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Perspectiva

La “solución final” del imperialismo para la cuestión palestina

Miles de Palestinos muriéndose de hambre esperan ayuda humanitaria en una playa en ciudad de Gaza, 25 de febrero de 2024 [AP Photo/Mahmoud Essa]

El anuncio el lunes por parte de la Casa Blanca de que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu acordó enviar a “un equipo de funcionarios” a Washington para discutir la ofensiva inminente contra Rafah demuestra nuevamente que el imperialismo estadounidense es un partícipe directo del genocidio contra los palestinos. La agencia Associated Press reportó que la reunió se producirá en los próximos días entre “expertos en materia militar, de inteligencia y humanitaria”, una señal inequívoca de que están discutiendo la mejor manera de llevar a cabo una masacre sangrienta de los 1,5 millones de palestinos hacinados en Rafah. 

Las noticias de la reunión aparecen un día después de que Netanyahu prometiera en una reunión del gabinete de guerra israelí de que ninguna cantidad de presión internacional para prevenir que su Gobierno fascistizante ataque el último refugio de los palestinos en Gaza. “Llevaremos a cabo nuestra operación en Rafah”, dijo Netanyahu. “Esto tomará varias semanas y va a ocurrir”. En respuesta, el presidente Joe Biden conversó con Netanyahu el lunes para reafirmar el apoyo de su Gobierno a Israel. 

Subrayando las salvajes intenciones de Netanyahu, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaron a cabo el lunes una brutal incursión en el Hospital Al-Shifa, que hasta el inicio del genocidio era el mayor centro médico de la Franja de Gaza. El asalto al edificio se saldó con decenas de muertos y al menos 200 detenciones. 

Los criminales de guerra imperialistas de Washington se sentarán con sus aliados fascistas israelíes para discutir la destrucción de Rafah en medio del inicio de una hambruna catastrófica en gran parte del enclave. Un informe de “Clasificación integrada de la fase de seguridad alimentaria” elaborado por una docena de agencias de la ONU y organizaciones de ayuda publicado el lunes concluyó que el 70 por ciento de todos los residentes que quedan en el norte de Gaza se enfrentan a niveles “catastróficos” de hambre y que una hambruna es “inminente”. La hambruna podría estallar en cualquier momento entre hoy y mayo en el norte, advertía el informe, y un ataque a Rafah llevaría la hambruna al sur. 

“Se trata del mayor número de personas que sufren una hambruna en el mundo hoy en día”, declaraba el informe. Una hambruna se define como la carencia extrema de alimentos del 20 por ciento de la población, la desnutrición aguda del 30 por ciento de los niños y la muerte diaria de dos de cada 10.000 adultos a causa del hambre. 

Las potencias imperialistas no son simplemente indiferentes a esta calamidad humanitaria; la han hecho posible. El arrasamiento sistemático de la infraestructura de Gaza y el desplazamiento forzoso del 80 por ciento de su población se han llevado a cabo con armas suministradas por Estados Unidos y sus aliados europeos, además de los más de 3.000 millones de dólares anuales en ayuda que Washington ha enviado a Tel Aviv durante décadas. El bloqueo deliberado de alimentos, suministros médicos, electricidad, agua y combustible ha sido rigurosamente aplicado por Israel y Egipto, los dos regímenes más estrechamente vinculados al imperialismo en la región. Precisamente el domingo, la Unión Europea concluyó un acuerdo de 7.000 millones de euros para reforzar la seguridad fronteriza y ampliar las inversiones económicas con el dictador egipcio Abdelfatah el-Sisi, el carnicero de la revolución egipcia y cómplice de la inanición de los palestinos de Gaza. 

La matanza masiva de hombres, mujeres y niños indefensos ha sido una política declarada abiertamente por Israel desde el principio. En los primeros días del ataque, el ministro de Defensa Yoav Gallant describió a los palestinos como “animales humanos” y añadió amenazadoramente que Israel actuaría en consecuencia. Un gran número de altos cargos, incluido el propio Netanyahu, ha declarado que el objetivo final es despoblar Gaza, ya sea mediante una matanza o la expulsión forzosa de sus residentes. En noviembre, Giora Eiland, exjefe del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, llamó a utilizar el hambre y las enfermedades como armas de guerra. “La comunidad internacional nos advierte de un desastre humanitario en Gaza y de graves epidemias. No debemos rehuir esto, por difícil que sea. Al fin y al cabo, las epidemias graves en el sur de la Franja de Gaza acercarán la victoria y reducirán las bajas entre los soldados de las FDI”, escribió. 

