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Los regímenes árabes se confabulan con Israel en el genocidio y la limpieza étnica de Gaza

Mientras el gobierno fascista de Israel se prepara para lanzar una gran invasión terrestre para apoderarse de la ciudad de Rafah, se está discutiendo la posibilidad de establecer 15 campamentos, cada uno con unas 25.000 tiendas de campaña, en la parte suroeste de la Franja de Gaza, para albergar a los más de un millón de palestinos que se han refugiado en la ciudad.

Estas ciudades de tiendas de campaña serán financiadas por Estados Unidos y los déspotas árabes y gestionadas por el carnicero de El Cairo, Abdelfatah el-Sisi de Egipto. Egipto y otros regímenes árabes están proporcionando al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, la capacidad de afirmar que ha asegurado el “paso seguro” que dijo que proporcionaría para que la invasión terrestre planeada pudiera tener lugar. Como Netanyahu volvió a declarar mientras Israel lanzaba un bombardeo aéreo masivo de la ciudad, su verdadero objetivo es la “victoria total”, lo que significa matar a tantos palestinos como sea posible y empujar al resto al desierto.

El presidente Abdelfatah el-Sisi (izquierda) estrecha la mano del presidente estadounidense Joe Biden en la cumbre del CCG+3 en Yeda, Arabia Saudita, el 16 de julio de 2022. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, está al fondo.

El hecho de que tales propuestas pudieran incluso ser discutidas con los regímenes árabes confirma que su connivencia con Israel en la ofensiva genocida contra Gaza, desde el primer día, se ha convertido ahora en una participación directa en su limpieza étnica a través de una segunda Nakba.

Israel ya ha matado al menos a 29.000 personas, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, ha enterrado a miles más debajo de los escombros y ha desplazado aproximadamente al 86 por ciento de la población de Gaza, 1,7 millones de los 2,3 millones de personas. La mayoría se refugia ahora en Rafah, cerca de la frontera con Egipto, donde carecen de acceso a agua potable y atención médica y se enfrentan a la hambruna y a la posibilidad inminente del exterminio.

Egipto: el guardia fronterizo de Israel

Egipto, el Estado árabe más poblado con 104 millones de personas y el mayor país fronterizo, ha desempeñado durante décadas un papel criminal como cómplice directo en la represión de los palestinos por parte de Israel y como su guardia fronteriza de facto .

Desde la firma de un tratado de paz con Israel en 1979, El Cairo ha extendido sus lazos con Tel Aviv, importando gas natural israelí para refinarlo y reexportarlo, coordinando la seguridad sobre su frontera compartida y la Franja de Gaza, manteniendo el bloqueo israelí a Gaza y limitando estrictamente el movimiento de personas y bienes en sus fronteras después de que Hamás tomara el control en 2007. Egipto se mantuvo al margen cuando Israel lanzó ataques asesinos contra el enclave sitiado en 2008-9, 2012, 2014, durante la Gran Marcha del Retorno de 2018-19 y en 2021.

Cuando comenzó la ofensiva de Gaza en octubre, la “propuesta de tiempos de guerra” de Israel de empujar a los 2,3 millones de palestinos de Gaza al desierto del Sinaí en Egipto fue recibida con una furiosa respuesta de El Cairo. Sin embargo, esto no se debió a ninguna preocupación por los palestinos, sino a lo que El-Sisi llamó “la amenaza existencial de Gaza para la seguridad nacional de Egipto”. Si un millón de gazatíes cruzaran la frontera, advirtió, esto conduciría a un resurgimiento de la “militancia” islamista en el Sinaí.

Cuando El-Sisi se refiere a un resurgimiento de la militancia islamista, se refiere a la oposición popular de masas conocida como la Revolución del 25 de enero de 2011, que derribó el régimen personal de Mubarak durante el apogeo de la “Primavera Árabe”. El 3 de julio de 2013, la junta pudo retomar el poder mediante un golpe militar gracias al callejón sin salida político que representaba la oposición liberal burguesa y sus apéndices pseudoizquierdistas, los Socialistas Revolucionarios, quienes proporcionaron personal dirigente para el movimiento antiislamista Tamarod, a través del cual los militares y sus partidarios multimillonarios prepararon el terreno político para el golpe. El-Sisi ha aplastado brutalmente toda disidencia desde entonces, y lo último que quiere es que millones de palestinos desplazados y enojados sirvan como centro de una oposición política más amplia contra su régimen, el imperialismo estadounidense y todos sus aliados en la región.

