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Perspectiva

La visita planificada de Trump a Springfield, Ohio: una incitación a la violencia

El miércoles por la noche en un mitin de campaña en Uniondale, Nueva York, en Long Island, el candidato presidencial republicano fascista Donald Trump anunció que viajaría a Springfield, Ohio, en las próximas dos semanas para intensificar su demonización de los inmigrantes haitianos en esa ciudad. Dijo que luego visitaría Aurora, Colorado, un suburbio de Denver con un gran número de migrantes venezolanos.

El expresidente Donald Trump se pronuncia durante un evento de campaña en el Nassau Coliseum, el 18 de septiembre de 2024, Uniondale, Nueva York [AP Photo/Ted Shaffrey]

El plan de Trump de visitar Springfield es una incitación a la violencia. La agitación dirigida contra los inmigrantes haitianos en la ciudad es parte de la transformación de la campaña de Trump en un movimiento fascista, para pasar de la agitación derechista a la movilización paramilitar.

Durante su debate televisado a nivel nacional el 10 de septiembre con la demócrata Kamala Harris, Trump respaldó las mentiras fascistas de las redes sociales, alegando que los inmigrantes haitianos estaban matando y comiéndose los gatos y perros en la pequeña ciudad industrial de Ohio.

Desde entonces, tanto Trump como su compañero de fórmula, el senador J. D. Vance de Ohio, han utilizado repetidamente a Springfield para promover sus diatribas xenófobas contra los inmigrantes. Trump ha prometido que si es elegido lanzará una operación masiva propia de un Estado policial para deportar a 20 millones de migrantes y que las deportaciones masivas comenzarán en Springfield.

El plan de Trump de visitar Springfield se produce en medio de una campaña que, a menos de siete semanas de las elecciones, está dominada por la violencia y una crisis extrema. En sus comentarios en Long Island, Trump conectó sus mentiras sobre los inmigrantes con el intento de asesinato del 15 de septiembre, cuando un hombre armado con un arma semiautomática y un telescopio de largo alcance fue abordado por un agente del Servicio Secreto mientras esperaba al expresidente en su campo de golf.

“Voy a Springfield”, dijo Trump. “Puede que nunca me vuelvan a ver, pero está bien. Tengo que hacer lo que tengo que hacer”. Continuó, fingiendo hacer y responder una pregunta: “¿Qué le pasó a Trump? Bueno, nunca salió de Springfield”.

Contrariamente a esta amalgama, el hombre arrestado en el intento de asesinato de Florida no era un inmigrante, sino alguien de Carolina del Norte de 58 años, que votó por Trump en 2016 pero luego giró bruscamente en su contra, en parte en respuesta al esfuerzo del Partido Demócrata por retratar a Trump como un títere del presidente ruso Vladimir Putin. El asesino tenía estrechos vínculos con Ucrania y había estado involucrado en el reclutamiento de mercenarios para combatir en la guerra contra Rusia.

Queda por ver si Trump realmente cumple su amenaza de visitar Springfield. Un sustituto de la campaña, el millonario empresario tecnológico Vivek Ramaswamy, celebró una reunión pública en la ciudad el jueves por la noche, presumiblemente para probar las aguas. Trump ganó en el condado de Clark, que incluye Springfield, por un 61 a 37 por ciento en 2020, pero según los informes, existe una hostilidad generalizada a sus graves calumnias contra los inmigrantes haitianos.

El alcalde de Springfield, Rob Rue, y el gobernador de Ohio, Mike DeWine, ambos republicanos, indicaron que preferirían que Trump no visitara la ciudad porque, como dijo Rue, supondría “una presión extrema sobre nuestros recursos”. Ha habido casi tres docenas de amenazas de bomba contra escuelas y otros edificios públicos desde que Trump calumnió a los inmigrantes haitianos en Springfield durante su debate con Harris.

Sorprendentemente, el gobernador DeWine dijo que ni Trump ni Vance, que representa Ohio en el Senado, se han puesto en contacto con el Gobierno estatal desde que comenzaron a incorporar la historia de “comer mascotas” en sus discursos de campaña. La razón es obvia: Trump y Vance son plenamente conscientes de que sus afirmaciones no son ciertas y, por lo tanto, no tienen ninguna razón para consultar con los funcionarios estatales u ofrecer asistencia. Están utilizando las difamaciones contra los inmigrantes únicamente para impulsar su campaña y fomentar una atmósfera de pogromos a nivel nacional contra los migrantes.

Otro prominente político republicano de Ohio, el candidato al Senado y multimillonario Bernie Moreno, envió un correo electrónico de recaudación de fondos esta semana afirmando que “decenas de miles de inmigrantes ilegales del tercer mundo” están “tomando el control” de Springfield.