Quien piense que el imperialismo estadounidense puede intervenir para frenar semejante salvajismo se engaña a sí mismo. La masacre de civiles mediante bombardeos indiscriminados y su inanición, al privarlos de las necesidades más básicas para la vida humana, no son solo producto del carácter ruinoso del régimen sionista y de sus décadas de ocupación ilegal del territorio palestino. Estos crímenes de lesa humanidad son el resultado de más de tres décadas ininterrumpidas de guerras de agresión dirigidas por el imperialismo estadounidense, en las que Washington asoló sociedades enteras intentando compensar su precipitado declive económico mediante el despiadado despliegue de la fuerza militar. 

Los bárbaros crímenes cometidos por el imperialismo estadounidense en las últimas tres décadas y media son demasiado numerosos para documentarlos. Desde el baño de sangre de civiles iraquíes y soldados reclutas mal armados durante la primera guerra del golfo Pérsico, pasando por la salvaje guerra aérea de la OTAN contra Yugoslavia en 1999, la ocupación neocolonial de Afganistán a partir de 2001, la invasión ilegal de Irak en 2003, la destrucción de Libia por parte de la OTAN en 2011 y la sangrienta intervención en Siria en 2014, el imperialismo estadounidense tiene un historial inigualable brutalizando pueblos empobrecidos y oprimidos en todo el mundo. El presidente Biden, quien desempeñó un papel destacado en muchas de estas operaciones, supervisará los debates sobre la embestida contra Rafah. 

Esta barbarie ha alcanzado ahora una nueva etapa con la tercera guerra mundial en ciernes entre grandes potencias, que están participando en un nuevo reparto del mundo. Los imperialistas estadounidenses y europeos están librando una guerra contra Rusia en Ucrania, donde han sacrificado voluntariamente a más de medio millón de ucranianos con el fin de asegurar su dominio sobre las materias primas de Rusia y la masa continental euroasiática. Están intensificando la guerra con Rusia y preparándose para la guerra con China, aun a riesgo de desencadenar una conflagración nuclear que significaría el fin de la civilización humana en el planeta. Washington también ha aprovechado el genocidio de Israel contra los palestinos para sentar las bases de una escalada regional del conflicto en todo Oriente Próximo dirigido contra Irán, al que la clase gobernante estadounidense considera un obstáculo para su dominio regional. 

Estas políticas aparentemente descabelladas tienen su origen en las contradicciones del capitalismo en crisis, para las que los imperialistas no tienen otra respuesta que el programa de la guerra mundial. Al igual que el imperialismo alemán bajo el régimen nazi en el siglo XX consideró que el exterminio de los judíos europeos era necesario para perseguir sus ambiciones económicas y geoestratégicas, el imperialismo estadounidense y europeo han llegado a la conclusión en el siglo XXI de que es necesaria una “solución final” para la cuestión palestina. 

Como explicó el World Socialist Web Site en su declaración de Año Nuevo:

El genocidio de Gaza no es un episodio único que se comprende más fácilmente como el producto de circunstancias excepcionales relacionadas con el conflicto israelí-palestino y el carácter intrínsecamente reaccionario del proyecto sionista y su ideología racista y xenófoba-nacionalista. Estos últimos elementos por supuesto cumplen un papel importante en las acciones del régimen israelí. Pero la ferocidad desenfrenada de la guerra actual, llevada a cabo con el pleno apoyo de sus patrocinadores imperialistas y proveedores de armas, solo puede entenderse y explicarse en el contexto del colapso del sistema imperialista mundial y de Estados nación.

La misma crisis que produce la brutalidad imperialista también crea las condiciones para su derrocamiento. Las protestas masivas contra el genocidio de Gaza se han extendido por todo el mundo a medida que las luchas de los trabajadores contra las políticas de austeridad y los ataques a su nivel de vida se intensifican en todos los grandes centros imperialistas. 

La tarea urgente que tiene ante sí la clase obrera es reconocer que la lucha contra el genocidio de Gaza es la lucha contra la guerra imperialista. El recurso de la clase dominante a niveles de salvajismo y anarquía que no se veían desde las cuatro primeras décadas del siglo XX solo puede responderse sobre la base de una perspectiva socialista e internacionalista. Los millones de trabajadores y jóvenes que en los últimos meses han protestado contra el genocidio en todo el mundo deben contraponer a la barbarie capitalista el programa de la revolución socialista mundial. Esta es la única manera de detener la calamidad humana que ya se está desencadenando en Gaza.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de marzo de 2024)

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