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El presidente fascistizante argentino Milei abraza a Netanyahu en Jerusalén

Más que cualquier otro acontecimiento, el viaje de cinco días a Israel del presidente fascistizante argentino Javier Milei ha demostrado de forma concentrada lo que su ascenso meteórico dice sobre el estado de la política capitalista argentina y del mundo.

Javier Milei se reúne con Benjamín Netanyahu, 7 de febrero de 2024 [Photo: GPO]

Milei entró en la arena política solo dos años antes de su aplastante victoria en las elecciones presidenciales en noviembre sobre el partido gobernante peronista, la principal fuerza política de Argentina desde la Segunda Guerra Mundial.

Después de fracasar como jugador de fútbol y músico y de ser despedido como profesor de economía, fue repentinamente catapultado a la fama hace una década por patrocinadores locales adinerados, convirtiéndose en asesor de bancos, corporaciones, instituciones y políticos, así como en un frecuente panelista en televisión.

Sus furiosas diatribas contra el gasto social y su aspecto descuidado se volvieron habituales en las pantallas argentinas. Durante los últimos tres años, cuando la inflación y la austeridad bajo los peronistas sumieron a millones en la pobreza, su popularidad despegó. Pero su elección fue solo el comienzo.

Con sus planes de “terapia de shock” para arruinar por completo a la clase trabajadora argentina, protagonista del Cordobazo de 1969 y otros levantamientos históricos, junto con sus esfuerzos por rehabilitar la dictadura fascista-militar del general Rafael Videla, y su aceptación de los Estados Unidos, Israel y Ucrania como aliados clave, Milei se ha convertido en cuestión de semanas en una de las figuras más prominentes de la reacción capitalista mundial.

Fue recibido en la Casa Blanca, el Departamento de Estado y por Bill Clinton; el presidente ucraniano Volodímir Zelenski viajó a su toma de posesión en medio de la guerra de Estados Unidos y la OTAN con Rusia; fue aclamado como estrella de rock tras una diatriba fascista en el club de milmillonarios en Davos; fue recibido con la alfombra roja esta semana en Israel; y se reunirá este fin de semana con la primera ministra fascista de Italia, Giorgia Meloni, y por el Papa Francisco, un argentino (a pesar de que Milei lo llamara un “izquierdista asqueroso”).

El martes, la delegación argentina, que también incluía a su hermana y secretaria general Karina Milei y a la canciller Diana Mondino, fue recibida en Tel Aviv por el canciller israelí Yisrael Katz.

Poco después de llegar, Milei anunció al presidente israelí Isaac Herzog su provocativa decisión de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel y trasladar allí la Embajada de Argentina. Esto significa respaldar oficialmente la anexión, ilegal según los Convenios de Ginebra, de los territorios ocupados que comprenden la mayor parte de Jerusalén. Mondino también está elaborando planes para declarar a Hamás una “organización terrorista”, que sigue a la designación de Hezbolá como “terrorista” por el expresidente Mauricio Macri en 2019.

El miércoles, el primer ministro Benjamín Netanyahu dio la bienvenida a Milei frente a periodistas, calificándolo de “gran amigo” y agradeciéndole su decisión de trasladar la Embajada. Agregó: “Sabemos que el mayor desafío para la paz en nuestra región, pero también en la suya, es Irán, y apreciamos la cooperación que estamos haciendo en el campo de la seguridad y la diplomacia y su apoyo incondicional a Israel en tantas formas”.

Si bien Milei fingió preocupación por los rehenes retenidos por Hamás, incluidos 12 ciudadanos argentinos, su visita coincidió con la decisión de Netanyahu de rechazar una oferta de Hamás de liberar a todos los rehenes a cambio de poner fin al ataque genocida de Israel contra Gaza. En cambio, el primer ministro israelí ha pedido la “victoria final” y la destrucción de “todo Hamás”, incluso cuando los rehenes son víctimas de las bombas y proyectiles israelíes.

Inmediatamente después de Milei, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, también se reunió con Netanyahu y prometió su apoyo incondicional, respaldando efectivamente su decisión de proceder con la limpieza étnica de los palestinos.

Milei fue recibido en el Museo del Holocausto Yad Vashem, caracterizado por los críticos israelíes como una lavadora”, donde figuras de extrema derecha lavan sus vínculos con el antisemitismo a través de su apoyo a Israel. Ahí, declaró: “No podemos callar ante el nazismo moderno, hoy disfrazado del grupo terrorista Hamás”.

Luego, el jueves, Milei viajó con el presidente Herzog al kibutz (comunidad agrícola) de Nir Oz, a solo un kilómetro de la valla en las afueras de Jan Yunis, en el sur de Gaza. Mientras se escuchaban las bombas israelíes en el fondo, Milei dijo que el ataque liderado por Hamás el 7 de octubre en este kibutz fue un “crimen de lesa humanidad que debe ser reparado… y no puede quedar impune”.

Casi a tiro de piedra, Jan Yunis y la vecina ciudad de Rafah estaban siendo asoladas cuando albergan a casi todos los 1,9 millones de refugiados internos, quienes están siendo matados sistemáticamente de hambre. Con Milei todavía en Israel, Netanyahu anunció la invasión terrestre de Rafah, que inevitablemente resultará en un baño de sangre masivo de civiles.

Tal indiferencia al sufrimiento y la sed de sangre eran el mensaje deliberado y, son completamente consistentes con las imágenes más compartidas de su viaje de Milei usando una kipá, descansando su frente en el Muro Occidental en Jerusalén mientras oraba y lloraba.