En realidad, la mayoría de los 20.000 haitianos que ahora viven en la ciudad son residentes legales de los Estados Unidos, a quienes se les otorgó el Estatus de Protección Temporal después del terremoto de 2010 que destruyó gran parte del país y mató a 300.000 personas. Fueron invitados a establecerse en Springfield por funcionarios locales y el Gobierno estatal, a instancias de las corporaciones locales que necesitaban trabajadores.

En respuesta a la declaración de Trump de que visitaría, tanto los Gobiernos estatales como locales han comenzado la planificación formal para tal evento. El alcalde de Springfield emitió una declaración de emergencia el jueves que le permite tomar medidas rápidamente contra cualquier ataque a los residentes de la ciudad. Tanto los grupos neonazis como el Ku Klux Klan han amenazado con violencia contra los haitianos.

En lo que respecta a Trump, las elecciones son solo una etapa en el desarrollo más amplio de un movimiento fascista. En este contexto, el enfoque en Springfield se está utilizando para avivar el racismo y la xenofobia, que son el combustible tóxico de su campaña política y del movimiento MAGA [pro-Trump] en su conjunto. Se refiere constantemente a historias de “crimen migrante”, la mayoría de ellas falsas o extremadamente exageradas, con el fin de dividir a la clase trabajadora a lo largo de líneas raciales y étnicas e incitar a la violencia.

El otro objetivo es desacreditar las elecciones de 2024 en su conjunto, antes de lo que bien podría ser una derrota humillante en las urnas, mediante afirmaciones de que el Partido Demócrata está alentando a millones de “extranjeros ilegales” a votar para compensar el apoyo supuestamente abrumador de Trump entre los ciudadanos estadounidenses.

Esta es una versión apenas disfrazada de la “teoría del gran reemplazo” de tipo nazi, según la cual los judíos multimillonarios, encabezados por George Soros, están conspirando para inundar Estados Unidos con migrantes de Asia, África y América Latina y “reemplazar” a la población blanca del país.

La campaña de Trump y los funcionarios republicanos locales han presentado una serie de demandas en muchos de los estados reñidos donde se espera que se decida la contienda en el Colegio Electoral. Ha desafiado los procedimientos de registro de votantes y alegado que los Gobiernos estatales controlados por los demócratas en Míchigan, Pensilvania y Arizona, y los Gobiernos locales en muchos otros estados mantienen deliberadamente a los “ilegales” en las listas de votantes.

La propaganda mugrienta producida por la campaña de Trump se ha convertido en un importante motor de la violencia política. Según informes de prensa, han llegado paquetes sospechosos a las oficinas de al menos 15 funcionarios electorales estatales, incluso en varios de los estados reñidos, lo que provocó evacuaciones mientras el contenido se examinaba en laboratorios. Hasta ahora no se han encontrado venenos como el ántrax, pero la intimidación ha sido efectiva.

No son solo Donald Trump y Kamala Harris quienes ahora deben hacer campaña detrás de un vidrio a prueba de balas. Se están estableciendo protecciones similares para las oficinas electorales donde pronto se contarán las boletas, y se están asignando policías y guardias de seguridad para prevenir ataques propios de la mafia, como los que tuvieron lugar en varios lugares en 2020.

Mientras Trump y los republicanos fascistas se preparan abiertamente para la violencia, la campaña de Harris y el Gobierno de Biden se niegan a alertar al público y no han hecho prácticamente nada para prepararse para una crisis postelectoral. Es notable que desde que Biden emitió una grave advertencia en la Convención Nacional Demócrata, cuando dijo que Trump no respetaría los resultados de las elecciones si perdía, la campaña de Harris-Walz ha virtualmente abandonado el tema.

La candidata presidencial demócrata y vicepresidenta Kamala Harris, escoltada por el mayor Philippe Caraghiaur, director de Procotolos de Aviación de la Fuerza Aérea, se dirige al Air Force Twoo, 4 de septiembre de 2024, base conjunta Andrews, Maryland [AP Photo/Erin Schaff]

Los demócratas confían en el aparato de inteligencia y militar y no harán ningún llamamiento popular para combatir un segundo golpe de Estado electoral por parte de Trump. Temen mucho más la intervención independiente de la clase trabajadora en la crisis política de los Estados Unidos que cualquier cosa que Trump y los republicanos harían.

La clase trabajadora debe movilizarse para defender a los inmigrantes contra las incitaciones fascistas de Trump, no a través del apoyo a los demócratas, sino en oposición a ambos partidos de la élite empresarial y financiera.

Esta no es solo una cuestión básica de solidaridad de clase con los trabajadores inmigrantes. El fascismo dirigido a los haitianos y otros inmigrantes será utilizado por la clase dominante para atacar lo que considera su principal amenaza: las crecientes luchas de todos los trabajadores contra los dictados de la oligarquía capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 19 de septiembre de 2024)

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