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Perspectiva

Huelga en la costa este de Estados Unidos es parte de una creciente rebelión de la clase obrera

Grúas, que usualmente operan día y noche, paralizadas durante una huelga de los miembros del ILA en la terminal de contenedores Bayport, 1 de octubre de 2024, Houston [AP Photo/Annie Mulligan]

La huelga que comenzó el martes con 45.000 trabajadores portuarios es un hito importante en una creciente ofensiva de la clase trabajadora. La huelga ha paralizado 36 puertos en las costas este y del golfo de México, incluidos puertos clave como Nueva York-Nueva Jersey, Houston, Savannah y Charleston.

La huelga es parte de una creciente rebelión a nivel nacional. Los estibadores se han unido a 33.000 trabajadores de Boeing que han estado en huelga durante más de dos semanas tras el rechazo de un contrato propatronal, junto con miles de trabajadores aeroespaciales más en Textron y Eaton. En total, al menos 85.000 trabajadores están en huelga en los Estados Unidos en lugares de trabajo estratégicos.

Esto es parte de un contexto global de luchas. Los trabajadores portuarios canadienses en Montreal han lanzado una huelga de 72 horas, que plantea la posibilidad de un movimiento en todo el continente.

Esta ola de huelgas ha estallado solo semanas antes de las elecciones presidenciales de noviembre, cuando la burocracia sindical generalmente aplica una prohibición de huelgas de facto.

La política oficial, impulsada por intentos cada vez más desesperados de apuntalar la posición del capitalismo estadounidense, cada vez llega más bajo intensificando las guerras masivas en Oriente Próximo y contra Rusia. La campaña de Trump representa un intento significativo para establecer una dictadura fascista en los Estados Unidos.

Pero está emergiendo una fuerza social progresista completamente diferente en oposición: la clase trabajadora. La ola de huelgas plantea tanto la necesidad urgente, como la posibilidad, de un movimiento de clase independiente dirigido contra el sistema capitalista de ganancias en su conjunto.

Las condiciones contra las que luchan los trabajadores portuarios son universales, incluyendo la indiferencia que antepone las ganancias a la seguridad de los trabajadores, el estancamiento y la disminución de los salarios reales y la sobrecarga laboral. Ante todo, los trabajadores portuarios están luchando por defender sus trabajos contra las nuevas formas de automatización, que están siendo utilizadas como armas por las corporaciones de todo el planeta para empobrecer a sectores enteros de la clase trabajadora. Solo en los Estados Unidos, decenas de miles de empleos ya han sido destruidos este año en la industria automotriz, en UPS, en el sector tecnológico y en otros lugares de trabajo de esta manera.

La clase dominante ha implementado tecnologías desde hace mucho en los puertos para ahorrar en mano de obra y recortar empleos. La introducción de los contenedores a partir de la década de 1960 no solo destruyó decenas de miles de empleos portuarios, sino que también redujo enormemente los costos de envío. También fue fundamental en la globalización de la producción capitalista y en la interconexión cada vez mayor de una clase obrera internacional cada vez más grande. En un sistema social diferente que no estuviera dominado por el afán de lucro, estos desarrollos tecnológicos se utilizarían para aliviar la carga de trabajo y mejorar drásticamente los niveles de vida.

Se está librando una batalla sobre quién controla estas nuevas tecnologías: la clase trabajadora o la élite corporativa. Un comentario publicado ayer en el Washington Post, propiedad de Jeff Bezos, advirtió nerviosamente que la huelga portuaria es solo “una batalla temprana de trabajadores bien pagados contra la automatización avanzada. Habrá más batallas por venir”.

La huelga también es parte de una creciente rebelión contra el aparato sindical propatronal, que ha pasado décadas imponiendo forzosamente concesiones a los trabajadores, y que está totalmente conectado con el Estado capitalista. La actual ola de huelgas comenzó con un rechazo masivo al intento de la burocracia del sindicato International Association of Machinists (IAM) de imponer un acuerdo propatronal a los trabajadores de Boeing, que los trabajadores rechazaron por un asombroso 95 por ciento.

Esto ha complicado gravemente los intentos de los burócratas de todo el país de traicionar a los trabajadores. A pesar de toda la retórica enojada y vulgar del sindicato de estibadores International Association of Longshoremen (ILA), la burocracia ha entrado en crisis. La verdadera fuerza impulsora de esta huelga no es el presidente sindical Harold Daggett, sino las bases.

