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Perspectiva

Se desfinancia a la UNRWA para matar de hambre a palestinos y completar plan israelí de limpieza étnica

El desfinanciamiento de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés) por parte de Estados Unidos y las otras potencias imperialistas personifica su colusión directa con el régimen israelí de Netanyahu al bombardear y hambrear a los palestinos para expulsarlos de Gaza y permitir que Israel absorba el territorio.

Palestinos en cola para una comida gratuita en Rahah, Franja de Gaza, 21 de diciembre de 2023 [AP Photo/Fatima Shbair]

La decisión pertenece a una campaña más amplia de limpieza étnica contra los palestinos que se extiende a Cisjordania y todo Oriente Próximo.

El 27 de enero, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) falló que Israel debe “tomar todas las medidas en su poder” para evitar actos de genocidio. En cuestión de horas, Israel emprendió un contraataque planificado de antemano. El comisionado general de UNRWA, Philippe Lazzarini, siguiendo las instrucciones de Washington, reportó pocas horas después acusaciones infundadas que le entregaron una semana antes los servicios de seguridad israelíes de que 12 de sus 13,000 empleados en Gaza participaron de alguna manera en la incursión a Israel encabezada por Hamás el 7 de octubre.

Estados Unidos suspendió inmediatamente toda financiación a la UNRWA. A Washington le siguieron otros 10 Estados, entre ellos Alemania, Reino Unido y Francia.

Las consecuencias son terribles.

Unas 21 agencias internacionales de ayuda, entre ellas Save the Children, ActionAid, Oxfam y el Consejo Danés para los Refugiados, escribieron que estaban “profundamente preocupadas e indignadas” por la decisión tomada “en medio de una catástrofe humanitaria que empeora rápidamente en Gaza”.

Su carta conjunta continuaba,

La suspensión de los fondos por parte de los Estados donantes impactará la asistencia vital para más de dos millones de civiles, más de la mitad de los cuales son niños, que dependen de la ayuda de la UNRWA en Gaza. La población se enfrenta a la inanición, a una hambruna inminente y a un brote de enfermedades bajo los continuos bombardeos indiscriminados de Israel y la privación deliberada de ayuda en Gaza.

Grupos palestinos, como la Comisión Independiente de Derechos Humanos (CIDH), el Centro Al Mezan de Derechos Humanos y el Centro Palestino de Derechos Humanos de Rafah, describieron la medida como “una continuación del genocidio siendo llevado a cabo por las fuerzas de ocupación en Gaza”, que llevaría a más de dos millones de palestinos de la Franja de Gaza a “morir de hambre”.

La muerte por inanición es la clara intención de Israel y de todos los que lo apoyan, independientemente de las cínicas declaraciones en sentido contrario que puedan hacer ocasionalmente. Todas las potencias imperialistas han defendido sin flaquear el supuesto “derecho a defenderse” de Israel, mientras sus fuerzas armadas masacraban a unos 30.000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, herían a otros 65.000, arrasaban con más de la mitad de la infraestructura esencial de Gaza y dejaban a 1,9 millones de personas (el 85 por ciento de su población) desplazadas internamente.

Sin pestañear, Israel y sus aliados han firmado una pena de muerte para decenas de miles de personas más.

Un estremecedor reportaje de CNN detalla cómo los niños se pelean por el pan duro y se ven obligados a comer pasto para mitigar el hambre. No hay agua potable y las enfermedades como el cólera y la diarrea proliferan, sin hospitales que funcionen para atender a los enfermos. Martin Griffiths, jefe de Asuntos Humanitarios de la ONU, dijo a CNN que la “gran mayoría” de los 400.000 gazatíes que las agencias de la ONU califican como en riesgo de morir de hambre “están realmente en situación de hambruna”.

Destruir la UNRWA es un objetivo explícito de la guerra de Israel contra Gaza. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han llevado a cabo cientos de ataques en los que han muerto más de 150 miembros del personal de la UNRWA y otros cientos de civiles refugiados en sus instalaciones. Un informe clasificado del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí que fue filtrado en diciembre proponía la eliminación de la UNRWA, comenzando con una campaña en la que se alegaba la cooperación de miembros del personal de la UNRWA con Hamás.

En enero, Noga Arbel, de la derechista Fundación Kohelet, declaró en la Knéset (el Parlamento): “Será imposible ganar esta guerra si no destruimos la UNRWA” y prevenimos que “siga permitiendo el nacimiento de terroristas” a través de sus servicios a los refugiados palestinos. El ministro de Asuntos Exteriores, Israel Katz, declaró que uno de sus objetivos era “promover una política que garantice que la UNRWA no forme parte del futuro tras” una victoria israelí en Gaza.

