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Estalinistas y pseudoizquierdistas portugueses se alían con el proempresarial PS para proteger al gobierno derechista

El 2 de abril asumió el cargo un nuevo gobierno portugués, bajo el mandato del primer ministro Luis Montenegro, perteneciente al Partido Socialdemócrata (PSD), el principal partido de la coalición derechista Alianza Democrática (AD). La AD obtuvo una mayoría en las elecciones generales del 10 de marzo, con 80 de los 230 diputados. 

El primer ministro portugués, Luis Montenegro, a la izquierda en el palacio de Ajuda en Lisboa, el martes 2 de abril de 2024. [AP Photo/Armando Franca]

Este gobierno promete continuar las políticas del anterior gobierno del Partido Socialista (PS) de Antonio Costa. Seguirá con la austeridad en el país y respaldará al bloque imperialista que libra la guerra en Ucrania contra Rusia y apoya a Israel en el genocidio de Gaza. 

El primer líder extranjero invitado a Portugal bajo el nuevo gobierno fue el presidente ucraniano Zelensky. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Paulo Rangel, se apresuró a negar que se esté desarrollando un genocidio en Gaza, afirmando: “El genocidio presupone la voluntad de eliminar un pueblo. Sería muy injusto decir que Israel pretende eliminar al pueblo palestino”. 

El partido de extrema derecha Chega, que quedó en tercer lugar con 50 escaños, no recibió ningún cargo ministerial. Por ahora, el PSD ha rechazado incluir a Chega en el gobierno. Cincuenta años después de que la Revolución de los Claveles en 1974 derrocara al régimen de extrema derecha de Antonio Salazar, en medio de una explosiva rabia social en la clase trabajadora, el PSD llegó a la conclusión manifiesta de que no era inmediatamente aconsejable ni necesario poner a la extrema derecha en el poder. 

El gobierno minoritario de Montenegro puede contar con la colaboración del PS, que quedó en segundo lugar con 78 escaños, con el que ya acordó presidir la Asamblea Nacional de forma rotativa. El PS se muestra abierto, según su líder Pedro Nuno, a trabajar con el Ejecutivo para 'construir un acuerdo que permita encontrar soluciones', y que ambas partes puedan forjar pactos en materias en las que 'exista un amplio consenso político y partidista'. 

El PS formalizó su apoyo al gobierno del PSD absteniéndose de votar las mociones de censura presentadas por el pablista Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista de Portugal (PCP), durante el debate en el parlamento sobre el programa del nuevo gobierno. 

Tanto el BE como el PCP se encuentran en una profunda crisis. En las elecciones del 10 de marzo, el BE obtuvo solo cinco diputados, lejos de su máximo histórico de 19 en 2015 y 2019. El PCP tuvo el peor resultado de su historia con solo cuatro diputados, llegando incluso a perder su representación en el Alentejo, región que históricamente fue un bastión electoral de los estalinistas. 

Esto es producto del apoyo reaccionario del BE y el PCP a los gobiernos minoritarios del PS entre 2015 y 2022. En 2015, el PS, el Bloco y el PCP firmaron un acuerdo denominado 'gerigonça' (en portugués, algo improvisado o de calidad inferior) por el cual ambos se comprometieron a votar con el PS en todas las cuestiones fundamentales. 

Aunque este acuerdo terminó en 2019, ambas fuerzas siguieron apoyando al gobierno del PS hasta 2021, cuando, en medio de una creciente oleada de huelgas contra el derrumbe de los niveles de vida, decidieron no votar a favor de los presupuestos de 2022 para mantener la farsa de que se oponían a la austeridad. 

La gerigonça fue un desastre para los trabajadores. Consagró las medidas de austeridad de la Unión Europea (UE) impuestas a partir de 2008, recortó los servicios públicos, impuso unos de los niveles salariales más bajos de Europa, disparó los precios de la vivienda y gestionó la pandemia basándose en el principio de los beneficios por encima de las vidas. El gobierno posterior del PS solo continuó con las políticas que había llevado a cabo entre 2015 y 2019 con la complicidad del PCP y el BE. 

A pesar de su postura planteando una moción de censura contra el gobierno del PSD, el BE y el PCP están nuevamente inclinándose ante el PS buscando un acuerdo similar al de la geringonça de 2015. 

