis hijos empezamos a mover cosas, la ropa más que nada, porque de una de las recámaras se me voló todo, todo, todo. El agua en mi casa era una cascada, y una de las ventanas que tengo de herrería, el golpe del aire la abrió mientras un chiflido de aire y agua no me permitía acercarme a cerrarlas, a volverlas a asegurar. No, no, fue horrible, fue horrible, una experiencia así, y con mis hijos ahí abrazándonos en un rincón'.
Hablando sobre el impacto en las viviendas de su colonia, explicó, 'Mi casa se mantuvo, pues es construcción. El techo si se fue, pero nosotros estamos vivos, por ese tipo de construcción. Pero aquí tengo un cerro en frente donde vive mi mamá. Las únicas casas que se ven en pie son las casas de material, pero hay muchísimos huecos donde había casas de madera, ya no hay nada ahí'.
Guerrero es el segundo Estado más pobre de México. El 60 por ciento de la población de Guerrero está en situación de pobreza y el 25 por ciento en pobreza extrema. El centro económico de este empobrecido estado era la ciudad de Acapulco, cuya principal fuente de ingresos es el turismo. Acapulco figura como la ciudad mexicana con el mayor número de personas que viven en pobreza extrema, alrededor de 170,000 o el 20 por ciento de la población.
Describiendo las secuelas inmediatas, Lulú dijo: 'El agua es la que más hace falta, y velas para alumbrarse, productos para zancudos. Ahorita hay brote de dengue hemorrágico, ya habían muerto personas por dengue. Y ahora con encharcamientos de agua y basura, y en la noche que no hay luz, en una zona húmeda, ¿cómo se va a poner? No quiero ni pensar cómo vamos a estar en un mes. Va a haber mucho enfermo, y no hay medicinas. El gobierno dijo que no va a haber doctores, y que nos cuidáramos, porque no va a haber medicinas'.
La extrema desigualdad en Acapulco también se vuelve palpable en los esfuerzos iniciales de recuperación. Según Lulú, 'Hay muchas colonias donde ya les llegó la luz, pero más en colonias donde los ricos, donde no se cayeron los postes. Por ejemplo, en las Brisas ya hay luz. En el Coloso donde es mas residencial, también hay luz. Y está bien. El gobierno dijo, aquí la prioridad es la zona turística. Pero ¿para qué quieren meter luz a la zona turística, si está desbaratada? No pueden ni arreglar nada, ¿para qué le están metiendo? Sí, es nuestra fuente de trabajo y lo que usted quiera, pero esa fuente de trabajo ya no existe'.
Describiendo el impacto económico, añadió: 'Por ejemplo, yo tengo un departamento que cuidaba. El [dueño] va a venir el lunes a cerrarlo. Me está dando trabajo dos días, es decir, mañana y pasado mañana, pues voy a llevar a cuatro personas a limpiar el desastre. Pero después del lunes, se me acabó [el trabajo]'.
Continuó, 'Igual el hotel [donde trabajo] está cerrado. A mí me debían una quincena, que ya no fue depositada. Hoy voy a ir a ver que me dicen, pero pues si no me la depositaron la semana pasada, pues menos ahora. Si tú no vas a trabajar, ¿cómo te van a pagar?'
Cuando se le preguntó sobre la situación actual, explicó: 'Vivimos en un cerro. Todos los días mi hijo y yo así nos hemos movido, caminando, porque para pagar un carro no tenemos, porque nos están cobrando más del doble. Y si ese dinero me lo puedo ahorrar para comprarme una botella de agua, que hay gente que está yendo a otras ciudades a comprar agua, pero te la venden al triple'.
Respondiendo a preguntas sobre los suministros que está repartiendo el gobierno, dijo, 'De donde yo vivo es más de un kilómetro caminando para llegar al lugar donde dan las despensas. Tienes que hacer una cola horrible en el sol. Te tienen esperando. Luego no llegan. ¿Porqué si [el ejército] está en sus camionzotes que pueden llegar hasta la última calle, y es mas fácil subir sin cargar, y bajar cargando una despensa, nos hacen bajar por la despensa y subir cargando?'
Añadió, 'La verdad estamos molidos, cansados. Caminar distancias largas con un bote de agua es bien difícil. Esa es la historia del 90 o el 80 por ciento de la población aquí en Acapulco. Y yo vivo a la mitad del cerro. Para arriba de donde yo vivo hay miles de personas que están en la misma situación, que ni siquiera bajan, porque dicen 'no puedo', personas mayores'.
Elaborando sobre la situación de los trabajadores que perdieron sus casas, ella continuó: 'No quiero ni pensar lo que pasa con la gente que vive mucho más arriba, y que se le cayó la casa. Ha habido como dos o tres días que ha llovido mucho. Es algo horrible, horrible. Lo que quieras hacer tiene que ser antes de las cinco, porque si te pasas a las seis empieza a oscurecer. Tienes probabilidades de que te caigas por algún metal que hay tirado, o los cables, porque hay muchos cables tirados, pues no han recogido nada, ya que a prioridad ha sido abrir vías para que puedan venir las ayudas'.
En cuanto a si había algún transporte público gratuito en la ciudad, ella señaló: '[Hasta ayer] había transporte gratuito para irte de Acapulco, aunque ahora ya no lo es. Pero para regresarte sí estaban cobrando. Por ejemplo, yo fui ayer a Chilpancingo a cambiar de compañía telefónica, me llevaron gratis, pero de regreso tuve que pagar mi pasaje'.
Sobre los rumores que rodean la distribución de suministros, ella dijo: 'A veces es una información exagerada, como teléfono descompuesto. La situación de las despensas que llegaron el primer día, dicen que saquearon el camión. No, no saquearon el camión. Ese camión se paró en la entrada a darle despensas a alguien, y se volvió un caos, ya no pudieron avanzar, porque [toda] la gente les pidió ahí. Es diferente la noticia. No es lo mismo que al camión se le acabó todo, a que lo hayan saqueado. Si ha habido despensas, pero la desorganización del municipio ha sido el problema'.
En cuanto al origen de estos suministros, comentó: 'Todo lo que llega aquí es de personas públicas. Las despensas que vienen más surtidas y que le ayudan más a la gente son de la Marina. Dicen 'Marina' pero abajo dicen 'Donaciones de la Población'. Ninguna dice SEGOB. Todas dicen 'Población. Es ayuda de la gente que hace sus donaciones en los centros de acopio en otros estados. Ahí no dice que es del gobierno, ni de Morena, ni nada. Yo no he visto ninguna que diga SEGOB'. A lo largo del país han surgido numerosos centros de acopio de diversas agencias gubernamentales y ONG, donde las personas han estado donando alimentos, ropa y medicamentos.
El testimonio de Lulú refleja la situación de innumerables otros trabajadores en Acapulco, todos ellos dejados a su propia suerte en medio de un desastre natural agravado por el abandono sistémico y una alarmante falta de intervención gubernamental adecuada.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de noviembre de 2023)