El ejército ya ha fortificado el muro fronterizo de hormigón con Gaza, instalando alambre de espino para evitar que los palestinos crucen al Sinaí y desplegando tropas y 40 tanques a lo largo de la frontera.

El-Sisi, en una conferencia de prensa el 18 de octubre con el canciller alemán Olaf Scholz en El Cairo, argumentó que Israel podría trasladar a los palestinos de Gaza al desierto del Néguev de Israel en lugar del Sinaí “hasta que Israel sea capaz de derrotar a Hamás y la Yihad Islámica. Después, los palestinos podrían regresar a su tierra natal”.

Circulan informes, que citan a la Fundación Sinaí para los Derechos Humanos, de que Egipto está construyendo un recinto amurallado de 21 kilómetros cuadrados en el norte del Sinaí para acoger a los palestinos expulsados por la fuerza de Gaza, aunque esto se describe como un “plan de contingencia” en caso de que los palestinos logren destruir la frontera reforzada.

Pero dondequiera que se establezcan los campos de concentración de facto de los que se está hablando, Egipto y los otros regímenes árabes implicados están dando luz verde al asesinato en masa en Rafah. El domingo, con un cinismo impresionante, los dirigentes egipcios, en respuesta a estas últimas propuestas de ciudades de tiendas de campaña, dijeron a Israel que no se opondrían a una operación militar en Rafah siempre y cuando se llevara a cabo sin herir a los civiles palestinos. La Radio del Ejército también dijo que Egipto había negado categóricamente los informes de que podría retirarse de su tratado de Camp David de 1979 si Israel atacaba Rafah.

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Todos los déspotas de los países ricos en petróleo están trabajando abiertamente con Israel para permitirle continuar su guerra genocida, incluso profundizando sus lazos para garantizar que Israel pueda continuar la guerra sin obstáculos. Cubren su traición con lágrimas de cocodrilo para los palestinos en Gaza, apoyando el caso de Sudáfrica contra Israel en la Corte Internacional de Justicia y los llamamientos a una reunión urgente del ineficaz Consejo de Seguridad de la ONU, que está sujeto al veto de Washington “para evitar que Israel cause un desastre humanitario inminente del que todos los que apoyan la agresión son responsables”.

Jordania: represión de las protestas palestinas

Jordania ha desempeñado el papel más abierto en la represión de la oposición popular a Israel. Comparte una larga frontera con Israel y es el hogar de más de 2,2 millones de refugiados palestinos registrados y sus descendientes tras ser desplazados por las guerras sucedidas entre 1947 y 1967. Alrededor de la mitad de sus 11 millones de habitantes son de ascendencia palestina, de los cuales alrededor de dos tercios han obtenido la ciudadanía, pero se enfrentan a la discriminación, mientras que casi 400.000 continúan viviendo en 10 campos de refugiados. Jordania ha mantenido una “paz fría” con Israel tras un tratado de normalización negociado por la Administración de Clinton en 1994.

El gobierno jordano ha prohibido las protestas a lo largo de su frontera con Cisjordania y ha reprimido las protestas contra la guerra de Israel en Gaza. Según Human Rights Watch (HRW), ha “arrestado u hostigado” a más de 1.000 manifestantes propalestinos que han pedido al gobierno jordano que tome medidas contra Israel. Lama Fakih, director de HRW para Oriente Próximo, dijo que “las autoridades jordanas están pisoteando el derecho a la libertad de expresión y reunión para reprimir el activismo relacionado con Gaza”.

La semana pasada, las autoridades arrestaron al activista Khaled al-Natour después de que compartiera publicaciones en las que pedía el levantamiento del bloqueo de Gaza, como parte de la intensificación de la represión del gobierno contra los activistas propalestinos y en virtud de una nueva y controvertida ley de delitos informáticos. Según Amnistía Internacional, la ley, que tiene un lenguaje ambiguo y fue aprobada en agosto, otorga al gobierno una enorme libertad para reprimir la libertad de expresión y se ha utilizado para detener y acusar al menos a seis activistas políticos por sus “publicaciones en las redes sociales en las que expresan sentimientos propalestinos o critican las políticas de las autoridades hacia Israel y abogan por huelgas y protestas públicas”.

Los regímenes árabes mantienen en funcionamiento la economía de Israel

Jordania, junto con varios otros Estados árabes, también está desempeñando un papel central en mantener en funcionamiento la economía de Israel durante la guerra.

