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Argentina: cumple un mes la presidencia de Milei

El diez de enero cumplió un mes en la presidencia Milei, personaje fascistizante de la televisión. Su gobierno no titubea en iniciar grandes ataques contra la clase obrera.

Javier Milei junto a otros jefes de Estado durante su inauguración en el Palacio Presidencial, 10 de diciembre [Photo: Casa Rosada]

El catorce de diciembre, cuatro días después de ascender al poder, su ministro de economía devaluó la moneda argentina de 400 por dólar a más de 800, provocando súbitos aumentos dramáticos en la tasa de inflación de alimentos y transporte para millones de obreros.

Unos días después, el 20 de diciembre, cuando decenas de miles conmemoraban en las calles de Buenos Aires, el aniversario del levantamiento obrero del 2001, Milei anunció su Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que cancela más de 300 leyes que regulan las grandes empresas, protegen a las familias obreras y a los jubilados de la inflación y de aumentos de alquileres y defienden la educación pública y el cuidado médico. La respuesta consistió en decenas de protestas en todo el país.

Al DNU le siguió el proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, una ley ómnibus que contiene unas 600 “reformas” que eliminan medio siglo de regulaciones económicas y sociales. Ambas propuestas cuentan con el apoyo de las grandes empresas y del Fondo Monetario Internacional, que administra la crisis de deuda argentina. El Congreso Nacional está discutiendo la ley ómnibus. Milei confía que será aprobada; “tenemos los números”, declaró.

La Confederación General del Trabajo (CGT), la federación sindical más grande del país, propone una huelga nacional de protesta de 12 horas para el 24 de enero, una medida totalmente insuficiente, para presionar a Milei, al Congreso y a las cortes. La fecha fue escogida para después de que se hayan aprobado las medidas de Milei.

El partido anticomunista y antiobrero de Milei, La Libertad Avanza, es parte de una coalición con el Partido Propuesta Republicana (PRO) del expresidente Mauricio Macri y sectores del derechista Partido Radical. Milei y Victoria Villaruel, la vicepresidenta, han expresado, en muchas ocasiones, su apoyo a la dictadura militar que controló Argentina entre 1976 y 1983; han justificado la matanza, a manos de la junta, de 30 mil obreros y jóvenes.

Hace una semana, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (CNAT) suspendió una de las medidas del DNU de Milei, como resultado de una apelación de la CGT. Se trata de aumentos en el periodo de prueba de nuevos empleados (de 3 a 8 meses), restricciones en los pagos de cesantía y sobre los piquetes de huelga y las ocupaciones de fábricas, y también sobre el derecho a la huelga de ocupaciones consideradas ‘esenciales’ como educación, tránsito, y comunicaciones.

La endeble decisión de esta cámara laboral ni siquiera menciona los otros brutales ataques del DNU. Por ejemplo, la casi total desregulación de viviendas y alquileres, que hace posible echar a los inquilinos arbitrariamente, aumentar los alquileres, y exigir el pago en dólares o cualquier otra moneda.

Manuel Adorni, portavoz de Milei, dijo que el Gobierno apelará la decisión de la CNAT ante la Corte Suprema. Insistió en que las propuestas laborales eran para garantizarles a los obreros la ‘libertad’ de obtener empleos y a los dueños la ‘libertad’ de emplearlos, sin temor.

Dada la oposición simbólica del Congreso Nacional, el DNU, con sus brutales medidas de austeridad, será aprobado por al menos una de las cámaras de la legislatura (que es todo lo que la ley argentina requiere).

Tanto el DNU como la ley ómnibus están diseñadas a favor de la parasítica clase dominante, a la vez que destruyen las condiciones de vida de la clase obrera y los jubilados. Sus ingresos ya no estarán ajustados según la inflación. También afectará a las pequeñas empresas, afectadas por una drástica reducción en la demanda a causa de la inflación y los impuestos sobre las ventas. Las propuestas también eliminarán protecciones al medio ambiente y programas de salud mental.

Durante su campaña y desde que ocupa el cargo, Milei ha insistido en que todos estos sacrificios económicos y sociales son necesarios para transformar la sociedad argentina, y crear una nueva época de prosperidad y libertad. Esas falsas promesas de sacrificios compartidos se han convertido en una salvaje guerra contra el noventa por ciento más pobre, mientras que las grandes empresas, los monopolios agrícolas y las empresas transnacionales se dan un festín.

Al mismo tiempo Milei subordina a Argentina a los imperialismos estadounidense y británico, aplaude el genocidio estadounidense-israelí en Gaza y rompe relaciones comerciales con China. Luego del rechazo de Milei a la invitación del grupo BRICS, el Gobierno chino decidió frenar el canje de divisas en el que Argentina dependía para pagar sus deudas.

La crisis económica y política argentina, que Milei y el Congreso intentan resolver con medidas de represión y terapia de choque, con mas inflación, austeridad y desempleo, es la más intensa desde 2001-2002.

