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Perspectiva

La amenaza dictatorial de Macron y el carácter traicionero del Nuevo Frente Popular francés

El miércoles, los medios franceses reportaron que el presidente Emmanuel Macron podría invocar el artículo 16 de la Constitución para suspender el Parlamento y asumir poderes de emergencia. Esto pone de relieve los asuntos más importantes que enfrentan los trabajadores ante la guerra en Ucrania y las elecciones anticipadas en Reino Unido y Francia: la amenaza del autoritarismo no proviene solamente de fuerzas ultraderechistas como la Agrupación Nacional (RN, siglas en francés). Toda la élite política capitalista, que está desesperada por intensificar la guerra con Rusia y la guerra de clases en casa, está debatiendo un giro hacia la dictadura.

El secretario nacional y diputado del Partido Comunista Francés (PCF), Fabien Roussel, estrecha la mano del presidente de Francia, Emmanuel Macron, tras unas conversaciones en el presidencial Palacio del Elíseo, en París, el lunes 21 de junio de 2022. [AP Photo/Ludovic Marin]

Los trabajadores no pueden hacer frente a estas amenazas si son subordinados a fuerzas socialdemócratas y pseudoizquierdistas como las del Nuevo Frente Popular francés, que apoya la guerra con Rusia. La amenaza de Macron de suspender el Parlamento demuestra que la promesa del Nuevo Frente Popular de combatir a Macron y la RN en las urnas para ganar una mayoría parlamentaria y formar un nuevo Gobierno capitalista es un fraude y callejón sin salida.

El artículo 16 de la Constitución francesa, si lo invoca el presidente, le concede “poderes de emergencia” indefinidos para suspender el Parlamento y gobernar sin ataduras. El artículo declara:

Si las instituciones de la República, la independencia de la Nación, su integridad territorial o el respeto de sus compromisos internacionales se ven gravemente amenazados y el funcionamiento normal de las autoridades constitucionales se ve interrumpido, el presidente de la República tomará las medidas exigidas por las circunstancias, consultándolas oficialmente con el primer ministro, los presidentes de ambas cámaras del Parlamento y el Consejo Constitucional. Lo informará a la Nación por medio de un mensaje.

No se ha ofrecido ninguna razón al público por la cual Macron podría invocar este artículo. La radioemisora Europe1 dice que teme “excesos” en las protestas que seguirán a las elecciones del 7 de julio mientras que el canal de extrema derecha CNews dice que podría ser necesario “si ningún partido obtiene una mayoría [parlamentaria] después de las elecciones”. Más allá de la justificación, el uso del artículo 16 podría ser un intento inconstitucional por parte de Macron de convertirse en dictador en virtud del derecho divino de los bancos.

El tema decisivo en las elecciones anticipadas de Macron, así como en aquellas convocadas por el primer ministro británico Rishi Sunak el 4 de julio, es la guerra de la OTAN contra Rusia. Estas elecciones tienen como objetivo llevar a cabo una reestructuración ultraderechista de la política oficial antes de la cumbre de la OTAN del 9 de julio en Washington, que aprobará una escalada masiva de la guerra.

Las clases dominantes de las potencias de la OTAN saben que existe una abrumadora oposición popular a sus conspiraciones, sobre todo en la clase trabajadora. Una encuesta del Grupo Eurasia del 9 de junio encontró que el 94 por ciento de los estadounidenses y el 88 por ciento de los europeos occidentales quieren que la OTAN negocie la paz con Rusia en Ucrania.

Pero la OTAN está decidida a continuar con sus objetivos de guerra declarados de infligir una “derrota estratégica” a Rusia, como parte de una estrategia más amplia de conquista mundial. Los planificadores de la OTAN procuran forzar un cambio de régimen en Moscú, saquear el petróleo y los minerales estratégicos de Rusia, obligar a Rusia a retirar el apoyo militar a Siria y otros países en la mira de la OTAN y, en última instancia, utilizar a Rusia como base para una guerra neocolonial contra China. El complot de Macron contra la dictadura es una advertencia: la clase capitalista no tiene la intención de dejar que la democracia o los trabajadores se interpongan en el camino de su agenda de guerra global.

Los trabajadores no pueden detener la guerra votando por el Nuevo Frente Popular, la alianza del Partido Socialista (PS) burgués, el Partido Comunista Francés (PCF) estalinista y Los Verdes convocada por funcionarios del partido La France insoumise (LFI) de Jean-Luc Mélenchon. El Nuevo Frente Popular participa plenamente en la reorganización derechista del aparato político que la clase dominante está tratando de llevar a cabo a través de las elecciones anticipadas.