El BE mantuvo una serie de reuniones con el PS, el PCP y otras fuerzas pseudoizquierdistas, con el objetivo, según la dirigente del BE, Marina Mortágua, de “debatir los elementos de convergencia, no solo en la oposición al gobierno de derecha, sino también en la construcción de una alternativa”. 

Conscientes de la profunda oposición al PS en la clase trabajadora, los dirigentes del BE se esfuerzan por justificar esta decisión con mentiras políticas. Manuel Afonso, miembro de la dirección nacional del BE, escribió un artículo en el que se preguntaba si acercarse al PS “no significaría darle la espalda a aquellos desilusionados con el gobierno socialista y diluir a la izquierda combativa en lo que fue tan vehementemente rechazado”  

Sin aportar ningún otro argumento, Alfonso respondió inmediatamente de forma negativa a su propia pregunta, afirmando: “La tentación de hacer de la crítica al PS el centro de la táctica actual daría como resultado una desorientación total y una unidad de acción de facto con la extrema derecha”, y que la izquierda que hiciera esto “se divorciaría de los sectores más conscientes y organizados de la clase trabajadora y la juventud”.  

Esto no es más que un nuevo intento del Bloco de engañar a los trabajadores. La acusación de que la oposición al PS significa apoyar al neofascismo es una mentira que pone la realidad patas arriba. El PS ha dicho que hará un pacto con el derechista PSD que, por otro lado, está abierto a buscar apoyos en Chega. Alinearse con el PS es entrar en un bloque antiobrero con la derecha y la extrema derecha en una dictadura parlamentaria capitalista. Ahí es donde el BE pretende arrastrar a los trabajadores y jóvenes combativos. 

En esta estrategia, el BE puede contar con la colaboración del PCP estalinista. El secretario general del PCP, Paulo Raimundo, ya declaró: 'Nosotros estaremos disponibles para toda convergencia concreta'. 

Tras reunirse los líderes del PCP y del Bloco lanzaron un mensaje similar afirmando que el problema del gobierno de  Costa es que prefería tener un superávit presupuestario a hacer inversiones públicas. Raimundo resumió esta visión diciendo: 'hubo una elección clara por parte del PS de no responder a los problemas del país'. 

Mortagua, del BE, dijo por su parte: 'El PS, aunque presenta superávits crecientes, niega la respuesta a sectores importantes'. 

El PCP y el Bloco no son solo partidos procapitalistas, sino también fuerzas profunda e históricamente aliadas al PS. Promueven ilusiones en una perspectiva falsa y utópica de presionar al PS para que realice políticas a favor de los trabajadores en el gobierno o para que se oponga al PSD en la oposición. Afirman que el problema del último gobierno del PS fue que, con su mayoría absoluta, no necesitó ni al PCP ni al BE. La conclusión es que es necesario reconstruir nuevamente una gerigonça con el PS. 

La gerigonça en 2015 buscó paralizar a la clase obrera estabilizando al impopular gobierno imperialista del PS para que pudiera atacar a los trabajadores sin ninguna oposición. Ahora, el BE y el PCP pretenden subordinar de nuevo a la clase obrera al PS, para bloquear un movimiento contra el nuevo gobierno de derechas, el fascismo, el genocidio de Gaza y la guerra imperialista de la OTAN en Ucrania. 

Casi un millón de personas se manifestaron en Lisboa y otras ciudades portuguesas el 25 de abril, en el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles, en unas marchas que recordaban las manifestaciones de 1974 cuando comenzó la revolución. Fueron impulsados por la oposición al nuevo gobierno de derechas y al fascismo, pero también contra el legado de pobreza del anterior gobierno del PS y los crímenes del imperialismo de la OTAN. También continúan las huelgas como las de los controladores aéreos, funcionarios judiciales o trabajadores de telecomunicaciones. 

El Bloco y el PCP son conscientes de esta efervescencia y trabajarán para descarrilar cualquier lucha que pueda surgir. Sus políticas reaccionarias están empobreciendo a los trabajadores y abriendo el camino a los fascistas de Chega. La condición previa para luchar contra el fascismo, el capitalismo y la guerra imperialista es que una masa crítica de trabajadores y jóvenes construya un partido marxista-trotskista, basado en la herencia de la lucha del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) contra el pablismo y el estalinismo.

(Publicado originalmente en inglés el 2 de junio de 2024)(

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