Según el Canal 13 de la televisión israelí, las compañías PureTrans FZCO, con sede en los Emiratos Árabes Unidos, y Trucknet, con sede en Israel, que proporciona tecnología logística a las compañías navieras árabes, están transportando bienes vitales, incluidos alimentos, plásticos, productos químicos y dispositivos y componentes electrónicos, entre el puerto de Jebel Ali de Dubái y el puerto de Haifa, a través de carreteras que pasan por Arabia Saudita y Jordania.

La ruta se estableció antes de la ofensiva de Gaza. En junio, Miri Regev, ministra de Transporte y Seguridad Vial de Israel, anunció planes para desarrollar la ruta, afirmando en X/Twitter que “El transporte terrestre de las mercancías acortará el tiempo en 12 días y reducirá en gran medida el tiempo de espera existente debido al problema con el cable. Lo haremos y lo lograremos”. En septiembre, Trucknet firmó un acuerdo de envío con los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.

Los planes también incluyen una línea ferroviaria, que aún no ha sido acordada, para unir los Emiratos Árabes Unidos e Israel mediante un servicio de tren de alta velocidad entre la ciudad de Beit She'an, en el norte de Israel, y el puerto sureño de Eilat, en el mar Rojo.

La ruta ha adquirido una mayor importancia estratégica desde octubre y especialmente debido a los ataques de los hutíes contra la navegación vinculada a Israel en el mar Rojo, lo que ayudó a Israel a eludir el bloqueo marítimo y redujo la ruta marítima de 14 días alrededor del Cabo a cuatro días.

Muy consciente de la oposición masiva a la guerra genocida de Israel en su población ya agitada, Jordania negó que se estuvieran transportando mercancías a Israel a través de su territorio. Pero los informes de televisión que mostraban camiones de los Emiratos Árabes Unidos cruzando territorio jordano para llegar a Israel desenmascararon esta mentira, lo que provocó el enfado y las manifestaciones contra el “vergonzoso puente terrestre” de Jordania a Israel.

Captura de pantalla del vídeo de YouTube de Middle East Eye sobre “Un informe especial del Canal 13 de la televisión israelí del martes revela cómo Israel está utilizando la ruta terrestre [en verde] que comienza en Dubái y pasa por Arabia Saudita y Jordania para transportar carga con el fin de evitar el bloqueo de los hutíes en el mar Rojo”.

De hecho, el “corredor terrestre” Dubái-Haifa fue propuesto por primera vez en 2017 por el ministro de Transporte de Israel, Yisrael Katz, y destacado en la firma en 2020 de los Acuerdos de Abraham con los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, y más tarde con Sudán y Marruecos, que pusieron fin a su prolongado boicot económico con Israel. Esto hizo evidentes los lazos económicos de Israel con los Estados del golfo Pérsico que se habían mantenido en secreto durante mucho tiempo.

Estos acuerdos no solo significaron el abandono de su antiguo apoyo a una “solución de dos Estados”, incluso cuando Netanyahu amenazó con anexar un tercio de Cisjordania, que Israel ocupa ilegalmente desde la guerra árabe-israelí de 1967. Allanaron el camino para los acuerdos comerciales y de inversión con Tel Aviv, en particular en armas, tecnología y software cibernético, y la integración económica más amplia de Israel en la región que comenzó clandestinamente después de los Acuerdos de Oslo de 1993.

Arabia Saudita y la guerra planeada contra Irán

Bahréin solo pudo firmar los Acuerdos de Abraham con el consentimiento tácito de su benefactor, Arabia Saudita. Riad ahora está directamente involucrado en el corredor Dubái-Haifa como parte de sus esfuerzos para obtener tantas concesiones como sea posible de Washington, incluido un acuerdo de defensa, compromisos de apoyo de “seguridad”, armas y aviones de combate y ayuda con un programa nuclear civil, incluso mientras amplía sus vínculos económicos y políticos con China para fortalecer su posición negociadora.

El corredor terrestre es un interés clave de las potencias imperialistas estadounidenses y europeas. Su objetivo es posicionar el puerto israelí de Haifa como una importante puerta de entrada a Europa, alterando el mapa político y económico de la región al evitar el mar Rojo y promoviendo la integración de Israel con las economías de los estados del golfo Pérsico.

Haifa sería la pieza clave del Corredor Económico India-Oriente Próximo-Europa (IMEC), un importante proyecto de infraestructura de transporte destinado a integrar India, el golfo Pérsico y Europa, evitando a Irán, lo que acercaría a India al imperialismo estadounidense y contrarrestaría la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China. El puerto de Salalah en Omán, que tiene amplios vínculos con India, también podría formar parte de la nueva red.