En ese entonces, el gobierno de Fernando de la Rúa y el Congreso impusieron la Ley de Flexibilidad Laboral, junto con enormes recortes a los programas de salud y educación. Esas medidas provocaron el estallido social que comenzó el 20 de diciembre de 2001, que incluyó la ocupación y expropiación de fábricas cerradas por todo el país. De la Rúa renunció y tuvo que escapar en un helicóptero cuando decenas de miles rodeaban la Casa Rosada y los manifestantes luchaban contra la policía. Más de 30 manifestantes murieron ese día.

En el contexto de esa situación prerrevolucionaria, ¿qué impidió que la clase obrera tomara el poder y protegiera sus intereses, acabando con el capitalismo y estableciendo un Estado obrero? Fueron las mismas fuerzas que fingían representarlos, empezando con Néstor Kirchner, con su mensaje nostálgico de nacionalismo populista burgués, y los sindicatos. Ambos contaron con el apoyo de un sinnúmero de organizaciones, estalinistas, maoístas, castristas, pseudoizquierdistas y nacionalistas de izquierda. Todas esas tendencias comparten una historia de desviar a la clase obrera de la revolución y encarrilar su rabia detrás de tácticas para presionar a la burguesía.

Hoy en día los partidos pseudoizquierdas que conforman la coalición Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT-U) juegan un papel clave en la repetición de otra traición similar. Esos grupos que falsamente dicen ser trotskistas, incluyen al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Partido Obrero (PO), el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) e Izquierda Socialista (IS)

En un artículo publicado en inglés sobre las elecciones argentinas del 2015, el WSWS explicó la historia de estos grupos (el MST, se unió al FIT en 2019 pero comparte las mismas raíces morenistas):

Las organizaciones de donde vienen los actuales miembros del FIT son cómplices en desarmar políticamente a la clase obrera argentina durante la segunda mitad del siglo XX. Fomentaron ilusiones en Perón, luego en Fidel Castro, seguido por los sandinistas y el estalinismo. Muchos de sus seguidores, jóvenes obreros, estuvieron entre los torturados y 30 mil asesinados por la junta militar.

El PTS e IS, nacen cuando se deshace el Movimiento al Socialismo (MAS), luego del fallecimiento de su líder, Nahuel Moreno en 1987. Moreno, quien en un tiempo apoya a la Cuarta Internacional, pero que rompe con el trotskismo y el internacionalismo en la década de los sesenta, proponía subordinar el movimiento independiente de la clase obrera a las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas: el peronismo en los años 50, el castrismo en los 60, la socialdemocracia en los 70, y el estalinismo en los 80.

El PO, otra tendencia nacionalista, se origina en el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, MIR-Praxis) de Silvio Frondizi. Nace en los años 60 con el nombre Política Obrera. Frondizi, un sociólogo radical, hermano del presidente Arturo Frondizi del Partido Radical Argentino, fue asesinado por los escuadrones de la muerte de la Triple A en 1974. Fue un partidario ferviente de la Revolución cubana y partidario del guevarismo, considerándolo un tipo de marxismo indoamericano.

Influenciado por las revoluciones de Yugoslavia, Algeria, y Cuba (especialmente la tercera en los años 60) Política Obrera, aunque criticaba a Moreno, evoluciona por la misma senda que el MAS y el PTS, subordinando los intereses de la clase obrera a los del radicalismo pequeñoburgués. El actual líder del PO, Jorge Altamira, es un experto en el uso de una retórica socialista revolucionaria para justificar las alianzas oportunistas con la pseudoizquierda francesa, italiana, griega, y de otros lugares, y también su participación en el FIT (que Altamira defiende y considera ser un ‘frente único’.)

El FIT sigue sosteniendo un punto de vista procapitalista que se basa en presionar a las burocracias sindicales y al partido peronista, que es derechista y populista, en combinación con la promoción de la política de identidades.

Para el 19 de noviembre, ronda final presidencial entre el peronista Sergio Massa y Milei, los partidos miembros de la coalición del FIT no pudieron ponerse de acuerdo sobre si apoyar oficialmente al candidato peronista (del partido Unión por la Patria) o en proponer que sus seguidores se abstuvieran. Sin embargo, ninguno de los otros partidos de la coalición FIT criticaron la decisión del IS y del MST, que favorecieron votar por Massa. Solo dijeron que “entendían” el sentimiento detrás de la decisión.

Todo el continente americano, desde Canadá, Estados Unidos y México, hasta Chile y Argentina, se encuentra sobre un volcán de tensiones de clase. En 2023, hubo olas huelguísticas de maestros, trabajadores de la salud, mineros, trabajadores del transporte, obreros de fábricas de automóviles, entre otros sectores, que sacudieron toda la región, acompañadas por enormes protestas en Panamá, Perú y Haití, y de obreros y jóvenes en otros países contra la desigualdad, el imperialismo, el genocidio en Gaza, y el peligro de guerra mundial.

La victoria para la clase trabajadora requiere un programa que rebase las fronteras nacionales y una a todos los trabajadores para luchar en común contra el sistema capitalista y por la construcción de un mundo socialista. Solo el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) lucha por ese programa. Urgimos a todos los obreros que construyan secciones del CICI en Argentina, América Latina, y en todos los países.

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