Este objetivo va mucho más allá de Gaza. Unos seis millones de palestinos de 58 campos de refugiados, repartidos también por Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano y Siria, dependen de la ayuda canalizada a través de la UNRWA y sus 30.000 empleados.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se creó en 1950. Al igual que una serie de organizaciones de corta vida que le precedieron, su misión era proporcionar ayuda a los refugiados de todo el mundo, en su mayoría judíos europeos que habían sobrevivido a los horrores del régimen nazi y la Segunda Guerra Mundial, para buscar su repatriación voluntaria, reintegración o reasentamiento en un tercer país.

Pero la UNRWA, creada en 1949, se mantuvo como una entidad separada porque la repatriación de los 700.000 palestinos que huyeron o fueron expulsados de Palestina tras la creación de Israel y la guerra árabe-israelí de 1948-49 era opuesta por el régimen sionista. Los países árabes vecinos se negaron en su mayoría a concederles la ciudadanía, al tiempo que proclamaban cínicamente que al confinar a los palestinos en campamentos miserables y superpoblados estaban demostrando su oposición a la desposesión israelí.

Esto dejó a los palestinos totalmente a merced de los fondos totalmente inadecuados proporcionados por las potencias imperialistas, encabezadas por Estados Unidos y Alemania, para alimentos, refugio, atención sanitaria y educación. Israel ha intentado en repetidas ocasiones bloquear la financiación de la UNRWA, alegando que es una tapadera de Hamás. En 2018, el presidente Donald Trump puso fin a la financiación estadounidense de la agencia, y Biden solo la restableció parcialmente.

Los sionistas consideran a la UNRWA como un obstáculo para la erradicación de los palestinos como pueblo reconocible, ya que mantiene agrupados a millones de ellos y les permite exigir su derecho a volver a sus hogares, consagrado en la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Jonathan S. Tobin, redactor jefe del medio derechista Jewish News Syndicate, detalló la postura sionista, quejándose: “A diferencia de cualquier otra población de refugiados, los árabes palestinos no fueron reasentados”, sino “mantenidos a la espera del día en que pudieran 'volver a casa', a sus antiguas aldeas en lo que ahora era Israel... Así que no perdamos mucho tiempo discutiendo los detalles de la complicidad de la UNRWA en el 7 de octubre u otros actos de terrorismo. El único debate que hay que mantener es el de su abolición y sustitución por una auténtica agencia de refugiados”.

Una “Conferencia sobre la Victoria de Israel” celebrada el domingo en Jerusalén confirmó la intención de Israel de anexionarse permanentemente los territorios ocupados. Al acto asistieron el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y muchos otros ministros y miembros de la Knéset. Su objetivo era pedir el regreso de los asentamientos judíos en Gaza y su expansión en Cisjordania.

Millones de trabajadores y jóvenes de todo el mundo se han manifestado, semana tras semana, para exigir el fin del genocidio en Gaza. Se les ha dicho que la presión de las masas logrará un alto el fuego, solo para ver cómo sus Gobiernos siguen respaldando a Israel mientras le piden amablemente que evite matar a tantos civiles.

A continuación, se les dijo que confiaran en la ONU, aclamando que el veredicto preliminar de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) representaba un atisbo de esperanza para reestablecer el Estado de derecho. En lugar de ello, la CIJ no solo no pidió siquiera un alto el fuego temporal, a pesar de que ésta fue la posición oficial mayoritaria de la ONU, sino que sus modestos llamamientos a Israel para que pusiera límites a las FDI no hicieron más que dar paso a crímenes de guerra aún mayores.

Hay que sacar conclusiones. La lucha contra el genocidio es una lucha contra el imperialismo de Estados Unidos y la OTAN, siendo Israel su principal representante en Oriente Próximo. Washington, Londres y otras capitales apoyan a Israel en Gaza porque la eliminación de la “cuestión palestina” allana el camino para una guerra más amplia en Oriente Próximo contra Irán y sus aliados. Y a su vez este conflicto está vinculado a los planes de guerra contra Rusia y China para garantizar su control indiscutible del mundo y sus recursos.

Impedir que Israel, EE.UU. y las demás potencias imperialistas lleven a cabo su objetivo de limpiar étnicamente a los palestinos exige, por tanto, el desarrollo de un movimiento internacional y socialista de la clase obrera contra la guerra, contra los Gobiernos belicistas y sus partidos de oposición nominal, y contra el sistema capitalista global de explotación que todos ellos defienden.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de enero de 2024)

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