El Nuevo Frente Popular no es el Frente Popular de 1934-1938 que reunió a los partidos obreros de masas, la socialdemócrata Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO) y el estalinista Partido Comunista (PC), con el Partido Radical liberal burgués.

Trotsky advirtió sobre el papel contrarrevolucionario de esta alianza, que vinculaba a los trabajadores con el liberalismo burgués. Subordinó a las masas de trabajadores de la SFIO y el PC a las camarillas corruptas del Partido Radical, lideradas por figuras como Edouard Herriot y Edouard Daladier. Después de traicionar la huelga general francesa de 1936 y bloquear una lucha por el poder estatal y el socialismo por parte de los trabajadores, el Frente Popular se derrumbó y allanó el camino para la colaboración de la élite gobernante francesa de 1940 con el nazismo.

Sin embargo, los trotskistas pudieron entrar por un tiempo en la SFIO y trabajar entre las bases obreras, a pesar de la enconada hostilidad de la dirección de la SFIO. De hecho, los partidos obreros del Frente Popular llevaron a cabo políticas impensables para el Nuevo Frente Popular de hoy. Formaron la milicia obrera Siempre Listos para Servir (TPPS) para luchar contra los ataques al movimiento obrero por parte de grupos fascistas como el Cagoule, y propusieron importantes reformas sociales, incluida la jornada de ocho horas y las vacaciones pagadas.

El Nuevo Frente Popular reúne al PS, un partido burgués del imperialismo francés desde su fundación en 1971, con partidos de la clase media acomodada. Estos incluyen la burocracia del PCF, que ha perdido su base de apoyo en la clase trabajadora a lo largo de las décadas desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991, y el partido “populista” LFI. No propone ninguna reforma social significativa y apoya agresivamente la guerra de la OTAN con Rusia.

Su programa electoral exige “la entrega de armas apropiadas” y el “envío de fuerzas de paz” a Ucrania “para derrotar la guerra de agresión de [el presidente ruso] Vladímir Putin”.

Mientras Mélenchon declara su deseo de “tirar nuestras diferencias al río” y reconciliarse con el PS, que ha implementado medidas de austeridad, los funcionarios del Nuevo Frente Popular están pidiendo un aumento masivo en el gasto militar, que solo podría financiarse con profundos ataques a los salarios y los programas sociales. Cuando se le preguntó sobre su política hacia Rusia, el funcionario de LFI, François Ruffin, quien hizo el primer llamamiento para formar el Nuevo Frente Popular, dijo:

Empecemos, muy sencillamente, por fortalecer nuestra industria de guerra. Europa debe recuperar su soberanía en armas, cañones, aviones de guerra, toda la gama de armas, materiales y tecnología, ya no debe depender de los estadounidenses. Y debe darse los medios para hacerlo... Para el esfuerzo de guerra, debemos vigilar cuidadosamente la unidad de la nación.

El llamado de Ruffin a hacer valer la unidad nacional para desviar recursos a la máquina de guerra es completamente reaccionario. También revela por qué LFI respaldó la traición de las burocracias sindicales de las protestas explosivas y huelgas masivas contra los recortes de pensiones de Macron el año pasado. Estos recortes costaron decenas de miles de millones de euros a los jubilados para financiar el aumento récord del presupuesto militar de Macron, una política que Ruffin apoya.

Las burocracias sindicales que apoyan al Nuevo Frente Popular no representan un obstáculo para un giro hacia la derecha en la política oficial. Cuando los periodistas preocupados de BFM-TV preguntaron si estallaría una huelga general si la RN tomaba el poder el 7 de julio, la secretaria de la Confederación General del Trabajo (CGT), Sophie Binet, les aseguró:

La CGT, en sus 130 años de historia, nunca ha convocado una huelga general... No puedo decirte lo que haríamos el 8 de julio. Nos reuniremos y tomaremos la decisión más colectiva posible.

La escalada de la OTAN contra Rusia provocará una oposición explosiva. Pero estos eventos son una advertencia urgente: un movimiento contra la guerra y la dictadura solo se puede construir desde abajo, movilizando a los trabajadores de base independientemente y en contra de las burocracias.

En medio de una crisis mortal del capitalismo mundial, lo que se requiere sobre todo es la construcción del Parti de l'égalité socialiste (PES), la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), como la oposición trotskista al Nuevo Frente Popular. Así como no puede haber socialismo sin democracia, no habrá democracia sin una lucha de los trabajadores en Francia e internacionalmente por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de junio de 2024)

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