Cuando no está hablando con su perro muerto a través de su hermana, una médium, el presidente estudia la Torá con su “guía espiritual”, el rabino Axel Wahnish, para convertirse al judaísmo. Según su amigo Julian Goldstein, Wahnish le dijo a Milei en una lectura cabalística-mística que estaba destinado a liderar un movimiento para liberar a los argentinos.

Los lazos de Milei con el neonazismo

Esto no ha impedido que Milei integre en su Gobierno neonazi como al procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, quien fue arrestado por atacar una sinagoga, ni que ataque a los trabajadores empobrecidos y opositores como “subhumanos”, un término popularizado por los nazis (Unterrmensch) o usar tropos contra el “marxismo cultural” identificados con los neonazis.

Ya sea que su delirio “espiritual” sea auténtico o no, Milei ha sido promovido por las élites más poderosas porque da voz a una renuncia total de la razón, la moralidad y la humanidad, algo que el imperialismo necesita para normalizar la violencia genocida y todas las formas de barbarie en todo el mundo.

Más específicamente, la clase gobernante argentina se está empapando las manos con la sangre de los habitantes de Gaza como medio para renovar, sobre la base más activa, su histórica relación contrarrevolucionaria con la burguesía israelí. Esto se relaciona particularmente con la masacre de 30.000 trabajadores, jóvenes e intelectuales de izquierda durante la dictadura militar argentina de 1976-1983.

A fines de la década de 1970, cuando la Administración de Jimmy Carter se vio presionada para recortar la ayuda militar a las dictaduras fascistas en América Latina debido a la oposición masiva en el país, Israel se convirtió en el principal proveedor de armas y entrenamiento. En gran medida, redirigió parte de los miles de millones recibidos como el principal beneficiario de la asistencia de seguridad de EE. UU.

El periodista Hernán Dobry documentó en la Operación Israel: e l rearme argentino durante la dictadura que el suministro de equipo militar por parte de Israel entre 1978 y 1983 ascendió a 700 millones de dólares (el equivalente a 2.200 millones de dólares en la actualidad). La venta de armas y los lazos militares llamaron la atención del público en agosto de 1978 cuando tres generales israelíes visitaron al general Pinochet en Chile y al general Videla en Argentina.

Para el primer ministro fascistizante israelí Menachem Begin (1977-1983), el amplio antisemitismo y la matanza de judíos por parte del régimen de Videla no era un impedimento. Begin había dirigido anteriormente el Irgun, una milicia sionista que masacró a palestinos y bombardeó el famoso Hotel Rey David en Jerusalén en 1946.

Según diferentes estimaciones, hasta 3.000 judíos fueron asesinados por la dictadura y unos 400 huyeron a Israel. Los sobrevivientes han dicho que los prisioneros de origen judío fueron torturados más brutalmente y que los centros de detención tenían imágenes de Hitler en la pared.

En ese momento, como hoy, entre 220.000 y 250.000 judíos vivían en Argentina. Si bien los judíos representaban aproximadamente el 1 por ciento de la población argentina, constituían el 12 por ciento de las víctimas asesinadas por la junta militar.

Los investigadores Mario Znajder y Luis Roniger descubrieron que, más allá de un amplio apoyo al nazismo, la élite militar argentina fue particularmente influenciada por La guerra total, escrito por el general Erich Ludendorff, después de que el libro fuera traducido y publicado en Buenos Aires en 1964. Ludendorff, un antisemita nazi, argumentó que la política debía estar subordinada a la guerra, que debería librarse tanto contra el enemigo externo como contra el interno, es decir, la clase trabajadora. Muchos de los generales argentinos también estaban obsesionados con la “cuestión judía”, creyendo en un mítico “Plan Andinia” para crear un segundo Estado judío en el Cono Sur.

El hecho de que Milei venere públicamente un régimen tan patológico impregnado de antisemitismo y de adoración a Hitler no representa un obstáculo para forjar una estrecha alianza con el Gobierno de Israel.

Hoy en día, se considera necesario un retorno a las formas fascistas de contrarrevolución para hacer cumplir las políticas de explotación capitalista irrestricta que Milei está tratando de implementar en Argentina.

Durante una reunión con empresarios el miércoles, respondió al hecho de que el Congreso argentino no aprobara de manera disciplinada los 646 artículos de su “proyecto de ley ómnibus” describiendo a sus oponentes como “delincuentes”, “traidores” y “basura inmunda”.

Hablando como un comandante obligado a una retirada temporal, explicó que tuvo que retirar el proyecto de ley después de que el Congreso descartara algunas de sus privatizaciones y ataques a los derechos sociales y democráticos. “Prefiero no tener ley antes que una ley mala”, dijo, al tiempo en que insistió en su “ajuste ortodoxo duro”.

Esta decisión se tomó después de una represión policial abrumadora y desproporcionada contra los manifestantes que protestaban su proyecto de ley fuera del Congreso.

En los medios de comunicación argentinos, las advertencias de una “catástrofe social” y los informes de la caída de la popularidad de Milei son frecuentes. En diciembre, los salarios promedio del sector privado (después de impuestos y descuentos) habían caído al 62 por ciento de la línea de pobreza, mientras que la inflación anual alcanzó el 238 por ciento en enero. Un paro nacional ya vio a más de 1 millón de personas salir a las calles contra Milei el mes pasado.

El abrazo de Milei a Netanyahu –y, para el caso a Zelenski— demuestra de forma concentrada la realidad de que la tercera guerra mundial en ciernes, a través de la cual el imperialismo intenta repartirse y recolonizar el mundo, es al mismo tiempo una guerra contrarrevolucionaria contra la clase trabajadora a nivel internacional.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de febrero de 2024)

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