El primer ministro indio, Narendra Modi, se dirige al evento de la Asociación para la Infraestructura e Inversión Global y el Corredor Económico India-Oriente Próximo-Europa durante la Cumbre del G20, en Nueva Delhi el 9 de septiembre de 2023. [Photo: Prime Minister's Office (GODL-India)]

El proyecto, que excluye a Turquía, la mayor economía no petrolera de Oriente Próximo, ha provocado la ira de Ankara, y los funcionarios del gobierno han dicho que la ruta más adecuada para el comercio este-oeste pasa por Turquía y no por Grecia. También socava el Canal de Suez de Egipto, que ya está sufriendo pérdidas financieras por el desvío del transporte marítimo alrededor del Cabo, intensificando su crisis económica y social.

Los regímenes árabes representan ahora una cuarta parte de los 12.500 millones de dólares de las exportaciones de defensa de Israel. Los líderes de los Emiratos Árabes Unidos también han reiterado su compromiso con los Acuerdos de Abraham, y el asesor presidencial de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos, Anwar Gargash, dijo en una conferencia en Dubái el mes pasado: “Los Emiratos Árabes Unidos han tomado una decisión estratégica, y las decisiones estratégicas son a largo plazo”.

El flujo bilateral de bienes se ha disparado, pasando de 11,2 millones de dólares en 2019 a 2.000 millones de dólares, excluyendo el software, de enero a agosto de 2023, según el embajador de Israel en los Emiratos Árabes Unidos. El acuerdo de asociación entre Emiratos Árabes Unidos e Israel que entró en vigor el año pasado redujo los aranceles con el objetivo de aumentar el comercio bilateral a 10.000 millones de dólares en cinco años. Si bien es mucho menor que el comercio de Israel con la Unión Europea y Turquía es sin embargo mucho más que el comercio de Israel con Egipto y Jordania.

Como dijeron varios directores ejecutivos israelíes al Financial Times, en medio del genocidio de Gaza, todo ha seguido “como de costumbre”, con nuevos planes de inversión en marcha y la aerolínea de los Emiratos Árabes Unidos que continúa sus vuelos a Tel Aviv incluso cuando otras cancelan los suyos.

Si bien Arabia Saudita nunca fue un “Estado de primera línea” en el conflicto árabe-israelí, en octubre de 1973 lideró la prohibición de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) sobre la exportación de petróleo a aquellos países que habían apoyado a Israel durante la guerra árabe-israelí de octubre de 1973. La guerra comenzó después de que Egipto y Siria lanzaran un ataque sorpresa contra Israel en un intento finalmente inútil de recuperar los territorios perdidos en la guerra de 1967. Solo Irak y Libia no participaron en el embargo petrolero que se levantó en marzo de 1974, momento en el que el precio del petróleo casi se había triplicado, aumentando enormemente la riqueza de los Estados petroleros y su influencia política reaccionaria en la región.

Cincuenta años después, no se ha mencionado un embargo similar para defender a los 2,3 millones de palestinos de Gaza, lo que indica el respaldo de las monarquías a la guerra de Israel, pagada y planificada por la Administración de Biden, para afirmar la hegemonía estadounidense sobre esta región rica en recursos y suprimir toda oposición a Washington y sus aliados regionales y a su propio régimen.

Un palestino camina entre la destrucción causada por el bombardeo israelí en el campo de refugiados de Nusseirat en la Franja de Gaza, el 16 de enero de 2024 [AP Photo/Adel Hana]

La guerra de Israel contra Gaza no ha hecho nada para descarrilar los esfuerzos que desde hace tiempo realiza Washington para negociar un acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudita. Un posible acuerdo entre Arabia Saudita e Israel es una parte crucial de su intento de resolver el conflicto de Gaza, y Riad ha indicado su voluntad de continuar con las negociaciones. Por su parte, Estados Unidos y Reino Unido han consolidado el cambio en su oposición previa a la guerra liderada por Riad para derrocar a los hutíes en Yemen, lanzando cientos de ataques aéreos contra los hutíes en respuesta a sus ataques a barcos vinculados a Israel, que buscan presionar a Israel a que ponga fin a su guerra y bloqueo en Gaza.

Los regímenes árabes, cuyas poblaciones los desprecian, han hecho un pacto con el diablo: apoyan a Israel —y por implicación al imperialismo estadounidense— a cambio del compromiso de Washington de respaldar su “seguridad” en caso de una nueva “Primavera Árabe” o movimiento de masas para derrocarlos, y de librar una guerra contra Irán, que ha respaldado a las fuerzas opositoras a sus gobiernos, como parte de los preparativos para la guerra contra China.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de febrero de 2024)

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