La huelga también es un golpe para la Casa Blanca de Biden. Durante años, el autodenominado “presidente más prosindical en la historia de los Estados Unidos” ha utilizado los servicios de la burocracia para bloquear o limitar las huelgas e imponer contratos que dan luz verde a los despidos y aumentos por debajo de la inflación. La Casa Blanca también considera que la burocracia es fundamental para preparar el frente interno para la guerra, como lo resume la reciente declaración de Biden de que la AFL-CIO es su “OTAN nacional”.

La burocracia del ILA se ha comprometido a continuar transportando equipo militar a través de los puertos durante la huelga. Estas armas se están utilizando en el genocidio de Israel respaldado por Estados Unidos en Gaza y en la expansión de la guerra contra Irán, así como para apoyar una guerra por delegación contra Rusia que amenaza a la humanidad con la aniquilación nuclear. Biden ha emitido un comunicado culpando a las líneas navieras “extranjeras” de provocar la huelga en un esfuerzo por desviar la atención de Wall Street y el capitalismo estadounidense.

Pero el estallido de huelgas en Boeing, una empresa militar, y en los puertos, al mismo tiempo que el imperialismo estadounidense está intensificando sus guerras en el Oriente Próximo y contra Rusia, muestra que los esfuerzos para sofocar la lucha de clases con patrioterismo y militarismo estadounidenses están comenzando a desmoronarse. Los intentos de Biden de utilizar la burocracia sindical para imponer su programa han desacreditado cada vez más a ambos ante los ojos de la clase trabajadora.

Esto se debe a que los mismos intereses lucrativos detrás de la guerra imperialista, la disputa por el control de las materias primas, los mercados y la mano de obra barata, están detrás de la guerra contra los empleos y el nivel de vida de los trabajadores en casa. Independientemente de quién gane la contienda presidencial, ambos partidos están comprometidos con hacer que la clase trabajadora pague por estas guerras.

Biden afirma que no tiene intención de usar la Ley Taft-Hartley para forzar el fin de la huelga, pero la prohibición bipartidista de la huelga de los ferroviarios en 2022 demuestra que el Gobierno está completamente preparado para usar la fuerza para finalizar la huelga si no es capaz de controlarla a través de la burocracia sindical.

La cuestión clave que enfrentan los estibadores es el desarrollo de su huelga en un movimiento independiente y amplio de la clase trabajadora. En particular, se enfrentan a dos tareas apremiantes: primero, ganar el control democrático de su propia lucha, incluido el control sobre todas las futuras negociaciones contractuales y la capacidad de contrarrestar cualquier decisión que viole su voluntad; y segundo, el establecimiento de líneas reales de comunicación con los trabajadores de base en todo el país y en todo el mundo.

Esto requiere el desarrollo de comités de huelga de base, compuestos únicamente por trabajadores de confianza e independientes de la burocracia del ILA. Los trabajadores de Boeing ya han dado este paso, al igual que los ferroviarios y otros en todas las industrias de todo el mundo. A través de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB), pueden coordinar y colaborar con trabajadores de todo el mundo.

El sindicato ILA ya está tratando de aislar como en cuarentena a los trabajadores portuarios mediante una fuerte vigilancia de los piquetes y las redes sociales. Mientras tanto, Daggett y los burócratas del ILA están uniendo fuerzas con sus homólogos en la costa oeste del International Longshore and Warehouse Union (ILWU), que está obligando a sus miembros a romper la huelga manejando carga desviada.

Los trabajadores portuarios en huelga deben romper la brecha entre ambas costas y vincularse con los trabajadores de la costa oeste, que apoyan su lucha. También deben comunicarse con los ferroviarios, que están luchando contra nuevos contratos entreguistas, que son fundamentales para transportar la carga desviada de regreso a la costa este.

También deben comunicarse con los trabajadores de todo América del Norte y el mundo para evitar que la carga se desvíe por México y Canadá. El año pasado, los camioneros mexicanos bloquearon los puertos y los trabajadores al sur de la frontera están ansiosos por unirse a sus hermanos del norte para luchar contra las corporaciones multinacionales, que los oprimen a ambos.

En oposición al apoyo de la burocracia del ILA a las guerras de Estados Unidos por la dominación global, los trabajadores de base deben tomar medidas activas para frenar la guerra. En particular, deben prestar atención al llamado de los sindicatos palestinos, que han instado a los trabajadores de todo el mundo a detener el genocidio negándose a manejar los envíos militares a Israel.

Los estibadores están en una lucha no solo contra los operadores portuarios, sino contra todo un sistema social: el capitalismo, que se basa en la explotación y la desigualdad. Contra la clase dominante capitalista, los trabajadores deben contraponer su propio programa político: el socialismo, basado en la transferencia del poder político a la clase trabajadora, la abolición del afán de lucro y el funcionamiento de la sociedad con base en satisfacer las necesidades humanas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de octubre de 2024)

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